viernes, 7 de diciembre de 2018

Reflexiones finales sobre Venezuela

Esto es parte de una primera versión de las conclusiones sobre la situación actual de la democracia venezolana; forma parte de un libro que escribo sobre la democracia en general

Reflexiones finales sobre Venezuela
Karen Cronick

La  democracia tardó en llegar a América Latina en general, y en Venezuela en particular el proceso ha sido resbaladizo. Hay que recordar que en los tiempos de la colonia española Venezuela era una capitanía, no un virreinato. Las implicaciones son importantes.

  Al principio, al formarse el Virreinato de Perú, Venezuela quedó afuera como una capitanía. Con el paso del tiempo, al formarse el Virreinato de Nueva Granada también quedó fuera. Las capitanías funcionaban básicamente como bastiones de protección militar contra los piratas y luego para la salvaguarda del comercio como en el caso de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas.

La diferencia entre un virreinato y una capitanía puede apreciarse en el tipo de desarrollo propiciado por España. Por ejemplo Nueva Granada, 

“…constaba de 8 provincias, 1 arzobispado y 7 obispados. Con Universidad en Santa Fe de Bogotá, Biblioteca Pública inaugurada por el virrey Guirior (que fue del Perú) en 1774, un Instituto de Ciencias Naturales, abierto por el virrey Caballero y Góngora a raíz de la famosa expedición botánica que dirigió el sabio gaditano don José Celestino Mutis, un observatorio, etc. En 1759 publicaba el Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá. Tuvo imprenta. Amenazado constantemente por piratas, constituyó también apreciable fuerza militar. Su riqueza principal fueron el oro, las esmeraldas, la plata y el platino” (Sánchez, 1965, Párrafo 3).

Mientras que la Capitanía General de Venezuela:

disfrutaba de arzobispado (Caracas; 1803) y 2 obispos sufragáneos. El colegio fundado en 1696 se convirtió en Universidad el año de 1795. Se destacó económicamente por su riqueza ganadera, que llegó a ser tan apreciable como la del Río de la Plata. Su riqueza consistió además en cacao, algodón, café, tabaco y caña, lo que dio notable incremento a la colonia…..Fue el verdadero nudo mercantil del continente, hasta que se abolió el sistema de galeones y se entregó al comercio la ruta de Magallanes“ (Sánchez, 1965, párrafo 4).

Hay una frase popularmente atribuida a Simón Bolívar: “Mientras que Quito es un convento, y Bogotá es una Universidad, Venezuela es un cuartel." La caracterización de Venezuela como “un cuartel” se deriva de su herencia de la capitanía, y luego –por más de un siglo después de la muerte de Bolívar- de las sublevaciones constantes que dificultaban la instalación de gobiernos civiles en el país. 

Esta herencia fue superada por cortos lapsos accidentados con los gobiernos de Eleazar López Contreras (aunque él mismo fuera militar) y un poco más que veinte años más tarde, Rómulo Betancourt, un civil. Con ellos llegaron finalmente la dotación y construcción de universidades, bibliotecas, hospitales, atención a la salud, fomento para la agricultura, estimulación y regulación de los bancos, una limitación al lapso permitido para un presidente en el mando y el voto universal, directo y secreto. Hubo florecimiento en las artes y la producción de literatura nacional. Se fundaron partidos políticos y se abrió el discurso nacional a la posibilidad de tolerancia democrática. 

Sin embargo, esta democracia murió por su propia mano en 1999. Come he venido describiendo, hubo varios errores: la exclusión de los comunistas, varias crisis económicas no resueltas y la inquietud de siempre en los cuarteles. Las condiciones eran propicios para el surgimiento de un candidato populista, un héroe de las masas descontentas (como Julio Cesar, Dantón, Donald Trump, Jair Bolsonaro o Hugo Chávez), que disfruta de la aclamación popular, y que luego gobierna a su manera. 

El populismo no es un acontecimiento históricamente anómalo, pero la frecuencia del fenómeno ha aumentado en el Siglo XXI. Aparece cuando existe el multitudinario desencanto con las reglas y la oferta la democracia; esta fórmula ha sido bien descrito por Rivas Leone (2012):

“Merece destacarse que hay una estrecha correspondencia y relación en los años noventa entre el deterioro de la expectativas de los venezolanos, la crisis económica, los problemas de gobernabilidad, el deterioro de los partidos e incluso los aspectos referidos a la participación, la abstención y la inferencia como parte de la cultura política del venezolano” (p. 4).

El fundamento más básico de la democracia es el derecho para votar. El abstencionismo ha sido particularmente sintomático del descontento con la democracia. De nuevo Rivas Leone dice:

“En el 83 la abstención no alcanzaba el 10% y diez años después en el 93 llegó a ser de un 40% en las elecciones nacionales y 60% en las locales del mismo año. Nuestro país, había perdido entonces ese lugar privilegiado de países con mayor índice de participación electoral a nivel latinoamericano y mundial” (p. 5).  

Cuando los viejos partidos -como AD y COPEI- pierdan su capacidad para representar a una población insatisfecha, otras organizaciones pescan en estos ríos revueltos. Rivas Leone las cataloga: Convergencia Nacional (CN), Movimiento al Socialismo (MAS), Causa Radical (CR), el Movimiento Quinta República (MVR), PSUV, Partido Patria Para Todos (PPT), Partido Proyecto Venezuela (PV), Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), Partido Alianza Al Bravo Pueblo (ABP), Partido Un Nuevo Tiempo (UNT) y Partido Primero Justicia (PJ), entre otros. 

Los viejos partidos carecían de ideología y programas viables, y para muchos de los nuevos (MVR, PPT, PSUV, ABP) sus posturas ideológicas consistían en llamadas emocionales, carentes de contenido concreto. 

Después del fallido golpe de Chávez en el 1992, el mismo Rafael Caldera expresó “cierta simpatía por los móviles esgrimidos por los golpistas, distanciándose así de los dos partidos del sistema” (Rivas León, p. 7), y formó su propia agrupación, Convergencia. No es casual que en el argot de la calle Convergencia comenzó a llamarse “El Chiripero” porque ofreció un techo electoral a cualquier tendencia política que tuviera una vaga sensación de fastidio con el sistema de este entonces. 

En este ambiente fácilmente un nuevo líder puede sustituir los ideales democráticos por la adulación al héroe. La oposición democrática dejó de existir, e inclusive intentó su propia asonada.  Desde 1992 ha llamada abiertamente al abstencionismo en un paroxismo antidemocrático que sólo ha servido para secundar a la tendencia populista ya establecida. 


Bibliografía

Rivas Leone, José Antonio (2012). La experiencia populista y militarista en la Venezuela compemporanea. Institut de Ciências Politique i Socials. Barcelona, España. Institut de Ciències Polítiques i Socials. Barcelona, España. WP núm. 307 Disponible en: https://www.icps.cat/archivos/WorkingPapers/wp307.pdf?noga=1

Sánchez, Luis Alberto (1965). Breve Historia de América (Buenos Aires: Losada, 1965), 149-51. Publicado en línea por the School of Arts and Sciences. Universidad de Pennsylvania. Recuperado el 7/12/18). Disponible en: http://ccat.sas.upenn.edu/romance/spanish/219/07colonial/virreinatos.html



jueves, 29 de noviembre de 2018

La democracia como argumentación y compromiso

La democracia como argumentación y compromiso
Karen Cronick

La argumentación es el arma principal de la democracia: las conversaciones sustituyen el traqueteo de los sables en el campo de batalla. La lógica de la negociación se contrapone a la inmediatez de las sublevaciones y ocupaciones militares. Ejemplos abundan, podemos mencionar tanto la tragedia del conflicto entre Irlanda y Inglaterra que finalmente terminó en acuerdos entre las partes, como lo que ocurre actualmente entre Israel y los palestinos que todavía tiene que resolverse. Algunos conflictos surgen del simple afán de dominio (como en el caso de Alejandro Magno), pero otros ocurren porque los participantes se fijan únicamente en las diferencias que los separan y no en sus conexiones humanas más profundas. 

Está claro que todo proceso de negociación esconde agendas ocultas y juegos de poder. El lado más militarmente poderoso tiene una clara ventaja. Tiene que haber ciertas condiciones previas para el diálogo si el resultado no va a implicar la rendición incondicional de uno de los contrincantes. El diálogo supone también estrategias en que los lados en conflicto buscan aliados, demuestran su disponibilidad de conceder algunos puntos de sus aspiraciones y en general fortalecen sus posiciones antes de ventilar sus argumentos.

A veces hay que separar los problemas grandes en temas más manejables, y también es útil emplear los símbolos de la concordia, como cuando en el 2018 los equipos de Corea del Norte y Corea del Sur competieron juntos como un solo equipo en los Juegos Asiáticos. Este gesto fue muy relacionado con los encuentros políticos asociados con la terminación oficial de la guerra entre los dos países coreanos y los Estados Unidos. 

Algunos  cristianos y musulmanes ahora piensan que se encuentran metidos en un “Choque de Civilizaciones” (Huntington, 1993) y por ende son incapaces de negociar su convivencia. Otros grupos se confrontan porque los de un lado no pueden aceptar las prácticas del otro (por ejemplo, el matrimonio entre personas del mismo sexo), o porque se perciben como rivales para los mismos recursos (los ciudadanos de países que reciben los refugiados de otras regiones). 

