Tomado de Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal*
"El tribunal [que juzgó a Eichmann] reconoció, como es lógico, en su sentencia que el delito
juzgado únicamente podía ser cometido mediante el empleo de una gigantesca organización burocrática
que se sirviera de recursos gubernamentales. Pero en tanto en cuanto las
actividades en cuestión constituían un delito —lo cual, como es lógico, era la
premisa indispensable a la celebración del juicio— todas las ruedas de la máquina,
por insignificantes que fueran, se transformaban, desde el punto de vista del
tribunal, en autores, es decir, en seres humanos. Si el acusado se ampara en el
hecho de que no actuó como tal hombre, sino como un funcionario cuyas funciones
hubieran podido ser llevadas a cabo por cualquier otra persona, ello equivale a
la actitud del delincuente que, amparándose en las estadísticas de criminalidad
—que señalan que en tal o cual lugar se cometen tantos o cuantos delitos al
día—, declarase que él tan solo hizo lo que estaba ya estadísticamente
previsto, y que tenía carácter meramente accidental el que fuese él quien lo
hubiese hecho, y no cualquier otro, por cuanto, a fin de cuentas, alguien tenía
que hacerlo" (p 172).
*Accesible en la página web: http://www.latinamericanstudies.org/book/Eichmann_en_Jerusalen.pdf