El método y sus límites
Karen Cronick
Instituto de Psicología
Universidad Central de Venezuela
Resumen
Este ensayo es esencialmente una comunicación para mis colegas y los estudiantes. En él repaso algunas de las posturas investigativas más importantes en las ciencias sociales para reflexionar sobre sus límites epistemológicos. Considero: 1) el realismo, 2) el pragmatismo y los objetos emergentes, 3) los paradigmas, 4) los enfoques que emplean la interpretación sin referir a la “realidad” del tema considerado y 5) el concepto de validez. Es mi propósito revisitar estos temas de manera muy resumida, tanto en sus potenciales investigativas como sus límites y cotos, sobre todo en nombre de la responsabilidad académica con respecto a los métodos construccionistas y emergentes.
Palabras claves: paradigmas, realismo, interpretación
Abstract
In this essay I review some of the most important research positions in the social sciences in order to reflect on their epistemological limits. I consider: 1) realism, 2) pragmatism and emerging objects, 3) paradigms, 4) approaches that employ interpretation without referring to the "reality" of the subject under consideration and 5) the idea of validity. It is my purpose to review these topics in a very summarized way. Every one of them has its potential and restraints, and in times when many of us use constructionist and emergent methods, it is important to review the limits imposed by the need for academic responsibility.
Key words: Paradigms, realism, interpretation
Introducción
En este ensayo reviso algunas de las posturas más importantes sobre el problema de la verdad o lo verosímil en la investigación en la las ciencias sociales. Dicho problema se relaciona estrechamente con los paradigmas empleados en los estudios en las ciencias sociales, y por ende con los métodos empleados.
Mi objetivo es repasar de manera muy breve las bases epistemológicas de algunos enfoques metodológicos, porque como docente del Instituto de Psicología de la Universidad Central de Venezuela, me preocupan algunos de los trabajos de tesis y otras investigaciones que he revisado en años recientes. Sobre todo me preocupa la posición que asumen algunos autores al considerar que no hay ni reglas ni límites en los trabajos que siguen la línea construccionista o hermenéutica.
Considero este ensayo una carta abierta a mis colegas y los estudiantes.
Desarrollo estas observaciones para fomentar una mirada crítica y para contribuir con futuras estudios. En este empeño he considerado brevemente el problema desde los varios enfoques: 1) el realismo, 2) el pragmatismo y los objetos emergentes, 3) los paradigmas, 4) los enfoques que emplean la interpretación sin referir a la “realidad” del tema considerado y 5) la idea de validez. En esto echo una mirada a los problemas de medición, interpretación y el significado de las muestras –aun dentro de métodos tan limitados como estudios de caso- para examinar qué posibilidades existen para generalizar los resultados obtenidos.
Es importante revisar estos temas porque a veces perdemos de vista las limitaciones que imponen nuestros métodos de indagación, y les atribuimos potencialidades que no tienen. Además, al no considerar las limitaciones de nuestros métodos, corremos el riesgo de que nuestros esfuerzos queden como simples suposiciones sin base, o lo que recientemente se están llamando “noticias dudosas”.
Las ciencias sociales tienen mucho que aportar. Pero tenemos conocer las implicaciones de nuestra ubicación ontológica y las posibilidades epistemológicas implícitas en ellas. En los párrafos que siguen me apoyo sobre todo en los artículos de Guyón, Kop, Juhel, Falissard (2018) y Haig y Borsboom (2018).
Ontología y epistemología
1. El realismo
Hay muchas escuelas y tendencias que siguen distintas posiciones epistemológicas y ontológicas relacionadas con el realismo. Lo más básico sería el realismo metafísico que declara la existencia de un mundo “real” del cual formamos parte; uno de los objetivos del método científico en su expresión más amplia es poder hacer afirmaciones sobre él que corresponden a su naturaleza verdadera. Existen sin embargo, barreras para acceder a este mundo.