Muy relacionada con la idea del discurso democrático está la idea de “capital social” (Aldrich,   y Meyer, 1-10-2014). Se trata del conjunto de los lazos que los individuos tienen dentro su propio grupo social. Son sus interlocutores: los lazos son visto como redes de vínculos cercanos (familia, amigos y  vecinos) que tienden a ser socialmente homogéneas. También son las conexiones externas (partidos políticos, lazos en el lugar de trabajo, iglesias y grupos voluntarios). Igualmente contemplan los posibles contactos que los individuos pueden tener con entidades oficiales (el alcalde, un miembro del congreso o la asamblea nacional). Las personas en estas agrupaciones pueden ser similares o heterogéneos y sus interacciones pueden demostrar la confianza que se tienen entre sí, o por el contrario, exclusión social. Esta confianza o exclusión se expresan dentro de los grupos, o se dirigen a otros grupos. Este es un concepto relativamente nuevo dentro de las ciencias sociales, y es evidente la pertinencia que tiene para entender la voluntad que tienen los ciudadanos para participar en discurso político. 

Relacionado con el capital social es la idea de Habermas (1987/1992) de las condiciones ideales de comunicación en que no hay coerción: se trata de la vasta atmósfera social en la que las personas “respiran” sus culturas e interactúan entre sí. Para este filósofo existe la categoría de la comunicación institucionalizada en la que los discursos científicos, matemáticos, tecnológicos, políticos o legales se ubican contextualmente y están regidos por reglas explícitas e implícitas que determinan cuáles pronunciamientos son aceptables y cuáles no.

La aceptabilidad de los argumentos a su vez se relaciona con la necesidad de contar con información veraz. En el Siglo XXI se habla mucho de la desinformación o “fake news” y la manipulación mediática. Su objetivo es obstruir la llegada de reportajes confiables a ciertos grupos de ciudadanos. Normalmente se trata de un fenómeno periodístico, pero también se halla en sectas u otras agrupaciones que no podrían contar con la lealtad de sus miembros si éstos tuviesen acceso a la verdad. La identificación de las noticias veraces y la discriminación las falsas no es fácil para la mayoría de las personas. 

En un sistema liberal los ciudadanos se reúnen en congresos, ayuntamientos, tribunales y partidos políticas para discutir sobre lo que consideran las mejoras soluciones a sus problemas colectivos, e intentan convencer a los demás sobre lo razonable de su propia posición. Finalmente se llega a un acuerdo –esto puede tomar años- y se establece entre todos la solución concordada según las normas reconocidas entre todos en su constitución y las leyes. 

Aristóteles ubicaba la argumentación entre los fundamentos de la acción política en una democracia. Pensaba que aunque el resultado de los discursos, alocuciones y acuerdos finales pueda conducir a equivocaciones, a lo larga, la acumulación de resoluciones tendrá un efecto civilizatorio. En su libro “La Retórica” (330 A.C./1946) identificó y categorizó muchos de los mecanismos que un orador puede usar para influir sobre su público. Para él, el propósito final de la retórica es la persuasión. Hoy diríamos que la comunicación retórica incluye la interpretación mutua entre los hablantes y los oyentes, así como aspectos que van más allá del acto de convencer: tiene que ver con la misma construcción social de la realidad.

La razón de la retórica es convencer a otras personas en situaciones que pueden ser políticas, legales o ceremoniales; en ciertos contextos, las afirmaciones pueden llegar a constituirse en actos con significado decisivo, como casarse (decir, “lo hago”), declarar una guerra o condenar a un reo. También en este intercambio, las personas debaten sobre cómo lograr las metas (los medios), la guerra y la paz, la defensa nacional, el comercio internacional y la legislación, y definen su cultura y sus conceptos de moralidad y ética. 

Una de las grandes soluciones del entendimiento mutuo que resulta del discurso compartido es el desarrollo de la tolerancia. Los grupos distintos se ponen de acuerdo en mantener sus propias identidades, pero aceptan que haya distintas maneras de vivir que no tienen que mezclarse, y que pueden coexistir. Por ejemplo, después de siglos de lucha entre sí los protestantes y los adeptos de iglesia católica de Roma las partes gradualmente decidieron respetar sus diferencias. También en una democracia los distintos partidos políticos reconocen el derecho que tienen los ganadores de elecciones justas a asumir el mando en sus países –hasta las próximas elecciones-. 

La tolerancia y las migraciones: Hay una reflexión final que hay que hacer sobre la tolerancia en relación a las demografías cambiantes en Europa y los Estados Unidos. Desde hace milenios en Europa culturas antiguas han luchado para colonizar los unos a los otros –a veces a punto de sable y ballesta-, y luego se han asentado en regiones específicas: los celtas y los galos en Gran Bretaña y la zonas de costa atlántica y central; los godos, teutones, vándalos, alamanes y francos en diferentes partes de Europa central y sur; los vikingos en el norte –aunque ellos exploraron y colonizaron otros lugares también. Cada uno tenía su idioma y costumbres. Estas culturas se concentraban en reinados específicos, y luego los Estados-nacionales desarrollaban sus identidades en base a aquel arraigo tradicional y arcaico. Aún hoy en día, en tiempos de guerra apelan específicamente a estas afinidades para  movilizar el fervor de los pueblos para defender al rey (o más tarde, a la patria).

Desde del “descubrimiento” de las Américas ha habido enormes migraciones hacia el “nuevo mundo” de todos partes, pero en general las de América del Norte provenían de Gran Bretaña, Suecia, Holanda y Alemania, y las del continente sur procedían de España y Portugal. El colonialismo europeo también movilizó personas a África, la India y los países orientales como la China. Pero en los dos últimos siglos han ocurrido también migraciones a revés, de las colonias hacia Europa. Desde 1945 ha habido también oleadas de refugiados, sobre todo en el Siglo XXI debido a los conflictos en el Medio Oriente y África.

De igual modo, se puede caracterizar la migración histórica hacia los Estados Unidos como proveniente generalmente de poblaciones cristianas y “blancas” (con la excepción de los esclavos de África). Sin embargo, desde la llegada de otras agrupaciones en los siglos XX y XXI su asimilación no ha sido de todo cómoda.

Estos movimientos, y las mezclas culturales que resultan de ellos, son vistos como amenazas por los pueblos que los reciben. La reacción en muchos lugares ha sido una exacerbada xenofobia, sobre todo con el arribo de grupos musulmanes. No hay duda que miedos atávicos están en juego, activados por recuerdos culturales de las invasiones otomanes en el Siglo XV, a lo que hoy en día es Serbia, Bulgaria, Albania, Bosnia, Croacia, Hungría, Polonia e inclusive Venecia y Austria. Ahora el miedo a los musulmanes se aumenta con referencias al Yihadismo. Ocurre una especie de generalización psicológica que asemeja a todos los musulmanes con la violencia del terrorismo.   

Las culturas creadas por los crisoles de la migración como Australia, Canadá y los Estados Unidos son intranquilos pero exitosos. Venezuela también ha aceptado e integrado a muchas culturas distintas: hay un punto de Caracas desde donde se ven la Cruz de una iglesia católica y el Creciente y Estrella de la mezquita musulmana surgiendo juntos de las casas y edificios de una zona llamada Candalaria. 

En estos países el racismo es rampante (menos Venezuela cuya cultura es bastante tolerante) pero los movimientos para eliminarla también surgen de la misma población. Son democracias que se apropian de los talentos de sus recién arribados y finalmente los arropan en los valores locales. Con gran frecuencia los nuevos ciudadanos se afilian a partidos políticos, votan, se educan en las escuelas y las universidades y contribuyen con su trabajo a las economías locales. Las religiones coexisten –con brotes de intolerancia- en donde protestantes, católicos, musulmanes e hindúes terminan participando juntos en las reuniones de los padres y representantes en las escuelas de sus hijos. La clave está en la educación para la democracia que debe llegar a todos los sectores de la población.

Bibliografía (por orden en el texto)

Huntington, Samuel P. (1993). The clash of civilizations? Foreign Affairs. (72) 3, 22-49.

Álvarez de Toledo, Cayetana (20/10/18). Lorent Saleh, preso y torturado cuatro años por el chavismo: "Buscaban anular todos mis sentidos". El Mundo Internacional. Disponible en: https://www.elmundo.es/internacional/2018/10/28/5bd493da268e3eac7f8b45e2.html

Habermas, J. (1987/1992). Teoría de la acción comunicativa. Racionalidad de la acción y racionalización social, Vol I. Madrid: Taurus Ediciones.

Aristóteles (330 A.C./1946: fecha traducción/1966: fecha impresión) "Rhetorica". The works of Aristotle. W.D. Ross (Ed.). W. Rhys Roberts (translator). Vol. XI Oxford: Clarendon Press.





miércoles, 31 de octubre de 2018

Dices




Dices
Karen Cronick

Dices: ¿por qué vivir?
Digo: es por Berlioz, y Bach,
es por la renovada  luz
del sol y de la luna, 
de Venus y Osiris 
de todos los días
y de todas las noches
de cielos claros y finos vientos;
es por tu amistad,
es por las montañas 
asomadas
en las madrugadas 
de neblina,
es por el tártara-tártara nieto,
de mis abuelos
que ahora canaliza  
el corriente del río.

sábado, 20 de octubre de 2018

Tarde de neblina




Los pájaros se confundan
en esta espesa tarde
comprimida en neblina.
Mi perro duerme recogido
contra las sombras.

lunes, 8 de octubre de 2018

Rayos esta noche



Gruesos rayos silenciosos,
nítidos, cercenan la oscuridad,
súbitos,
fúlgidos.
Serena, espero a uno más 
antes de meterme en la casa.

sábado, 6 de octubre de 2018

Democracias: Los Estados Unidos

Éstas son las más recientes páginas de lo que escribo sobre sobre la naturaleza de la democracia. Aquí reflexiono sobre su expresión estadounidense. 


