sábado, 11 de noviembre de 2017

Reflexiones sobre la reunión con Pasión Petare y el Proyecto Alcatraz



En lo que sigue cuento algo de la experiencia del miércoles antepasado en la Sala de Usos Múltiples del Postgrado en Psicología Social de la UCV. Se trata de la primera reunión de un seminario sobre esfuerzos de ciertos ONG y grupos particulares para contribuir a la paz y al bienestar en Venezuela. 

En la reunión del seminario “Soluciones Sociales” de ayer, 01/11/17, asistieron personas de variadas organizaciones. Fue un encuentro muy emotivo en que representantes de dos grupos describieron sus proyectos, y mientras hablaban, de manera bastante informal, intervinimos todos los demás con preguntas y comentarios. Pudimos reflexionar sobre lo que significa para un adolescente "escoger la vida" por medio de un equipo deportivo, sobre la otra y tristísima alternativa: optar por una muerte casi segura entre los delincuentes en las bandas.

Los dos grupos invitados eran:
a) La ONG Pasión Petare, que se dedica a organizar equipos de futbol en la zona de Petare para niños y adolescentes.
b) El Proyecto Alcatraz, que recupera los miembros de las bandas delictivas en la zona de El Consejo del Estado Aragua; uno de sus estrategias principales es el rugby. 

Pasión Petare

Pasión Petare (PP) es una ONG conducida por tres mujeres y un hombre. Asombrosamente este pequeño equipo ha logrado organizar 3.500 niños en equipos de futbol en variados sectores del Municipio Sucre. Se originaron como parte de un proyecto de la alcaldía (Alcalde Carlos Eduardo Ocariz), pero luego, bajo la dirección de Soñia Pérez, se independizaron para poder continuar con el trabajo más allá de los cambios políticos en la municipalidad. Ahora mantienen una postura de neutralidad política.  La alcaldía de este entonces construyó  múltiples canchas deportivas, y paralelamente la ONG PP desde el 2011 ha conseguido financiamiento de modo independiente para dotar uniformes y materiales deportivos a 18 equipos de niños en la zona. Preparan a entrenadores, forman líderes comunitarios, organizan torneos y mantienen un plan vacacional con actividades especiales como teatro, videos y un plan de alimentación.

Importante en estas actividades es el trabajo con valores como la tolerancia, la empatía y el “no imponer”.  Los muchachos, al crecer, se conviertan muchas veces ellos mismos  en entrenadores, que desempeñan con frecuencia una figura paterna en una zona donde el padre biológico a menudo está ausente.  Los equipos de fútbol se fungen como familias extendidas en que el uniforme que llevan se convierte en una fuente importante de identificación.

Su entorno es difícil. Para casi todos los niños algún familiar ha muerto víctima de la violencia urbana. Ocurre que las madres de los niños y niñas participantes están muchas veces agobiadas económicamente y por sus responsabilidades, y los niños “se independizan” a los 12 años. Las madres no pueden supervisarlos, y existe el peligro de que se asocien con bandas o que confrontan otros peligros como el consumo de sustancias ilícitas. En este ambiente, sucede que algunos adultos vean al deporte sólo como “un pasatiempo” sin importancia, e inclusive, el dinero necesario para el transporte a las prácticas escasea. A pesar de estas dificultades, el proyecto prospera, y los niños y niñas  tienen esta importante oportunidad de apoyo afectivo, moral y educativo.

El Proyecto Alcatraz

La historia del Proyecto Alcatraz es tan interesante como lo es un paseo por sus grandes logros. Surgió en 2003 cuando tres jóvenes robaron a un inspector de seguridad de la Hacienda Santa Teresa. Fueron arrestados pero se les ofrecieron dos alternativas: la primera opción fue devolver lo robado y trabajar durante tres meses en la Hacienda para reponer los daños, sin recibir nada de sueldo. La segunda fue ir a la cárcel. Los tres decidieron por la primera opción, y  –esto es parte del milagro del Proyecto Alcatraz- pidieron que sus compañeros de banda también pudiesen hacer lo mismo.