También podemos distinguir entre el realismo y la verdad porque el primero responde a preocupaciones metafísicas mientras la segunda se relaciona con la semántica. Es decir, son cosas distintas asumir que exista “algo” real, y decir algo verdadero sobre aquella presunta “cosa en sí” (Hegel, 1807/1987). Los realistas tienden a golpear la mesa y decir: “Esta mesa no es una idea, es material real y lo puedo sentir con mi puño.” La verdad sobre la “realidad” siempre tiene que ser contextualizada por alguna “evidencia” y un marco de referencia. La mesa resiste la fuerza del mano del realista, pero también está compuesta por materiales que pueden describirse, y si nos adentramos en su realidad física vamos a encontrar variadas moléculas y átomos, y además pequeños espacios vacíos entre sus electrones y los demás elementos subatómicos que no son aparentes a partir del golpe sobre su superficie. Además, la mesa puede tener atributos particulares: puede ser fuerte, de roble, de color marrón y lisa, por ejemplo. Es más, para decir algo verdadero sobre el mundo real es necesario contar con descripciones teóricas de este mundo; de este modo lo verdadero se convierte en coherencia teórica.
Lo real con basamento teórico:
Stephen Hawking y Leonard Mlodinow (2010) cuentan un pequeño experimento mental en su libro “El Gran Diseño” en que describen la percepción de la realidad que tendrían lo peces en una pecera redonda: dicen que:
La visión de los pececillos no es como la nuestra pero, aun así, podrían formular leyes científicas que describieran el movimiento de los objetos que observan en el exterior de su pecera. Por ejemplo, a causa de la distorsión, los objetos que se movieran libremente, y que nosotros observaríamos en una trayectoria rectilínea, serían observados por los pececillos como si se movieran en una trayectoria curvada. Sin embargo, los pececillos podrían formular leyes científicas que siempre se cumplirían en su sistema de referencia distorsionado y que les permitirían hacer predicciones sobre el movimiento futuro de los objetos de fuera de la pecera (p. 47).
Hawking y Mlodinow llevan el argumento un paso más señalando como el modelo de Ptolomeo “explicaba” el universo adecuadamente, hasta la llegada de la nueva información que trajo Copérnico, y concluyen:
No hay imagen –ni teoría- independiente del concepto de realidad. Así adoptaremos una perspectiva que denominaremos realismo dependiente del modelo…. (p. 51, énfasis de los autores).
Ahora bien, este tipo de modelaje teórico es posible cuando exista una descripción bastante precisa y elaborada del fenómeno considerado. Para poder hacer este tipo de afirmación es necesario contar con un lenguaje universal como la matemática que no va a depender de sutilezas lingüísticas.
2) El pragmatismo y los objetos emergentes
El pragmatismo es un enfoque filosófico que reconoce que las teorías científicas corresponden a nuestro involucramiento en el mundo, más que al mundo como existe “verdaderamente”, es decir, sin la mediación de nuestros sentidos, teorías y aun nuestras interpretaciones culturales y sociales. Aun así hay distinciones: el realismo pragmático mantiene la suposición que nuestras teorías y los resultados científicos se enlacen con el mundo real, mientras que el realismo empírico considera que los objetos analizados por la ciencia no pueden ser separados de quien los conoce. Sin embargo ninguno de estas dos variantes niega la existencia de un mundo real, o la “cosa en sí”. Por otro lado el construccionismo declara que los conceptos sociales no tienen ningún asidero físico en un supuesto mundo real que existe de manera independiente del quien lo conoce.
Los atributos mentales refieren a actividades, estados y emociones mentales, rasgos latentes, y dimensiones psicológicas. Se puede atribuir a estas entidades un substrato físico en el cerebro que los “produce” pero cuyo vínculo directo con el mundo material no puede establecerse. También en relación a las realidades sociales existen “cosas” como los gobiernos, la guerra, el dinero, los mensajes y así sucesivamente, cuya existencia depende del consenso social más que de una realidad corporal subyacente. Estas cosas a su vez pueden afectar al mundo “real” en el sentido de que un gobierno puede declarar una guerra en que se emplean armas y en que mueren personas con existencia física. El pragmatismo va a considerar a todas estas cosas como “objetos emergentes” porque han “emergido” del mundo material.
En la psicología los atributos mentales han ocupado una posición de interés central. Temas como la depresión, la inteligencia, el aprendizaje y las atribuciones causales han sido elaborados y declarados “existentes”. Son definidos en gran parte por los componentes de las escalas y sub-escalas que las “miden”, pero como observan (Guyon, Kop, Juhel, y Falissard, 2018):
Los atributos mentales no deben considerarse como objetos reales e independientes de la observación independiente de quien los conoce, pero como una propiedad que depende de la persona dentro de un contexto social dado (p. 1).
