lunes, 10 de septiembre de 2007
Constitutional change / Cambios constitucionales
English
Is there any way out of this circularity? It’s almost Nietzschean!
On one hand we have global warming, a dangerously high concentration of wealth and power, and the absolute impunity of the arms industry. On the other, those who have not been able to decide about their lives, that have been excluded from participation in the world’s resources, distrust traditional liberal democracy and want to replace it with theocracies and “socialist” systems that will only concentrate power even more.
When resources are limited, people traditionally look to strong leaders who will champion them. They become spellbound by offers that seem to reflect their own frustrations. They seldom identify the real causes of their discomfort or use the democratic tools at their disposal to find redress. Of course, in many parts of the world people do not have access to participatory mechanisms like voting to change their lot.
I am worried about Venezuela. People’s very real aspirations for change are being derailed into a fantasy of being able to take over the benefits of the old middle class. And without working for it. The workweek will be reduced, and doesn’t that sound like fun! What is the genuine problem? Only a few people will be able to actually take over the apartments and businesses they covet. The rest will continue to be left behind.
The only way out of poverty is to make work rewarding and remunerable. Work must produce tangible results. I know people that put in 12 hour days (without counting getting to work and back). They don’t make enough to both eat and have decent housing. That is slavery, but to take seriously the daydream of just occupying what belongs to others is not productive. It’s economic suicide à la Zimbabwe.
Español
¿Existe una salida adecuada a las contradicciones de la historia y los ciclos estériles de la repetición (à la Nietzsche)?
Por un lado nos amenazan el calentamiento global, la concentración peligrosa de riqueza y la impunidad de la industria de la guerra. Por otro lado aquellos que han sido excluidos de los recursos y los procesos de toma de decisión, desconfían de las instituciones democráticas y quieren reemplazarlas con teocracias y sistemas “socialistas” que concentran aún más el poder político.
Cuando los recursos estén limitados, la gente busca líderes poderosos para encargarse de sus frustraciones. Pocas veces intentan encontrar las razones verdaderas de su malestar o usar las herramientas democráticas de que disponen para solucionar sus problemas. Claro, en muchas partes del mundo no las hay.
Me preocupo Venezuela. Hace algunos años se aprobó una nueva constitución que tomó en serio los derechos humanos y reconocía las minorías, las mujeres y las necesidades especiales de la niñez. Ahora se propone introducir cambios en aquel documento ejemplar.
Las aspiraciones legítimas que tiene la gente para lograr cambios se descarrillan, y en su lugar se ofrece una fantasía vacía a los desposeídos para apoderarse de la riqueza existente sin trabajar para lograr beneficios verdaderos. Se habla de reducir el horario de trabajo (¡en Francia, en cambio, se habla de aumentarlo en nombre del bienestar!)
Y ¿qué es el problema auténtico? Sólo unos cuantos van a poder ocupar los bienes existentes pero ajenos, y los demás continuarán fuera de los beneficios de la sociedad.
La única salida a la pobreza es la creación de un sistema de remuneración eficiente y justo: el trabajo debe producir resultados tangibles. Sé que actualmente hay personas que trabajan 12 horas diarios sin ganar suficiente para comida y techo. Pero legitimar el ensueño de ocupar el lugar de los demás no es productivo: es suicidio à la Zimbabwe.
Referencia a la Constitución actual de Venezuela: http://www.venezuela-oas.org/Constitucion%20de%20Venezuela.htm
Referencia a la bandera de Zimbabwe: http://www.gta.gov.zw/
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