Los Estados Unidos
Karen Cronick

El proceso de independencia y la instalación de una democracia constitucional en los Estados Unidos inspiraron a muchos franceses. Condorcet, por ejemplo, en su admiración por el proceso de deliberación en las recién liberadas colonias, dijo (1786/2017, traducción mía):

¿Se puede creer, viendo la extendida tolerancia, de la que nadie [hasta hora] ha podido disfrutar, que lejos de fomentar problemas en América, ha hecho florecer la paz y la fraternidad en aquel país? ¿Los gobiernos de los países donde la intolerancia todavía reina … no aprenderán que pueden, sin peligro, obedecer la voz de la justica y de la humanidad? Jamás el fanatismo osará a quedarse al descubierto, y demandará, en nombre de Dios, la sangre de los hombres: se esconde la razón a la fuerza … Pero América ha comprobado que un país puede ser feliz, porque no hay en ella ni perseguidores, ni hipócritas, y los políticos … creerán que vale la pena respetar a la autoridad de los sabios, [ahora] los creyeran sin duda."

En el año 1776 el Segundo Congreso Continental adoptó el nombre “los Estados Unidos”, reemplazando el viejo término “Las Colonias Unidas”. Es probable que se originó con Thomas Jefferson en el proceso de escribir la Declaración de Independencia de Inglaterra. La versión final de la Declaración comienza con la frase: “Una Declaración de los Representativos de los Estados Unidos de América, reunidos en Congreso” (NCC Staff (2018). El nombre no es trivial y al elegir este nombre los arquitectos de la democracia estadounidense iniciaron un debate que iba a seguir para las siguientes décadas:  ¿hasta qué punto las colonias, recientemente liberadas, iban a poder constituir un Estado por cuenta propia, o formar una entidad unida? 

No era el primer país en considerar formalmente la idea de federación de Estados semi- independients. Grecia había tenido alianza entre sus Ciudades Estados; hubo también entre los años 1171 y 1341 el caso de estados confederados llamados Ayyubid, con su capital en El Cairo que fue una mancomunidad de principalidades; en el Siglo XVIII la tribu de los Shawnee de América del Norte intentaron unir a todas las tribus al oeste de las montañas Appalachia para poder negociar con el gobierno de los Estados Unidos. Diferentes formas de federación existen hoy en día en: Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Bosnia y Herzegovina, Brasil, Canadá, Etiopia, Alemania, la India, México, Nepal, Nigeria, Rusia, Suiza, Pakistán y Venezuela entre otros países. Estas federaciones, sin embargo, no implican necesariamente un sistema de autogestión ciudadana.

La experiencia de los Estados Unidos fue distinto. Después de la guerra de independencia contra el colonialismo inglés, los líderes de la nueva confederación eran hombres instruidos en la literatura francesa e inglesa sobre distintas formas de gobierno. George Washington, Thomas Jefferson, Benjamín Franklin, John Adams, James Madison, Alexander Hamilton y los demás habían leído tanto a las obras clásicas como Platón, Plutarco y Cicerón, como a sus contemporáneos, como Leibniz, Rousseau, Voltaire, Condorcet, Diderot, Mirabeau, Mably, Locke y otros pensadores preocupados por los temas de la libertad, el buen gobierno y los derechos del hombre. Hubo un ambiente intelectual efervescente en Inglaterra y  Francia que alcanzó al nuevo país americano en aquellos tiempos, y los revolucionarios americanos eran personas cultas que habían viajado múltiples veces. Todos habían participado de un modo u otro en la Guerra de Independencia, y desde el comienzo de la aventura libertaria tenían ideas claras sobre lo que deseaban lograr.

"... tres millones y medio de almas habían elegido delegados para reunirse en Filadelfia y crear un gobierno republicano nacional independiente, conformado según sus propias ideas, sin rey, nobles o feudos hereditarios. En realidad, fue el momento, el único golpe del reloj continental cuando tal experimento tuvo una oportunidad de tener éxito. Cinco años antes y los estados no habrían estado listos. Desde entonces, la creación y el funcionamiento de sus propias constituciones estatales les habían enseñado, preparado. Cinco años más tarde, la Revolución Francesa, con su violencia y su sangre, habría ralentizado a los Estados en cautela, dividiéndolos (como efectivamente los dividió) en campos ideológicos opuestos" (Brown, p. 130)

En este sentido el movimiento hacia la democracia no seguía los largos siglos de descubrimiento de las experiencias anteriores, excepto en el sentido de la innegable herencia de la cultura inglesa en el país.  Hubo, sin embargo, un curioso antecedente entre las tribus Iroquois, una confederación, originalmente establecida entre cinco agrupaciones que existían en lo que ahora es el estado de New York, que se originó cerca de 1550, antes de la llegada de los europeos. Consistía en reuniones de delegados masculinos, cuyas familias eran elegidas (por parte de las mujeres); sus decisiones tenían que ser unánimes y todos los miembros de la federación tenían que acatar a los resultados. En su constitución dicen: “En todos los casos, el procedimiento debe ser el siguiente: cuando los Señores Mohawk y Séneca hayan acordado por unanimidad una pregunta, informarán su decisión a los Señores Cayuga y Oneida, quienes deliberarán sobre la pregunta e informarán una decisión unánime a los Señores Mohawk….” (Roland 3/10/18). Es curioso reflexionar sobre el sello estadounidense, adoptado luego, del águila que sostiene en una de sus garras un rama de oliva y en la otra, trece flechas. Las flechas simbolizan los trece estados, dispuestos todos juntos a pelear si hace falta, y tienen una clara referencia al antecedente de la confederación iroqiois. La rama de oliva simboliza su disposición a la paz, y alude a la historia romana.

Sin embargo entre los delegados al Congreso Constitucional en Philadelphia, todavía había mucho debate, por ejemplo, entre la posibilidad de establecer New York, Virginia, New Hampshire, Rhode Island, Pensilvania y los demás estados originales como países independientes y confederados, o instaurar alguna forma de federalismo. Este debate se resolvió temporalmente con la aprobación de la Constitución de 1788, pero la solución federal del Siglo XVIII fue amenazada seriamente por la Guerra de Secesión entre 1861 y 1865; es un problema todavía no resuelto en aquel país porque aún existen desacuerdos sobre el alcance de los derechos de los estados individuales. El corazón del problema fue anunciado por James Wilson: ¿el nuevo país iba a gobernar sobre  cosas imaginarias llamados estados o sobre individuos? (Brown, 1996). 

Vale detenernos brevemente en los debates que antecedían la aprobación de aquella constitución. Catherine Drinker Brown (1966) ha examinado extensivamente la historia de la Convención Constitucional que iba a redactar la Constitución final del país.

La influencia de Montesquieu que había propuesto un sistema en tres partes el poder judiciario, legislativo y ejecutivo fue palpable en la Convención. Los problemas básicos eran: ¿qué poderes tendría cada rama? y ¿quiénes elegirán las personas que detentarán estos poderes? Estos problemas eran sentidos por los delegados de dos maneras específicas: la primera era el peligro de crear un poder ejecutivo demasiado poderoso, que podría abrir la posibilidad de del surgimiento de un “Olivar Cromwell” (el dictador inglés que derroco al Rey Charles I de Inglaterra) o convertirse eventualmente en una monarquía hereditaria. La segunda era el peligro de la ley de la calle donde las turbas operarían sin control. 

Otra consideración relacionada con estos problemas fue: ¿el poder ejecutivo debe tener el derecho de veto sobre los actos del Congreso? Finalmente decidieron que el Presidente podría anular una ley propuesta por el Congreso, pero éste podría invalidar la denegación ejecutiva con la aprobación de las dos terceras partes de cada cámara legislativa.

Con respecto al peligro de “las turbas”, Thomas Jefferson dijo: “Me gusta que haya a veces algo de rebelión (Brown, p. 44).  Pero pocos de sus compatriotas estaban de acuerdo; recién el país se había experimentado levantamientos preocupantes, como él de Shay en Massachusetts: aquella fue una protesta contra injusticias económicas y legales, y los delegados se preocupaban por el peligro de insurrecciones populares; además había cierta desconfianza entre los delegados en la población no patricia de la nueva nación. 

El tema de las protestas, es decir el uso del poder popular no legitimado por la Constitución, ha sido recurrente en el país; además el derecho a las reuniones pacíficas fue reconocido luego en las enmiendas de la Constitución.  Con el tiempo el derecho a protestar ha sido reconocido internacionalmente, y tiene un rango similar al derecho de expresión libre. Está asociado también al derecho de una prensa libre. 

Para incorporar a la voz popular en el poder legislativa, la Convención recomendó crear dos ramas, una que fuera proporcional a la población de los estados (Casa de los Representantes) y otra (El Senado) que representaría a los estados directamente como entidades en su totalidad con un límite de dos posibles votos para cada uno. 

Con respecto a la presidencia, hubo debate sobre la necesidad de un guía fuerte: algunos delegados recomendaron adoptar la figura de un rey, otros un presidente elegido de por vida. Finalmente adoptaron una presidencia fuerte, elegible por sólo cuatro años, pero con la posibilidad de re-elección. En los años 40 del Siglo Veinte limitaron las re-elecciones a sólo dos periodos, después que el Presidente Franklin Roosevelt ocupara la presidencia por tres periodos consecutivos. Los miembros del Corte Suprema, sin embargo, eran –y son- elegidos por vida.

Desde que la Constitución fue aprobada por los estados en 1789, ha sido enmendada 27 veces, En general, las diez primeras enmiendas, conocidas como la Declaración de Derechos, ofrecen protecciones específicas de libertades individuales y la justicia, y ponen restricciones a los poderes del gobierno. La mayoría de las diecisiete enmiendas posteriores amplían la protección individual de los derechos civiles. En el año 1920 se aprobó el derecho a sufragio de las mujeres. La última fue aprobada en 1933 para derogar la prohibición al uso y preparación de bebidas alcohólicas. 