De hecho Gayón et al. (p. 3) los definen por términos tales como: “actividades mentales”, “estados mentales”, “estados psicológicos” y “dimensiones psicológicas” que se infieren de la conducta de las personas y que se especifican como tales en artículos psicológicos. Estos autores consideran deben enmarcarse como epistemológicamente pragmatistas, esto es, que deben considerarse como objetos “reales” con lazos cerebrales, cuyo contexto es determinado por la praxis social.
Los psicólogos han intentado medir a muchos atributos mentales. Según Gayón et al. el modelo psicométrico sigue la teoría que lo incorpora, es decir, la representación matemática del atributo. No se puede alanzar un valor “verdadero” para representarlo. Más bien se aspira integrarlo dentro de la red de los significados compartidos entre los investigadores. Dado que los objetivos de la medición psicológica sean la coherencia y la utilidad, es importante revisar constantemente lo apropiado de estos requisitos que son a fin de cuentas netamente sociales y culturales. Dicho contexto social es importante porque tiene implicaciones temporales, geográficas y culturales.
Los atributos mentales suscitan dos problemas adicionales: el primero tiene que ver con el componente ontológico y el otro con el epistemológico. En el primer caso tenemos que preguntar sobre las condiciones de su existencia, y en el segundo nos preocupamos por cómo podemos saber algo sobre ellos. Además hay limitaciones matemáticas sobre su construcción. Por ejemplo, ¿los elementos de una escala pueden sumarse o representan componentes nominales? ¿Qué otras manipulaciones matemáticas pueden emplearse sin perder el significado del resultado?
Estos atributos tienen contextos sociales, y en psicología su “realidad” final es siempre intersubjetiva. De hecho su naturaleza cambia de acuerdo con las creencias sociales de las épocas en que aparecen. Temas como inteligencia, depresión, sexualidad, control, e intencionalidad son cambiantes. Por ejemplo la “inteligencia” refiere a ciertas capacidades que son útiles en las sociedades industrialmente desarrolladas, como la matemática y la lingüística, y normalmente no incluyen el talento para la danza, la música o la pintura, ni tampoco habilidades apreciadas en otras culturas, como la que se requiere para recordar y recontar cuentos, o la que necesita un cazador para identificar un pájaro en el follaje de un árbol.
3) Los paradigmas
Hay muchas definiciones de paradigma, pero en general la palabra refiere a “sistemas básicos de creencia que son puntos de arranque, o presuposiciones de base que determinan cómo llevar a cabo una investigación. No pueden ser probados o falsificados… son construcciones humanas” (Guba, 1991, p. 19). Se trata de un modo de ver, y pueden distinguirse de las ideologías, las teorías y los modelos de modo algo impreciso: las ideologías tienen extensas connotaciones políticas y económicas, y normalmente no se emplean como herramientas de indagación académica. Por otro lado los modelos (que también pueden ser clasificados como matemáticos, estocásticos y gráficos entre otros) refieren a fenómenos o procesos bastante precisos, como la relación entre la diabetes y la depresión (Rondón, s/f), o el bien conocido modelo del átomo con su núcleo circundado por electrones que le orbitan como los planetas en el sistema solar. En cambio una teoría es un conjunto de conceptos abstractos y que se asocian con datos relacionados con fenómenos observables que se entrelazan entre sí por medio de reglas de interacción. Las teorías tratan de explicaciones probables de la interacción entre los objetos, que pueden llegar casi a la certeza. Puede haber teorías “casi ciertas” pero aún en estos casos puede haber conflictos entre teorías rivales, como en las predicciones distintas que arrojan, por un lado, la “evolución de las especies” y por otro, la “teoría ecológica de sistemas interdependientes”. En la psicología podemos mencionar la teoría conductista de estímulo-respuesta, o la teoría de aprendizaje de Piaget.
4) Los enfoques construccionistas
Guba y Lincoln (1991, 1994, 2002) hablan de las “generaciones” de la investigación en las ciencias sociales, las cuales pueden llamarse abreviadamente: a) positivismo, b) postpositivismo, c) teoría crítica y d) construccionismo. A veces los lectores de sus publicaciones suponen que esta sucesión de descendencia implique una especie de progreso metodológico. No asumo esta posición: considero que todos los métodos viables tengan un lugar honroso y útil, y que para cada uno existan las condiciones en que su uso puede ser apropiado.
