Karen Cronick
Estas reflexiones son motivadas por la necesidad de examinar
nuestra capacidad para analizar y juzgar las tradiciones que nos vienen del
pasado. Es difícil decir que la historia sea progresiva y que conduzca generalmente
hacia un bien mayor, a pesar de lo que nos ha dicho Hegel (1807/1985) y algunos
de los filósofos que él inspiró; hay poca evidencia de un proceso evolutivo de
carácter dialéctico en la narración del pasado. Más bien podemos percibir en el
pasado un vaivén de acontecimientos: revoluciones, despotismos, sistemas
legales y políticos que ofrecen por un tiempo una cierta libertad para sus
ciudadanos, conquistas sanguinarias, movimientos de liberación, mejoramientos
económicos y científicos (como la imprenta, las vacunas y la computadora) y
retrocesos tecnológicos (como la bomba atómica y las tecnologías que conducen
al calentamiento global).
No aparece una línea de progreso hacia la justicia y el
bienestar. Pero al mismo tiempo la historia nos enseña, y ella constituye un
recurso que, en el mejor de los casos, nos puede advertir sobre peligros, o
alentar al tomar decisiones en la actualidad.
Por estas razones es importante explorar la marcha del
cuestionamiento histórico. En estos párrafos exploraré, sobre todo con respecto
a la esclavitud y la conquista militar, los siguientes temas: a) el pasado como
legado, b) la legalidad de estas prácticas en la modernidad, c) la efectividad
de prohibirlas, d) las actitudes y críticas del pasado respecto a ellas, e) nuestra
capacidad de ubicarnos temporalmente para criticar y juzgar a nuestros orígenes
y f) el retoque del pasado propio. Finalizo
con un pequeño resumen.
El pasado como legado:
Hay tantos problemas que impiden analizar el pasado. La primera dificultad es
que nuestras civilizaciones se germinan a partir de las semillas que la
historia ha sembrado, pero no podemos identificarnos plenamente con las
actitudes de nuestros predecesores. Cada nuevo árbol es diferente, aunque nazca
de las nueces de la misma especie. Leemos sobre los eventos, las leyendas, los
personajes y los documentos que otros nos han dejado, pero nuestras vidas han
sido distintas, y hemos sido expuestos a ideas que nuestros antepasados no
podrían siquiera imaginar. A pesar del desenvolvimiento del tiempo, sin
embargo, nos cuesta muchas veces distanciarnos, juzgar, y aún condenar los
sucesos adversos.
La legalidad de estas
prácticas en la modernidad: En estas consideraciones voy a considerar los
fenómenos de la esclavitud y la conquista militar. Son considerados hoy en día por
la mayoría de las instancias legales como crímenes. En el siglo XIX la
esclavitud fue prohibida en la mayoría de los países europeos y americanos. Al
nivel mundial en el artículo 4º de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos (aprobada en 1948) se afirma: “nadie
estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de
esclavos están prohibidas en todas sus formas”. Igualmente, respecto a la usurpación
de un país por otro, el preámbulo de los Estatutos de Roma (aprobado en 1998)
refiere a la invasión y ocupación de una nación por otra así “…los Estados se abstendrán de recurrir a la
amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la
independencia política de cualquier Estado o en cualquier otra forma
incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas”.
La efectividad de
prohibirlas: Hay que reconocer que la ilegalidad no se ha acabado con estos
crímenes. Millones de personas en el mundo actual están sometidas a variadas formas
de esclavitud, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) porque no
pueden escapar de las condiciones de explotación en que se encuentran. Al mismo
tiempo, millones de niños están sujetos al trabajo infantil, e incontables mujeres
están sometidas a la prostitución forzada. A pesar de su ilegalidad actual, la
servidumbre involuntaria todavía ocurre. Igualmente, las invasiones
territoriales continúan: mientras escribo estas palabras Rusia está invadiendo
Ucrania, y si bien los europeos, los canadienses y los estadounidenses ayudan a
este país perjudicado a defenderse, hay Estados que apoyan al agresor.
Las actitudes y
críticas del pasado respecto a ellas: Antes del rechazo histórico en el
siglo XIX de las usanzas de la invasión, la ocupación y la esclavitud, ellas
eran frecuentes y aún aceptadas entre las potencias y reinos. Se ha empleado la
esclavitud por casi toda la historia humana; en Mesopotamia, Egipto, India, China
y Grecia lo que comenzó como costumbre fue legitimándose y reglamentándose. Casi todos los imperios, reinados y países
tenían esclavos, y algunos de los más admirados héroes históricos eran
conquistadores que traían esclavos para el usufructo de los ciudadanos de sus
propios imperios, como Alejandro Magno, Julio César y Gengis Kan. Napoleón
Bonaparte era un conquistador un poco más complejo, ya que en el siglo XIX no
era apropiado traer personas cautivas para la servidumbre involuntaria, pero él,
sí, pretendía traer recursos y dominio a Francia.