Los nuevos estados que iban naciendo se asociaban prontamente con el gobierno federal según los estatus previstos en la Constitución y las leyes subsecuentes, y es impresionante cómo se logró esta expansión en relativa paz. Es decir, hasta las Guerra de Sucesión y el conflicto con México, los estados no peleaban entre sí, aunque y evidentemente había terrible agresión con los pueblos indígenas. El Territorio de Luisiana fue adquirido por medio de una negociación comercial con Napoleón Bonaparte porque él necesitaba financiamiento para sus guerras en Europa;  fue renombrado Territorio de Misuri en 1812; extendía desde el Sur del Golfo de México hasta “las Tierras del Príncipe Ruperto” en el Norte (luego provincias canadienses),  del Río Mississippi en el Éste y hasta las Montañas Rocosas en el Oeste.  Esta transacción dobló el tamaño de la nación. Los territorios más occidentales fueron “conquistados”: la República Independiente de Texas fue “anexada” a la fuerza por los estadounidenses; luego esta agresión condujo a la guerra con México en 1846 a 1848. El Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 obligó a los mexicanos entregar los territorios del norte de Alta California y Santa Fe de Nuevo México a los Estados Unidos.

El nuevo hombre

Cuando los viajeros europeos paseaban por los estados originales y los territorios occidentales se asombraban por los contrastes, pero sobre todo por la actitud de independencia de “esta gente nueva y libre”.  Pero claro, “Con el término ‘Americano’, escribía William Priest, ‘se debe entender el hombre blanco, descendido de un nativo del Viejo Continente; se entiende por el término ‘Indio’ o ‘Salvaje’, a los aborígenes del Nuevo Mundo.’” (Brown, p. 147). 

El americano no se subordinaba a las sutilezas y finuras de los costumbres de las clases sociales: todo el mundo opinaba, los caballeros acomodados compartían los carruajes públicos con los granjeros de pequeñas propiedades.  No había tradiciones feudales. En este entonces los soldados no eran hombres de carrera, y al terminar la lucha de independencia, se volvieron a la vida civil, abriendo tiendas y cuidando sus sembradíos. George Washington es famoso por haber vuelto a su hacienda Mount Vernon en el estado de Virginia, como un ciudadano común después de haber comandado la Guerra de Independencia-. Ha sido comparado con el romano Cincinnatus que después de haber sido nombrado por el Senado Romano “Dictador” para capitanear el ejército romano contra una tribu rebelde en Italia en el primer siglo aC,  volvió victorioso a su granja y sus tareas de agricultor. 

Había una gran diferencia entre el Norte y el Sur del nuevo país. En el Norte no había pobreza en este entonces porque  había mucha tierra libre para construir una cabaña y comenzar a cultivar, y había poca diferencia entre los estratos sociales; además casi no había analfabetismo. Era frecuente en las ciudades que la gente común leyera dos periódicos al día. En el sur, sin embargo había esclavitud, y un estrato de “blancos pobres”.

“Los viajeros [europeos] estaban de acuerdo que  mientras más al sur se viajaba, más se deterioraban las condiciones de vida. Fue en Viginia que Chastellux vio gente pobre ‘por la primera vez’ …. No  sólo los esclavos negros, pero también blancos pálidos y desgarrados en sus miserables chozas despertaron su compasión ... Las casas de los caballeros [ricos]  eran espaciosas, bien amuebladas, con lencería blanca y cubiertos de plata, pero pocos tenían libros o bibliotecas…. (Brown, p. 145)

Está claro que en Virginia también había gente no sólo letrada, sino ilustrada: Tomás Jefferson  y George Washington venían de aquel estado. Pero las contradicciones eran evidentes; aun Jefferson y Washington poseían esclavos, aunque fuera con mala conciencia. Con el tiempo estas incompatibilidades sociales iban a crear problemas grandes para la “Unión”, tanto en la Guerra de Sucesión como en la política de los Siglos XX y XXI. El estrato de blancos no económicamente acomodados iba a formar un grupo de intereses perdurables donde el racismo y otras características sociales influyeron -y siguen influyendo- en la política del país. Se trata de una situación en que el orgullo colectivo tiene poco asidero, sólo se basa en la creencia de estar “superior” a las personas de color. 

En los estados del norte había escuelas para los jóvenes, pero en los territorios occidentales los muchachos recibían sus clases en casa en clases impartidas por sus madres y padres. Hay ejemplos famosos de jóvenes que salían de sus casitas hechas de troncos de madera en el medio de los bosques, hablando bien su idioma y con una excelente formación básica. John Marshall (luego abogado, juez, político, diplomático, legislador, estadista, jurista y militar del Siglo XVIII)  y más tarde Abraham Lincoln (luego abogado y presidente del país durante la Guerra Civil) eran ejemplos.  En el Sur, sin embargo, la educación de calidad era reservada más bien a los hijos de personas acomodadas o gente que vivía en las grandes ciudades. 

Había al mismo tiempo malestares. La esclavitud seguía en el Sur y la masacre de los pueblos indígenas era brutal. En los territorios occidentales (luego estados nuevos) había pocos representantes de la ley (aguaciles locales y jueces), y la justicia quedaba en manos de turbas y personas que buscaban venganzas. La expectativa de vida en estas zonas era baja. 

La Guerra de Sucesión

Sigo en la cronología de la Guerra de Sucesión (o Guerra Civil) a la Enclyclopædia Británnica (23/9/18). Los primeros los estados del sur en unirse al “Confederados Estados de América” eran, en orden cronológico, Carolina del Sur, Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Luisiana, Texas, Virginia, Arkansas, Tennessee y Carolina del Norte en 1860–61. Las hostilidades armadas culminaron décadas de fricción que tenían que ver sobre todo con esclavitud, pero ella en realidad marcó diferencias en los modelos económicos de los dos sectores. Es interesante notar que la esclavitud, tan ardientemente defendida por el Sur, retrasó la economía de la región. Entre 1815 y 1861, la economía de norte pudo crecer y diversificarse. Tanto la agricultura que dependía de granjas pequeñas manejadas por sus dueños y obreros libres, como la creciente industrialización, gozaban de mayor prosperidad. Había mas infraestructura básica como un sistema de transporte (canales, carreteras y ferrocarriles), y la banca estaba en condición de financiar impresas nuevas. Por ejemplo, el telégrafo se inventó en el norte y rápidamente transformaba el sistema de comunicaciones.

En cambio, los sureños invertían sus recursos en la compra y mantenimiento de los esclavos como la fuerza de trabajo principal. Esto atrasó su economía porque no contaban con la infraestructura que tenía el norte ni la industria. Según la Enclyclopædia Británnica, “el 84 por ciento del capital empleado en la manufactura se invirtió en los estados libres (no esclavistas)” Pero el Sur se mantenía con la venta del algodón y otros productos como arroz y caña; en términos de valor acumulado (incluyendo el capital representado por sus esclavos), “la riqueza per cápita de los blancos del sur era el doble de la de los norteños, y tres quintas partes de los individuos más ricos del país eran sureños.” Evidentemente esta acumulación se basaba en un sistema casi feudal, es decir, poco moderno e incapacitado para competir en el Siglo XVIII con el Norte.

Hubo en la década de 1850 un rechazo moral entre los norteños a la esclavitud que se expresaba en esfuerzos para erradicarla, como en la creación de movimientos para ayudar a los esclavos escapados para que llegasen al Norte. El Sur, sin embargo, estaba anclado irremediablemente a un sistema arcaico, y los terratenientes tenían pocas opciones para mantener su patrimonio personal sin la esclavitud. Además la identidad cultural  de los blancos pobres estaba arriagada en su filiación racial, contrastándose con la de la población negra que consideraban inferiores. Cuando Abraham Lincoln, el candidato del Partido Republicano se declaró explícitamente antiesclavista, y ganó las elecciones presidenciales de 1860, se formalizó la separación entre el Sur y el Norte. 

Este no es el lugar para describir la guerra ni la derrota militar del Sur que sucedió después, pero basta con algunas observaciones sobre su significado económico y cultural para ambos sectores y su relación con los ideales de la Declaración de Independencia y la Constitución. Primero el Sur quedó destrozado. Fue escenario de múltiples conflictos entre las clases sociales y las identidades raciales. Además el proceso de la Reconstrucción tomó años después de una guerra tan cruenta. Nacieron perversos grupos de vigilantes como el Klu Klux Klan que intentaba mantener los Negros “en su lugar” después de la Declaración de Manumisión”.

Los efectos de la esclavitud perduran. Edward Ball (1998) es descendiente de los dueños de las Plantaciones Ball en Carolina del Sur; escribió un libro sobre los descendientes de los esclavos de la propiedad de la familia. Entre sus observaciones –todos fascinantes- es que aún hoy perduran las diferencias entre ellos. Los esclavos de la casa (mayordomos, sirvientes personales de la familia) se beneficiaban de los relativos privilegios de su condición; y actualmente sus descendientes tienden a ser negociantes, profesionales, autores, artistas y académicos. La razón es que  estas personas comían y se vestían mejor. En secreto aprendían a leer y tenían acceso a los libros de la familia. A veces dominaban otros idiomas, sobre todo adquiridas durante los viajes de la familia cuando fueron llevados a atenderlos allí. En cambio los esclavos del campo vivían en gran pobreza; sus culturas originales fueron destruidos, y su acceso a la cultura occidental fue precaria; la relación con la familia del dueño era más distante, y fueron adquiridos y vendidos sin ceremonia. Con cierta frecuencia aún hoy en día son víctimas de adicciones o son presos. Su actual nivel socio-económico es inferior al rango obtenido en promedio por los descendientes de los esclavos de la casa.

