viernes, 5 de abril de 2024

EL SIGLO XIX ESTADOUNIDENSE: LO QUE NOS DEJÓ. Las huellas de la Conquista del Oeste estadounidense según sus novelas y escritos

 

 

 

Karen Cronick 

Resumen

En las Américas el Siglo XIX dejó un cimiento determinante para nosotros en los siglos XX y XXI. Lo que pasó en aquel tiempo dejó senderos obligados para los descendientes de los habitantes del continente en ese entonces, tanto en los estilos de gobierno, como en los modos de vida de todo el mundo. Especialmente en los Estados Unidos hubo una confluencia contradictoria de los cuatro principios de:

a) la Constitución y sus enmiendas,

b) la esclavitud y su abolición,

c) la brutalidad del casi-exterminio de la población indígena y

d) la fuerza de los millones de inmigrantes que se movilizaron hacia el Oeste, a veces a pie, y que se asentaron por todo el territorio nacional.

 

Todo esto ha dejado huellas psicológicas, sociales y legales. Ha dejado rastros que siguen visibles en nuestros caminos sociales y políticos, e influyen todavía en la formación de las actitudes y las maneras que los ciudadanos actuales se entienden a sí mismos y a los demás.  Fue un siglo que abolió la esclavitud, cuestionando así y cambiando milenios de servidumbre involuntaria, y contradictoriamente, también fue responsable por una de las masacres más grandes de la historia con respecto a los habitantes originales de estos territorios.

En este corto libro reflexiono sobre estos temas sigiendo la guía novelistas y autores conocidos. En las novelas, casi todos los personajes son el producto de la imaginación de sus autores, pero las descripciones de la época y de las condiciones de vida de los protagonistas reflejan una realidad que no puede encontrarse en los textos históricos basados en hechos verificables. Se trata del rescate de un imaginario íntimo, muy similar a la idea de Gadamer (1960/2000) quien habla de la fusión de los horizontes del conocimiento de textos históricos.

Considero principalmente los siguientes libros: “La Frontera” de James Fenimore Cooper, “Los Conquistadores” de Allan W. Eckert, “Entierra mi corazón en Wounded Knee” de Dee Brown, “La Vida en los Molinos de Hierro” de Rebecca Harding, “La Cabaña del Tío Tom” de Harriet Beecher Stowe, “La Insignia Roja del Valor” de Stephen Crane, el poema “¡O Capitán! ¡Mi Capitán!” de Walt Whitman, “Lo que el viento se llevó” de Margaret Mitchell, y “En América” de Susan Sontag.

 


 

EL SIGLO XIX ESTADOUNIDENSE: LO QUE NOS DEJÓ

Las huellas de la Conquista del Oeste estadounidense según sus novelas y escritos

Karen Cronick

Introducción

Lo pasado no queda en el pasado. Aunque no se vuelva a hablar de los incidentes dolorosos que han ocurrido, ellos siguen allí en una especie de subconsciente social y cultural. Varios autores han abordado el tema desde perspectivas teóricas muy distintas: Émile Durkheim  (Durkheim, 1960) ha propuesto una conciencia colectiva como un conjunto de creencias compartidas que operan como una  fuerza o influencia unificadora dentro de la sociedad. Antonio Gramsci (Gramsci, 1998) refiere a una hegemonía ideológica que ayuda a aglutinar a los obreros según su consciencia de clase.  Por su parte, Carl Gustav Jung (Jung, 2016) menciona un inconsciente colectivo como una estructura mental individual, que tiene arquetipos y “sombras” los cuales influyen en las personas, muchas veces sin darse cuenta de ello.  Otros enfoques que postulan sistemas de creencias compartidas son: La Etnopsicología de Wundt (Titchener, 1899), el Interaccionismos simbólico de Mead (1982) y las representaciones sociales de Moscovici (Jodelet, 1984).

Nicolopoulou y Weintraub (octubre, 1998) señalan con respecto a las ideas de Durkheim sobre representaciones, que:

“… se trata de dos tipos de representación, pero con dos concepciones subyacentes diferentes de lo que es significativo sobre el fenómeno de la representación. En el primer caso, una característica crucial de las representaciones es que son «internas» a la mente. En el segundo caso, una de las claves definitorias es que … una representación es publica, o intersubjetiva…. una representación es … pública, o intersubjetiva” (p. 5).

Ahora bien, se puede proponer que las representaciones públicas pueden incluir una cierta sensatez respecto a lo qué es verdad o es falso, y que puede discriminar qué cosas no deben decirse. También puede incluir una vaga conciencia de lo que debe olvidarse. Pero no es necesariamente así. Nocolopoulou y Weintraub lo elaboran así: “Lo mismo es cierto para… códigos morales y formas de discurso moral, que para ideologías conflictivas…” (p. 6).

La conciencia colectiva es también una memoria colectiva. Las personas tienen, no sólo sus propios recuerdos, sino también las de la cultura escrita y las recolecciones familiares de sus padres y abuelos, quienes a la vez tuvieron memorias que, en muchos casos, pasaron a las siguientes generaciones como relatos, crónicas y evocaciones de experiencias remotas, y que han sido interpretados y reinterpretados para ayudar a los descendientes a entender el mundo en que viven ellos. Estas memorias pueden tener contenidos muy distintos de acuerdo al grupo social que pertenece cada quien.

En las páginas que siguen repasaré algo de la historia estadounidense del Siglo XIX; la miro sobre todo a través de los ojos de sus autores de ficción. Describen movimientos, actitudes y maneras de vivir muy distintas, y arrojan luz a la intimidad de la vida de entonces. Lo que nos han dejado estas obras son las más diversas representaciones de lo que el país ha sido. Estas interpretaciones se filtran hacia arriba, como el agua de los humedales, desde lo sucedido hasta ahora, para teñir y regar a la realidad actual.

La gente todavía debate sobre los eventos turbios del pasado; también discurre y repiensa todo el significado del logro más grande de los Siglos XVIII y XIV: el de crear y vivir en una democracia inspirada en la Ilustración europea. Es y era una mezcla compleja de desazón y esperanza. Para recuperar estos tiempos sigo las huellas de representaciones metidas en un imaginario general e íntimo, de manera muy similar a lo que hacía Gadamer (1960/2000) quien buscaba la fusión de los horizontes del presente y del pasado por medio del conocimiento de textos históricos.

 

La compleja historia estadounidense

La “conquista del Oeste”, que tuvo lugar en el Siglo XIX en los Estados Unidos, fue un complejo acontecimiento histórico, marcado por cuatro tendencias incoherentes. Por un lado, al final del siglo XVIII el país acaba de asumir los valores de la Ilustración (libertad, gobierno por ley basada en una constitución y tolerancia). Por otro, todavía existían dos situaciones atroces: era legal vender y comprar seres humanos [1], y el ejército del país llevaba a cabo la sistemática masacre de las tribus indígenas en su territorio. Finalmente, la migración de millones de europeos hacia los nuevos territorios fue uno de los más importantes traslados humanos en la historia del mundo.

En este capítulo reflexionaré sobre el primero, es decir, la adopción de un sistema constitucional basado en los valores de la Ilustración.

La Ilustración

Los filósofos de la Ilustración no fueron los primeros en pensar en sistemas en que los ciudadanos podrían compartir el poder y ser consultados en el proceso de toma de las decisiones políticas que los afectasen. Para David Graeber y David Wengrow (Graeber, Wengrow, 2021) los primeros humanos vivieron en gobiernos complejos y descentralizados durante milenios. Sin embargo, generalmente se acredita a Atenas en Grecia por haber desarrollado la primera democracia histórica -con una constitución- en que los ciudadanos masculinos y libres tenían el derecho de decidir muchos de sus asuntos en una asamblea popular. Este experimento terminó con la conquista de la ciudad por Alejandro de Macedonia, y luego la conquista romana de Grecia. El otro gran experimento, el de la República Romana, tuvo menor capacidad de consulta popular, y probablemente comenzó a sucumbir con la muerte de los hermanos Gracchi (Tiberius Gracchus y Gaius Gracchus) en el Siglo II a.C., pero con el ascenso al poder del emperador Gaius Julius Caesar Augustus en el Siglo I d.C., Roma se convirtió definitivamente en un imperio.

Había que esperar muchos siglos para que hubiera de nuevo un cuestionamiento real de poder absoluto y una nueva apreciación del poder del razonamiento para resolver los problemas humanos. Si los griegos habían explorado el poder del razonamiento, y los primeros romanos habían aprendido de la filosofía griega, la caída de Atenas y la República Romana condujo a la necesidad de creer en la salvación personal que ofrecía la Cristiandad. Sin embargo, el uso de la razón en la Edad Media no murió por completo: el Escolasticismo, que encontró una voz en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, recurrió -en parte- a la razón para entender al mundo. Aquino dividió las fuentes de lo verdadero en el razonamiento aristotélico, por un lado, y la revelación cristiana por el otro. Pero luego del Renacimiento y las roturas causadas por el protestantismo, se abría una puerta a la aplicación de la razón para el entendimiento del mundo físico. Para los renacentistas no se trataba tanto del contenido del pensamiento, sino el método usado para pensar, y este método se encontraba notablemente en las ciencias y las matemáticas. La Ilustración nació de un método, y las ideas que éste produjo condujeron a los conceptos de libertad, tolerancia y la ley como un producto humano para garantizar su felicidad y bienestar general.

La Ilustración fue un acontecimiento histórico, filosófico y literario; en el Siglo XVII pensadores de varios países europeos, especialmente Francia e Inglaterra, comenzaron a cuestionar las estructuras tradicionales de poder. Los valores principales de este movimiento eran “la razón”, un gobierno basado en la ley, y “la libertad”, temas que surgieron de reflexiones sobre la naturaleza de la felicidad humana y las estructuras de poder que creamos. Se comenzó a pensar en la capacidad del pensamiento y los gobiernos ideales. En estos esfuerzos no empleaban ni la inspiración religiosa ni la adhesión a un príncipe o un gobierno, sino métodos razonados de reflexión e investigación. Tuvieron gran resonancia, aun entre algunos déspotas “ilustrados” de Europa, como Federico II (de Prusia), Pedro I (de Rusia), Catherine II (de Rusia), María Theresa (archiduquesa de Austria y reina de Hungría y Bohemia), y Joseph II (Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico).  

La Ilustración nació como una respuesta a milenios de absolutismo, y uno de sus temas principales fue la necesidad de tolerancia. Desde épocas atrás la intolerancia había sido un instrumento usado por los poderosos para mantener el dominio. En el Imperio Romano se sabía de las ventajas políticas de un solo culto y las nuevas religiones eran combatidas con saña. Cuando en el año 380 d.C. el emperador romano Teodosio I declaró, en el Edicto de Tesalónica, que el cristianismo niceno era la religión oficial del Imperio, no dio comienzo a la moralidad cristiana de amor; más bien inició una nueva era de control con un nuevo culto. Con el tiempo esta iglesia fue conocida como la del catolicismo.

La emergencia del protestantismo siglos más tarde también tuvo motivos políticos -además del evidente cuestionamiento por razones de conciencia-. Si la tolerancia religiosa fue uno de los pilares del pensamiento de la Ilustración, al principio la aceptación de religiones distintas a la iglesia de Roma no era una postura ética; sus razones históricas surgían de la conveniencia política. En Inglaterra el anglicanismo nació de un desafío que hizo el rey Enrique VIII al poder de la iglesia romana. En Francia la aceptación de los hugonotes fue traumática, e incluyó tanto la masacre de “la noche de San Bartolomé”, como las guerras de religión francesas. La tercera de estas guerras terminó con el tratado de paz de Saint-Germain, con la idea de lograr algo de convivencia entre las sectas. Este esfuerzo no logró su objetivo, y finalmente, con el ascenso de Enrique IV al trono francés, (este rey que antes era el hugonote Enrique III), se logró el decreto del Edicto de Nantes (1598) que reconoció al catolicismo como la religión del Estado, y también promovió intentos de una reconciliación con los hugonotes. Esta medida tampoco produjo paz porque luego, el mismo rey Enrique fue asesinado por un fanático católico.

Los cambios eran lentos. Los pensadores de la Ilustración nacieron de las aberturas que había dado el Renacimiento en donde artistas se atrevieron admirar al “hombre” como objeto estético, capaz de pensar, más que condenarlo por haber nacido del pecado medieval, y los diseños de innovadores como Leonardo da Vinci abrieron grandes posibilidades estéticas y de eficiencia tecnológica (sobre todo militar).

