miércoles, 5 de diciembre de 2007

Fruits of our Election / Ganancias electorales


I agree with Teodoro Petkoff and other journalists in their apprecia-tion of the benefits associated with Venezuela’s recent electoral experience: everybody wins. On one hand the government finally has been established as democratic and respectful of popular will. Also, within the "process" dissidence is possible. And finally that ominous constitutional reform was defeated. What else can we ask for?

Definitively the gods love Venezuela. They gave us petroleum, sources of unsalinated water, an eternal springtime, and a continuing desire and quest for peace and coexistence. Whenever there have been really dangerous situations in the last few years, something has happened to ameliorate it. For example, some years ago in one of the crisis between this country and Colombia, soldiers were dispatched to the border- It so happened, however, that a woman had a baby right on a bridge between the two nations, and they celebrated that nativity like two previously estranged parents newly reunited around the cradle.

Now, yes, if the Venezuelans want to, they can turn a sterile antagonism into a mutual growth policy. First within the revolutionary "process" it is necessary to cultivate dissidence, not to fight it. If they do that, they can last for a long time as an active force for change, and if not, their movement will die out. Nobody likes to be a pawn in a chess game, and it will be necessary to debate and criticize the "revolution" from within.

However, until now the government has not learned this simple fact. Today the President called the election results "excrement" (to use a milder term). Yesterday in the Bolivarian University (UBV) the authorities harangued the students all day at full volume with megaphones in the hope of putting them back on ideological track. Bad decision, because for a while the government can play the guilt card hoping to coax the faithful back into the coral, but sooner or later the students' resentments will reappear in other elections.

On the other hand, the Opposition must assume its proper role. It is necessary to produce counterproposals that attract the electorate -and not to behave like babies holding their breathing. It is necessary to vote; it is necessary to participate in debates, and it is necessary to generate new social projects. I offer, for example a suggestion: it is necessary to construct a Social Security system in the form of an independent and corruption-free institution that offers health and well-being. If the "missions" have support, it is because in pre-revolutionary years there was no protection for the masses of people. The structural faults of the missions must be examined seriously and sincerely because now they depend on the capricious will of the executive branch, and therefore, on the president.

Imagine a Social Security system managed by laws that really protects people’s health and old-age. We must recognize that we live in a class society, and sometimes we think that the disadvantaged deserve their fate. That is to say, that the worthy ones will go to the university and will assume middle-class roles simply because of their merits. This is not true; for many reasons poverty begets more poverty.

We should emulate successful systems like those in Canada, the Scandinavian countries and Holland. I celebrate the appearance of the students who have questioned the constitutional reform in street demonstrations: they are almost a reproduction of the “1928 Generation" in Venezuela. But these young people are still immature and need as guides people with political experience. Where they are these guides?



Español

Estoy de acuerdo con Teodoro Petkoff y otros periodistas en su apreciación de los beneficios asociados con la reciente experiencia electoral en Venezuela: todo el mundo podría salir ganando. Por un lado el gobierno está finalmente establecido como democrático y respetuoso de la voluntad popular. Por otro, dentro del “proceso” se abrió la posibilidad de disidencia. Y finalmente se impugnó aquella nefasta reforma. ¿Qué más se puede pedir?

Definitivamente los dioses aman a Venezuela. Le dieron petróleo, fuentes de agua dulce, un clima de primavera y la perseverancia para de paz y convivencia. Cada vez que ha habido de verdad un peligro en los últimos años, algo ha ocurrido para descartarlo. Por ejemplo, hace algunos años cuando hubo una crisis entre este pueblo y Colombia y se comenzó a ubicar soldados en la frontera, una mujer dio luz en un puente entre los dos países. Las dos naciones celebraron aquel parto como dos padres que habían peleado pero en el momento estaban reunidos alrededor de un alumbramiento milagroso –y se reconciliaron.

Ahora, sí, si los Venezolanos quieren hacerlo, pueden convertir un obstáculo maniqueísta y estéril en una política de crecimiento mutuo.

Primero dentro del “proceso” hay que cultivar la disidencia, no combatirla. Si lo hacen, pueden durar bastante tiempo como una fuerza viva para el cambio, y si no, van a obligar la muerte de su movimiento. A nadie le gusta que le traten como peones en un juego de ajedrez, y es necesario abrir debates y reflexiones críticas dentro de la “revolución”.

Sin embargo, hasta el día de hoy no he visto que el gobierno haya aprendido esto. Hoy el Presidente llamó “mierda” a los resultados electorales. Ayer en la Universidad Bolivariano (UBV) las autoridades arengaron los estudiantes todo el día con megáfonos a todo volumen para tratar de devolverles al pensamiento único. Mala decisión, porque por un tiempo los dirigentes pueden sobrevivir a cuenta del sentido de culpa de los fieles a su movimiento y esperar que los escépticos vuelvan al redil, pero tarde o temprano sus resentimientos surgirán en elecciones y otras muestras de desacuerdo.

Por otro lado, la Oposición tiene que asumir el cometido que les corresponde. Es necesario producir contra-propuestas que atraen al electorado y no actuar como niños aguantando la respiración. Hay que votar, hay que participar en debates, hay que generar proyectos. Una sugerencia mía: hace falta construir un Seguro Social como un instituto autónomo y libre de corrupción que ofrece salud y bienestar de manera concluyente. Si las “misiones” tienen acogido, es porque anteriormente no ha habido protección para las masas de personas. Las fallas estructurales de las misiones tienen que examinarse con sinceridad y seriedad porque satisfacen algunas necesidades sentidas, pero obedecen a la voluntad caprichosa de la rama ejecutiva del gobierno, y por ende, a la figura del presidente. Imagínense un sistema de Seguro regido por una ley que protege de verdad a la salud y la vejez.

Y tenemos que reconocer que muchas de las quejas de los “pobres” tienen fundamento. Vivimos en una sociedad de clases y a veces pensamos que los menos aventajados merecen las condiciones en que viven, es decir, que los meritorios irán a la universidad y asumirán papeles en la clase media simplemente por que son más valerosos que los demás. Esto no es cierto; por muchas razones la pobreza genera más pobreza. En la clase media debemos estar mirando y copiando a sistemas exitosos como los de Canadá, Holanda y los países escandinavos y dejar de quejarnos de la agresividad de las clases bajas.

Celebro la aparición de los estudiantes que han cuestionado la reforma en la calle y con el micrófono: son casi una nueva generación del ‘28. Pero son inmaduros todavía y necesitan de la guía de personas más curtidas en la política. ¿Dónde están estas personas? Cuando apareció la vieja guardia de la Oposición en la televisión la noche del domingo electoral (como Ledezma, por ejemplo), pensé, ¡No puede ser! Son los mismos roñosos que nos han conducido a esto. Se me ocurren nombres de personas rectas y capaces para reemplazar a aquellos dinosaurios pero no los voy a escribir aquí. No sin su permiso.
 
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