Gergen (2001) considera al construccionismo como un paradigma particular: declara irrelevante la aspiración a la objetividad investigativa, y también la necesidad de suponer una realidad subyacente a sus afirmaciones, ya que piensa que todas ellas se originan dentro de "comunidades que crean significado" (p. 2). No hace ninguna referencia a una realidad fuera de estas comunidades que son esencialmente lingüísticas. Funciona de tres maneras específicas: a) como una metateoría, b) como una teoría social y c) como una praxis social. Como metateoría, entonces, no se trata de una verdad que traspasa de una comunidad particular a otra, sino la identificación de "providential intelligibilities" (p. 2). Sus conclusiones son relativas, en donde el conocimiento es creado socialmente, es temporalmente limitado y tiene restricciones geográficas y sociales.
Guba y Lincoln (1994) enfatizan el rol de los valores en el construccionismo. Es decir, el paradigma no sólo ignora la posibilidad de una realidad subyacente a las afirmaciones que las personas hacen sobre el mundo, sino declara que la fabricación de las construcciones sociales depende de los valores de todos los participantes, incluyendo los de los mismos investigadores construccionistas. Los autores afirman que el conocimiento no se acumula históricamente con el desarrollo de una disciplina; más bien, crece y cambia a través de un proceso dialéctico y temporal. Sin embargo, por medio de las constantes resoluciones dialécticas de las sucesivas construcciones de informantes siempre más “sofisticados”, existe una cierta acumulación relativa en el sentido información siempre más elaborada, comparada, inclusiva y reflexionada.
Dentro de los anuncios sobre la naturaleza del paradigma están implícitos sus límites. No existe la posibilidad de la generalización de un hallazgo a otro, ni siquiera en estudios de casos repetidos con las mismas personas. Lo que se puede hacer es “asociar” unos resultados con otros; se puede comparar los resultados y elaborar nuevas conclusiones. Diferentes construcciones sociales sobre, por ejemplo, el racismo, la enfermedad o la sexualidad pueden compararse para ver las convergencias y desacuerdos.
El Enfoque interpretativista
Los enfoque construccionistas e interpretativistas están ligados en el sentido de que son independientes de suposiciones sobre la objetivad o alguna realidad subyacente a sus hallazgos. Se han influido mutuamente, pero su acercamiento a sus objetos de estudio no son iguales. Y sus suposiciones sobre la naturaleza de la realidad y la verdad no son idénticas.
Hay mucha literatura sobre la interpretación en los estudios hermenéuticos. Quienes han reflexionado sobre las estrategias hermenéuticas (Gadamer, 1960/2000; Ricoeur, 1981/1994; Mora, 2018) saben que una gran parte del Siglo XX fue dedicada a revisar cómo acercar al tema de estudio y qué trascendencia puedan tener los resultados. Dice Mora:
Los investigadores que proponen el enfoque interpretativista, comparten la meta de la comprensión del mundo de las experiencias vividas desde el punto de vista de las personas que las viven…; …. Centran su atención en el mundo vivido, el punto de vista personal y la comprensión del significado. Son de la opinión que el conocimiento y la verdad, dependen de la perspectiva que se asuma. Ambos son creados, no descubiertos por la mente. Enfatizan el carácter pluralista y flexible de la realidad…, pluralista en el sentido que la realidad se expresa en una variedad de símbolos y sistemas de lenguaje, y flexible en el sentido que la realidad es creada y formada para adaptarse a las acciones e intenciones de los agentes humanos.
Sin embargo los diferentes interpretativistas usan códigos distintos para acercase a sus temas. Para Gadamer lo importante era el entendimiento histórico, cultural y lingüístico de una obra. Supone que el otro” tiene su propia realidad y que el investigador debe aproximarse paulatinamente a ella distanciándose de su propio mundo. Por su parte Ricoeur se le acerca con “distancia”, y también con suspicacia (Ricoeur, 1981/1994; Robinson, 1995), y busca en ella significados ocultos, inclusive mensajes subversivos que niegan su contenido aparente, como también hizo Freud. El final de la tarea para Gadamer es la “fusión de horizontes” en el sentido del acercamiento de la realidad del “Otro”. Esto implica conocer el contexto histórico y social del autor u obra estudiado. A partir de este razonamiento es importante señalar al “círculo hermenéutico” como una referencia metodológica. Gadamer (1960/2000) asume el término en contraste con lo lineal de la lógica; se trata de “la superación entre la escisión entre sujeto y objeto” (p. 320); es decir, la apropiación del objeto, tal como el obrero se apropia de un martillo y lo convierte en algo vivo para su propio uso. Es decir: el observador asume “[la] realidad [de] la estructura de ser en el mundo” (ibid). El investigador convierte sus propios prejuicios sobre el tema que estudia en recursos; los usa para ir separándose de ellos de manera sucesiva e ir acercándose a la verdad (re)construida de su objeto.
