martes, 28 de agosto de 2007
Rectification / rectificación
English
I feel a need to set things straight about Murakami's “Kafka on the shore”.
I was really mistaken in my first appreciation of the book: it has no similarity with "The Devil and Margarita". Rather in a complex and self-conscious metaphor, it asks whether personal, intimate betterment is possible. I read it in a flash, not because it was superficial, but because it was terribly absorbing. The imagery flits from Sophocles to Rousseau, passes through the relationship between surfing and death, and alights many times on the ever-lingering, post WWII feelings of the Japanese about war, justice, and peace. At one point it ponders Adolph Eichmann’s confusion when his efficiency in murdering Jews is confused with immorality. Clearly it can be read on many levels.
Evil is totally banal, taking the iconic form of Johnnie Walker’s “The Striding Man” or Colonel Sanders, the bearded, fast-food symbol. It is a concept with no name, related to power and opportunistic cruelty.
Libraries become places where individual human memory is stored, and what is removed from printed pages also disappears from thought. Authors and philosophers help interpret what goes on, but so do cats that can talk to people in an existential Esperanto; in fact they become a sort of Greek chorus, commenting, suggesting and advancing the plot. Music stands for spirit, where Beethoven, Schubert, and Prince lead to different ways of knowing and growing. Like music, sexuality connects people intricately, and is related to time, place, and need.
Furthermore it purposefully avoids answering all sorts of plot questions. We never know why Kafka had blood on his shirt. Or who his sister was. Or what connection there was between Kafka and Nakata. But we don’t need to know. Like life itself, the story moves on with the unexplained in empty spaces whose only function is to happen and lead to something else.
I preferred to read it from a place where judgment must be suspended in the name of humanity, honesty, and hope.
Español
Necesito clarificar mis reacciones a libro de Murakami, “Kafka on the shore”.
Me equivoque totalmente en mi primera apreciación del texto: no tiene nada que ver con “El Diablo y Margarita". Más bien se trata de una metáfora compleja, y conciente de sí misma, en donde pregunta si el mejoramiento personal e íntimo sea posible.
Leí el libro en un santiamén, no porque es superficial, sino porque me abrumó. Se mueve de Sófocles hasta Rousseau, pasando por la relación entre el surfing y la muerte, y por ratos cuestiona la guerra, la justicia y la paz. Claramente puede leerse en múltiples niveles.
La maldad es banal, tomando la forma de Johnnie Walker, símbolo comercial para una marca de whiskey, o el Coronel Sanders, icono de la comida rápida. Es un concepto sin nombre, relacionado con el poder y la crueldad pragmática. En un momento del libro hay una reflexión sobre la confusión de Adolfo Eichmann cuando, a pesar de haber trabajado con eficiencia en la terminación de una tarea política, se le acusan de inmoralidad.
La memoria humana se guarda en bibliotecas y puede borrarse de las mentes cuando las páginas se destruyen. Algunos autores y filósofos ayudan a interpretar el cuento, pero también lo hacen sendos gatos que pueden comunicar por medio de un Esperanto existencial con los seres humanos. De hecho los felinos casi se conviertan en un coro griego por medio de sus comentarios y sugerencias. Ciertas obras musicales señalan avances del espíritu, donde Beethoven, Schubert y Prince sugieren diferentes maneras de saber y conocer. Y como la música, la sexualidad conecta a las personas a través del tiempo, el espacio y la necesidad.
El cuento evita responder a sus propias preguntas. Nunca sabremos porque Kafka tenía sangre en su camisa o quién era su hermana. O qué conexión hubo entre él y Nakata. Pero es información que no necesitamos. Como la vida misma, la historia se mueve por medio de lo inexplicado, en espacios cuya función sólo es “ocurrir” y cambiar.
Leí este libro desde un lugar donde hace falta suspender juicios de todo tipo en nombre de la humanidad, la honestidad y la esperanza. Y como lo leí en la última parte de un viaje, he quedado con un gran sentido de fluidez afectiva.
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