Para el siglo XVIII había mayor bienestar económico en Europa, en parte debido al colonialismo, con la llegada de nuevas riquezas y productos alimenticios como la papa.  Aunque las hostilidades intestinas entre los reyes europeos seguían, los esfuerzos militares de sus gobiernos se diluían algo debido a sus combates en ultramar. Además, la revolución industrial estaba iniciándose con inventos como la máquina a vapor, y la siembra mecánica inventada por Jethro Tull. Todavía los europeos eran los sujetos de reyes déspotas, pero la ciencia, que era tan útil para el desarrollo de nuevas tecnologías, cedía algo de su método de la duda sistemática a la filosofía.

 

La tolerancia

Se comenzaba a extender la idea de tolerancia religiosa a la coexistencia de ideas políticas distintas, e imaginar que estas diferencias podrían reconciliarse por medio de debates, y no por el ejercicio represor del poder real.

Las garantías de los derechos civiles tuvieron varias fuentes históricas previas a la Ilustración. Pueden trazarse a la Magna Carta inglesa [2 ] en la que los nobles de la corte exigieron al Rey Juan límites al poder absoluto. Luego en el acto de Habeas Corpus en 1679, y luego, en la Petición de Derecho en 1689, las bases legales que tenían los ciudadanos ingleses comenzaron a establecerse. La consciencia de estos hitos históricos influyó en las aspiraciones libertarias de las colonias americanas de Inglaterra.

La influencia primordial para los cambios políticos del siglo XVIII -que incluyeron la guerra de independencia estadounidense y la revolución francesa-, fue siempre la Ilustración. René Descartes (1596-1650), Francis Bacon (1561-1626), Immanuel Kant (1724-1804), John Locke (1632-1704) y Voltaire (1694-1778) fueron algunos de los escritores más prominentes. Ideas como la tolerancia, igualdad, el gobierno constitucional y la separación Iglesia-Estado fueron temas ampliamente debatidos en Europa en estos tiempos.

La tolerancia era uno de los valores primordiales. Dice Pedro Bravo Gala en su libro referido a “La Carta de la Tolerancia” de John Locke:

“… si el Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil asestó un duro golpe al despotismo absolutista, la Carta sobre la Tolerancia significó la condena definitiva, en el plano teórico, de la intolerancia. …. La consagración de la libertad religiosa y de conciencia como un derecho político, han estado ligadas históricamente al proceso de constitución del Estado democrático liberal…. (p 10).

El mismo John Locke (1690/2018), en Cartas de la Tolerancia, dijo:

“El Estado es, a mi parecer, una sociedad de hombres constituida únicamente para preservar y promocionar sus bienes civiles. Lo que llamo bienes civiles son la vida, la libertad, la salud corporal, el estar libres de dolor…” (p. 14)

No ha sido fácil llevar la tolerancia a la práctica. Todavía en el Siglo XXI es necesario un tribunal internacional en La Haya para tratar los casos de las violaciones de los Derechos Humanos, los cuales muchas veces están enraizadas en la intolerancia. En el Siglo XIX, la idea de un gobierno constitucional en los Estados Unidos basado en la igualdad fue incompatible con las prácticas de la esclavitud y la masacre de los indoamericanos. Igualmente, de la Revolución Francesa salieron ideologías y prácticas incompatibles: la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano” de 1798 se acompañó algunos años más tarde por la guillotina. Ambos son símbolos de un movimiento, y aunque la segunda, como un instrumento represivo para acabar con quienes se oponen al poder del momento, no era nuevo.

La Declaración de los Derechos del Hombre de Francia ha servido de modelo para múltiples declaraciones posteriores, nacionales e internacionales, incluyendo la “Declaración de los derechos Humanos” aprobada por las Naciones Unidas en 1948.

La Tradición liberal estadounidense

En el Siglo XVIII Thomas Jefferson empleó las ideas de la Ilustración, cuando inició el prólogo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Inglaterra con estas palabras: “Todos los hombres son creados iguales…” Luego, la tradición anglo-americana de garantías legales y estipulaciones constitucionales tuvo resonancia en la Revolución francesa:  “Liberté, Égalité, Fraternité”, era una proclamación de sus objetivos primordiales. La idea de la democracia estadounidense juntó dos ideas. La primera, tenía que ver con la noción de garantías individuales, basadas en la constitución y actos legales. La otra provenía de la idea de la razón que debería ser la guía del proceder humano.

Es interesante revisar la vida de George Washington; es una figura histórica de gran relevancia, tanto por sus creencias y logros, como por sus contradicciones. No era un intelectual y no escribía sobre los temas de la Ilustración como lo hacia Thomas Jefferson, aunque algo del vocabulario de este movimiento aparecía en sus discursos. Sus opiniones y motivaciones obedecían a una profunda ética humanista y sus propias observaciones sobre la sociedad y la vida. En su primer discurso inaugural al asumir la presidencia en 1789, pidió la bendición de Dios para:

“…consagrar las libertades y la felicidad de los ciudadanos de los Estados Unidos, [bajo] un gobierno instituido por ellos mismos…” y pidió que: “el fundamento de nuestra política nacional siguiera los principios puros e inmutables de la moralidad privada, y la preeminencia de un gobierno libre…”  (Navrachna University, s/f).

Washington creía en las libertades individuales, un fuerte gobierno central compuesto por delegados elegidos por los ciudadanos y dedicado a la preservación de estas libertades y la separación de la iglesia y el Estado. Después de su victoria militar rechazó una oferta para convertirse en el rey del país, y al final de la Guerra de Independencia, regresó a sus actividades agrícolas, como hizo el celebrado romano Lucius Quinctius Cincinnatus en el año 458 a.C.

Washington nació en 1732 y murió en 1799 en Mount Vernon. Creció en un ambiente de riqueza personal asentada en la agricultura, y tanto sus padres como él mismo cuando creció, eran dueños de tierras extensas y poseían esclavos para atenderlas.  Al crecer se dedicó a una vida de campo, a la vida militar, y luego a la política de la nueva nación americana.

A pesar de su oposición a la institución de la esclavitud, no pudo prescindir de ella dada la extensión de sus propiedades. Se le puede criticar, ya que podría haber vivido de manera más modesta, pero prefirió quedarse en un rango de poder e influencia. Dijo: "Este tipo de tráfico está en oposición a mis principios” (Graff y Nevins, 19-2-2024).  Pero al fin trató tanto a sus esclavos como a sus aparceros con dignidad, atendiendo sus necesidades de alimento, ropa e incluso tenía un médico para atender sus necesidades de salud. No quiso vender a sus esclavos para no separar a las familias, y en el momento de su propio fallecimiento ordenó que todos fuesen liberados después de la muerte de su esposa, Martha Dandridge de Washington.

Sus primeras experiencias militares se relacionaban con confrontaciones con los franceses en Ohio y Pennsylvania. En este entonces era un oficial del ejército británico.

Su participación en la independencia comenzó con comunicaciones enviadas con Patrick Henry y George Mason protestando los impuestos británicos en 1768. Al principio apoyaba soluciones pacíficas.  En el año 1774 participó en el Congreso Continental que consideraba la posibilidad de exigir, por vías militares, mayor respeto de parte de Inglaterra, y todavía él no hablaba de independencia. Dijo entonces:

"Levantaré mil hombres, pagaré su sustento a costo mío, y marcharé con ellos para el alivio de Boston".   Defendía "aquellos derechos y privilegios que son esenciales para la felicidad de cada Estado libre, y sin los cuales la vida, la libertad y la propiedad se vuelven inseguros” (Graff y Nevins, 19/2/2024).

Comenzó a entrenar voluntarios en Virginia. Ya para 1775 el ejército era revolucionario. Se firmó la Declaración de Independencia en 1776. El liderazgo de Washington tuvo dificultades, y él y sus hombres pelearon en condiciones paupérrimas. No tenía grandes habilidades tácticas, pero al final, ayudado por los franceses, en 1778, comenzaron a ganar terreno, y en 1781 los americanos vencieron los británicos militarmente. En 1782 los británicos aceptaron la independencia americana, y el Tratado de Paris fue firmado en 1783.

Las contradicciones de la era de George Washington no podían resolverse en su vida, pero él contribuyó a la creación de una estructura política más justa. Sus causas marcaron los siglos siguientes de manera indeleble.

En lo que sigue, en algunos casos he empleado versiones de texto en línea de Guttenberg, como en los casos de James Fenimore Cooper (1/1-1823/8-2000), Eckert (2002/sf),  y Stowe (1-1-1852/28-10-2021). Estos textos no se dividen en páginas, por ende, cuando les he citado me he limitado a mencionar los capítulos de donde provienen.  

“The Pioneers” es una novela histórica escrita por James Fenimore Cooper (1/1-1823/8-2000), y es la primera de cinco novelas de este autor que se conocen como los “Leatherstocking Tales”.

 

NOTAS FINALES; Introducción

[1]       Se abolió la esclavitud el 18 de diciembre de 1865 con la adopción de la decimotercera enmienda a la Constitución.

[2]       La Carta Magna es un acuerdo de derechos acordado entre el rey Juan de Inglaterra y un grupo de barones rebeldes en Runnymede, el 15 de junio de 1215. Fue modificado posteriormente, pero queda como un hito histórico.

[3]       Los estadounidenses de origen europeo y los esclavos contribuyeron en gran medida al crecimiento de la población en Texas, especialmente a raíz del cultivo de algodón donde la mano de obra esclava se empleaba.

 

 

La Frontera de James Fenimore Cooper

Inicio mi recorrido de la “conquista del Oeste” con una novela escrita por James Fenimore Cooper, “Frontera”. Esta es la primera novela que analizo en este proyecto. Está ambientada en la costa este de los Estados Unidos. Representa el inicio de este proceso histórico y cultural. Deseo revisar las obras literarias que refieren a aquellos tiempos y que retratan, una por una, a la gran migración del este al oeste. En los siguientes párrafos, para Frontera, he ido identificando los valores, las aspiraciones y las personalidades de la época y el lugar.

En aquel siglo en los Estados Unidos hubo grandes enfrentamientos, importantes logros y a la vez, acciones de triste heredad ética: por un lado, se eliminó la esclavitud, y se ganó la guerra de secesión, pero por el otro se eliminó casi por completo a la población indígena, y en la Guerra de 1848 con México, se le arrebataron los estados de Texas, New México, Colorado, Wyoming, Utah, Arizona, Nevada y California. La historia estadounidense está repleta de contradicciones, y ellas siguen asomándose, influyendo sobre la actualidad.

En “Frontera”, J.F. Cooper desarrolla varios temas que son de interés para nuestras reflexiones. El cuento está ubicado en Nueva Inglaterra en los últimos años del Siglo XVIII y el inicio del Siglo XIX.

Tal vez el tema más saliente del cuento sea el problema de la tenencia de la tierra en el sentido de propiedad privada. Era, en el tiempo de redactar el relato, todavía un territorio “nuevo”, y a diferencia de las tierras europeas, los inmigrantes podrían ocupar parcelas por el simple hecho de asentar una vivienda en ellas. Esto tiene que ver con varios subtemas como: a) la expulsión de los aborígenes originales, b) la repartición de las parcelas entre los inmigrantes y los reclamos sobre la justicia de este reparto y c) la creación de nuevas jerarquías sociales. Cooper reflexiona sobre estos temas en su novela.

Hay otras tramas a considerar: por ejemplo, Cooper explora la necesidad de conservar los bosques y la fauna silvestre frente a la explotación de los nuevos habitantes. También se puede mencionar la conciencia de raza y la importancia social del origen ancestral de las personas.  Otro tema tiene que ver con la génesis de la diversidad del carácter estadounidense. Un tema final es la influencia de la religión en la zona. Voy a considerar cada uno.

La tenencia de la tierra

El cuento de Cooper se inicia en el año 1793; está ambientado en una zona similar a la de Cooperstown, Nueva York, un pueblo donde su padre tenía amplios dominios y donde el autor vivió desde muy joven. El cuento tiene lugar en el pueblo ficticio de Templeton en Otsego; es un pueblo que constituye el contexto de la narrativa; aunque los personajes sean inventados, señalan personalidades típicas y conocidas del tiempo.

El tema de la posesión de las tierras corre por toda la novela. Habla de los “dominios” de los colonos europeos originales, y luego de cómo desplazaron a los indios americanos. El personaje principal, el Juez Temple, es el propietario mayor de tierras, y sus extensivas posesiones motivan recelos entre otros de los personajes, por razones distintas. A veces estas aprensiones se debían a las restricciones sobre la propiedad privada (no se puede cazar ciervos libremente en ella porque es ajena); también tenía que ver con una percepción de injusticia (en estos estados nuevos la igualdad y la libertad eran valores importantes).

