martes, 15 de diciembre de 2009
El cuento del Gallo Pelón....
Las personas que me conocen, o que leen este blog saben que quiero a mis dos perros, que alimento a los pajaritos silvestres, que defiendo al ambiente y que probablemente encontraría muy desagradable un deporte como la pelea de gallos.
Sin embargo, fíjense en mi dilema actual:
Tengo un vecino que tiene la pésima profesión de criar gallos de pelea. No obstante en la mañana me encanta escucharlos cantar y oír a las gallinas cacarear su celebración de un nuevo huevito. A veces andan libres por la entrada pavimentada que compartimos las dos casas, las madres seguidas por cinco o seis pollitos, y se puede apreciar a los machos que asumen su papel protector cuando alguien se acerca. Es una visión de los pollos totalmente distinta a la que se ve en los corales de crianza industrial donde todo vestigio de conducta natural ha sido eliminado.
Intento no pensar en su destino eventual en el riñidero circundados por la peor de la humanidad gritando sus apuestas y a la expectativa de una masacre de aves entre plumas, chillidos y estridencias.
Pero todavía no he contado lo peor de mi dilema.
Mi perro es un malan-dro*, querido e inteli-gentísmo, pero malandro al fin. En la foto los lectores de esta entrega lo pueden apreciar acostado apaciblemente al lado de mi computadora mientras tipeo, pero frecuentemente está husmeando por el muro que separa las dos casas intentando encontrar un hueco por donde salir a sus andanzas por el vecindario. No se trata de un problema de libertad; mi querido mascota no es sólo un malandro sino un cazador innato de todo que no sea una persona u otro perro, y por esta razón lo tengo que mantener encerrado.
Es más inteligente que yo. Encuentra huecos que no veo y el otro día bajó a la casa donde viven aquellos pollos para cazar uno. La evidencia era el plumero en la puerta (sin metáforas) de su casita en el patio.
La noche siguiente el vecino apareció frente a la reja de mi casa. Exigió que le pague por lo que resultó ser el plato más caro que nadie en mi familia jamás ha comido. ¡No tenía idea de lo que cuesta uno de estos pobres pajarracos!
                                                                                                                    Fuente
Entonces mi dilema: quiero a mi perro y odio a estas peleas bárbaras, sin embargo estoy en el deber de apoyar financieramente a este empeño estúpido y perverso; o sea tengo que sacar dinero de quien sabe donde para respaldar algo que encuentro depravado.
Estoy como una beata obligada por un principio (pagar una deuda) a punto de cometer un pecado mortal (pagar al diablo).
* “Malandro” en Venezuela significa maleante de barrio. Sé que en Brasil la palabra es un adjetivo que refiere a la cultura negra de la costa caracterizada por movimientos rítmicos. Allí no tiene la connotación de “pillo”.
Referencia:
Imagen de pelea de gallos: http://www.google.co.ve/imgres?imgurl=http://abeyno.files.wordpress.com/2009/10/pelea-de-gallos.jpg&imgrefurl=http://abeyno.wordpress.com/2009/10/03/el-gallo-de-tono-guinea-felix-m-ortiz-vizcarrondo/&h=440&w=650&sz=61&tbnid=GaowwnYRgR_fZM:&tbnh=93&tbnw=137&prev=/images%3Fq%3D%2522pelea%2Bde%2Bgallos%2522&hl=es&usg=__SxwqBHiSAmXIIO9-etn8YFBVYrk=&ei=ELgnS-rYLoealAfsss2eDQ&sa=X&oi=image_result&resnum=10&ct=image&ved=0CCIQ9QEwCQ
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