La historia del mundo está repleta de ejemplos de lo que
ahora consideramos lesa humanidad. Aun los atenienses, los inventores de la
democracia constitucional y representativa, tenían esclavos, y sus ejércitos
conquistaban territorios en Anatolia y otros lugares. Aristóteles defendía
estas prácticas. Él las aceptó como algo natural, y en su libro “Política” el
tema tiene un subtítulo completo dedicado a la defensa de esta costumbre.
En la época medieval algunas personas abogaban por la
erradicación de la esclavitud, pero simpatía para una emancipación general sólo
encontró su plena expresión con la Ilustración europea. El vasallaje obligado
era una práctica generalmente aceptada, pero gradualmente generaba incomodidad
ética en ciertos ambientes eclesiásticos:
“…de forma oficial e inequívoca la Iglesia se pronunció, a través de
Gregorio XVI, en contra de la esclavitud de los negros. Habían pasado tres
siglos, durante los cuales distintos papas se habían referido a la esclavitud,
insistiendo en la denuncia de la esclavización de los indios e incidiendo de
forma progresiva en los abusos que se cometían con los esclavos africanos.
Incluso con pronunciamientos que se podían interpretar como contrarios a la
esclavización de los negros, …con Pablo III se había manifestado en contra de
la esclavitud de los indios en 1537, pero no fue hasta 1839 la suficiente
claridad; como lo demuestra el hecho que las mismas órdenes religiosas
presentes en las colonias en muchas ocasiones también tenían esclavos”
(Amnistía Internacional, s/f. párrafo 20).
En España la tradición de la esclavitud tardó mucho en
desaparecer totalmente, y en Al-Ándalus era una práctica usual. Con el comienzo
del colonialismo europeo en América y África, la servidumbre obligada se
convirtió, no sólo en un negocio lucrativo, sino en un sistema económico
indispensable para la agricultura, sobre todo en las Américas. La conquista y
la esclavitud formaban partes de un mismo fenómeno. Uno de los motivos para la
conquista fue justamente la posibilidad de obtener riquezas y esclavos.
Durante la Ilustración en el siglo XVIII en Francia apareció
en la publicación de la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert, numerosas
condenaciones a la práctica de la esclavitud. En particular Rousseau declaró: “Si la guerra no da al vencedor ningún
derecho de masacrar a los pueblos vencidos, este derecho que no posee no puede
ser el fundamento del derecho de esclavizarlos" (Amnistía
Internacional, párrafo 26). Entre los intelectuales europeos y algunos grupos
abolicionistas en Inglaterra y los Estados Unidos se comenzaron a confluir
cuestionamientos sobre el derecho que podrían tener algunas personas de poseer
y usar a otras. Desde este punto histórico es posible hablar de una condena
ética cuya influencia llegara finalmente al gran público. Para este entonces el
abolicionismo se había convertido en un tema de debate. Si algunas personas se negaban
a oírlo, ya no se debía a que vivían en tiempos cuyas prácticas culturales eran
innegables e incontrovertibles. No fue sino en los siglos XIX y XX que estas
prácticas fueron rechazadas legalmente a nivel internacional.
Nuestra capacidad de
ubicarnos temporalmente para criticar y juzgar a nuestros orígenes: Por milenios
estas usanzas eran normales, y aún hoy en día cuestionarlas produce respuestas
variadas. Es más, es frecuente encontrar personas que excusan o justifican la
dominación histórica en sus formas de conquista y esclavitud porque en aquellos
tiempos eran habituales. En cierto grado
ellas tienen razón. No es posible juzgar una sociedad por prácticas que históricamente
sus integrantes no han podido cuestionar. Hans-Georg Gadamer (1993) diría que
quien interpreta un fenómeno histórico tiene que hacerlo como un ser en dos
tiempos, el suyo propio y el de su objeto de interpretación. Dice que somos
seres de sentido "arrojados" a un mundo particular. Esto es una condición
de la existencia humana. El problema de
la interpretación es la necesidad de indagar sobre conciencias que nos son
ajenas. ¿Cómo asumir la conciencia del otro sin intentar formar parte del circuito
histórico al que éste pertenece?
El cuestionamiento ético requiere esto. Para la
transformación histórica es necesario alejarse de prácticas intolerables del
pasado, pero al mismo tiempo reconocer las condiciones existenciales de las
personas que participaban en ellas. Hay que distinguir entre, a) la
aceptabilidad –o no- de estas prácticas en sí, y la posibilidad de seguir
empleándolas en la actualidad y b) las responsabilidades históricas y éticas de
las personas del pasado que las realizaban. Es decir, podemos entender a
Aristóteles y su mundo, sin hacernos cómplices. Al mismo tiempo, hay
atrocidades tan grandes que tenemos que condenar no sólo a ellas sino también a
sus autores.