Cooper describe una sociedad “frontera” en Otsego -en el estado de Nueva York-, la cual se encontraba en rapidísima expansión. En el periodo que describe -que tiene un lapso de menos que diez años- dice que la población “se ha extendido sobre un espacio que cubre cinco grados de latitud y siete de longitud” (Introducción).  Está hablando de inmigrantes europeos y algunos esclavos africanos.

Dice Cooper que fue “una región hermosa, de la cual los indios habían sido “removidos”, aunque los nombres de sus tribus todavía señalaban las zonas, pueblos y ciudades” (Introducción). Hoy en día el recuerdo de las poblaciones indígenas sobrevive en muchas designaciones geográficas estadounidenses. Como señala Michale Hoper (9/2/24) más de la mitad de los nombres de los 50 estados tienen orígenes indígenas. [1]

La necesidad de conservar los bosques y la fauna

Otro tema que recorre la novela es el conflicto que nace del uso de estos dominios. Uno de los temas principales de Cooper es el conflicto entre las tierras vírgenes y las necesidades y afanes de los pobladores. Algunos personajes piensan que estos recursos existen libremente para el simple usufructo de todo el mundo, y que los árboles y los animales son para ser tallados y cazados sin preocupación por la perduración de los bosques. Otros, incluyendo el personaje principal, el Juez Temple, se preocupan por la necesidad de proteger estos recursos. Como mucha de la tierra se ha ido privatizando (y Temple es el dueño más importante), se han puesto límites al derecho de quienes no son propietarios de cazar ciervos en ella, aunque estos límites todavía no se respetan totalmente. Todos los hombres saben disparar sus rifles y cazar, y buscan comida en los bosques, aunque haya fuentes de carne en las granjas.

Relata algunos deportes de matanza de animales. Hay un momento en que el autor describe una competencia que consiste en disparar hacia a un pavo amarrado, el ave es una diana pequeña porque sólo su cabeza es visible (Capítulo 17) y hay una cierta distancia entre el animal y los “deportistas”. Esta competencia ruda despierta gran entusiasmo entre ellos. En otro momento, en el Capítulo 22, los hombres del pueblo entran en las montañas y disparan sin control -y sin siquiera apuntar sus rifles- a una bandada de palomas que vuelan sobre ellos, matando a muchas más aves de las que pueden consumir. Lo hacen por el placer de matar. El autor describe la escena: “Entre los deportistas se encontraba Billy Kirby, quien, armado con un viejo mosquete, cargaba y, sin siquiera mirar al aire, disparaba y gritaba mientras sus víctimas caían incluso sobre su propia persona”. Natty, el personaje más ligado al amor por la tierra, dice en este capítulo: “Hubiera sido mejor sólo matar a los que quieren, sin malgastar su polvo y plomo, que estar disparando hacia las criaturas de Dios de manera tan vergonzosa.” Como muestra de esta moderación él recoge un solo pájaro y se lo lleva, de los cientos que yacen en el piso.

La conciencia de raza y rango

Los habitantes de la zona escrita por Cooper experimentaban cambios rápidos de estatus y afluencia económica. En principio aun los más pobres podían satisfacer su hambre porque había la posibilidad de cazar la carne. En general, los pobres empleaban su fuerza física; si eran mujeres atendían las casas de las personas más pudientes, y si eran hombres se dedicaban a cortar leña, y construir y transportar bienes. Los que tenían algunos medios económicos modestos podían abrir una tienda. Los “profesionales” de la medicina o la ley frecuentemente eran autodidactas o autoproclamados como facultativos. De hecho, el mismo Juez Temple carecía de diplomas conocidos, y ocurría que los pueblerinos a veces preferían consultar con el chamán indígena que el Dr. Elnathan Todd, el médico del pueblo. Sucedía también que algunas de las personas que habían llegado con generosos medios económicos se veían, después de un tiempo, en pobreza, y, por el contrario, los pobres podían ascender a la abundancia. Esta es una característica de la sociedad en expansión de los Estados Unidos en el siglo XIX, y el fenómeno de ascendencia (y descendencia) social todavía puede verse.

El pueblo de Templeton consistía de unas cincuenta construcciones de estilos muy variados. La materia de construcción era normalmente madera, a veces pintada, y estaban organizadas según un diseño más o menos urbano.

Había algunos esclavos, pero no eran frecuentes. Debido a una generalizada desaprobación social hacia la esclavitud en esta comunidad, a veces se les liberaba después de algunos años. Los dueños tenían la obligación de enseñarlos a leer y escribir antes de la edad de 18. Al final, todos fueron liberados en 1826 -antes de la Guerra Civil-, y después de los eventos narrados en esta novela. La comunidad de los cuáqueros que vivía allí nunca tuvo esclavos y condenaban la práctica. [2]

Los personajes y la génesis del carácter estadounidense

Sus personajes son:

“…El gran propietario que reside en sus tierras, y que da su nombre a sus propiedades en lugar de recibirlo de sus propiedades, como en Europa, …. El médico con su teoría, más bien obtenida que corregida por experimentos sobre la constitución humana; el misionero piadoso, abnegado, laborioso y mal pagado; … [el] abogado de mala reputación, con su contrapeso, hermano de profesión, de mejor origen y de mejor carácter; el vendedor indolente, regateador y envidioso…, el carpintero plausible, …” (Introducción).

En general los personajes sabían leer y escribir. Leían un periódico local y hablaban de los acontecimientos. Todas son personas de carácter autónomo, de personalidad definida, y sus vínculos son de cauteloso respeto mutuo, todo dependiendo del rango de cada quien, con los esclavos ubicados al fondo de las jerarquías.  Casi todos son de origen europeo en la primera, la segunda o la tercera generación. Las relaciones entre los inmigrantes con los pocos indios que quedan en la zona son variadas: son considerados como “salvajes”, pero hay momentos de respeto.

Uno de los personajes centrales, Nathaniel ("Natty" Bumppo, también conocido como Leather-stocking), es un cazador y un patriota de la Revolución, un amigo de los indios y respetado por el Juez Temple. Ama a la naturaleza y se opone a los hábitos de los hombres del pueblo que hacen daño a los bosques. Natty representa a la frontera en conflicto con la “civilización” y la ley institucional, y pone en duda la justicia de los asentados en la zona.

El juez Marmaduke Temple es un innovador cauteloso; es un líder natural y capaz de empatía a pesar de su estricta interpretación de la ley. Se podría decir que es prudente, honroso y digno. Se preocupa por la naturaleza y comparte muchos de los puntos de vista con Natty. Su postura representa aquellos inmigrantes que ve las nuevas tierras con respeto y aun amor, pero que tiene un importante compromiso con la institucionalización en una sociedad gobernada por la ley.

Hay variadas versiones de religiones protestantes, incluyendo la Sociedad Religiosa de los Amigos (o los cuáqueros). El Juez Temple es descendiente de esta confesión, aunque en el tiempo de la novela practica una forma más no-denominacional de su fe. Abundan lealtades religiosas cristianas distintas, que no incluyen a los católicos. Debido a la influencia cuáquera hay pocos esclavos. Pero sí hay conciencia de raza, y los blancos se consideran superiores. De hecho, al final de la novela, cuando la hija del Juez Temple termina casándose con un personaje cuya “pureza racial” ha sido cuestionada, el autor considera importante aclarar que el novio, de hecho, es el descendiente de un respetado europeo.

Al fin, son temas que todavía pueden apreciarse en la cultura estadounidense. Todavía existe la estima que se tiene al individuo independiente -y a veces rudo-, junto con la lealtad grupal.  También perduran el afecto depositado en las armas de fuego, el amor al deporte violento y la consciencia exclusiva de la identidad racial. Pero al mismo tiempo la gente se encuentra en constantes búsquedas éticas sobre temas tan diversos como el respeto por la ley, la preservación del ambiente y la inclusión social.

Referencias

[i] He empleado la versión en línea de Guttenberg. Es una novela histórica escrita por James Fenimore Cooper, y es la primera de cinco novelas que se conocen como los “Leatherstocking Tales”. Como esta versión no identifica los números de página, señalo mis citas a esta obra sólo por los números de capítulo.  (Cooper, James Fenimore (fecha de la publicación original: 1823, Publicación digital: Agosto, 2000. [EBook #2275]). The Pioneers or The Sources of the Susquehanna. A Descriptive Tale.. Disponible en: https://www.gutenberg.org/files/2275/2275-h/2xxxx275-h.htm#link2H_INTR)./

NOTAS FINALES: La Frontera

[1]       Algunos nombres indígenas que quedan en lugares geográficos de los Estados Unidos:

- Alabama - Derivado de la tribu Alabama, un pueblo de habla muskogean.

- Alaska - Derivado de la palabra aleutiana "alaxsxaq" o "agunalaksh", que significa "el continente" o "gran tierra".

- Arizona - Derivado de la palabra O'odham "Alĭ ṣonak", que significa "pequeño manantial" o "lugar del pequeño manantial".

- Arkansas - Derivado de la interpretación francesa del nombre dado al pueblo Quapaw, una tribu que vive a lo largo del río Arkansas.

- Connecticut - Derivado de la palabra Mohegan-Pequot "quinatucquet", que significa "río largo de marea" o "al lado del río largo de marea".

- Delaware - Lleva el nombre de Thomas West, 3er Barón De La Warr, un noble inglés, pero influenciado por la tribu Lenape que vive en la zona.

- Illinois - Derivado de la interpretación francesa del nombre dado al pueblo Illiniwek, una confederación de tribus nativas americanas.

- Iowa - Derivado de la palabra Dakota Sioux "ayúxba", que significa "somnolientos" o "tierra hermosa".

- Kansas - Derivado de la tribu Kansa, también conocida como el pueblo Kaw.

- Kentucky - Derivado de la palabra wyandot o iroquesa "kenhtà:ke", que significa "prado" o "pradera".

- Massachusetts - Derivado del idioma de la tribu Wampanoag, que significa "en la colina grande”, o cerca de las colinas.

-. Michigan - Derivado de la palabra ojibwa "mishigamaa", que significa "agua grande" o "gran lago".

- Minnesota - Derivado de la palabra Dakota Sioux "mnisota", que significa "agua azul clara" o "agua teñida de cielo".

- Mississippi - Derivado de la palabra ojibwa "misi-ziibi", que significa "gran río" o "reunión de aguas".

- Missouri - Lleva el nombre de la tribu Missouri, un pueblo de habla siouan.

- Nebraska - Derivado de la palabra Omaha-Ponca "ni brásge", que significa "agua plana" o "río ancho".

- Dakota del Norte - Derivado de la palabra Dakota Sioux "dakȟóta", que significa "amigo" o "aliado".

- Ohio - Derivado de la palabra iroquesa "ohiːyo", que significa "gran río" o "buen río".

- Oklahoma - Derivado de las palabras choctaw "okla" que significa "gente" y "humma" que significa "rojo", juntas significan "gente roja" u "hombre rojo".

- Oregón - Derivado de la interpretación española del nombre dado al río Columbia por las tribus nativas americanas locales.

- Dakota del Sur - Derivado de la palabre Sioux  “dakȟóta”, que significa “amigo” o “aliado”.

- Tennessee - Lleva el nombre de la aldea cherokee de Tanasi.

 Texas - Derivado de la palabra caddo "teysha" o "taysha", que significa "amigo" o "aliados".

- Utah - Derivado de la tribu Ute, un pueblo de habla numica.

- Wisconsin - Derivado de la palabra ojibwa "wiskonsin", que significa "lugar del castor" o "recolección de aguas".

[2]       “La liberación de los esclavos en Nueva York fue gradual. Cuando la opinión pública comenzó a favorecerla, entonces se inició la costumbre de comprar un esclavo y mantenerlo por sólo seis u ocho años, con la condición de que fuera liberado al final de este tiempo. Entonces una ley dictó que todos deberían quedar en libertad después de una fecha indicada, los hombres a los 20 años y las mujeres a los veinticinco años. Después una ley dictó que el dueño fuera obligado a enseñar a sus servidores a leer y escribir antes de que tuvieran dieciocho años, y finalmente, se ordenó que todos los que aún quedaban en sumisión fueran liberados sin más condiciones previas en el año 1826, es decir, después de la publicación de este cuento. Los cuáqueros nunca tuvieron esclavos” (pie de página, capítulo 4).

