jueves, 22 de octubre de 2015
Kundera, El Libro de la Risa y el Olvido y la ronda de la solidaridad
En “El Libro de la risa y el olvido” de Milan Kundera hay una reflexión sobre el sentido de solidaridad entre los “inocentes” de la vida política.
Se trata de la solidaridad que comienza con libertad, desafío y alegría, pero que se torne enquistada y opresiva. El lector incauto (como yo) inicia el capítulo reconociendo el círculo de baile que describe, y a lo mejor ha participado con gran entusiasmo en algunas rondas similares.
Pero mientras Kundera prosiga en la descripción, esta danza de la solidaridad se vuelve más oscura, y la inocencia de la causa que celebran los danzantes pierde su razón y se convierte lealtades ciegas y destructoras.
Pongo estas reflexiones en Facebook porque las rondas de todos los tiempos pueden ser así si no las sometemos a constantes reconsideraciones.
Pienso en el Jacques Brel con su canción de los años ’60: La Valse a Mille Temps (https://youtu.be/UK5X_Mb9daM). La asociación es: la danza va más rápido con el aumento de los tiempos de la música hasta que deja de ser baile y deja de ser música y se convierta en locura.
A continuación las palabras de Kundera, p. 98:
“Una revista ha publicado esta fotografía: una fila de hombres uniformados con el fusil al hombro y cubiertos con un casco con visera protectora de plexiglás, vuelvan la mirada hacia unos jóvenes y vaqueros y camisa que se dan la mano y bailan en rueda delante de ellos.
“Se trata evidentemente de un momento de espera antes del choque con la policía que vigila una central nuclear, un campo de entrenamiento militar, el secretariado de un partido político o las ventanas de una embajada. Los jóvenes aprovecharon este tiempo muerto para formar un círculo y, acompañándose de un sencillo estribillo popular daban dos pasos en el sitio, uno adelante, levantaban la pierna izquierda primero y la derecha después.
“Creo comprenderlos; tienen la sensación de que el círculo que describen en el suelo es mágico y que los une como un anillo. Y en su pecho se extiende un intenso sentimiento de inocencia: lo que los une no es, como a los soldados o los comandos fascistas, una marcha, sino, como lo los niños, un baile. …”
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