Recordando el
caso del linchamiento de Emmett Till, un joven de catorce años procedente de
Chicago que estaba visitando parientes en Money, Mississippi en 1955, pienso en
otra tragedia similar pero ficcional. Es la que fue contado por Harper Lee en
su novela, To Kill a Mockingbird. En la novela de Lee, Atticus Finch es un
abogado que asume la defensa de un joven negro, Tom Robbinson, acusado de
violar a Mayella Ewell, una mujer blanca.
En la novela Mayella
sienta atracción por Tom e intenta seducirlo, y cuando él la rechaza con pavor,
huyendo de su casa, ella lo acusa falsamente de haberla violada. Atticus Finch
lo defiende en un juicio, dentro de un ambiente social impregnado de tensión
racista, y a pesar de haber demostrado finalmente que Tom no pudo haber violado
a la muchacha, éste es asesinado por fanáticos blancos del pueblo en el momento
de intentar salir del juzgado.
Igualmente, en el caso
verdadero de Emmet Till, se trata d un joven acusado de “flirtear” con una joven
mujer blanca, Carolyn Bryant. Esto supuestamente pasó en un tiende de víveres, propiedad
de ella y de su esposo, Roy. Años más tarde Carolyn admitió que el coqueteo
nunca ocurrió, pero en el momento ella acusó a Emmett, contando su chisme a todo
el pueblo. Cuando el esposo, Roy, que estaba de viaje en el momento del
episodio, regresó a casa, se encontró con el rumor esparcido, y amenazó al
adolescente Emmett. Luego Roy y su medio hermano William Milam lo buscaron y lo
golpearon tanto que quedó desfigurado. Al final lo dispararon en la cabeza y botaron
su cuerpo en el Río Tallahatchie donde fue descubierto tres días después por
unos pescadores. Fue identificado por un anillo que llevaba. Los dos hombres,
Roy y Milam, fueron enjuiciados por el
asesinato, pero absueltos por un jurado blanco.
Fue en su tiempo
un crimen muy sonado en todo el país. Yo tenía 16 años y su crueldad me marcó
tanto que casi 70 años más tarde reconozco instantáneamente el nombre de Emmett, y
me acuerdo de detalles del caso. Era el
momento que me di cuenta del abismo cultural entre el Sur y el Norte, aunque el
Norte tampoco era un paraíso de tolerancia y paz racial.
En estas
reflexiones quisiera pensar en los dos linchamientos, él del Tom en el libro de
Lee, y él verdadero de Emmett. Amos casos tienen dos particularidades en común:
primero está el ambiente de peligroso erotismo racista del Sur de los Estados
Unidos, y segundo, la trampa social en que cayeron los personajes de Maella, la
mujer que acusó a Tom en la novela, y Carolyn, la joven que acusó a Emmett en
el incidente real.
Harper Lee le dio
a Maella una descripción detallada. Era una mujer con limitaciones cognitivas
que siempre fue encargada de la crianza de sus hermanos menores en la ausencia
de su madre. Es abusada por su padre, Bob Ewell, y Lee la describe como
solitaria y triste. Tom, el joven negro, pasa frente a su casa todos los días
camino a su trabajo, y siente lástima por ella. Este afecto atrae a Maella,
pero la diferencia racial imposibilita que ella establezca una amistad con él. Por
esto hay una sola salida para sus simpatías: una tragedia.
La novela incluye
otros personajes: entre ellos están la hija del abogado Atticus Finch, llamada “Scout”, que Lee
encargada de relatar la historia, su hermano y compañero de andanzas, y Boo
Radley, un tímido recluso que intriga a Scout. Ellos van a tener importancia en
el desarrollo de la historia, convirtiéndola al final en una doble desdicha. La
primera es el asesinato de Tom, junto con la desgracia de Maella cuando se hace
públicas sus motivaciones por haberlo acusado. La segunda desdicha
ocurre cuando Boo sale de su reclusión en defensa de la niña Scout para matar a
Bob Ewell, en el momento que éste la amenaza. En ambos casos, los
responsables quedan en libertad. Los culpables de la muerte de Tom nunca fueron
ni acusados ni arrestados. Y Boo, como el autor de la muerte de Bob Ewell,
queda también en libertad. En el primer caso, los asesinos de Tom se queden
impunes a causa de la aplicación selectiva de la ley cuando se trata de blancos
que matan a un hombre negro. En cambio, los encargados de la ley en el pueblo
protejan compasivamente al pobre Boo, un personaje que los lectores hemos
aprendido a querer. Finalmente, el dictamen de la ley es que Bob Ewell se
suicidó. El primer caso es una aberración de la justicia; el segundo es una
expresión de caridad y empatía entre blancos.