Reflexiones adicionales

La democracia estadounidense ha sido, sin embargo robusta. Ha podido confrontar limitaciones como la esclavitud, las guerras, retos anti-democráticos como ataques a las libertades enunciados en la Declaración de Derechos constitucionales, depresiones económicas y otros. Actualmente, por ejemplo, a pesar del creciente autoritarismo representado por el Presidente Donald Trump, la prensa sigue siendo crítica y hay miembros del Congreso que defienden con vigor a los principios de la autogestión tal como se practique en aquel país. Es probable que los ciudadanos reaccionen y por medio del sufragio le pongan cuota a las políticas anti-democráticos que promueve.

Bibliografía

Ball, Edward (1998). Slaves in the Family. New York: Ballentine books

Brown, Catherine Drinker (1966). Miracle at Philadelphia. New York: Bandtam Books.

Condorcet, Marqués de, Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat (1786/2017). Accueil, expositions condorcet : de l’influence de la révolution d’amérique sur l’europe (extraits) condorcet : de l’influence de la révolution d’amérique sur l’europe (extraits). Versailles  Disponible en: http://www.lescarnetsdeversailles.fr/2016/07/condorcet%E2%80%89-de-linfluence-de-la-revolution-damerique-sur-leurope-extraits/

Condorcet, Marqués de, Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat (1795/1982). Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano. Preparado por: A. Torres del Moral. MadridParís: Editora Nacional. Disponible en: https://ia601600.us.archive.org/11/items/CondorcetBosquejoDeUnCuadroHistorico/Condorcet%20-%20%20Bosquejo%20de%20un%20cuadro%20historico.pdf

Roland, Jon (18/10/1998 / 3/10/2018). Constitution of the Iroquois Nations: The great binding law, Gayanashagowa. Constitution Society. Original URL: //www.constitution.org/cons/iriquois.htm
Original date: Disponible en la página: https://www.constitution.org/cons/iroquois.htm

Henry, Natasha (2018). Encyclopaedia Britannica (). Slavery Abolition Act.Disponible en: https://www.britannica.com/topic/Slavery-Abolition-Act

NCC Staff (9/9/2018). On this day, the name “United States of America” becomes official. Constitution Daily. Disponible en: https://constitutioncenter.org/blog/it-was-239-years-ago-today-the-name-united-states-of-america-becomes-offici

Pelleschux, Dan (10/9/18). The greatest constitution the world ever say. Oxy. Disponible en: https://www.ozy.com/flashback/the-greatest-constitution-the-world-never-saw/82891


miércoles, 26 de septiembre de 2018

La situación y algunas sugerencias


Entre nosotros mismos, es decir, los que vivimos todavía en Venezuela, hay acusaciones mutuas de apatía política porque no estamos protestando en las calles.

Sin embargo, el pueblo perdió -no hace mucho- más de 165 vidas en protestas en la calle. Desde entonces la situación se ha empeorado: quienes se asoman terminan en las cárceles en condiciones de maltrato y degradación. ¡Dicen que hasta la señora que cuidaba el perro de Oscar Péréz ha sido arrestada! El precio de manifestaciones ya es demasiado alto.

Las condiciones políticas también han cambiado: 1. Venezuela sufre de un gobierno de facto que ha modificado toda la estructura legislativa, administrativa y judicial. 2. Existe también un cuarto poder que consiste en bandas de delincuentes -tal vez inclusive maras*- y colectivos violentos; ellos son brutales y controlan partes de la economía. En ciertos lugares administran zonas geográficas y barrios. 3. El poder principal en el país está sobre todo en manos militares. No hay ningún poder civil para ponerles límites. 3. Hay países como la China y Cuba que ejercen en Venezuela enorme influencia sobre las telecomunicaciones y la manufactura, distribución y comercio de los productos petroleros y la minería. Ellos tienen influencia también dentro de las fuerzas de orden -sin estar ellos mismos patrullando las calles-. Debido a su presencia otros países teman llevar a cabo acciones contra el gobierno.
4. Casi toda la distribución de comida y otros bienes pasa por el control del gobierno. 5. La corrupción y la complicidad contaminan ahora grandes áreas de la vida cotidiana en el país.

¿Qué hacer frente a todo esto?

Evidentemente protestas en la calle no puede cambiar esta situación, pero necesitamos espacios para expresar nuestro malestar. No habrá una "invasión extranjera" para rescatarnos. Las estrategias ahora tienen que ser diplomáticas y jurídicas, como en la Corte Criminal Internacional (ICC).

Pero sí tenemos algunos recursos. Podemos hacer gestos callejeros menos peligrosos que las manifestaciones:

a) Organizar un coro para cantar un verso del himno venezolano en el Metro (y luego abandonar la zona).
b) Videos en You Tube. Mensajes creativos por Twitter y Facebook. Música cantada por grupos conocidos, o simplemente grupos de amigos que quieren sonar por el Internet. Ver: https://www.youtube.com/watch?v=QcqQAdEL_RU
c) Grafitis
d) Pancartas
e) Teatro de la calle
f) Mensajes en camisetas (como: "Él que se cansa, pierde". )

¡Quiero comentarios!

*Las maras son bandas muy grandes de delinquentes al nivel transnacional.

Ver:





domingo, 23 de septiembre de 2018

Los mandatarios de la paz y los otros



Viendo las noticias esta mañana comencé a pensar en los jefes de Estado que han representado la paz, el entendimiento y la razón, en contraste con aquellos que han promovido el odio y le guerra. Luego busqué en Google a los que han ganado un Premio Nobel de la Paz, y fui eliminado aquellos que además liderizaron procesos bélicos (como Barack Obama). No incluí a nadie de la China o el Oriente en general, porque las historias políticas tienden a seguir fórmulas distintas (la aspiración democrática no es frecuente, por ejemplo). 

Finalmente comparé la lista que me quedó con las dictaduras destacadas, sobre todo en América latina y Venezuela. Incluí a Benjamin Netanyahu porque la población árabe está excluido de participación en los comicios. En Venezuela no incluí a Hugo Chávez porque fue confirmado como presidente múltiples veces, aunque su discurso incluía mucha exclusión y hostilidad.

Aquí están mis dos listas, y es evidente que hay más nombres en la segunda.

Me encantaría recibir comentarios sobre esto.

--Eng: “All the goodness and the heroisms will rise up again, then be cut down again and rise up,” John Steinbeck.... It isn’t that the evil thing wins — it never will — but that it doesn’t die (February 27, 1902–December 20, 1968).
--Español: "Toda la bondad y los heroísmos volverán, y entonces  se quedarán truncados otra vez, y luego volverán a nacer... No es que la maldad gane -no lo hará nunca- pero tampoco muere" (John Steinbeck, 27/2-1902).

Paz
                                  
Yitzhak Rabin                    Israel                  
Willy Brandt                      Alemania
Anwar Sadat                      Egipto
Mikhail Gorbachev           Rusia
öscar Aias Sánchez           Costa Rica

Odio, o gobiernos militares

Donald Trump                  Estados Unidos
Benjamin Netanyahu       Israel
Abdel Fattah el-Sisi         Egipto
Vladímir Putin                 Rusia  
Stalín                                 Rusia
Fulgencio Batista            Cuba
Fidel Castro                     Cuba
Augusto Pinochet           Chile  
Jorge Videla                    Argentina
Juan Perón                      Argentina
Alfredo Stroessner         Paraguay 
Hugo Banzer                  Bolivia 
Anastasio Somoza         Nicaragua 
Daniel Ortega                Nicaragua
Francois Duvalier          Haití 
Alberto Fujimori           Perú
Cipriano Castro             Venezuela
Juan Vicente Gómez     Venezuela
Marcos Pérez Jiménez  Venezuela 
Nicolás Maduro             Venezuela

lunes, 17 de septiembre de 2018

Gobierno por Maras


Venezuela no es una dictadura en el sentido tradicional. Es un Estado controlado por una alianza inestable entre varias agrupaciones criminales; dicha alianza recibe el apoyo de los militares que aprovechan de manera personal de sus posiciones de poder. Es un fenómeno que en menor grado afecta también a una gran parte de América Latina: casi todo América Central -especialmente México, Nicaragua y Guatemala-, y en el continente del sur, Colombia y Bolivia. Algunas de estas agrupaciones tienen alcance transaccional. A menos que entendamos esto no podemos pensar en soluciones.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Las Democracias modernas, parte 1


(Este es un nuevo capítulo en el trabajo que hago sobre la democracia.)


Las Democracias modernas, parte 1

Karen Cronick

La de Gran Bretaña nació históricamente en intentos sucesivos a través de muchos siglos para lograr algún tipo de consulta y control ciudadano sobre el poder. En cambio los modelos estadounidense y francés nacieron de conflictos violentos y específicos, y luego decisiones políticas las cuales iremos señalando en los capítulos siguientes. Entre los arquitectos de las primeras democracias modernas, en los Estados Unidos y Francia hubo procesos revolucionarios (y luego la restauración monárquica en Francia y el regreso a la democracia en el país); los dos países se inspiraron en el modelo ateniense, y  en grado menor, en la República Romana antes de Cesar. 

El nacimiento de las verdaderas democracias modernas se inició en el Siglo IXX y se consolidó en el Siglo XX. Se trata de algo muy reciente en la historia de la humanidad. Ellas no se restringieron a Gran Bretaña, Los Estados Unidos y Francia: no eran las únicas del mundo moderno en el siglo IXX:

a. Suiza: después de un referendo, en el país se aprobó una constitución democrática en 1847.
b. Australia: hubo comicios en Tasmania en 1856.
c. Nueva Zelandia logra el sufragio universal en 1893.

En otro apartado hablaré de la aparición de la democracia en América Latina.

