sábado, 27 de diciembre de 2008

Mayan Trail Travel Journal 8 / Bitácora de la ruta maya 8



English


27 de noviembre

I left my booklet about Coba in the hotel room, so, feeling lazy, I’ll just stay here in a comfortable chair in this garden -of the hotel Zazil-Kim in Tolum. I’m near the sea, although just now it's hidden by dunes and palms. It is a beautiful place.

First I will mention briefly Valladolid where we were two days ago. It is a small town, but they were repairing the streets so we couldn’t really appreciate it. In a shop I saw this sculpture, a copy of another one in a museum. I changed the background color to be able to appreciate it. It's a weaver who holds a loop of thread with her big toe to extend the fabric the length of her legs while she continues to work on it. It is an image of domestic calm, and gives the impression of certain contentment.



One interesting thing about this town is that almost all the adult women use traditional embroidered dresses. Each tribal group has its own design.



Coba

I’ll describe Coba ruins here, at least my reflections about the place, with some added information from a written guide book I bought at the site (see reference below after the Spanish version of this posting). The different buildings are nested between trees, a series of structures crossed by “white roads”, or sacbeoobé (sacbé in the singular). It’s the first time that the guides have mentioned them, and I don’t know if they especially unique to this place, or if they’ve been better kept up here. Nevertheless, there is special reference to them in my booklet about how they were constructed: some have rather high sustaining walls at the side due to the irregularity of the land. One of these sacbeoob extends for 100 kilometers to Chichén Itzá. As the Mayans didn’t use wheels, I suppose that the people were transported in liters, the messengers ran along them, and the merchants (and/or their slaves) carried their wares from city to city.

There are rental bikes to get to the biggest pyramid and rickshaws pedaled by teenage boys. The place is quite big, and it is too far to get from one site to another on foot in the short time that we had. I chose this last kind of vehicle. The rickshaw boys speak to each other in Mayan, but when I asked what dialect they used, they didn’t know. Another thing that drew my attention is their “incuriosity” with respect to the ruins. In other places people who work in the ruins have been proud of them. The boy who took me knew how to arrive at each site, but he couldn’t tell me what each one was. I felt that he was bored by his work.

But not everyone was like that. People continue to worship at one of the Coban stelae, to leave flowers and candles there, and to pray for a good harvest. These days the practice is diminishing, though, due to the slow elimination of small farms. It is in the next photo at the bottom, left, under a small vegetable tent.


















                                                                   I removed a figure in front of the entrance.



Especially interesting for me was another domed observatory. Again the book raises doubts about the real intention of this construction; but I was standing next to a guide who told a small group in French that at the top of the dome there is a hole and underneath there is a container for water to reflect the stars. In addition the round walls allowed the priests to listen to the subtleties of winds. They used this information to predict hurricanes and to be able to determine season changes. Was it just her imagination? I don’t care: it’s a good story.

In my book it says that the origins of the Mayan ball game go back for more than three thousand years, since still it is practiced in some regions of Mexico. The Coban playing field has the classic form of a narrow corridor between two inclined walls where the game was played. There is a ring placed high up on each wall where the players had to “basket” the ball.





In a relief on one of the sides of the ball court there is a figure, probably of a player. He holds something in his hands that looks like an inverted “y”. It could be an implement of his game, but my first reaction was to think that it represents a child with dangling legs. As the figure appears in my booklet I was looking for it. I asked several people where it was. This made several more people look for it, and finally we found it right there on the wall of the court. Talking to the man next to me I said, “He’s holding a little boy”, and he answered, “No, it’s a rabbit.” That was enough to switch my perceptions: from then on all I could see was a rabbit with its ears hanging downwards. It was funny, and evidently these figures are rather like Rorschach tests (the Freudian ink blots).

Here are more Coba pictures:










Referencia: María José Con (2007). Coba. México D.F.: Monclem Ediciones


Español

27 de noviembre

Dejé mi librito sobre Coba dentro del cuarto del hotel, así que me quedo en uma silla del jardín en el hotel Zazil-Kim en Tolum, al lado del mar, aunque por los momentos no lo veo porque estoy metida entre las dunas y palmeras. Es un lugar hermoso.

Primero mencionaré brevemente a Valladolid donde llegamos hace dos días. Es un pueblo pequeño, y en el momento de visitarlo estaban reparando las calles, así que no pudimos apreciarlo plenamente. En una tienda vi esta escultura, una copia de otro en un museo, y para que se la vea bien he rellenado el fondo de un color sólido. Me gusta porque es una estatuilla de una tejedora que agarra el hilo con un lazo sobre el dedo gordo del pie para extender la tela por todo el largo de sus piernas mientras trabaja aumentado el tamaño. Es una imagen doméstica, tranquila, y da la impresión de cierta plenitud.