 

Dos libros:

“Los Conquistadores” y “Entierra mi corazón en Wounded Knee”

El destino manifiesto

Los inmigrantes llegaban de todo el mundo, principalmente de Europa. Llegaron por millones, bienvenidos en una tierra en expansión.  El término “destino manifiesto” (Manifest Destiny) refería a la expansión territorial del país antes y después de la Guerra Civil para promover la expansión. La propagación de las haciendas de algodón en el Sur, y la toma de la zona del territorio de Ohio en 1803 fue seguido por la compra del Territorio de Luisiana en el mismo año. El presidente Andrew Jackson invadió Florida, antes una colonia de España, en 1818. Texas fue anexado al país en 1845 después de la Guerra entre los Estados Unidos y México, pero antes del fin de la Guerra Civil en 1865.  

El término “Destino Manifiesto” apareció por primera vez en 1845 en artículos escritos por John O’Sullivan, y refería a la deseabilidad de anexar a Texas. Describió esta determinación como “El derecho… de expandir y poseer la totalidad del continente que la Providencia nos ha dado para el desarrollo del gran experimento de libertad y el autogobierno que nos ha sido confiado” (Heider y Heider, 4-3-2024).

La novela de Allan W. Eckert, “Los Conquistadores” nos ofrece una perspectiva múltiple de la conquista de los territorios que iban a convertirse en los estados del medio-oeste como Pensilvania, Ohio y Michigan. Los conflictos datan desde el tiempo de los asentamientos coloniales hasta el final del siglo XIX, a consecuencia del draconiano “Acto de la Eliminación de los indios” (Indian Removal Act) de 1830, el gobierno estadounidense pudo forzar la migración de los miembros de las tribus desde el este del Río Mississippi al oeste, a una zona que luego se convirtió en el estado de Oklahoma. Al final las tribus fueron obligadas a habitar sólo en las reservas.

Pero la novela se concentra en los años alrededor de la guerra de 1812. El autor revisa las acciones, tanto de militares británicos (antes de la Revolución de Independencia y luego de los territorios de Canadá) y posteriormente las de los franceses y los estadounidenses. También reconoce algunos de los líderes bélicos de las naciones indígenas. El líder indoamericano Pontiac, es un héroe trágico que pelea por una causa que no puede ganar y lo sabe. Pontiac (cuyo nombre en la tradición Odawa era Obwaandi'eyaag), fue un jefe de guerra en la zona de Los Grandes Lagos, aliado al principio con los franceses en su lucha contra los británicos. Luego peleó contra los estadounidenses (Pueblos Originarios, (s/f). Son acontecimientos que ocurrieron antes de las oleadas de europeos que comenzaron a poblar estas regiones, pero el objetivo de estas contiendas de parte de los Estados Unidos fue dejar libre estos territorios para el asentamiento de los migrantes que iban llegando.

Más o menos en los mismos tiempos los Estados Unidos compró de Francia “los Territorios de Luisiana” en 1803. Esto incluía grandes extensiones a ambos lados del Río Mississippi y consistía la mayor parte de la tierra en la cuenca de drenaje del río Mississippi, aproximadamente 828.000 millas cuadradas (2.140.000 km2; 530.000.000 acres), ubicado en la parte central de los estados que todavía no se habían establecido. Antes de vender estas tierras Francia controlaba militarmente sólo los extremos sur de estas tierras, pero para Los Estados Unidos esto significaba el derecho internacional a seguir conquistando las tierras de los indios para sí mismo. (Wikipedia (s/f).

Por otro lado, el libro, “Entierra mi corazón en Wounded Knee” (Bury my heart at Wounded Knee) de Dee Brown no es ficción. Es una historia basada en gran parte en apuntes tomados en las reuniones entre los consejos de las diferentes tribus indígenas con los representantes del gobierno estadounidense. El autor también ha citado publicaciones hechas al final del Siglo XIX y el comienzo del siglo XX [1]. El libro es el resultado de una investigación cuidadosamente explorada y organizada cronológicamente según los eventos de las confrontaciones entre las poblaciones indígenas del Oeste y las fuerzas armadas estadounidenses.

No es fácil de leer. Es una larga tragedia. Y la disputa territorial podría haberse manejado de otra manera. Pero Europa trajo una larga tradición en que las desavenencias territoriales se resolvían a punta de sable (o rifle); los conquistados pocas veces intentaban negociar soluciones aceptables para todos los involucrados: los ganadores eliminaban a los perdedores, o los transformaban en mano de obra para los nuevos ocupantes de los territorios confiscados. Brown describe las primeras reacciones de los blancos al encontrarse con los indígenas:

"Tan dócil, tan pacífica, es esta gente", escribió Colón al Rey y Reina de España, "que juro a Vuestras Majestades que no hay en el mundo mejor nación. Aman a su prójimo como a sí mismos, y su discurso es siempre dulce y gentil, y acompañado de una sonrisa; y si bien es cierto que son desnudos, pero sus modales son decorosos y dignos de alabanza". Todo esto, por supuesto, fue tomado como un signo de debilidad, si no de paganismo, y Colón siendo un europeo justo estaba convencido de que el pueblo debía ser "hecho trabajar, sembrar y hacer todo lo necesario y adoptar nuestros caminos". A lo largo de la siguiente cuatro siglos (1492-1890) varios millones de europeos y sus descendientes emprendieron la tarea de imponer sus caminos a la gente del Nuevo Mundo” (p 8).

En su prefacio el autor delimita el tiempo y el ambiente social de su obra:

“…1860 y 1890, el período que abarca este libro…. Fue una época increíble de violencia, codicia, audacia, sentimentalismo, exuberancia desenfrenada y una actitud casi reverencial hacia el ideal de libertad personal para aquellos que ya la tenían. Durante ese tiempo, la cultura y la civilización de los indios americanos fueron destruidas, y de esa época surgieron prácticamente todos los grandes mitos del Oeste americano: cuentos de comerciantes de pieles, montañeses, pilotos de barcos de vapor, buscadores de oro, jugadores de cartas, pistoleros, soldados de caballería, vaqueros, prostitutas, misionarios, maestras de escuelas locales y colonos. Sólo de vez en cuando se oía la voz de un indio, y la mayoría de las veces era grabada por la pluma de un hombre blanco. El indio era la oscura amenaza de los mitos...” (Introducción, p. 6)

En el primer capítulo el autor ubica una cita de Tecumseh [2], un líder de la tribu de los Shawanee. Es la primera de muchas referencias en el libro en que los líderes indígenas expresan su decepción y tristeza con el trato que reciben de los inmigrantes europeos, su sentido de pérdida y su enojo.

“¿Dónde están hoy los Pequot? ¿Dónde están los Narragansett, los Mohican, los Pokanoket y muchas otras tribus de nuestro pueblo? Se han desvanecido ante la avaricia y la opresión del hombre blanco, como la nieve ante un sol de verano. ¿Nos dejaremos destruir a nuestra vez sin luchar, renunciaremos a nuestros hogares, a nuestra patria que nos legó el Gran Espíritu, a las tumbas de nuestros muertos y a todo lo que nos es querido y sagrado? Sé que llorarás conmigo: "¡Nunca! ¡Nunca!".—TECUMSEH OF THE SHAWNEES (p. 8)

Por todo el libro este tipo de cita se repite. Y nunca se logró una solución que no fuera la rendición total de los sobrevivientes indígenas al poder militar del país. Aunque sea cierto que hubo enfrentamientos entre los inmigrantes civiles y los amerindios, la mayoría de los conflictos resultaban de una política consistente de conquista militar. Las tribus del Medio oeste llamaban “Sharp Knife” al séptimo presidente de los Estados Unidos, Andrew Jackson (1829-1837) debido a su crueldad en sus tratos con los indígenas. Al final fueron confinados en reservas, en las peores tierras, y sin derechos ciudadanos.

Notas finales

 [1]Éstos son ejemplos tomados de su larga lista de referencias:

Bryant, Charles S., and A. B. Murch. A History of the Great Massacre by the Sioux Indians in Minnesota. Cincinnati, 1864.

Campbell, C. E. “Down Among the Red Men.” Kansas State Historical Society, Collections, Vol. XVII, 1928, pp. 623–91.

Historical Society, 1961. Carrington, Frances C. My Army Life and the Fort Phil Kearny Massacre. Philadelphia, Lippincott, 1911. Carrington, H. B. The Indian Question. Boston, 1909.

[2] En el estado de Michigan hay una ciudad nombrada por Tecumseh, localizada en el condado de Lenawee cerca al Río Raisin. Igualmente, el nombre del estado proviene de la tribu de los Mohican.

 

 

El Inicio de la industrialización

Life in the iron mills “(La vida en los molinos de hierro) de Rebecca Harding es una historia ubicada probablemente en el estado de Virginia en la primera mitad del Siglo XIX (publicada originalmente en 1861); se trata de una versión ficticia de las observaciones y las vivencias de la autora en su pueblo de Wheeling donde las fábricas eran un modo de vida. Describe vidas truncadas y arruinadas de los obreros en las compañías de la época antes de que hubiera un mínimo de protección laboral. Es una novela que recuerda a Charles Dickens.

 Este libro se enfoca sobre la destrucción humana que caracterizó a los primeros años de producción capitalista, y pregunta sobre las causas del castigo constante en la vida de los obreros. Tiene ecos de la ética calvinista de salvación espiritual, pero sus aspiraciones para la libertad se centran en la esperada reforma laboral desde instancias gubernamentales. La idea de la responsabilidad individual cede a un reclamo colectivo por la justicia social. La novela termina en una tragedia para el personaje principal que no ha tenido cómo exigir sus derechos dada la inexistencia de un sistema de garantías laborales, y por ende las busca de manera personal e ilegal.

NOTAS  FINALES: Industrialización

[1]      He empleado el artículo de Nasrulla Mambrol como una referencia en estas reflexiones.

  

La Cabaña del Tío Tom

 

La esclavitud como institución histórica

La esclavitud es una de las estructuras laborales más antiguas. En civilizaciones como la persa, la maya, la azteca, la china y la India hay referencias muy arcaicas a ella, vinculadas normalmente a eventos bélicos. La evidencia de esta servidumbre puede encontrarse en el Código de Hammurabi (de la región de la Mesopotamia, elaborado el Siglo 2 AC), el libro de Deuteronomio del Viejo Testamento [1] y en crónicas españolas sobre la civilización Inca, entre otros.  En casi todo el mundo antiguo los esclavos eran una parte del esperado botín de guerra: era normal que los prisioneros fueran a terminar como la mano de obra involuntaria de sus captores. Aristóteles aprobaba el uso de la esclavitud en Atenas, y en Esparta se practicaba una forma de feudalismo (llamado ilotismo) que se asemejaba mucho al esclavismo. Luego, en el Imperio Romano y en toda la historia feudal de Europa, los que tenían los medios para hacerlo seguían practicando la servidumbre involuntaria.

Al final, en el siglo XIX fue abolida en los Estados Unidos en 1863 con el Acto de Manumisión de Abraham Lincoln, y en la mayoría de los estados europeos en 1890 por medio del Acto de la conferencia de Bruselas. En 1948 se aprobó el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que estipula su incoherencia con el principio de los derechos universales de los seres humanos. [2]

Así, que su empleo en las colonias americanas era una continuación de una muy vieja práctica. Lo que la distinguía en las colonias inglesas tal vez eran dos factores:

a) su gran envergadura y su amplia integración con el modelo de explotación agrícola de algodón en las colonias del Sur, y, por otro lado,

b) la aparición en el Norte de grupos e individuos que comenzaron a oponérsele en nombre de una nueva moralidad asociada con la Ilustración europea y convicciones religiosas como las de los cuáqueros. 