Hay diferencias sustanciales entre el los modelos antiguos y modernos. Aunque en los inicios de la democracia estadounidense el derecho a votar no se extendía a los esclavos y las mujeres, el alcance de la posibilidad de ciudadanía fue mayor para los hombres blancos. Casi todos los adelantos en reconocer los derechos a sufragio universal llegaron en el Siglo XX, es decir el derecho a inclusión de las mujeres y las personas no-blancas.  En 1906 la República de Finlandia fue el primer país para implementar el sufragio universal, tanto en el derecho a votar como en él de postularse para puestos gubernamentales. En orden cronológica, el sufragio universal (que incluía a las mujeres) llegó a los Estados Unidos en 1920, al Reino Unido en 1928, a Francia en 1945 y a Venezuela en 1946 . 

En Gran Bretaña se abolió la esclavitud en 1833. El movimiento comenzó en las colonias, sobre todo en Canadá donde se aprobó una ley “para limitar la esclavitud” en 1793 (Henry, 2018).

Los afroamericanos masculinos de los Estados Unidos, ganaron –en un sentido formal- el derecho a votar con la Proclamación de Emancipación, firmado por Abraham Lincoln en  1863, pero en algunos estados hacía falta muchos años más para que se les  reconociera su derecho a votar; para intentar remediar estas limitaciones el Congreso pasó la enmienda XV a la Constitución en 1870, pero en algunos estados todavía hay impedimentos a su participación en comicios. 

Con relación a los esclavos africanos en Francia, en 1794 se abolió la esclavitud, pero en 1802 Napoleón Bonaparte lo reestableció, e inclusive negó a los africanos entrada en el país. Finalmente en 1815 se prohibió el tráfico de esclavos, y en 1848 la esclavitud francesa se prohibió en forma definitiva.

En términos de la estructura democrática, Gran Bretaña, Los Estados Unidos y Francia asumían formulas representativas en contraste con las elecciones directas en Atenas; es decir, los votantes eligen representantes para decidir en su nombre sobre los asuntos de Estado, y no se reunían todos en las plazas públicas para aceptar o rechazar cada propuesta de ley. Igualmente, aunque seguían la tradición ateniense de juicios legales decididos por jurados seleccionados entre la población, en la democracia moderna los procesos legales contaban con la presencia de jueces elegidos y reglas estrictas sobre la presentación de evidencia y declaraciones de los involucrados. Además ninguno de los ejemplos modernos empleaba el destierro para controlar la emergencia de dictadores. 

Gran Bretaña:

Los nombres de las Islas Británicas son variados y cargados de significado político. Un término antiguo, Albion es uno de los nombres más viejos. Los reinos británicos pos-romanos fueron conquistados por los anglos durante el siglo VI. La Gran Bretaña es el nombre de la isla principal que incluye la Escocia actual (antiguo hogar de los Pictos).  Inglaterra es la zona sur y central que ha formado una nación independiente desde el sigo XVIII.  Para hablar de la historia política de la zona es tal vez mejor usar el nombre de Gran Bretaña, entendiendo que el norte no fue conquistado por Inglaterra sino mucho más tarde.

Gran Britaña vio nacer, por un largo proceso histórico y cultural, una serie de proyectos de autogestión gubernamental que finalmente en el Siglo XIX abrieron las puertas a una democracia monárquica e informalmente constitucional -en el sentido de que no tienen un documento fundamental que deja plantadas las bases legales del sistema-. Lo más cercano a una constitución para los británicos es un acuerdo firmado entre Juan I y sus barones en Runnymede, cerca de Windsor, el 15 de junio de 1215. Es posible que  algo similar a aquel acercamiento paulatino a una innegable democracia ocurrió en Atenas, dado que, y como hemos visto, algunos mecanismos de consulta y control existían en otras ciudades griegas y aun en Mesopotamia antes de la constitución de Kleisthenes.

Se puede trazar una línea histórica en Gran Bretaña que comienza en las leyendas pos-romanas y pasa por documentos históricos, obras literarias y teatrales, acuerdos entre ciertos reyes y sectores de la población y termina en el sistema actual. Las leyendas incluyan el Rey Arturo y Robin Hood y las tradiciones de los reyes medievales tales como fueron recordados por Raphael Holinshed en sus “Crónicas de Inglaterra”, y luego William Shakespeare -quien convirtió sus vidas en alegorías del bien y el mal y examinó el significado del poder-. 

El Rey Arturo

Probablemente la leyenda de Rey Arturo sea un buen lugar para iniciar nuestra búsqueda de los orígenes de la democracia británica. Hay historiadores que niegan la existencia real del rey, pero hay coincidencias que hacen difícil rechazar totalmente a la fábula. Uno podría decir que la existencia histórica de este personaje es irrelevante, y en cierto grado lo es, pero dada su importancia en la creación de la cultura británica, hace falta situarlo en la tradición de la isla.  En dos párrafos, antes de iniciar el contenido de la leyenda, haremos un breve recorrido sobre la posible existencia verdadera de Arturo. 

Gran Bretaña era una colonia romana, pero en el Siglo III dC los romanos comenzaron a salir de las islas porque necesitaban sus tropas para protegerse de los invasores de los países germánicos. Ya para el Siglo V no había tropas allí. Esto dejó los habitantes (desde hace siglos eran ciudadanos romanos) sin protección contra invasiones. Para los pictos en el norte (ahora Escocia) y otros grupos no había impedimentos en estos tiempos para invasiones y saqueos. Al mismo tiempo la Confederación Sajona dejó de funcionar. En los antiguos crónicos anglo-sajonas dice: “Año 443. Este año los bretones pidieron ayuda de los romanos para defenderse contra los Pictos; no la obtuvieron porque los romanos estaban ocupados defendiéndose contra Attila, Rey de los Hunos. Entonces pidieron lo mismo a  los nobles Anglos.” (Mark, 2017 párrafo 9). Los anglos aceptaron protegerlos, pero una vez en la isla, decidieron quedarse. No está claro si se trataba de otra invasión, o si era simplemente una migración, pero, sí, hubo algunos conflictos y enfrentamientos entre ellos y los grupos originales.

En estos tiempos apareció un gran líder que venció a los sajones en la Batalla de Badon Hill; se llamaba “Ambrosius Aurelianus”, según los antiguos autores Gildas and Bede, and “Arturo” por  Nennius (Mark, 2017). En el poema medieval “Goddodin” también aparece el nombre (una sola mención). En todo caso en “La Historia de los Reyes de Bretaña” de Geoffrey of Monmouth (c. 1100 - c. 1155) el nombre Arturo ya se había convertido en una leyenda cuya versión actual provine de un libro escrito por Sir Thomas Malory, “Le Morte D’Arthur” en 1485 (Mark, 2017). 

Esta última versión de la leyenda de Arturo tiene un nacimiento místico, y está bajo la protección de un mago, Merlín. Después de conocer su destino, se casa con la hermosa reina Guinevere y se va con su corte a vivir en el castillo de Camelot. Una vez allí invita los caballeros más notables del reino –y luego de países europeos- a venir a comer con él, pero al llegar, comenzaron a pelear entre sí para determinar quién tendría el mejor sitio en la mesa. Para resolver el problema Arturo instala una mesa redonda donde todos, incluyéndose, tendrán igualdad. Además ofrece su protección y defensa, y la de los demás caballeros, a todos los habitantes cercanos. No se trataba de la proclamación de leyes, sino de una especie de obligación moral y mística, una noblesse oblige. En la leyenda los hombres de la mesa redonda se lanzan a un sin número de aventuras, y en casi todas rescatan doncellas, pelean con dragones, defienden el bien y eliminan injusticias. Siempre están al lado del recto y de los vulnerables. Al final, tragedias personales acaban con Camelot y con la vida de Arturo.

El objetivo en revisar la leyenda no es contar la historia, que en todo caso es bien conocida, sino reflexionar sobre el sentido de la mesa redonda y el idealismo de luchar a favor del bien y la justicia. El ideal de la igualdad entre pares va a renacer por toda la historia de Gran Bretaña como un hilo cultural que finalmente toma la forma de una democracia de tradición y costumbre, y es apropiado que esta crónica se inicie en una alegoría de justicia e igualdad.

Los Reyes de Inglaterra y la justicia

Para ordenar la sucesión de la realeza inglesa he empleado la línea de tiempo provista por Johnson (s/f).

De nuevo, una de las mejoras ventanas hacia la historia de la región proviene de la literatura, sobre todo de las obras históricas de Shakespeare. Un buen comienzo es la historia de Ricardo III, y no es que representa la democracia, porque más bien personifica  a la tiranía. En los siguientes párrafos sigo de cerca una reflexiones mías (Cronick, 2017b) en que examiné este retrato del rey infame, es decir, el opuesto al gobierno justo.

Esta historia del poeta isabelino comienza con Ricardo, duque de Gloucester, un hombre “deformado y inacabado”,  que anuncia desde el comienzo sus planes para “ser un villano”. Ricardo regresa de la guerra, y para ganar el trono, se casa con la viuda (Ana) de un hombre que él ha asesinado. Luego mata a su propio hermano, sus sobrinos e inclusive termina envenenando a Ana. Se declara rey, pero para él no hay ni un momento de gloria, sólo un sórdido ascenso al trono. No es apuesto, él mismo dice (Shakespeare, s/f, la traducción es mía):

Yo, que soy toscamente marcado…
Deformado, incompleto, enviado antes de tiempo
A este mundo para respirar,…
Los perros me ladran…

Después de regresar triunfante de la guerra, no le apetece la vida limitada y vana de un cortesano: quiere el trono, y contempla fríamente un plan como obtenerlo: sembraría desconfianza y rencor entre los miembros de su familia (Shakespeare, s/f, la traducción es mía):

He elaborado intrigas, inducciones peligrosas,
Profecías de ebriedad, libelos y sueños,
Para establecer entre mi hermano Clarence y el rey
Un odio moral, el uno contra el otro…”

Llega al trono, pero luego es abandonado inclusive por quienes le han apoyado, y termina odiado hasta por su propia madre. Es acosado por los espectros de los que ha asesinado. Al final, para asegurar la lealtad de uno de sus generales, mantiene al hijo de éste como rehén; muere desgraciado y sin caballo, corriendo empapado en lluvia y el lodo por el campo de batalla. 