Por lo demás, lo interesante del pueblo es que casi todas las mujeres adultas usan tradicionales vestidos bordados. Los vestidos son típicos de los diferentes tribus individuales.



Coba

Recordaré a Coba en estas líneas, por lo menos mis reflexiones al respecto aumentadas por información que he sacado de un guía escrito que compré en el sitio (ver referencia). Se encuentra entre árboles, es una serie de estructuras cruzadas por caminos blancos, o sacbeoobé (ssacbé en singular), la primera vez que los guías han hablado de ellos, y no sé si son particularmente notables en este lugar, o si han sido mejor preservados. Sin embargo, en mi librito se hace referencia especial al cuidado con que fueron construidos: algunos tienen muros laterales de cierta altura debido a la irregularidad del terreno. Uno de estos sacbeoob alcanza 100 kilómetros y llega hasta Chichén Itzá. Como los maya no conocían la rueda, supongo que las personas fueron transportadas en litera por ellos y los mensajeros corrían por allí mientras la mercancía que se intercambiaba entre estas ciudades se cargaba sobre las espaldas de los mercaderes y sus esclavos.

Para llegar a la pirámide mayor hay bicicletas que se pueden alquilar y rickshaws impulsados por muchachos que pedalean atrás. El lugar es bastante grande, demasiado para recorrerlo a pie en el tiempo que teníamos y yo elegí esté último modo de transporte. Los muchachos de los rickshaws hablan en maya entre sí, pero cuando pregunté qué dialecto usaban no sabían contestarme. Otra cosa que me llamó la atención es su incuriosidad con respecto a las ruinas. En otros lugares he sentido orgullo entre las personas que trabajan entre las ruinas. El muchacho que me llevó a mi sabía llegar a cada sitio, pero no podía decirme de qué trataba cada uno. Más bien sentí que estaba aburrido en su trabajo.

Pero no es la actitud de todo el mundo. La gente sigue acudiendo a una de las estelas de Coba para dejar flores y velas y piden ayuda con las cosechas a pesar de que la imagen de esta estela ya casi no se ve. Esta práctica va disminuyendo con la reducción de la población que trabaja en la agricultura de la huerta pequeña e individual. En la foto a continuación se ve abajo y a la izquierda una pequeña carpa hecha con material vegetal que la protege.


















                                                                   Eliminé una figura frente a la entrada.


Entre las ruinas está algo más que me llamó la atención: el observatorio, otro con domo redondo. De nuevo el libro duda del propósito real de esta edificación, pero estuve al lado de una guía que hablaba en francés con un pequeño grupo, ella dijo que hay un hueco en la parte superior del domo y que debajo de él había un recipiente para agua que servía para ver las estrellas reflejadas. Además los muros redondos permitían a los sacerdotes escuchar las sutilezas de los vientos y en base a ellas predecir huracanes y cambios en los soplos de viento para poder determinar los cambios de las estaciones. ¿Era su imaginación? No importa, me gusta el cuento.


Dice mi libro que las orígenes del juego de pelota se remontan a más de tres mil años de antigüedad, dado que todavía es practicado en algunas regiones de México. La cancha de pelota en Coba tiene la forma clásica de un pasillo donde el juego se llevaba a cabo, entre dos muros inclinados. Arriba en cada muro está un anillo por el cual los jugadores intentaban pasar la pelota.





En un relieve puesto sobre uno de los lados de la primera cancha de pelota hubo una figura, probable-mente un jugador. Sostiene algo indefinido en sus manos que cae como una “y” a revés y torcida. Podría ser un implemento de su juego, pero mi primera reacción era pensar que sostiene un niño y que las piernas guindan de manera irregular. Como la figura aparece en mi librito, la buscaba especialmente, y pregunté a varias personas dónde se encontraba. Esto provocaba a varias personas a buscarla también, y finalmente la hallamos sobre los mismos muros de la cancha. Dije al señor de al lado: “Es un niño”, y él contestó: “No, es un conejo.” Era suficiente para que desde este momento sólo pudiera percibir un conejo con las orejas colgando hacia abajo. Era chistoso, y evidentemente estas figuras son más bien pruebas tipo Rorschach (de las pruebas fruedianas de manchas de tinta).