En cambio, en el
episodio no ficcional, los motivos de Carolyn, la joven blanca que acusó a
Emmet Till, no están tan delineadas porque no hay un autor para desarrollar el
personaje. Es un incidente verdadero cuyos detalles tienen que ser extraídos de
los periódicos del tiempo en que ocurrió. Ahora, en el 2022, los parientes
vivientes de Till han intentado re-abrir el caso, pidiendo el arresto de
Carolyn después de encontrar el orden de arresto para Till en 1955 en el cual
aparece el nombre de ella (RSN, 1/7/2022). Carolyn ahora es una mujer de más de
80 años.
No sabemos nada
de su personalidad, y hay que extrapolar sus motivos de lo que sabemos de la
sociología del racismo de aquellos tiempos: hay que recurrir a la erotización
del racismo sureño.
Desde los días de
la esclavitud en los Estados Unidos, ha sido común en el Sur que los hombres
blancos “usen” a las mujeres negras como objetos sexuales. Ellas habitan en los
límites entre “propiedad” y femineidad, y no tenían ninguna posibilidad para
defenderse. En cambio, cualquier relación entre una mujer blanca y un hombre negro
era absolutamente prohibida; era un hecho punible con la muerte de ambos a
mano de turbas siempre impunes. Por esta razón, ante siquiera la fantasía de
un acercamiento erótico por parte de un hombre negro, las mujeres blancas han
reaccionado con histerismo, acusándolos y esperando la debida venganza por
parte de los hombres blancos de su entorno. Es más, era un deber de honor para
estos hombres vengar y “proteger” a sus mujeres. Al mismo tiempo, había una
caracterización del hombre negro como más veril y bien dotado sexualmente;
Davis y Cross (1979) describen este estereotipo. Era un desvarío mítico que los
personificaba como fuertes y brutos, y por lo tanto una amenaza potencial.
Todo esto
constituía una trampa social de alta toxicidad que creaba un mito de femineidad
pura para las mujeres blancas, y una masculinidad ultra-potente y bruto para
los hombres negros. Frente a esta dualidad, los hombres blancos del Sur tenían
la obligación y el derecho de defender a “sus” mujeres, no de amenazas reales,
sino de fantasías virulentas.
Emmett Till era
un muchacho adolescente del Norte desamparado. No conocía los peligros en el
Sur para los jóvenes de su raza, y cayó en una emboscada que tenía cinco siglos de
existencia. Su asesinato marcó parte del inicio de un movimiento serio a favor
de los derechos humanos y la justicia racial en los Estados Unidos. Pero
también hizo evidentes las profundas yerras y heridas en la cultura racial del
país que han quedado de los tiempos de esclavitud.
Estas lesiones están allí aún. Aunque estén más marcadas en el Sur, afectan también al Norte. Es importante examinarlas abiertamente, cuestionarlas y buscar bases culturales más saludables.
Se ha dicho que estas huellas son como los pisados de dinosaurios, que ya no existen. Sin embargo, sólo en Mississippi hubo ocho linchamientos en el año 2020-2021 (Brown, 8/8/21). La práctica no ha terminado; es que ya los participantes son más discretos.
Referencias
Brown, DeNeen L. (8/8/2021). Lynchings in Mississippi never stopped. Washington Post. Accesible en: https://www.washingtonpost.com/nation/2021/08/08/modern-day-mississippi-lynchings/
Davis GL, Cross
HJ. (8/5/1979). Sexual stereotyping of black males in interracial sex. Arch Sex
Behav. 8(3):269-79.
Lee, Harper
(1960). To kill a mockingbird. Nueva
York: McIntosh and Otis
Reader
Supported News (RSN, 1/7/2022). Emmett Till’s family seeks the arrest of a
woman after a 1955 warrant is found. Asociated Press. Accesible en:
https://www.rsn.org/001/emmett-tills-family-seeks-the-arrest-of-a-woman-after-a-1955-warrant-is-found.html