de Karen Cronick
Vivo en esta casa,un cascarón que flota
entre dos quebradas
que bajan al arroyo,
que caen al final
a las acompasadas olas
y los eternos torbellinos.
En el abollado patio
las orquídeas conversan
desde el otro lado del río.
Las hojas de las lianas
son diminutos corazones.
Cantan, escudriñan
directamente en el mío.
Como un coloso antiguo
me encuentro
inclinada, cabalgando
sobre un estrecho canal
entre el puerto y el mar.
sobre un estrecho canal
entre el puerto y el mar.
En equilibrio
entre mi casa y aquel lugar.
Cuelgan fotos de ancestros,
en las paredes pintadas,
escarchadas, de fechas complidas.
Hay una computadora cargada
con las historias de quienes
regalaron sus semillas y
pasaron sus encendidas cerillas,
de su tumulto y conmoción,
de su paz y cordura,
sus alegrías, su fortaleza
calvinista y católica,
socialista y republicana.
Eran europeos, americanos, africanos,
substancia, espíritu y entereza.
entre mi casa y aquel lugar.
Cuelgan fotos de ancestros,
en las paredes pintadas,
escarchadas, de fechas complidas.
Hay una computadora cargada
con las historias de quienes
regalaron sus semillas y
pasaron sus encendidas cerillas,
de su tumulto y conmoción,
de su paz y cordura,
sus alegrías, su fortaleza
calvinista y católica,
socialista y republicana.
Eran europeos, americanos, africanos,
substancia, espíritu y entereza.