Hay un conflicto de falsas ideologías en Venezuela actualmente. La revolución anti-imperialista ha devenido una lucha desnuda de poder, influencia y prerrogativa. Los seguidores siguen empleando un vocabulario socialista, pero en un país donde ni siquiera exista la pretensión de hospitales públicos que funcionan y donde se escasee la comida para el común de la gente, ya se vuelve claro que se trata -sin tapujos- del lenguaje de la protección de privilegio.
En el mundo en general se evidencia “la muerte de las ideologías” y de la de algunas de las estructuras socio-políticos construidas para contenerlas, como el Congreso de los Estados Unidos. Ahora nos quedan las simples formas y procedimientos de poder: a) las “legales” como los abusos de personajes elegidos a gobernar, las dictaduras, las corporaciones (Bhopal, La India), las disposiciones de gobiernos locales (como en Ferguson en los EE.UU y de Iguala en México) y las instituciones que supuestamente operan en el interés público (como las cárceles) y b) las ilegales como las maras, las bandas criminales y los consorcios que trafican en todo desde drogas a vidas.
Esta diversidad de abuso hace más difícil percibir al “enemigo”; antes los comunistas podrían acusar a los imperialistas y los fascistas podrían señalar al comunismo: cada tribu ha tenido un Otro como los chiitas y los sunitas y todos contra los judíos. Ahora tenemos que realmente ver quiénes somos nosotros, quiénes son nuestros vecinos y cómo quisiéramos convivir con ellos.