Los que le ajustician a Ricardo son vengadores “heroicos” de la patria, pero al mismo tiempo son miembros de familias rivales, los Plantagenet y los York, que tenían, ellos mismos deseos de llevar la corona. 

Hay en ciertas obras históricas de Shakespeare un sentido de fatalidad funesta: en sus historias el poeta elaboró tramas de reyes desposeídos por usurpadores y pecados ancestrales que venían rondando alrededor de la realeza desde generaciones atrás -desde Henry Bolinbroke  usurpó el trono de Ricardo II-. Se puede, sin exageración, asemejar la familia nefasta de Agamenón con las casas principescas -y fratricidas- de los reyes de Inglaterra desde Ricardo II hasta Ricardo III (los Plantagent, los Lancester y los York).  

Lo que nos interesa aquí es la preocupación de Shakespeare por el “buen gobierno”, casi en el sentido de la Ilustración que iba a aparecer en Europa un siglo después -y que el autor asoma en el personaje de Próspero en “The Tempest”-. El ideal en este entonces era un déspota cultivado, civilizado y ennoblecido que podría dirigir su nación con sabiduría y justicia. Hay otro ejemplo de este prototipo de dictador benévolo y razonable que se encuentra en la ópera de Mozart, “La Flauta Mágica” en el personaje de Sarastro. 
Ricardo III, en cambio, era una escoria deplorable, que con su maldad dejaba traslucir del opuesto: la posibilidad de un rey noble y benevolente. 

Actos y documentos que construyen la democracia

La constitución de Gran Britaña es el resultado de varias fuentes concretas, además de la tradición y las leyendas, principalmente la ley común (common law) y el efecto acumulativo de actos del Parlamento y decisiones legales. Los pasos específicos hacia la autogestión gubernamental fueron: 

a) la Carta Magna que el Rey Juan I tuvo que firmar en 1215 frente a la demanda de los grandes barones de la isla que ya hemos mencionado, 
b) La petición de derecho (The Petition of Right) declara la existencia de libertades como restricciones sobre impuestos no decididos por el parlamento, encarcelamiento si causa, y el uso de la ley marcial. Se acordó el 7 de junio, 1628 y fue el resultado de desacuerdos entre el parlamento y el Rey Carlos I. 
c)) la revolución de Olivar Cromwell cuando éste decapitó al Rey Carlos I en 1649, convirtiendo a Inglaterra en una “república” denominada la “Mancomunidad de Inglaterra” (the Commonwealth of England), que en realidad era una dictadura. Luego se reestableció la monarquía con dos reyes impopulares.
d) El Acto de Habeas Corpus (The Habeas Corpus Act) de 1679 resultó de una acción del Parlamento durante el reinado del Carlos II. Requiere que haya un juicio legal para examinar la legalidad de la detención de los presos. 
e) Los Reyes William III y Mary II derrotaron al Rey James II, y en 1689 acordaron en la Declaración de Derechos (Bill of Rights), otorgar más potestad al Parlamento y crear una monarquía “constitucional” en que el poder del rey fuera limitado por leyes y tradiciones; abrieron también la posibilidad de elecciones para el parlamento. El Parlamento obtuvo del derecho a seleccionar un primer ministro, aunque en realidad el primero fue Sir Robert Walpole más de treinta años después. Se iniciaron la tradición de partidos políticos. Estas provisiones fueron inspiradas en las publicaciones del filósofo John Locke.
f) En 1833 el Rey William IV abolió la esclavitud en todo el Reino Unido. 

Como se puede apreciar, una democracia verdadera en que la monarquía fuera sometida a la ley, y cuando la población en general logre el derecho y el poder de crear estas leyes por medio de sus representantes elegidos, llegaron a Gran Bretaña lentamente.  

En la próxima entrega consideraré la llegada de la democracia a Los Estados Unidos y luego su aparición en Francia.

Bibilografía

Johnson, Ben. (s/f). Kings and Queens of England and Britain. Historic UK. Disponible en: https://www.historic-uk.com/HistoryUK/KingsQueensofBritain/

Mark, Joshua (2017). King Arthur. Ancient History Encyclopedia. Disponible en: https://www.ancient.eu/King_Arthur/


Shakespeare, William (s/f). Richard III. En: The complete Works of Willaim Shakespeare comprising his plays and poems. London: Spring Books. pp. 561-596.


domingo, 2 de septiembre de 2018

Alejandro Magno y Julio César

Estas reflexiones forman parte de algo que escribo sobre la democracia y sus destructores.

Alejandro Magno y Julio César
Karen Cronick

A continuación revisaré las figuras de Alejandro Magno y Julio César. El primero destruyó la democracia ateniense; en él se puede encontrar el prototipo del líder militar que es carismático, autoritario y brutal y que es capaz de crear una gran masa de seguidores leales y hasta apasionados. El segundo tuvo un papel importante en la destrucción de la República Romana y era uno de los primeros populistas de la historia.

En el año 322, el Reino de Macedona bajo el liderazgo de Filipo y y su hijo Alejandro se convirtió en el poder más grande de Grecia, y por medio de invasiones se acabó con el primer gran experimento en auto-gobierno. La democracia en formas menos radicales continuó en otras partes del mundo griego hasta terminar para siempre bajo la dominación romana (Cartledge, 2011).

Alejandro Magno quien nació en el año 356 aC podría considerarse como el arquetipo del militar obsequioso que destruye una democracia y  que logra el control de ciudades, imperios y grandes regiones de la tierra por la fuerza. De paso Alejandro iba fundando ciudades (algunas llamadas “Alejandría”) con administraciones autoritarias. Igual fue Cesar que en su afán de poder conquistó a la Galia (actual Francia y Bélgica)  y gran parte de África del norte, destruyó la República Romana. César, sin embargo fue asesinado antes de poder convertirse en dictador. Tenemos que detenernos aunque brevemente en estas figuras para luego considerar a los ejemplos más modernos.

Alejandro fue educado por Aristóteles, aunque pareciera que sólo aprendió a citar los clásicos de la literatura y tener algún respecto por la reputación (y no de las enseñanzas) de los filósofos de su tiempo). No aprendió nada sobre el pensamiento nómico que caracterizó la democracia ateniense. Creía  en los oráculos y tenía -como Bucéfalo, su caballo- miedo a las sombras. Casi murió buscando  el oráculo de Amónen en el oasis egipcio de Siwa para poder oír que era hijo de Zeus.

 A los veinte años ya había destruido cruelmente a la ciudad de Tebas y luego marchó sobre Atenas, pero allí trató a los habitantes con clemencia. Esto iba a ser una táctica que usaría numerosas veces en sus conquistas: dejar muestras de alta salvajismo y crueldad en un lugar, para que luego las ciudades y reinos circundantes fuesen a capitularse sin lucha. 

La descripción que da Plutarco del célebre encuentro entre Alejandro y Diógenes demuestra algo de la personalidad de Alejandro y el deprecio que este filósofo sentía hacia él (en “Alejandro”, Siglo I dC/1970):

Congregados los griegos en el Istmo decretaron marchar con Alejandro a la guerra contra Persia, nombrándole general; y como fuesen muchos los hombres de Estado y los filósofos que le visitaban y le daban el parabién, esperaba que habría otro tanto de Diógenes de Sinope, que residía en Corinto. Más éste ninguna cuenta hizo de Alejandro sino que pasaba tranquilamente su vida en el Craneo; y Así hubo de pasar Alejandro a verle. Hallábase casualmente tendido al sol,  y habiéndose incorporado un poco a la llegada de tantos personajes, fijo la vista en Alejandro. Saludóle éste, y preguntándole en seguida si se le ofrecía alguna cosa: -“muy poco”- le respondió, “-que te quites del sol”. Dícese que Alejandro con aquella especie de menosprecio, quedó tan admirado de semejante elevación de ánimo, que cuando retirados de allí empezaron los que le acompañaban a reírse y burlarse, él les dijo: “Pues yo, a no ser Alejandro, de buena gana fuera Diógenes”.  (p. 40)

Este encuentro tuvo lugar después de que Alejandro acabó con la democracia de Atenas.  Se aprecia como el poder atrae acólitos aun cuando éstos sean ciudadanos ya reducidos a meros sujetos de un naciente imperio. Además se puede apreciar la admiración que tuvo él con la gente de poder (en este caso intelectual) y arrogancia similar a la suya. (Luego, después de conquistar Persia y lograr la muerte de Darío, le escribió una elogia, porque era un déspota similar a sí mismo.)

Alejandro fue en realidad un mercenario que se enriqueció  y que enriqueció a Atentas y Macedonia con el saqueo de sus conquistas. Plutarco, siguiéndole en su biografía por su marcha por los reinados de  Persa, Egipto y finalmente a la India hace labores de contabilista al nombrar muchos de los objetos robados. Por ejemplo, al ocupar Susa (del reinado de Persa), encontró “130 toneladas purpura de Hermione” (Plutarco, p. 68). En Farsistán encontró tanta riqueza que requería “diez mil yuntas de mulas y cinco mil camellos” (p. 69) para llevársela. Sin embargo en una noche de borrachera él y sus hombres quemaron a la hermosa y opulenta ciudad de Percépolis. Luego, arrepentido, lamentó esta pérdida. 