En las colonias británicas y en los territorios que se convertirían en los Estados Unidos, la zona se dividía económicamente en el Norte y el Sur. En el Sur, la economía de algodón se basaba en el trabajo de los esclavos, pero el norte iba industrializándose y las granjas agrícolas eran pequeñas, a menudo restringidas al trabajo que realizaban los mismos miembros de la familia dueña de las parcelas. Además, hubo grupos como los cuáqueros que eran enérgicos oponentes al trabajo involuntario. Gradualmente, después de su independencia de Inglaterra, los estados del norte lo fueron prohibiendo; en 1846 New Jersey fue el último estado del norte en erradicarlo. En diciembre de 1865, al final de la Guerra de Secesión, y por medio de la Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, se abolió la esclavitud en todo el país. [3]

En su libro “La Cabaña del Tío Tom”, Harriet Beecher Stowe explora la esclavitud estadounidense en el siglo XIX. Es la historia de varias familias blancas, tanto del Sur como del Norte que tienen opiniones encontradas sobre ella. En algunos casos quienes defienden la práctica, respaldan no sólo el esclavismo sino el derecho al maltrato; a pesar de tener una postura básicamente humanista, el personaje Augustine St. Clare asocia el trato de los esclavistas con aquello que los industrialistas ingleses daban a sus empleados en sus fábricas. Dice que no puede haber una civilización alta sin la sumisión de las clases inferiores. Pero reconocía que en el Sur de los Estados Unidos la deshumanización era peor: según St. Clare, por el solo hecho de convivir con los esclavos como ocurría en las plantaciones, los esclavistas se endurecen moralmente. Dice: “Los capitalistas y aristócratas de Inglaterra no pueden sentir eso como nosotros, porque no se mezclan con la clase que degradan como hacemos nosotros. Están en nuestras casas; son los compañeros de nuestros hijos… (Capítulo 12). Dice que los niños blancos, criados con esclavos, y cuyos compañeros de juego también son esclavos, tienen que aprender a no amarlos.

Los diferentes personajes de raza blanca de Stowe representan posturas enfrentadas con respecto al esclavismo, para señalar algunos:

a) Arthur, Emily Shelby y Augustine St. Clare que son dueños sureños de esclavos, los tratan bien, a pesar de esto, Arthur Shelby vende al esclavo Tom al Sr. Haley, un comerciante cruel,

b) Ophelia St. Clare, la hermana de Augustine, se opone a la esclavitud, aunque rechace el contacto personal con las personas de raza negra hasta encontrarse con la niña Topsy, una esclava que ella decide criar en libertad, 

c) Simón Legree, un malvado amo en una plantación de Luisiana que compra a Tom después de que el Sr. Shelby lo vendió. Es un personaje bárbaro y repugnante, que fomenta la violencia y el odio entre sus esclavos y

d) los cuáqueros, una secta religiosa que no sólo rescata a los esclavos fugitivos, sino que les busca un refugio sustentable en el norte, especialmente en Canadá.

Por otro lado, desde el punto de vista del esclavizado, la autora Stowe ha creado personajes que se preguntan sobre el derecho universal: ¿quién o qué tiene el derecho de ubicar un hombre sobre los demás? Tom es un esclavo de fuertes sentimientos religiosos, fiel, obediente y sin malicias; su esposa es la tía Chloe que queda en la hacienda del Sr. Shelby después que éste la vende a su marido. Eliza se escapa de los cazadores de esclavos fugitivos, saltando por los grandes bloques de hielo en el río Ohio en el invierno.  George, su esposo, huye también y se encuentra con Eliza y el hijo de ambos en el estado libre de Ohio, pero la pareja tiene que seguir hasta Canadá porque los cazadores les persiguen todavía en el norte del país [4]. Topsy es una niña esclava que no conoció a sus padres y ha carecido de las más básicas influencias formativas y culturales hasta que el Sr. St. Clare la compra y le entrega a su hermana para criarla bien.

Además, Stowe pregunta por los efectos psicológicos del esclavismo. Augustine St. Clare, un dueño de esclavos (pero tibio cuestionador de la institución), reconoce el daño que la falta de libertad hace al esclavo, que se embrutece y se deprime en sus más básicas capacidades para pensar y actuar. Pero dice que algo similar les pasa a los dueños. El amo igualmente se degrada porque su posición lo obliga a odiar e infligir dolor en otros seres humanos. Simón Legree, un personaje que en la tradición literaria ha llegado a representar la maldad en su forma más brutal, es el esclavista más bestial de toda la novela. Es el último dueño del Tío Tom, su verdugo y su torturador: toda esta malicia se deriva de su incapacidad de tolerar la fortaleza y la caridad en otro ser humano. Intenta brutalizar a Tom, y convertirlo en algo similar a él mismo, pero no puede. Su único recurso es destrozarlo físicamente. 

El tráfico de esclavos

El tráfico de personas esclavizadas, es decir, la captura, venta, compra y, en general, la comercialización de los seres humanos ha existido tanto como el mismo trabajo involuntario. Nos dice la Enciclopedia Británica:

Las personas esclavizadas fueron tomadas de los eslavos e iraníes desde la antigüedad [y el oficio perduró] hasta el siglo XIX… En los siglos XVII y XVIII, las personas africanas esclavizadas se intercambiaban en el Caribe por melaza, que se convertía en ron en las colonias americanas y se intercambiaba con África por más esclavos.” (Wallenfeldt, 29-2-20249. 

Stowe relata varios escenarios estadounidenses en que ocurría este tipo de comercio, desde una subasta pública hasta ventas privadas. Describe la desesperación de las personas en venta y la total despersonalización de los comerciantes. Describe a uno de estos vendedores por medio de la voz de Augustine St. Clare; dice con gran ironía que este estado de endurecimiento del alma es algo que le puede ocurrir a cualquier persona en aquellos ambientes deshumanizados:

“El comerciante había llegado a esa etapa de perfección … últimamente, en la que había superado por completo todas las debilidades y prejuicios humanos. Su corazón estaba exactamente donde el suyo, señor, y el mío podían ser llevados, con el esfuerzo y el cultivo adecuados. La mirada salvaje de angustia y desesperación absoluta que la mujer le dirigió podría haber perturbado a alguien menos experimentado; Pero [el comerciante de humanos] estaba acostumbrado. Había visto esa misma mirada cientos de veces. Tú también puedes acostumbrarte a esas cosas, amigo mío; y es el gran objeto de los esfuerzos recientes para acostumbrar a ellos, a toda nuestra comunidad del norte, para gloria de la Unión. De modo que el comerciante sólo consideraba la angustia mortal que veía en aquellas facciones oscuras, en aquellas manos apretadas y en aquellas respiraciones sofocantes como incidentes necesarios del oficio, y se limitaba a calcular si iba a gritar y a armar un alboroto en la barca; porque, al igual que otros partidarios de nuestra peculiar institución, decididamente no le gustaba la agitación” (Harriet Beecher Stowe, Capítulo 12).

La conciencia

La conciencia, vista como una elaboración moral de los actos individuales y sociales, es fundamental en la novela de Stowe. Para muchos de sus personajes, se trata de algo relacionado con los dictados de la religión. Para otros los escrúpulos no tienen ningún papel como mediador entre sus opciones y elecciones, ya que su criterio principal es simplemente su propio beneficio económico y personal. Augustine St. Clare, el dueño de esclavos que he mencionado ya, es un hombre que se siente identificado con la Ilustración europea, se da cuenta de esta dicotomía y se permite clasificar la deseabilidad de sus opciones según el momento.  Dice:

“…todo lo que quiero es que las diferentes cosas se guarden en diferentes cajas. Todo el armazón de la sociedad, tanto en Europa como en América, se compone de varias cosas que no resistirán el escrutinio de ninguna norma ideal de moralidad. Generalmente se entiende que los hombres no aspiran al derecho absoluto, sino sólo a hacerlo tan bien como el resto del mundo. Ahora bien, cuando alguien habla … y dice que la esclavitud es necesaria para nosotros, que no podemos vivir sin ella, que seríamos mendigos si renunciamos a ella, y, por supuesto, que tenemos la intención de aferrarnos a ella: este es un lenguaje fuerte, claro, bien definido; tiene la respetabilidad de la verdad; y, si podemos juzgar por su práctica, la mayor parte del mundo nos dará la razón…” (Harriet Beecher Stowe, Capítulo 16).

Tom, el esclavo y personaje central de la novela, en cambio, actúa tanto en base a sus ideas religiosas como sobre el sustento de un profundo sentido de empatía: siente el dolor ajeno y la necesidad de proteger a las personas de su entorno. Al final de la novela, cuando dos esclavas, propiedad de Simón Legree, llamadas Emmeline y Cassy, organizan un complejo plan de escape, Tom les apoya al grado de perder la vida. En la primera etapa de su evasión se esconden, y Tom sabe dónde están. Legree, dándose cuenta que Tom tiene esta información, le exige que revele lo que sabe, y Tom se rehúsa hacerlo. Lo hace para proteger a las que intentan escapar, un sentimiento de solidaridad y profunda afinidad y compasión.

Reflexiones finales sobre esta novela

Harriet Beecher Stowe escribió su novela en el Siglo XIX, antes de la guerra de Secesión cuando la esclavitud era todavía legal en el Sur de los Estados Unidos. Su narración no sólo es una profunda crítica de esta institución desde un punto de vista humanista, basada en su efecto sobre las vidas íntimas de los personajes, sino constituye una herramienta para entender el racismo y el vasallaje de hoy en día. Sus protagonistas debaten la moralidad y la utilidad de una economía basada en la sujeción de una gran parte de la población, y en estas conversaciones nos describen un sistema que se opone radicalmente a la Constitución del mismo país donde viven, que se ratificó el 29 de mayo de 1790.

En su retrato, el esclavismo se revela como un sistema sumamente rentable económicamente, que destroza a casi todos los humanos que viven en él. La única salvación para los sometidos es intentar evadir a sus dueños. Y éstos, conviviendo con los efectos de su propia inhumanidad, se fragmentan y se quiebran también en su capacidad de amar y convivir.

Al final de la historia, algunos de los esclavos, ya libres, se van para Liberia, en un intento de buscar su identidad y libertad en algo que imaginan como su madre-tierra. En una publicación en línea de National Geographic se puede leer:

“El 6 de febrero de 1820, el primer grupo de personas anteriormente esclavizadas en los Estados Unidos que se reasentó en África partió de Nueva York. Se había establecido una organización llamada Sociedad Americana de Colonización, con fondos del Congreso, para devolverlas a la colonia estadounidense de Liberia, en África Occidental…. La gente creía que los afroamericanos experimentarían una mayor libertad y oportunidades "de regreso" en África. Sin embargo, hubo problemas. Aunque eran de ascendencia africana, muchas de estas personas recién liberadas … estaban acostumbradas [al estilo de vida estadounidense], que tenía poco en común con las comunidades liberianas…. De los nacidos en África, pocos tenían recuerdos de sus diversos pueblos y de la tierra de la que fueron arrebatados. Aun así, es probable que Liberia no fuera su hogar ancestral….   A pesar de ello, en las décadas siguientes, miles de personas anteriormente esclavizadas [decidieron ir] a Liberia. En 1847, se convirtió en la primera colonia africana en ganar independencia como nación” (Editores 2, s/f).

Es una ironía que estas personas, buscando libertad y arraigo, se convirtieran en colonos en una tierra que no era suya. Las personas desplazadas por su llegada los atacaban, después de todo esta tierra no era suya. Además, los recién llegados sufrían de enfermedades, hambre, y del clima. Sin embargo, muchos sobrevivieron y se quedaron. En los Estados Unidos, la mayoría de las personas liberadas rechazaron la idea de regresar a África. Habían vivido en Estados Unidos durante generaciones. Deseaban su libertad e igualdad en sus derechos. Frederick Douglass [5] era uno de los oponentes más visibles del movimiento.

NOTAS FINALES: La cabaña del Tío Tom

[1]      En el Viejo Testamento se cuenta como a veces los israelitas eran vendidos como siervos a otros israelitas (Dt 1512,NTV). Pero luego de siete años, estas personas tenían no sólo el derecho a ser liberadas, sino también recibir alguna recompensa por el trabajo hecho. La captura y uso de enemigos de guerra era prohibido en el Viejo Testamento. 

[2]         En una publicación de Wikipedia (Wikipedia, s/f 2) hay una línea de tiempo que refiere a la lenta manumisión de los esclavos, desde que Solón liberó a los sojuzgados atenienses en el Siglo IV a.C hasta el acta de las Naciones Unidas en el Siglo XX de nuestra era. Trato esto en las Reflexiones Finales de este libro.