Ricoeur por su parte ha introducido en este proceso de acercar a la verdad del otro, la idea de suspicacia: los prejuicios del intérprete no son obstáculos, porque al reconocerlos se puede introducir las tácticas de duda e incertidumbre en el análisis.
Como nota final en este breve resumen quisiera señalar que aludo también a los estudios inscritos en el corriente de lo que ahora refieren al “espíritu” humano y al enfoque “biográfico” o “narrativo”; éstos niegan cualquier limitación epistemológica sobre su proceder y hallazgos. Hay dos observaciones que quisiera hacer al respecto:
a) la biografía y la narración son actividades interesantes, a veces acompañadas por agudos procesos de análisis y reflexión. Forman una parte legítima de la indagación intelectual;
b) sin embargo, al emplearlas hay que reconocer sus limitaciones en cuanto a la generalización de los resultados. Los resultados no pueden trascender los límites de la obra en que se encuentran. Por ejemplo una biografía sobre Simón Bolívar no tiene nada que ver con otra sobre Rómulo Betancourt, excepto en el sentido de una secuencia histórica no causal. Igualmente las especulaciones narrativas, sean ficcionales o reflexivas, no pueden extenderse más allá de las ponderaciones del mismo autor aunque pueda haber complicadas redes y enlaces temáticos.
5) La idea de validez.
La validez de los resultados de cualquier investigación dependerá siempre del método empleado por el investigador en todas las etapas desde el planteamiento del problema hasta en análisis e interpretación de los resultados. Está relacionada con el paradigma elegido, con la elaboración de los objetivos, con la selección de la muestra, con tipo de datos que se obtiene y con el método de análisis que se usa con ellos. Esto es incontestable con todo tipo de investigación. Es cierto en un estudio experimental, en un análisis de los ítems de una escala métrica que mide algún atributo mental, en un sondeo de actitudes, en un análisis de texto y en una indagación hermenéutica. Este no es el lugar para revisar todos los métodos, pero podemos señalar que la validez tiene que ver con estas preguntas básicas:
a) ¿Las preguntas iniciales son adecuadas para el problema escogido?
b) ¿Las preguntas se relacionan con los objetivos?
c) ¿Quiénes son los participantes? ¿Pueden ofrecer información adecuada sobre el problema? ¿Cuáles son las suposiciones sobre el tipo de muestra elegido? ¿De qué es vocero cada participante?
d) Si se transforma la información a datos de otro tipo (numérico, o por codificación ordinal, por ejemplo) ¿es adecuada dicha transformación?
e) ¿La técnica de análisis es apropiada? En el caso de datos numéricos ¿las operaciones matemáticas son adecuadas? En el caso de datos lingüísticos ¿el método para formar categorías es ajustado al modelo empleado, transparente y da cuenta de toda la información dada por los informantes? En estudios hermenéuticos ¿el autor ha podido acercarse bien a los participantes? ¿Ha podido llegar realmente al punto de saturación de la información, y ha podido preguntar a los entrevistados si están de acuerdo con las conclusiones?
Reflexiones finales
En estas escuetas reflexiones he deseado manifestar mi preocupación por lo que percibo como un cierto descuidado en años recientes con relación a las reglas y las limitaciones que impone cada método de indagación que trato aquí. Por su brevedad obviamente estas reflexiones no constituyen ni de un manual, ni recetas metodológicas. Más bien se trata de un proceso de razonamiento crítico sobre una praxis, que, bien hecha, constituye un aporte civilizatorio. Mal hecho, es decir, cuando las reglas se obvian por la razón que sea (descuidado, tendencias ideológicas del autor, ignorancia, superficialidad….) la aspiración investigativa se debilita y pierde vigencia.
Referencias
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