A final: más imágenes de Coba:









Refe-rencia: María José Con (2007). Coba. México D.F.: Monclem Ediciones

Mayan Trail Travel Journal 7 / Bitácora de la ruta maya 7




English




Nov 25th

Chichen Itza

It seems like ages ago, although it was only yesterday, that we visited Chichen Itza, a wonderful place. I was guided through it with a little booklet, and in what follows I’ll cite bits from it to accompany my memory. We saw it having taken a bus that left from Valladolid.

Of course, I arrived there with a very positive preconception. I thought of the Itzá as a Mayan version of King Arthur’s Round Table. Almost Camelot, because they tried to include different Mayan ethnic groups in their government. That’s why Chichen lasted two or three hundred years more.

The archeologists keep digging. But it’s a very commercial spot now with busses arriving and different languages being spoken everywhere. There are souvenir sellers everywhere, too, and some of what they offer is really pretty.

I imaged, again, how things would have been back then. The Itza would have adorned their gods, and people would have been selling things even then. And there would have been many dialects being spoken.

On the left, as one goes in, one sees a road that leads to the sacred cenote. It’s the same way the Itza would have gone to get there, with low stone walls that lead to a small construction where they threw in their sacrificial objects. These days the vendors occupy the spaces where the priests would have stood to watch the king pass by on his way to the ceremony.

In the classical period (250-900 a.C) the Itzas had developed a certain historical awareness, astronomical knowledge and a precise calendar. In the dry environment of Yucatan they collected rainwater in constructions called chultunes, or got access to water from the cenotes. They farmed corn, beans, yucca, avocado and other vegetable products like tobacco and rubber. They also ate game meat.

Chichen is a well preserved and has very large set of ruins.






It's not the first place I have seen ballgame fields. I haven’t described them before, but we have seen them often on this Maya route. The one in Chichen is the biggest. It was built in the post-classical Maya-Toltec period (900-1200).



The game had ceremonial significance for them, and it is said that some players were sacrificed afterwards. Some of our guides have said that it was the winners and others that it was the losers. But anyway, this kind of death was a privilege and an honor. Symbolically it portrayed opposing forces like day and night, rather like an American version of ying y el yang. The players used heavy, protective clothing to hit a big, heavy ball with their ribs, hips, and chests; the objective was to hit certain markers, or even better, to get the ball through rings placed high up on the walls built up on each side.



The ring in this picture is decorated with two snakes, represen-tations of K'uk'ulkan.





At the far end is the temple where the selected players were sacrificed.










Near the playing field one can see several platforms. This one is the Jaguar Platform.

The main building is called “the Castle”; it is located in the center of the central patio. It has four sides with distint levels that lead up to a temple. I wasn’t there for the summer solstice, March 21st, when, in a play of light and shadow the great serpent K'uk'ulkan seems to slide down at the corners.



Behind this building is a large complex that includes the Chac Mool temple; I wasn’t able to climb up there to get a good picture of this reclining figure that looks like a chair, but in this detail it can be appreciated.



















Next to the temple are a large group of columns that they call a market place.


Just as spectacular is the “Observatory”; it has a dome, and it certainly evokes modern-day telescope structures. But they say that there is no archeological data to really support this claim. I have decided to believe it is true.



There are other structures that have beautiful decorations. In the following pictures are representations of Chaac, the rain god with his long nose.













Chichen has a large sacred cenote. From the picture its circumference (60 mts) and depth (12 mts.) can’t be seen. The walls are almost vertical. The Itzas would throw sacrifices into it (things, animals and people). Some valuable remains and pieces have been recuperated by divers.



Reference: Roberto García Moll, (2002). Chchén Itzá. México D.F.: México Desconocido



Español



Nov 25

Chichén Itzá

Ayer, que parece un año atrás, fuimos a Chichén Itzá, un lugar que quita la respiración. Tengo una publicación que muestra los diferentes edificaciones (ver referencia abajo) y citará e ella. Vimos este lugar después de tomar un autobús desde Valladolid.

Claro, llegué al lugar con una preconcepción bastante positiva; pensé en Chichén Itzá como una versión maya de la mesa redonda del Rey Arturo, porque intentaron incluir diferentes grupos de la etnía maya en el proceso del gobierno. Por esto duraron dos o tres cientos años más.

El lugar es grande y siguen excavando, hay trabajo arqueológico por todas partes. Es muy comercial con autobuses llegando de todas partes con cualquier idioma sonando de los demás turistas al lado de uno. Y vendedores de recuerdos, algunos de los cuales son tejidos y esculturas realmente bonitas.