[3]       “En 1789, cinco de los estados del norte habían adoptado políticas para abolir la esclavitud, al menos, poco a poco: Pensilvania (1780), Nuevo Hampshire y Massachusetts (1783), Connecticut y Rhode Island (1784). Vermont abolió la esclavitud en 1777, cuando todavía era independiente, y cuando se unió a los Estados Unidos como el estado número 14 en 1791 fue el primer estado a unirse sin esclavitud. Por lo tanto, estas jurisdicciones estatales promulgaron las primeras leyes de abolición en todo el "Nuevo Mundo"…. [Con respecto a los nuevos territorios en el Norte] Ohio (1803), Indiana (1816), Illinois (1818), Míchigan (1837), Iowa (1846), Wisconsin (1848), y Minnesota (1858) - eran todos estados libres. (Wikipedia, (s/f 1)

[4]   “La Acta del Esclavo Fugitivo (The Fugitive Slave Act) de 1850 fue aprobada por el congreso de los Estados Unidos el 18 de septiembre de 1850. Extendió el alcance de la institución de la esclavitud hasta los estados del norte, afirmando que se podría recapturar a los refugiados de la esclavitud que vivían allí y devolverlos a la sumisión. El acto motivó a miles de buscadores de libertad a refugiarse en Canadá. El acta fue derogada el 28 de junio de 1864” (Henry-Dixon, Natasha (1-6-2021). Fugitive Slave Act of 1850.  Canadian Encyclopedia. Disponible en: https://www.thecanadianencyclopedia.ca/en/article/fugitive-slave-act-of-1850). 

[5]   “Frederick Douglass (nacido en febrero de 1818 en el condado de Talbot, Maryland, Estados Unidos - fallecido el 20 de febrero de 1895 en Washington, D.C.) fue un abolicionista afroamericano, orador, editor de periódicos y escritor” (Trent, 4 de marzo, 2024). Hablo en más detalle de Douglass en las “Reflexiones finales” de este libro.


 

La Guerra Civil

El principal objetivo de la guerra civil para el Norte era la restitución de la “Unión”, o las fronteras conocidas anteriormente de los Estados Unidos. Esto implicaba también la pertinencia de los territorios del Oeste que estaban en el proceso de conquista, o que estaban ya incorporados en el país, porque Texas declaró su adhesión a los Estados Confederados el 2 de marzo de 1861. Debajo de la cuestión de la fractura de los Estados Unidos en dos países, estaba la de la legalidad de la esclavitud; para casi todo el mundo del Norte la abolición de la esclavitud era el principal objetivo de la guerra. [4] El 1ero de enero de 1863 Lincoln emitió la “Proclamación de Emancipación”, que declaraba libres a todos los esclavos de los estados rebeldes, y esto refería a más de 3,5 millones de personas que carecían de libertad.

Hay varios nombres que se usan para referir a la Guerra Civil estadounidense: era una Guerra entre la “Unión” (o el “Norte”) y la “Confederación” (o el “Sur”). Desde hace mucho tiempo hubo controversia sobre la moralidad de la servidumbre involuntaria en el país, y he venido describiéndola, sobre todo en mi reseña del libro “La Cabaña del Tío Tom”. En 1860 Abraham Lincoln, un conocido opositor a la esclavitud, fue elegido presidente del país. En respuesta, siete estados del Sur se separaron de la Unión, formando así un nuevo país, la Confederación, bajo la presidencia de Jefferson Davis. En 1861 el ejército de esta nueva entidad política tomó a Fort Sumter en el puerto de Charleston en Carolina del Sur, dando así motivos a los estados del Norte a responder militarmente.

Hay muchísimos temas relacionados con la Guerra Civil en los Estados Unidos (1861 – 1865). Primero, era una Guerra entre hermanos y hay notables evidencias de fortuitos contactos amistosos entre soldados del Norte y el Sur. Segundo, era una guerra basada en posturas morales, sobre todo con respecto a la actitud de cada quien en relación a la esclavitud, aunque hubo, además, soldados que se veían envueltos en la lucha por otras razones, por ejemplo, ideas de gloria militar, o la simple defensa de su propio hogar. Sobre todo, en el Sur se sentía la importancia de una defensa territorial. A pesar del reconocimiento de la humanidad compartida entre las bandas, en el Norte se empleaba la estrategia de destrucción total de las tierras enemigas.

Con respecto a la esencial hermandad entre los soldados, hay varios ejemplos en la literatura. Por ejemplo, en La Insignia Roja del Valor” (“Red Badge of Courage”) de Stephen Crane (1871/1-6-2022),  el personaje principal, “El Joven”, un soldado de la “Unión” tiene un breve contacto con otro joven del sur, en una conversación a ciegas sin verse la cara, cada uno en su propio banco de un riachuelo. El sureño le dice, “Yank [1]… eres un buen muchacho.” Y el autor sigue: “Este sentimiento, flotando hacia el joven sobre el aire quieto, le hizo lamentar la guerra.” (Capítulo 1). Este joven no se ha ido a pelear por una causa; más bien tiene la cabeza llena de ideas de héroes antiguos y quiere formar parte de una aventura.

Las estrategias de guerra

El General Robert E. Lee fue la máxima autoridad militar para el ejército del Sur. En su juventud fue entrenado en la Academia Militar de los Estados Unidos y peleó como estadounidense en la guerra con México, terminando con el rango de coronel. En 1861, con el inicio de la formación de los Estados Confederados, cuando ya siete estados se habían separado de la Unión, Abraham Lincoln le ofreció el comando del ejército norteño a Lee, pero éste lo rechazo. Ya los Confederados estaban bombardeando a Fort Sumter, y Lee proclamó que sólo volvería a portar armas si fuera en la defensa de su estado natal. Unas semanas después fue declarado general del ejército de la Confederación.

El general del ejército del norte, William Tecumseh Sherman, empleó una estrategia de “tierra quemada” sobre la infraestructura del Sur, sobre todo en la “Marcha de Sherman”, destruyendo objetivos militares, las vías, los puentes, las viviendas, las siembras, las líneas de los trenes y demás estructuras del sur. Él y el General Ulysses S. Grant, pensaron que una manera de “romper el Sur” sería no depender de líneas de abastecimiento para sus tropas, sino más bien, “vivir de la tierra”, es decir, recoger de las haciendas y granjas del enemigo la comida y otros bienes que sus soldados iban a necesitar. Liberaron a los esclavos que ellos encontraban, pero los obligó a pelear con los soldados norteños, muchos lo hicieron con entusiasmo (Trudeau, 2008).

La guerra terminó con la rendición de Lee en el pueblo de Appomattox. Al fin las estadísticas eran brutales, hubo una pérdida estimada de 752.000 soldados; esto sería 2,5% de la población de ese entonces, y la Oficina de Militares Perdidos en Acción reportaron que había 68,162 soldados sin identificar en el lapso comprendido entre 1865 y 1868 (Estos números no incluyen las muertes civiles (Editores 4. s/f).

El presidente Abraham Lincoln fue asesinado el 14 de abril de 1865 en Washington DC., [2] cinco días después de que Robert E. Lee y Ulysses D. Grant firmaron la rendición del Sur. Hablamos más de esta pérdida en el siguiente capítulo sobre el libro de Susan Sontag. En el Norte, Lincoln fue considerado como un mártir y un héroe. Su asesinato dejó una huella imborrable en la historia del país. Millones de personas acompañaron su procesión fúnebre en tren desde Washington hasta Springfield, Illinois, donde su esposa, Mary Todd Lincoln, quería edificar su tumba.

Es una muerte que marcó la memoria del país y quedó registrada de múltiples maneras en la literatura. Barrett y Miller (2005) han coleccionado poemas sobre esta pérdida. Walt Whitman escribió el poema "O Captain! My Captain!" (s/f /1891) para honrar al presidente, y recoge el duelo generalizado que se sentía en el Norte. [3 -para una traducción del poema]

 

O Captain! My Captain!

WALT WHITMAN

O Captain! my Captain! our fearful trip is done,

The ship has weather’d every rack, the prize we sought is won,

The port is near, the bells I hear, the people all exulting,

While follow eyes the steady keel, the vessel grim and daring;

                         But O heart! heart! heart!

                            O the bleeding drops of red,

                               Where on the deck my Captain lies,

                                  Fallen cold and dead.

O Captain! my Captain! rise up and hear the bells;

Rise up—for you the flag is flung—for you the bugle trills,

For you bouquets and ribbon’d wreaths—for you the shores a-crowding,

For you they call, the swaying mass, their eager faces turning;

                         Here Captain! dear father!

                            This arm beneath your head!

                               It is some dream that on the deck,

                                 You’ve fallen cold and dead.

My Captain does not answer, his lips are pale and still,

My father does not feel my arm, he has no pulse nor will,

The ship is anchor’d safe and sound, its voyage closed and done,

From fearful trip the victor ship comes in with object won;

                         Exult O shores, and ring O bells!

                            But I with mournful tread,

                               Walk the deck my Captain lies,

                                  Fallen cold and dead.

 

Al final de la guerra, Lincoln había perdonado judicialmente a todos los soldados de la Confederación, y éstos pudieron volver a casa sin más restricciones. Hubo intentos, en el proceso de la Reconstrucción bajo los presidentes Andrew Johnson y Ulysses S. Grant para igualar a los Blancos y los Negros en sus derechos civiles, pero estos fueron recibidos con hostilidad por parte de los Blancos de la región. Se inició la Reconstrucción para reparar al Sur que había quedado casi totalmente destruido, y supervisar el otorgamiento de sus derechos civiles a los esclavos liberados.

Margaret Mitchell (1936) escribió una novela llamada “Lo que el viento se llevó” (Gone with the Wind) sobre los tiempos previos y posteriores de la Guerra Civil. La obra, es algo sensiblera y melindre, pero, a pesar del romanticismo, narra los efectos íntimos de la Guerra sobre la población y su vida en los años posteriores. Retrata gráficamente la destrucción del Sur, el libro es expresivo y pormenorizado. Sobre todo, demuestra la vida lujosa y despreocupada de los dueños de las haciendas en los tiempos “antebellum”, cuando estos fueron atendidos por sus esclavos, y luego describe como su mundo se derrumbó durante la guerra y después de ésta. Su representación de los esclavos como contentos y leales dista de la realidad de estos tiempos.

Mitchell describe como su personaje principal, Scarlet O’hara, confronta los cambios. Ha sido una niña mimada y rica, pero de repente después de la guerra regresa a su antigua mansión, Tara, y encuentra que, aunque el ejército estadounidense no se la había quemado como hizo con las casas de sus vecinos, la situación era sombría. Su madre había muerto, y su padre había sucumbido por el dolor de sus pérdidas. Sus hermanas estaban enfermas, y los esclavos del campo se habían ido. No quedaba nada del algodón y no había comida. Scarlet comenzó a trabajar en el campo y hacer las tareas que antes hacían los esclavos. Así comienza una larga lucha por la supervivencia. Poco a poco la situación de la familia mejora, pero el resentimiento era grande y la mayoría de los personajes masculinos eran miembros del Ku Klux Klan.

La reacción en el Sur a la Reconstrucción fue hostil. El Ku Klux Klan del siglo XIX fue organizado originalmente como un club social por veteranos confederados. La organización se convirtió rápidamente en un medio para la resistencia clandestina a la igualdad racial por parte de los blancos sureños. Los miembros del Klan buscaban la restauración de la supremacía blanca a través de la intimidación y la violencia. Disfrazados con sábanas para evitar que las tropas federales de ocupación los identificaran, los miembros del Klan azotaron y mataron a los negros liberados y a sus partidarios blancos en redadas nocturnas (Editores 1, 22-3-2024).

La Decimocuarta Enmienda, aprobada en 1870, obligaba a los estados a proteger la igualdad de derechos de las personas sin señalar excepciones en base a su raza. Sin embargo, cuando Rutherford B. Hayes llegó a la presidencia en 1876 puso límites a la liberación total del Sur. Retiró las tropas federales que quedaban, y firmó el Compromiso de 1877 que permitía a las legislaturas sureñas (cuyos miembros eran todos hombres blancos) la potestad para discriminar a la población negra. Esto permitía el inicio de políticas de segregación y represión en la forma de los actos “JimCrow” [5].

 

 

Notas finales.

[1] “Yank” era un término usado durante la Guerra Civil por los sureños para describir a la gente del Norte.

[2] Lincoln murió un día después, el 15 de abril, 1865.

[3] Esta es una traducción literal del poema de Whitman:

¡Oh capitán! ¡Mi Capitán! nuestro viaje temeroso ha terminado,

El barco ha resistido todos los estantes, el premio que buscábamos se ha ganado,

El puerto está cerca, oigo las campanas, toda la gente se regocija,

Mientras siguen los ojos la quilla firme, el navío sombrío y atrevido;

Pero, ¡oh corazón! ¡corazón! ¡corazón!

Oh las gotas sangrantes de rojo,

Allí donde en la cubierta yace mi capitán,

Caído frío y muerto.