¿Cuál es la responsabilidad ética del ser humano? Podemos
lamentar las tragedias, como cuando Eurípides lamentó el destino de las mujeres
troyanas después de la caída de Troya. Y podemos llorar la destrucción de
Cartago al final de la tercera guerra púnica (149-146 A.C). Podemos preguntar: ¿Los
ejércitos de Gengis Kan eran asesinos genocidas? ¿Merecen nuestro oprobio? Igualmente:
¿las prácticas de la Inquisición que duraron desde el siglo XII hasta el siglo
XIX en las Américas eran actos de lesa humanidad? Tal vez sea importante no
sólo distanciarnos de estos acontecimientos, sino también impugnar a sus
perpetradores. Es más, desde el Juicio de Núremberg, quizás sea posible
condenarlos.
La abolición de la esclavitud nació del oprobio. Para los
británicos, en el siglo XVII la expansión del lucrativo trato de esclavos en el
imperio motivó algunas expresiones de rechazo. En el siglo XVIII se iniciaron
algunos movimientos abolicionistas importantes. En el siglo XIX se logró la
emancipación legal de todos los esclavos en el mundo británico. Esto coincidió con
el crecimiento del liberalismo político y la Ilustración en toda Europa. Es un
movimiento histórico que tiene sus raíces en los actos de negación individual, cuando
las personas se oponen a una perturbadora tradición, y finalmente esta negación
se vuelve casi universal.
El retoque del pasado
propio: Hace unos días leí la introducción del libro "The future of
the Soviet past" (Adler y Weiss-Wendt, 2021). De la introducción de Adler
y Weiss-Wendt, repito una cita de Alec Luhn:
"Cuando hablen de los tiempos
de Stalin, imaginen la funda para el revólver guindando del hombro, pero no el
cañón de la pistola en la nuca".
Los vaqueros estadounidenses tienen similares reacciones con respecto al
sometimiento y matanza de los indo-americanos.
Es cierto que los rusos maquillan su pasado, y muchos países
hacen lo mismo, por ejemplo, en las Américas todavía se evitan criticar la
destrucción de las poblaciones indígenas y la esclavitud de los afro-descendientes.
La estrategia es decir: Ok, bien, pero todo el mundo lo ha hecho. Cuestionar la
tradición propia no es fácil. Hay una sola excepción en que un país ha
reconocido y aceptado su pasado oscuro: los alemanes, desde la derrota del Fascismo
en 1945, han mantenido una continuada campaña para objetar y condenar a los
campos de exterminio y las invasiones del Tercer Reich a Europa y Rusia. Ellos
han aceptado el Tercer Reich como una parte tenebrosa y lamentable de su pasado,
y sobre la base de esta aceptación buscan rescatar el presente con estrategias
humanistas de convivencia y comprensión.
Resumen final
Al final queda claro que el problema es complejo, pero la
tarea es importante. Las críticas que hacemos del pasado constituyen parte de
la elaboración del futuro, y se incorporan en nuestro patrimonio cultural el cual
va alimentando el porvenir. Las personas van a criticar la historia a partir de
su postura en la actualidad, al mismo tiempo que tienen que estar conscientes
de los mecanismos que podrían haber influido a quienes “se han equivocado”
antes. Las opiniones y actitudes
actuales se basarán necesariamente en la ubicación social de los participantes,
su temporalidad, y su situación geográfica, generacional y educativa. De todo
esto se generan debates, conversaciones y publicaciones.
Lo que no podemos hacer es aceptar las prácticas de pasado
simplemente porque son tradiciones, antecedes heroicos o heredad ancestral.
Referencias
Adler, Nanci
y Anton Weiss-Wendt (2021). En Wendt, Anton y Adler, Nanci (Eds), The future of the soviet past. Bloomington,
Indiana: Indiana University Press.
Amnistía Internacional (s/f). La trata atlántica y la
abolición de la esclavitud. Documentos. Historia de los Derechos Humanos. Disponible
en: https://www.amnistiacatalunya.org/edu/es/historia/inf-esclavitud3.html
Aristóteles (2017). Política. Ed: Edu Robsy. Islas Baleares:
Maison Carrée.
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos (s/f). Declaración universal de los derechos humanos (1948).
Disponible en: https://www.ohchr.org/sites/default/files/UDHR/Documents/UDHR_Translations/spn.pdf
Gadamer, Hans-Georg (1993). Verdad y método. Salamanca:
Ediciones Sígeme
Euripides (s/f) Las Troyanas. Disponible en: https://historicodigital.com/download/Euripides%20-%20Las%20Troyanas.pdf
Hegel, G.W. (1807/1985). Fenomenología del Espíritu. Traductor: Wenceslao Roces. México.
Fondo de Cultura Económica
Organización Internacional de Trabajo (OIT) (2017). Trabajo
forzoso, formas modernas de esclavitud y trata de seres humanos. Disponible en: https://www.ilo.org/global/topics/forced-labour/lang--
es/index.htm#:~:text=Se%20estima%20que%20en%20cualquier,moderna%20por%20cada%201.000%20personas.
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Corte Penal Internacional (1998),
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Disponible en: https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf