Bombonas de gas
El drama de comprar bombonas de gas en Los Teques se agudiza. Sólo permiten dos por persona.
Como éramos tres pretendimos comprar seis. Pero el hombrecillo en la puerta quería que los tres cargáramos personalmente las dos que nos tocaran. Mi artritis dificulta que levante a estos objetos, y normalmente los hombres que me acompañan me ayuden. Pero aquel -como dije- hombrecillo no quería dejarnos pasar a menos que tuviera yo uno en cada mano, levantados y arrastrados por el suelo. Era un Gestapo.
Supongo que pudiera haberlo hecho, pero que me obligara era demasiado. Le llamé, con cierto volumen decibélico, "feíto", "poco humano" y algunas injurias más. Los demás en la cola se solidarizaron conmigo y el gnomo maligno finalmente dio un paso atrás, dejándonos entrar.
Sé que hay que protestar cuando los porteros se alzan a ejercer los pocos centímetros cúbicos de poder que las autoridades les entregan. Pero al final me sentí mal. Sí, el gnomo era feíto, pero creo que podría haber sido menos personal en mis protestas.
“Obey”
A veces me dan risa los mensajes en inglés escritos en las franelas que usan las personas. Algunos son francamente groseros y quienes los exhiben no tienen idea de las barbaridades que publican por las calles.
Pero ahora hay uno en particular que me deja perpleja: Hay chaquetas que dicen "obey", es decir, "obedecer". Claro puede ser interpretado de las dos maneras: "yo obedezco", o "obedézcame", pero para mí es particularmente notable ver estos avisos cuando todo el mundo pasa los días sumisamente haciendo cola.