sábado, 28 de marzo de 2015

La democracia mundial y los peligros



La democracia ha aparecido en múltiples lugares y tiempos históricos: Grecia en el Siglo V, aC, la República Romana, algunos experimentos medievales y ciertas tribus indígenas de las Américas.

En todas las democracias modernas su desarrollo significó un avance sangriento. Charles I de Inglaterra y Luis XVI de Francia –junto con muchos ciudadanos comunes- perdieron sus vidas, y en los Estados Unidos hubo una guerra de independencia larga y costosa. Pero su expresión moderna tiene una corta historia: tal vez llegó a ser completo al final del Siglo XIX cuando se acepto el voto secreto en los Estados Unidos e Inglaterra, aunque este adelanto no alcanzara  universalidad para todos los ciudadanos –incluyendo las mujeres y los indígnenos estadounidenses- sino después de la Primera Guerra Mundial.  Llegó a Finlandia en el comienzo del Siglo XX.

Después de la Guerra Mundial de 1914-1918 la democracia se extendió brevemente a Alemania (con la Constitución de Weimar) y Rusia (con Alexander Kerensky). Sólo fue con la restauración en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y con las guerras anti-coloniales que alguna forma de sufragio e institucionalidad llegó a ciertos países liberados. Rusia y el Medio Oriente todavía luchan para establecerla.

No ha sido una “conquista” ni siquiera en los países donde ha existido más tiempo. Siempre hay fuerzas que la debilitan, como cuando en reacción al “terrorismo” suspendan el habeas corpus –el derecho básico que tiene un reo de impugnar ante un tribunal su detención-, y los pueblos se habitúan a múltiples sistemas electrónicos de vigilancia e impedimentos a la migración internacional.

Dos de los retos más grandes provienen de: a) movimientos “de base” de la ultra Derecha e Izquierda que se vuelven populares debido a la inseguridad económica y b) el creciente dominio de grandes corporaciones internacionales (la globalización) que aumenta la desigualdad económica. Estas dos influencias trabajan casi en conjunto, aunque basadas en motivaciones distintas, para delimitar los derechos humanos y civiles. Vimos efectos similares en los años 30 del Siglo XX en Alemania, España, Italia y Japón. Ahora lo vemos de nuevo en muchos escenarios.

Cerca a casa hay países latinoamericanas donde los los derechos humanos, y por ende la democracia plena, casi no existen: Colombia, Guatemala, Honduras, México y Venezuela

El problema es que para el ciudadano “a pie” existen pocos momentos en que estos retos se presentan de manera claramente definida.  Por esta razón la reacción para mantener y reestablecer los derechos perdidos es siempre débil y lenta. 




 
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