Imaginé que el lugar hubiera sido así cuando los Itzá habitaron y adornaron sus dioses allí. Debe haber habido vendedores, tejidos hermosos en todos los colores, diferentes olores de incienso e inclusive los variados dialectos maya intermezclados.

Por el izquierdo al entrar se ve un camino que conduce a un cenote sagrado. Este camino es el mismo usado por los Itza, y en el comienzo se ven muros bajos de piedra que conducen a una pequeña construcción desde donde, probablemente, lanzaron sus ofrendas. Hoy en día esta vía está llena de vendedores que llaman a los turistas desde sus puestos de telas cubiertas con lo que venden, pero de nuevo, imaginé los sacerdotes y demás oficiales con sus vestimentas, plumas y tocados que esperaban en los mismos lugares mientras pasaba el rey.

Ya para el periodo clásico (250-900 d.C) los Itzá habían desarrollado una conciencia histórica, conocimiento astronómico y habían dearrollado un calendario precio. Los mayas tenían un sistema de comercio interno. En el territorio seco de Yucatán recolectaban la lluvia del verano en construcciones especiales llamadas chultunes o tenían acceso al agua por medio de los cenotes. Cosechaban maíz, fríjol, calabaza, jitomate, chile, yuca, camote, jícama, achotes, aguacate, achote y otros productos vegetales como algodón, henequén, tabaco, copal y hule. También comían carne, sobre todo productos de la cacería.

Chichén está bien preservado y aun más, es sobrecogedor por su tamaño. Comencé mi recorrido, librito en mano, para no perder nada y para ir identificando lo que estaba viendo.



La primera visita fue a la cancha de pelota. No he descrito este tipo de instalación antes, pero las he visto en la mayoría de las ruinas que hemos visitado. La de Chichén es especialmente grande. Ésta fue construida en el periodo post-clásico en el tiempo maya-tolteca (900-1200).


Para los maya estos juegos tenían significado ceremonial, y dicen que algunos de los jugadores tenían que ser sacrificados después, algunos guías han dicho que fueron los ganadores, otros los que perdieron. Pero en todo caso se trataba de un privilegio y un honor. Simbólicamente se trataba del enfrentamiento de fuerzas contrapuestas como el día y la noche, supongo una versión americana del ying y el yang. Los jugadores se vestían de ropas protectores para poder batear las grandes y pesadas pelotas con sus costillas y caderas; el objetivo era apuntarla a marcadores, o aún mejor, hacerla pasar por aros localizados a cierta altura sobre sus cabezas en los muros de ambos lados.



En el aro se ven dos serpientes, representaciones de K'uk'ulkan.





Al fondo está lo que se cree el templo donde se sacrificaban los jugadores seleccionados para este honor.










Cerca de la cancha se ven algunas plata-formas, y en la foto está la de los jaguares.

La edificación principal es lo que llaman “el castillo”, está localizada en el centro del patio central. Tiene cuatro lados con gradaciones que suben a la cima desde todos ellos. Encima de esta plataforma central hay un templo. No pude presenciar el espectáculo que se ve durante el solsticio del 21 de marzo, cuando en un juego de luces se da la impresión que K'uk'ulkan, la gran serpiente, se deslizara desde arriba hasta el suelo por las esquinas de las escalinatas.



Detrás está un enorme complejo que incluye el Templo del Chac Mool; no pude subir para tomarle una foto de esta figura acostada que parece un asiento, pero en el detalle de la foto que le puede apreciar.



















Al lado están muchas columnas de lo que llaman un mercado.



Igualmente espectacular es lo que han llamado el observatorio, es redondo y ciertamente evoca los edificios modernos que tienen este propósito, pero no se ha demostrado arqueológicamente que realmente lo tuvo. Quiero creer que sí.



Hay otras ruinas que son bellas por sus decoraciones. En las que se ven en estas fotos se ven dos representaciones de Chaac, dios de la lluvia, con su nariz larga.













Chichén tiene preservado un enorme cenote sagrado. En la foto no se aprecian ni su profundidad (12 metros) ni su diámetro (60 metros), las paredes son casi verticales. En él los Itzá lanzaron objetos, animales y personas como sacrificios, y aunque no hayan proyectos actuales para recuperar más restos y piezas, de allí se han sacado muchas piezas de alto valor.



Referencia: Roberto García Moll, (2002). Chchén Itzá. México D.F.: México Desconocido
 
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