Exigía absoluta lealtad. Pero era violento y en ocasiones mataba a amigos suyos debido a insultos nimios, y luego pasaba “toda … la noche en llantos” como cuando, ebrio, mató a su amigo Clito con un sable (Plutarco, p. 85). En otras ocasiones, sintiéndose traicionado, ejecutaba por doquier a soldados, seguidores y enemigos con una espantosa ferocidad y crueldad.

Murió antes de poder regresar de sus conquistas. En sus territorios su influencia ha perdurado. Los macedonios seguían reinando en Egipto hasta el primer siglo de nuestra era. Percépolis ahora está en ruinas, cerca de la ciudad iraní de Shiraz y en Irán, su nombre es execrado aún hoy en día y aun entre la gente común de las calles y campos (Wood, 1998).

Julio Cesar 

Cesar fue instrumental en la destrucción de la República Romana, y en esta sección revisaremos su carácter y su papel en aquel desmoronamiento. Pero antes hay que revisar muy brevemente las características del régimen de consulta y control en Roma. Es difícil llamar el sistema político una democracia, pero efectivamente dividía las responsabilidades de la administración pública en varias instancias que podrían en algún momento entrar en desacuerdos; es decir, constituía un rudimentario método de controles y equilibrios, precario pero real. Aun así  y de hecho, el gobierno de Roma seguía en manos patricias. En los dos siguientes párrafos se resumen las diferentes instancias de poder en la República. (La mayor parte de la información proviene de la página Web, Historia Universal (s/f).

La República se funda después de la expulsión de Tarquino el Soberbio en 509 a.C. y duró hasta el Siglo I aC, cuando la lucha de poder entre los grandes señores de Roma produjo casi un siglo de guerras civiles y luchas entre los patricios. En el año 29 a.C. Octavio se declaró emperador, asumiendo el nombre de Augusto. Durante este tiempo Roma se convirtió en un imperio que dominaba militarmente a Europa y toda la zona del Mediterráneo incluyendo Egipto y el norte de África. 

Durante la República la administración del país estaba en manos de: a) dos cónsules, b) el senado, c) las asambleas y d) otras magistraturas.  Los cónsules tuvieron autoridad en cuestiones militares y de la justicia y eran responsables frente al senado. Podrían convertirse en “dictadores” con poderes absolutos por periodos de hasta seis meses. El senado daba asesoramiento a los cónsules y tenían gran autoridad con respecto a la política interna y externa del imperio. Había varios tipos de asambleas: a) la Curial, la Centurial y la Tribal. En la primera los patricios votaban sobre variados asuntos en nombre de la población. En la Centurial grupos de cien hombres se reunían en el Campo Marte; sus responsabilidades incluían la elección de los cónsules y la aprobación de las leyes.  La Asamblea Tribal, presidida por el Tribuno, era la única instancia en que podría participar los hombres de la población no aristocrática: consistía en miembros de las Tribus y sus acuerdos tenían carácter de ley. Entre las otras magistraturas había los Censores que supervisaban el empadronamiento de los ciudadanos y registraba sus bienes. También vigilaban la educación y “buenas costumbres” de la población. Los Cuestores recaudaban los impuestos. Los Pretores administraban la justicia, y los Ediles se encargaban de la administración municipal. 

Es en este ambiente política que César asciende en poder e influencia. Es un patricio sin fortuna propia que maniobra con atrevimiento y también inteligencia para dominar el mundo que le rodea. Es más interesante desde un punto de vista moderno como un modelo de tirano que Alejandro. Demostró, como también lo hizo el rey de Macedonia, gran altanería y soberbia, y poca preocupación por los demás, pero era más calculador en comparación con Alejandro que era impetuoso y apasionado. 

Tenía un propósito desde muy joven para adquirir poder y en este empeño iba ocupando puestos administrativos en los cuales malversaba los fondos de su posición en grandes gestos para ganar la aprobación de la población en general, tal como haría un populista moderno.  Con el tiempo varios personajes del senado como Lutacio Cátula y Cicerón reconocieron en él deseos de acabar con la República.  Dijo el último con gran ironía (Plutarco, p. 116):
“… cuando veo… aquella cabellera tan cuidadosamente arreglada y aquel rascarse la cabeza con sólo un dedo, ya no me parece que semejante hombre pueda concebir en su ánimo tan gran maldad, esto es, la destrucción de la república romana.

Se puede apreciar su carácter a partir de un incidente cuando era joven: fue capturado por piratas que pidieron veinte talentos para su rescate: “…se echó a reír, como que no sabían quién era el cautivo, y voluntariamente se obligó a darles cincuenta” (Plutarco, p. 144). Entonces mientras la mayoría de sus acompañantes fueron a buscar el dinero para su liberación, él se quedó a bordo del barco como rehén por un poco más de un mes con sólo tres personas de su séquito. Empleó este tiempo preparando escritos. A los piratas “los trataba con tal desdén que … les mandaba a decir que no hicieran ruido” (Ibid). Practicaba frente a ellos su oratorio, obligándoles a oírlo: 

[Se dedicaba a] componer algunos poemas y discursos, teníalos por oyentes, tratándolos de ignorantes y bárbaros cuando no aplaudían y muchas veces los amenazó, entre burlas y veras con que los había de ahorcar a los que se reían, tendiendo a sencillez y mucha franqueza” (p. 114).

Y luego, a conseguir su libertad, mandó barcos a buscar y apresar a todos. 

Cesar llegó a ser muy popular entre la gente de la calle. Es interesante hacer una pausa aquí a reflexionar sobre lo que produce un populista exitoso. En aquel entonces hubo, evidentemente, cierta penuria en la población en general. En un incidente, en el año 63 aC, hubo un intento en el senado a condenar por conspiración a una persona poderosa, y Cesar –viendo la oportunidad de disponer a la población más pobre en contra de la mayoría de los senadores- defendió al acusado y llenó las calles con una gran muchedumbre que le apoyó. Luego, el senado, temeroso de del alboroto, decidió distribuir trigo a la población por varios meses. Este gesto “apagó notoriamente por lo pronto aquel gran temor y arrancó y disipó oportunamente el desmedido poder de César, que iba a ser pretor, y hubiera inspirado mayor miedo a causa de esta magistratura” (Plutarco, p. 120).

La amenaza del malestar económico y la democracia: Cuando las amenazas a la democracia no provienen de la conquista, como en el caso de Alejandro, (o Adolfo Hitler), tienden a surgir del hambre de la población. La necesidad de adular a un “salvador” como César resulta de la misma necesidad que tiene la gente de ser salvada (si perdonan las reiteraciones). En Venezuela, por ejemplo, Hugo Chávez apareció como una figura salvadora debido a las penurias que sufrió mucha de la población en los años 90 del Siglo XX.  El mismo Hitler llegó al poder en medio de un gran desasosiego social que tenía tres raíces históricas: la derrota de Alemania tras la Primera Guerra Mundial, la debilidad de la República de Weimar y la crisis económica que ocurrió después con hiperinflación y otras manifestaciones de estrechez mercantil. El gobierno de Weimar era democrático, pero inestable debido a continuados intentos revolucionarios y golpes de Estado. Fue un ambiente político que facilitó el ascenso de Hitler y el Partido Nacionalsocialista, no muy distinto al que favoreció el ascenso de César. 

Terminadas estas reflexiones sobre el papel del malestar económico en el surgimiento de los populistas, regresamos a la vida de Julio César. 

César pasó un tiempo como cónsul en España donde promovió medidas realmente populistas como la confiscación de propiedades a favor de los sectores de más carestía. Luego pasó algunos años en los cuales conquistó la mayor parte de Galia (los territorios que ahora son Bélgica y Francia). Las Guerras Gálicas duraron desde el 58 bC hasta el 50 bC .  Cesar representó las invasiones como actos de defensa contra posibles ataques de las tribus que habitaban la zona, pero en realidad formaron parte de un ardid para promover su propia carrera política. Fue una estrategia que le permitió volver a Roma con muchos objetos de valor y un estimado millón de esclavos.  Logró, además el apoyo y lealtad total de sus tropas.

Mientras tanto en Roma había caos político  y violencia con respecto a las elecciones, y mucha corrupción electoral. Plutarco dice: “…muchos hubo que se atrevieron a decir en público que sin el mando de uno solo no había salvación para la República, …." significando a Pompeyo (p. 140).  Pompeyo una vez fue yerno de Cesar, pero luego de la muerte de su hija, las relaciones entre ambos se habían empeorado. César ya veía a Pompeyo como un rival para el poder máximo del imperio. César y Pompeyo luego se enfrentaban con sus respectivos ejércitos, y luego Pompeyo fue asesinado por un adulador de Cesar. 

César murió también asesinado en el mismo senado frente a una estatua de Pompeyo a causa de una mezcla de envidias, odios y el temor a su poder. Luego de él, vinieron más guerras civiles, y la República nunca fue recuperada. Los que mataron a César también murieron tristemente, algunos por su propia mano.

Bibliografía

Cartledge, Paul (17/2/2011).  The Democratic Experiment. BBC, Ancient History. Disponible en: http://www.bbc.co.uk/history/ancient/greeks/greekdemocracy_01.shtml

Historia Universal, Edad Antigua (s/f). La República Romana. Disponible en: https://mihistoriauniversal.com/edad-antigua/republica-romana/


Plutarco (Siglo I dC/1970). Alejandro y Cesar en Vidas Paralelas. Barcelona, España: Salvat Editores

Wood, Michael (1998). Serie de la BBC sobre la vida de Alejandro. Un guía de los episodios es accesible en la página Web: http://www.bbc.co.uk/programmes/p00tcwfx/episodes/guide



 
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