¡Oh capitán! ¡Mi Capitán! levántate y oye las campanas;

Levántate, para ti se iza la bandera, para ti suena el clarín,

Para ti ramos de flores y guirnaldas de cintas, para ti las orillas abarrotadas,

A ti te llaman, la masa que se balancea, sus rostros ansiosos que se vuelven;

¡Aquí, capitán! ¡Querido Padre!

¡Este brazo debajo de tu cabeza!

Es sólo un sueño que en la cubierta,

Te has quedado frío y muerto.

Mi Capitán no responde, sus labios están pálidos y quietos,

Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,

El barco está anclado sano y salvo, su viaje se ha cerrado y terminado,

De un viaje temeroso llega la nave vencedora con el objeto ganado;

¡Alégrense, oh orillas, y toquen campanas!

Pero yo, con paso triste,

Camina por la cubierta, miente yace mi capitán,

Caído, frío y muerto.

 

[4] Fragmento del final del himno casi oficial del Norte (Battle Hymn of  the Republic) de Julia Ward Howe:

ln the beauty of the lilies Christ was born across the sea,

With a glory in His bosom that transfigures you and me:

As He died to make men holy, let us die to make men free,

While God is marching on

Traducción

En la hermosura de las lilias, nació Cristo al otro lado del mar,

Con la belleza en su corazón que nos transforma a nosotros,

El murió para hacer sagrados a los hombres, moriremos para liberarlos

Mientras Diós sigue en su marcha”

[5] Las leyes “JimCrow” se iniciaron en el sur después de 1877 con el gobierno del presidente Rutherford B. Hayes. Hicieron posible la segregación racial bajo el principio de “separados pero iguales”, aunque los blancos recibieron mejores instalaciones. Los lugares designados como “sólo para blancos” siempre eran mejores. Se segregó las escuelas, el transporte público, los teatros, hoteles y otros lugares de uso público. Esta discriminación seguía hasta la década 70 del Siglo XX.

 

 

                                                             “En América”, Susan Sontag

 

See my children, resolute children,

By those swarms upon our rear we must never yield or falter,

Ages back in ghostly millions frowning there behind us urging,

Pioneers! O pioneers!

 

On and on the compact ranks,

With accessions ever waiting, with the places of the dead quickly
fill'd,

Through the battle, through defeat, moving yet and never stopping,

Pioneers! O pioneers!

 

O to die advancing on!

Are there some of us to droop and die? has the hour come?

Then upon the march we fittest die, soon and sure the gap is fill'd,

Pioneers! O pioneers!

 

All the pulses of the world,

Falling in they beat for us, with the Western movement beat,

Holding single or together, steady moving to the front, all for us,

Pioneers! O pioneers!

 

Un fragmento de ¡O! Pioneros, de Walt Whitman

 

“En América” de Susan Sontag es una novela que retrata la llegada de unos migrantes europeos al Oeste al final del Siglo XIX. La autora recorre la vida de una actriz polaca -y luego estadounidense-, Helena Modjeska, la cual aparece en el libro como Maryna Zalewska. Sontag habla en varias voces, entre ellas la suya propia. Comienza describiendo una reunión social, como si la autora fuera un personaje más; mira a sus protagonistas, y así conociéndolos, los presenta, uno por uno a nosotros, los lectores, como si fueran amistades que acaba de encontrar.

Luego, además de la voz de la autora, aparecen las de sus personalidades; ellas hablan a veces por sí mismas, en ocasiones lo hacen por un capítulo entero. El resultado es como la visión pixelada de una abeja, toda enfocada sobre una sola y compleja personalidad, Maryna Zalewska. Ella es el centro de todo, de la vida de sus familiares, amistades y aduladores del teatro. Tiene la vanidad de una estrella que Sontag usa para crear otros personajes, todos reflejados en el farol que emana de la actriz, y que representan muchas otras cosas. Este ojo diverso captura tan bien el movimiento, que los lectores vemos no sólo las vidas polacas y americanas de los personajes, vemos también cómo las culturas se mueven; son cambiantes pero resilientes en dos continentes.

Todo ocurre cuando en un momento preciso, al final del Siglo XIX, en la política polaca se asomaba una remota fantasía de independencia política para su país (que no iba a realizarse sino después de la Primera Guerra Mundial), y simultáneamente, cuando los estadounidenses comenzaban a construir su propia y multifacética visión del mundo, luego de la conquista del Oeste. Esas culturas conducen a los destinos de los personajes. Ellos -bajo la insistencia de Maryna- deciden mudarse a los Estados Unidos, todos juntos, a formar una comuna utópica. Había leído a Charles Fourier, autor de varios libros sobre las asociaciones comunales de productores, y todos querían creer en un mundo mejor. Así se trasladan a California, cargando sus personalidades a cuestas, y estas personas, antes miembros de la clase media-alta e intelectual europea, empiezan a limpiar maleza, sembrar, ordeñar, cocinar, lavar platos y llevar la contabilidad de una organización agrícola. Después de algunos años pierden interés y los miembros comienzan poco a poco a irse. Maryna vuelve al teatro, pero ya es estadounidense, y se convierte en una actriz conocida y muy apreciada. Este libro es de interés para nuestras reflexiones sobre el Siglo XIX en los Estados Unidos porque representa algunas de las personas que tomaron parte en la migración al Oeste.

Sontag usa abundantes citas de autores conocidos -Shakespeare, Ibsen, Dumas, Corneille, entre otros-, haciendo que sus personajes reciten trozos de obras teatrales en momentos claves de sus propias vidas. Los personajes que acompañan a Maryna aparecen usualmente con sus nombres verdaderos.

El último capítulo es tal vez el mejor de todo el libro. En él hay un monólogo en la voz de Edwin Thomas Booth, el famoso actor shakespeariano de aquel tiempo, quien Sontag ha puesto a veces en el escenario teatral junto con Maryna. Edwin Thomas fue, además, en la vida real, hermano de John Wilkes Booth, el asesino del presidente Abraham Lincoln en 1865. En este capítulo final de su novela, Sontag ubica a Edwin Thomas en el vestidor de Maryna, donde pronuncia un monólogo mientras se torna más y más ebrio. Edwin va mezclando los parlamentos de sus protagonistas con sus propios duelos. Llora tanto por la muerte de Lincoln (Edwin era abolicionista del norte), como por la de su hermano (un sureño que apoyaba los estados confederados). Llora por el país entero. A pesar de la separación de siglos entre los personajes teatrales que interpreta, y la historia en que a él le ha tocado vivir, hace que ellos hablen en nombre de aquella nueva nación, por ejemplo: “Shylock tiene dolor y por esta razón es muy … combustible…

En otro momento ofrece algunas apreciaciones sobre el carácter de Hamlet que son tan acertadas que asombran al lector:

"Hamlet me recuerda algo de mi vida. Tal vez porque Hamlet es actor, Sí, Marína [1], eso es todo lo que es, está actuando. Parece ser una cosa, y debajo de esa apariencia, ¿qué hay? Nada. Nada. Nada. La camisa negra azabache que usa en la segunda escena. Ese duelo tenaz y vistoso por su padre. ‘El padre de todos muere’, como le recuerda Gertrudis, y ella tiene razón. ¿Qué tiene de particular para ti? Y Hamlet aúlla, está aullando, ¿Ud. conoce la palabra ‘parece’, señora? ¡No, es así! Yo no conozco a 'parece'. Pero, sí, él conoce a 'parece'. No sabe de nada más. Ese es su problema. Hamlet daría cualquier cosa, cualquier cosa, por no ser actor, pero está condenado a ello. ¡Condenado a ser actor! Está esperando abrirse paso entre la apariencia y la actuación, y sólo ‘ser’, pero no hay nada al otro lado de la apariencia...”

Edwin también “parece” a sus personajes. América también “parecía”. Era el resultado de muchas culturas que querían volverse coherentes. Acaba de salir de una guerra de secesión y otra de conquista con México, ha sido esclavista, ha destrozado a los habitantes originarios de su territorio, y a la vez, y de manera discordante, constituía comunes para promover la justicia social, y hablaba de democracia.

Sontag ofrece un comentario generoso y abarcador sobre los efectos que tienen las sociedades en las personas. Tanto en Polonia como en los Estados Unidos se hablaba de manera idealista pero impráctica sobre la libertad. Con gran éxito la Maryna americana lleva su propia compañía teatral a los pueblos y ciudades estadounidenses. Desde entonces entendemos que son las voces que Maryna entona en personajes como Desdémona [1], Ofelia [2], Lady Anne Neville [3] y Porcia [4]que interpretan los temas vitales de la vida, como la felicidad, la libertad, la justicia, la misericordia y aun el amor.

 

NOTAS FINALES: En América

[1]       Desdémona: Personaje femenino en la obra Otelo

[2]       Ofelia: Personaje femenino en la obra Hamlet

[3]     Lady Anne Neville: Personaje femenino en la obra Ricardo III

[4]     Porcia: Personaje femenino en la obra El Mercader de Venecia

 

   

Reflexiones finales

He venido diciendo en estas páginas que los conflictos del país, y las soluciones del Siglo XIX crearon una cultura de base para los próximos siglos en los Estados Unidos de América. Es necesario entender estas bases para comprender los conflictos de la actualidad.

Un tema que he venido desarrollando tiene que ver con conflictos ideológicos y económicos. Las aspiraciones que la Ilustración dejó para una vida más racional y humanista colisionaron con las realidades impuestas por una economía represiva y de rápida expansión. Ésta es la contienda y la herencia que el Siglo XIX dejó para los siglos venideros. La historia viene con muchos hilos paralelos, algunos son aspectos culturales que promuevan la felicidad y el bienestar humano y otros las inhiben. Los ideales de la ilustración, y sus reflexiones sobre la posibilidad de libertad y felicidad chocaban todo el tiempo con una cultura de larga data en que la violencia era el instrumento más empleado tanto para producir riqueza, como para resolver conflictos.  

La Ilustración no se quedó sólo con examinar el mundo físico y las posibilidades de la razón. También dio luz a nuevas teorías sobre la mente y la ética. John Locke (1690/2013) consideraba que, al nacer, la mente era una tabula rasa, una hoja en blanco que se llena después con la educación y las experiencias de la vida. Así, las personas, según él, no nacían con maldad e imperfección. Esta perspectiva chocaba con la idea de Thomas Hobbes, cuyos planteamientos eran más cercanos a la visión cristiana del medievo que consideraba que el ser humano primeramente era agresivo y nacido del pecado. Este ser requería siempre una instancia de poder total para mantener el orden.

La coincidencia conflictiva de estas dos visiones del mundo expresaba anhelos distintos. Por un lado, estaba la idea de la creación de un mundo mejor, y por el otro estaba la de la obligación de los poderosos de usar su autoridad y su capacidad de castigo para promover la prosperidad de los poderosos, la norma y la disciplina. Esta dicotomía corre por todos los fenómenos que hemos revisado desde la esclavitud hasta la toma violenta de los territorios del nuevo mundo.

La abolición de la esclavitud

Esto nos remite a la abolición final de la esclavitud. He venido describiendo esta institución, pero todavía hace falta en estas últimas reflexiones darle un contexto histórico a su abolición. El trabajo involuntario ha existido siempre, evidenciado desde los más tempranos documentos históricos. Ha sido, definitivamente, parte de la mala conciencia humana, pero al mismo tiempo se trata de una estructura económica que, una vez establecida, parecía imprescindible.

Hubo tres clases principales de esta servidumbre:

1.      -La primera era el resultado de deudas: cuando una persona carecía de la capacidad para cancelar una obligación a otra, podría ser forzada por su acreedor a trabajar hasta cancelar el valor del compromiso, pero esta obligación terminaba con el pago.

2.      -La segunda consistía en el vasallaje de los siervos, es decir, los campesinos no-libres que, a diferencia de los esclavos, no podrían ser vendidos sino junto con la tierra a la que estaban "adheridos".

3.      -Un tercer tipo de servidumbre consistía en la sumisión total de personas consideradas como la “propiedad” de otro; normalmente estas personas pertenecían a una nacionalidad (o reino), clase o una raza distinta a la de sus dueños, y con frecuencia se les calificaban como una parte esperada del botín de una guerra o del comercio de humanos de un país o continente a otro.

