de Karen Cronick
Me encuentro construyendo muros
más seguros: como felino con frío,
o perro enrollado, como pan al lado
del fuego. Aquí pliego mi viejo cuerpo.
Desde aquí, tras mi gordo muro,
hay un techo negro, tan alegre
de astros de luz y libres cometas.
La luna, andadora y quieta,
huele a jengibre y a café
Espero -no sé qué- de las sombras.
Nombro a las aves de la noche.
Tras mío exhalan el romero,
la albahaca, la salvia, la menta,
el cilantro y la pimienta.
Respiran bromelias en flor.
Es el espacio verdadero,
opaco, sin reproche, sin dolor.
martes, 31 de octubre de 2017
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