n Venezuela se ha producido una interrupción importante en la comunicación entre nosotros. Creo que esto se debe a que no podemos mirarnos el uno al otro ya como gentes divergentes que
sin embargo comparten ciertos objetivos comunes. Compartimos las aspiraciones
básicas: todos nosotros queremos ser razonablemente acomodados, tener hijos
sanos y felices, y tener un poco de dignidad en nuestra vejez.
El valor y la naturaleza de la educación es otra cuestión que nos divide. Esta división tiene raíces históricas que vale la pena mencionar: después de la caída de Pérez Jiménez,hubo por parte de los primeros ADECOS un gran esfuerzo para construir escuelas urbanas y rurales, preparar profesores de primaria y secundaria y ofrecer becas a quienes las necesitaban. Este empeño duró poco, y pronto la educación
secundaria se volvió sospechosa como una fuente de enganche y protección para
la güerilla de los años 60. En los años de la primera presidencia de Caldera,
se eliminaron las escuelas técnicas y la Universidad Central de Venezuela fue
cerrada por un año. Luego todo el mundo que pudo mandaba sus hijos a escuelas
privadas, dejando a los demás con instituciones deficientes.
El resultado es una población que no ve las contradicciones en el discurso de los candidatos políticos, que piensan que el la ciencia es un engaño, y que nunca ha explorado lo que significa diferentes modelos económicos. Se piensa que las cuestiones morales se reducen a una doctrina política.
No es sólo Venezuela: una vez hablé con un ganadero / agricultor de Kansas que era un experto en las puntas de flecha autóctonas, pero no sabía lo que ocurre con el grano que vende una vez que llegue a la Mississippi. En Michigan he hablado con personas que nunca oyeron hablar de lo que pasó en Hiroshima. Mucha gente no sabe los nombres de los países ubicados al sur de México o lo que es la tabla periódica. Y así sucesivamente. Este es el producto de no valorar la educación.
Y extrañamente, todo esto ha ocurrido en un momento en el que al nivel mundial los que tuvieron la suerte de recibir una educación descubrieron los quásares, agujeros negros, el genoma humano, los respiraderos hidrotermales donde hay vida que no necesita la luz del sol, las migraciones que salieron de África, y la enorme caldera de Yellowstone - entre muchos otros eventos científicos verdaderamente emocionantes y exigentes.
Y eso no incluye los viejos conocimientos, como por ejemplo el estudio de la retórica y la lógica que podría ayudar a gente escuchar críticamente.
Así que no es sorpresa que la gente pueda tener opiniones contradictorias al mismo tiempo y creer en soluciones místicas y atropelladas para resolver sus malestares.
El resultado es una población que no ve las contradicciones en el discurso de los candidatos políticos, que piensan que el la ciencia es un engaño, y que nunca ha explorado lo que significa diferentes modelos económicos. Se piensa que las cuestiones morales se reducen a una doctrina política.
No es sólo Venezuela: una vez hablé con un ganadero / agricultor de Kansas que era un experto en las puntas de flecha autóctonas, pero no sabía lo que ocurre con el grano que vende una vez que llegue a la Mississippi. En Michigan he hablado con personas que nunca oyeron hablar de lo que pasó en Hiroshima. Mucha gente no sabe los nombres de los países ubicados al sur de México o lo que es la tabla periódica. Y así sucesivamente. Este es el producto de no valorar la educación.
Y extrañamente, todo esto ha ocurrido en un momento en el que al nivel mundial los que tuvieron la suerte de recibir una educación descubrieron los quásares, agujeros negros, el genoma humano, los respiraderos hidrotermales donde hay vida que no necesita la luz del sol, las migraciones que salieron de África, y la enorme caldera de Yellowstone - entre muchos otros eventos científicos verdaderamente emocionantes y exigentes.
Y eso no incluye los viejos conocimientos, como por ejemplo el estudio de la retórica y la lógica que podría ayudar a gente escuchar críticamente.
Así que no es sorpresa que la gente pueda tener opiniones contradictorias al mismo tiempo y creer en soluciones místicas y atropelladas para resolver sus malestares.