Los primeros dos tipos de servidumbre han sido abolidos esporádica y temporalmente en la historia, sobre todo cuando los siervos y sus dueños han compartido la misma identidad cultural o ciudadanía. Las leyes de Solón en Atenas, las de Roma en su época republicana, o las limitaciones impuestas en el Viejo Testamento en el Libro de Deuteronomio regulaban estos tipos de servidumbre. “Así, las reformas romanas protegían a los ciudadanos romanos, las reformas atenienses protegían a los ciudadanos atenienses, y las reglas del Deuteronomio garantizaban la libertad a un hebreo después de una duración fija de servidumbre)” (Editores 1, s/f), pero cuando el siervo era de otra nacionalidad o raza, no hubo este tipo de protección. De este modo, cuando Solón liberó a los esclavos en Atenas, sólo liberó a los atenienses y no los tracios, o los escitas, los capadocios, u otros que podrían haber tenido orígenes extranjeros.

La liberación de los esclavos considerados como “propiedad” tuvo que demorar mucho, pero siempre ha habido un sentimiento de culpa colectivo en el mundo al respecto. Hubo varios intentos históricos para eliminar el comercio de esclavos, pero la primera liberación a nivel nacional de todas las personas esclavizadas fue cuando Louis X de Francia publicó un decreto aboliendo toda la esclavitud en su país en el año 1315. Este decreto redujo la servidumbre involuntaria en Francia, pero no la eliminó completamente, ni siquiera dentro de las fronteras del país. La abolición total no ocurrió en Francia hasta en 1848, cinco siglos después. El papa Pablo III prohibió la esclavitud de los indígenas en los territorios americanos en 1537 y el rey Sebastián de Portugal hizo lo mismo para los territorios portugueses en 1570. En 1772 se declaró la “inexistencia” de la esclavitud en Inglaterra y Gales. Algunas de las fechas de la abolición de la esclavitud de africanos en América Latina son: Ecuador en 1851, Argentina en 1853, Venezuela y Perú en 1854. En 1865 todas las formas de esclavitud (excepto para castigar algunos crímenes) fueron abolidas en los Estado Unidos con la Decimotercera Enmienda a la Constitución,  sin embargo, sólo 30 de los 36 estados votaron a favor de ella. No fue sino con la Convención sobre la Esclavitud de 1926 que este sistema de trabajo forzado fue abolido (en un sentido más formal que práctico) a nivel mundial por los estados miembros de la Sociedad de Naciones, pero, aun así, todavía existen casos de servidumbre involuntaria. (La mayoría de los datos en este párrafo provienen de “Editores 1, s/f)

Esta larga colección de fechas revela algo importante: en la historia del mundo la abolición de los esclavos es un logro muy reciente y hay muchas personas en el mundo cuyos bisabuelos no nacieron libres. Para los Estados Unidos, asumiendo una expectativa de vida de 50 años promedio en el Siglo XIX, estamos hablando de sólo un poco menos de cinco generaciones, dos de los cuales tendrían más de 60 años. La novedad de este logro deja todavía grietas por donde pasan los complejos tejidos de la memoria social, y ellos sostienen, paradójicamente, tanto el deseo para un mundo racional y humanista, como la añoranza entre algunos grupos para los tiempos en que un ser humano podría ser dueño de otros. (Está claro, en estas añoranzas, el soñador se imagina como el dueño y no como el esclavo.) Mississippi es un ejemplo de esta remembranza: resistió casi un siglo y medio, y sólo ratificó oficialmente la Decimotercera Enmienda a la Constitución en 2013 (Editores 1, s/f). Hoy en día esta nostalgia se expresa como racismo y exclusión social.

 

 

Violencia social

Hay otro resquicio que tiene que ser examinado: la violencia social y el apego emocional que tienen ciertos sectores a la posesión y uso de las armas de fuego. He referido la descripción que hizo James Fenimore Cooper en “La Frontera” de varios incidentes en que los personajes dispararon sus armas por el puro placer de la acción, o en deportes o en situaciones similares a la cacería. El uso de armas de todo tipo en el deporte también es viejo. La esgrima, competencias con arco y flecha, hasta las artes marciales, tienen historias largas. También la cacería de ciervos, pájaros, zorros, conejos, y hasta tigres y leones es una actividad que, si una vez estaba relacionada sólo con la búsqueda de alimentos y protección; desde hace miles de años se convirtió también en una actividad deportiva.  

Pero la cultura de las armas sobrepasa los deportes. En la sociedad antigua, las armas eran diseñadas para propósitos específicos. Había lanzas, arcos, hondas, espadas, catapultas, y diferentes formas de protección en el caso de armas de guerra. Los soldados tenían las armas más letales y pesadas, mientras los campesinos tenían armas livianas que eran diseñadas para la cacería y la defensa personal a pequeña escala. Con el comienzo del uso de la pólvora y las armas de fuego, era común que cualquier campesino en las Américas tuviera su rifle y su revolver. En estas reflexiones no pretendo hacer una historia exhaustiva del desarrollo de las armas; me interesa reflexionar más bien sobre cómo en el Siglo XIX se convertía en norma informal que las personas no-esclavas fuesen a “andar armadas” como una manera de ser.

 Pero hubo reacciones, casi desde el comienzo de la colonización inglesa. De nuevo se hace evidente la contradicción entre la falsa libertad, que en este caso da la posesión de un arma personal, y un mundo racional gobernado en nombre de la felicidad humana. Hubo decenas de leyes y regulaciones locales para limitar el acceso y uso de armas de fuego, lo que demuestra no sólo el afán en la población de tener acceso a ellos, sino el relativo éxito de los esfuerzos para controlarlos.   Spitzer explica como hubo:

“...restricciones sobre el porte de armas... eran comunes en los territorios del Oeste en el siglo diecinueve, aun en el “Oeste Salvaje”. ... Expresiones axiomáticas tales como 'las armas que ganaron el Oeste’... (son) exageradas.... Estas caracterizaciones ignoran el papel central de agricultores, ganaderos, mineros, comerciantes, hombres de negocios y otros labradores de las llanuras occidentales. La ‘domesticación’ del Oeste fue, de hecho, un movimiento agrícola y comercial, atribuible principalmente a los ganaderos y agricultores, a los vaqueros que no blandían armas. De hecho, el revolver de seis balas y el rifle desempeñaron un papel relativamente menor en las actividades de estos grupos, incluso los vaqueros” (Spitizer, 2017, p. 12).

Aun en los pueblos violentos tales como Abilene, Caldwell Dodge City, Ellsworth y Wichita la tolerancia para conductas violentas terminó pronto. La mayoría de las muertes tenían que ver con las luchas contra las tribus que no aceptaban dócilmente el desplazamiento que el ejército les imponía de sus tierras ancestrales.

La Migración

Otro tema, la migración masiva en el Siglo XIX desde Europa, abre muchos temas de reflexión. La primera, y tal vez la más grande es: a fin de cuentas ¿qué es la cultura estadounidense? Ha sido llamado una “craza” para mezclar culturas y razas, pero ésta es una metáfora para una sociedad que puede llegar a ser homogénea, en que los diferentes elementos se funden en una sola cosa.

Aun si la mezcla no es total, podría sugerir una amalgama pacífica y armoniosa. Entonces podemos hablar del multiculturalismo, o un caleidoscopio donde los componentes de la mezcla quedan visibles y forman parte de un diseño total, identificables con sus propias cualidades. Esta segunda metáfora refiere a una proyección cultural donde hay vecindades distinguibles, a veces bilingües, como “la pequeña Italia”, “el barrio chino” o los vastos campos sembrados de tulipanes en Holland, Michigan.  Dice al respecto Barton en el resumen de su seminario, “Becoming American: Immigration and Assimilation in Late 19th Century America”:

Pensemos en los criollos del Sur y en los franco-canadienses del Norte, que se aferraron al francés durante tantas generaciones y mantuvieron, aunque débilmente, contactos espirituales y sociales con la madre patria; de los alemanes con su Deutschthum, su Männerchore, Turnvereine y Schützenfeste; de los judíos universalmente separados; de los irlandeses, intensamente nacionalistas; de los alemanes de Pensilvania; los indómitos polacos, y aún más indómitos bohemios; de los 30.000 belgas de Wisconsin, con su lengua "belga", una mezcla de valón y flamenco soldada por reacción a un extraño entorno social” (Barton, s/f).

Se refiere a identidades culturales distintas que conviven en paz y contribuyen lo suyo a la amalgama total. En el Siglo XIX estas concentraciones eran notables, pero cada nueva ola de inmigración inspiraba rechazo. Por ejemplo, el ingreso de una gran cantidad de italianos al final del Siglo XIX inspiró resistencia, que incluía sentimientos anticatólicos en una población mayoritariamente protestante. Pero, a fin de cuentas, estos grupos europeos, aunque “distintos”, eran blancos, y se asimilaban con cierta rapidez.  El problema surge cuando se añaden “los barrios negros” o las reservas de los indo-americanos, porque sus habitantes no están en libertad para salir de sus islas y “mezclarse” con la población en general.

Los afroamericanos, los indoamericanos y los asiáticos tuvieron más dificultad. Como dijo Eduardo Bonilla Silva (2003) “los Negros, los Chinos, los Puertorriqueños, etcétera, no podían mezclarse en la craza. Podrían emplearse como madera para producir fuego para la olla, pero no podrían ser usados como material para ser derretido en ella”.

Sin embargo, hubo, desde el Siglo XIX cierta asimilación: la última biografía de Frederick Douglass (1881/ s/f) cuenta una historia de cierta convivencia. Douglass nació y creció como un esclavo negro. Aprendió a leer en secreto y finalmente escapó al norte (y en dos momentos a Inglaterra). Fue activo en el movimiento abolicionista y llegó a conocer personalmente, tanto a los presidentes Abraham Lincoln y James Garfield, como a personalidades como la autora Harriet Beecher Stowe. Se convirtió en un miembro de la Junta de Fideicomisarios de la “Freedmen's Savings and Trust Company”, y luego fue elegido presidente del banco. Fue criticado por su última biografía porque algunos lectores consideraban que debería haber denunciado a la esclavitud con más energía. Ciertamente, en los últimos capítulos contaba como comenzaba a asimilarse a los valores de una clase media sin tantos prejuicios de raza. En respuesta a esta crítica tengo que decir que, aunque la asimilación de Douglass lo alejara un poco de un acérrimo activismo y la denuncia, lo acercó al ideal humanista de la igualdad y libertad cultural que proponía la Ilustración.

A fin de cuentas, el ideal de la democracia es el diálogo en convivencia.  Pruit y Thomas dicen en la introducción de su manual para facilitadores de la paz:

Hoy en día se acepta generalmente que una paz sostenible es aquella que empodera a las personas, y que les ayude a adquirir habilidades y construir instituciones para gestionar sus diferentes y, a veces, intereses contrapuestos, de manera pacífica. El diálogo es universalmente reconocido como la herramienta por excelencia para abordar y, esperemos, resolver las diferencias, objetivas o subjetivas, que causó conflicto en primer lugar…. se define el diálogo como un método democrático dirigido a resolver los problemas a través de mutuo entendimiento y concesiones, en vez de la imposición unilateral de los puntos de vista e intereses de una de las partes. Por su parte, la democracia como sistema de gobierno es un marco para un diálogo organizado y continuo” (Pruit y Thomas, 2007).

En fin, el Siglo XIX

El Siglo XIX estadounidense dejó los fundamentos de la cultura estadounidense, tanto en sus aspectos problemáticos como en la elaboración de su ideal más grande: una democracia perdurable y funcional. Cierro estas reflexiones con la idea de que la historia de una democracia es un proceso. El país ha tenido casi la misma estructura constitucional por tres siglos, y en este tiempo ha visto muchos conflictos pequeños, una guerra civil, dos guerras mundiales y varios retos importantes a su sobrevivencia. Ha habido conflictos ambientales, bélicos, fronterizos y sociales como los continuos problemas de exclusión social y la necesidad de resolver la falta de igualdad, y todos tienen sus ecos en el Siglo XIX. No hay duda que ha habido avances desde entonces. Si aquel siglo planteó los problemas, también dio algunos de los instrumentos para poder ir resolviéndolos.  

 

 

 REFERENCIAS

Barton, Josef (s/f). Becoming American: Immigration and assimilation in late 19th century America. National Humanities Center. Disponible en: https://nationalhumanitiescenter.org/ows/seminarsflvs/BecomingAmerican.pdf

Barrett, Faith y Miller, Cristanne (2005). The Death of Lincoln. Words for the Hour. A New Anthology of American Civil War Poetry. University of Massachusetts Press.

Bonilla Silva, Eduardo (2003). Citado en la producción “The Power of an ilusión”, dirigida por Christine Herbes-Sommers, Tracy Heather Strain y Llewellyn Smith. Producido por Larry Adelman para California Newsreel. Información disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Race:_The_Power_of_an_Illusion

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