Mientras desayunaba hoy estaba viendo en CNN la conmemoración del desembarque de las tropas británicas,
estadounidenses y algunos franceses en la costa de Normandía hace 70 años.
Allí en la ceremonia estaba todo el mundo incluyendo Vladimir Putin, y me puse a pensar que tendemos
a olvidar que hubo dos frentes en aquella confrontación con el Fascismo en los
años 40, el oriental donde Rusia batallaba solo, y el occidental en que
pelearon el Reino Unido, los Estados Unidos y algunos aliados más. Los cercos alemanes de Stalingrado (la actual Volgogrado) y Sebastopol, y las batallas de Moscú y Leningrado (la actual San Petersburgo) costaron millones de vidas, tanto por la
política alemana de dejar morir los habitantes de estas ciudades de inanición como por las terribles
ofensivas bélicas.
No es que deseo minimizar la enorme hazaña
que era el desembarque en Normandía. Era muy niña en aquellos días, pero me acuerdo de la angustia y la jubilación de mis mayores en el medio oeste estadounidense. Era y es para mi un momento histórico de gran peso emocional.
Es que con frecuencia olvidamos los
sacrificios de la antigua Unión Soviética en la lucha contra el Fascismo. Por
otro lado, además de la importancia estratégica de hoy en día del puerto de Sebastopol sobre
el Mar Negro, la zona tiene una gran importancia afectiva para los Rusos todavía debido a la cantidad
de sangre que han dejado allí. Todo esto pasó no hace mucho: está muy
vivo entre quienes pueden recordarlo y entre sus descendientes, muchos de los cuales viven hasta ahora con
las consecuencias.