Luego, una segunda banda, rival de la primera, fue incorporada también. Al principio se trabajó con las dos bandas por separado, pero después de unas semanas se decidió confrontarlos para que pudieran resolver sus diferencias. Los ubicaron a todos en un cuarto pequeño para conseguir dos metas: primero, ir perdiendo el miedo, y segundo, organizarse en equipos de rugby. Al final del primer juego “problematizaron” el encuentro. En un video que trajeron los representantes del proyecto se puede apreciar a Sr. Alberto Vollmer en un proceso de careo fascinante: él pregunta*:

-¿A cuántos de Uds. le salieron sangre en este juego? Varios muchachos, con algo de inseguridad, levantaron la mano. Sigue el Sr. Vollmer: -Mira, esto no importa, ha sido un juego. No pasa nada. Es parte del deporte.

En juegos de equipos, con reglas para los encuentros, límites y una cultura de caballerosidad, pierden la necesidad de venganzas. Esta es la lección que el Sr. Vollmer, y luego, todo el equipo del Proyecto Alcatraz, han ofrecido a estos jóvenes. Ahora se han incorporado más de 200 chicos al proyecto.

Los deportes, según Nelson Mandela, constituyen una de las herramientas más poderosas para la transformación social y personal. En las palabras del Proyecto, inculca “valores de respeto, disciplina, trabajo en equipo, espíritu deportivo y humildad, tan fundamentales para el deporte como para la vida misma.”**

Al principio, uno de los peores enemigos del proyecto fue la misma policía. Pero viendo el potencial de transformación que traía, con el tiempo se aliaron con las mismas metas. Como resultado se ha visto reducida la taza de delitos en 90%.  Como señalaron los participantes en el seminario, en la vida de las bandas delictivas, lo normal es que después de los 25 años de edad, los muchachos estén o muertos, o severamente lesionados o encarcelados. Uno de los jóvenes en el video dice: “He asesinado más de diez personas. Estaba dispuesto a morir.”  Los que están solicitados por la ley tienen que entregarse y pagar su pena. Luego se elabora un proceso de perdón, tanto de parte de la comunidad como por sí mismos. Como dijo un graduado del proyecto, Jesús, -“La etiqueta del delincuente pesa.”

En los equipos de rugby, y con el trabajo honesto, se elige la vida, no la muerte. Diez bandas han sido desarticuladas, y se ha trabajado en algunas cárceles, también organizando equipos de rugby, irónicamente entran en estos lugares con el “permiso de los pranes”, los criminales que las controlan. Alguien el equipo remarcó: “Hay que estar abierto” y trabajar con quien sea que pueda ayudar a traer paz a la comunidad.  

Conclusiones:

Todos los muchachos tienen el derecho a una formación sana. En lugares donde se les niega la posibilidad de una adecuada formación, el deporte es una vía poderosa para la socialización. Las bandas dependen de la creación de valores como la necesidad de vengarse, el permiso de atropellar al otro para conseguir lo que se quiere y la falta total de contención. La oferta de la banda es la muerte, a cambio de una breve experiencia de pertinencia. En cambio el deporte ofrece la vida.

La experiencia de los dos grupos de invitados de hoy demuestra que la re-socialización es posible, y que el deporte es una estrategia eficaz para lograrla.

1.  El deporte permite la expresión de la agresión, pero bajo condiciones controladas por las reglas del juego y gobernadas por límites éticos. 
     2. Una parte de los límites éticos es la cultura del “caballero” o mutualidad en el caso de las mujeres, que propone que los juegos sean “limpios” y lo que se pone a prueba son las destrezas, la preparación y el conocimiento del juego, y no la personalidad de cada jugador.
     3. La importancia de la práctica y la preparación es primordial. No hay vías fáciles hacia la victoria.
     4. Es importante respetar la autoridad del árbitro. Se aprende a reconocer las propias equivocaciones levantando la mano al oír el pito de éste. Fuera del campo se aprende a decir “lo hice yo” cuando haga falta, y reparar los daños si se puede.
     5. Se aprende a ver al otro, inclusive a los del otro equipo, como seres con necesidades y aspiraciones. Es Importante sentir empatía hacia el otro. Dar la mano al contrincante es un símbolo que se repite de muchas otras maneras en otras situaciones. Una parte esencial de esta formación es poder ayudar al otro, darse cuenta de sus necesidades, dolores y también sus alegrías.
     6. Se aceptan las derrotas como experiencias de aprendizaje.
     7. Ganar un juego, o simplemente desempeñarse con habilidad y maestría en el campo de juego, es motivo de legítimo orgullo y satisfacción y aun euforia, y merece ser celebrado.

*Cita reconstruida.

** La Página web del proyecto, disponible en: http://www.fundacionsantateresa.org/web/fundacion.php
 
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