Karen Cronick
Este es un texto que acompañará a un video que va a
divulgar la Revista LATAM en abril, 2025. En él reflexiono sobre las influencias
que han nutrida mi artículo “Participation as an ideal and as a political
reality” (Participación como un ideal y como una realidad política).
Agradezco la invitación de los organizadores a la 3ª edición
del Encuentro de Divulgación Científica LATAM de este año. Publicar en la
revista de LATAM ha sido una experiencia grata y enriquecedora para mí.
Creo cumplir con las metas de este evento haciendo un breve
recorrido de ciertos aspectos de mis actividades académicas, para relacionarlas
con los temas de mi artículo titulado “Participation as
an ideal and as a political reality” (Participación como un ideal y como una
realidad política) que saldrá en la próxima edición de LATAM.
En mi carrera académica en el Instituto de Psicología de la
UCV he trabajado siempre en el área de la Psicología Social y Ambiental,
especialmente en la Psicología Comunitaria. He participado en muchas
colaboraciones entre la universidad y comunidades, cuyos temas han variado. Incluyen un proyecto de autoconstrucción de viviendas, el desarrollo de una cooperativa agrícola, el reciclaje en el aseo urbano, el contagio de leishmaniasis, el
rescate de una calle urbana, el duelo, y otros temas.
Una preocupación en todos los casos era la necesidad de “potenciar”
a los participantes, es decir, aumentar sus destrezas, problematizar sus
condiciones de vida, aumentar su participación comunitaria y buscar soluciones
a problemas prácticos. Me acuerdo, por ejemplo, de un proyecto de autoconstrucción
en un barrio caraqueño. Participé junto con mis colegas Esther Wiesenfeld,
Euclides Sánchez, Beatriz Rodríguez, entre otros. La meta principal era la
construcción de viviendas para un grupo de personas que se había quedado sin
hogar después de un deslizamiento de tierra. Mientras duraba el proyecto vivían
en un alojamiento temporal muy precario. Este proyecto duró casi ocho años.
Ocurrió algo que era frecuente en nuestras colaboraciones comunitarias: el
problema principal era sólo el punto visible de un conjunto de necesidades comunitarias.
Para lograr el éxito del objetivo principal tuvimos que trabajar con muchos
otros temas, como la convivencia, técnicas para la participación en reuniones, el
machismo, la crianza de los niños, y otras cosas. De hecho, los psicólogos no
trabajábamos directamente con el entrenamiento en destrezas relacionadas con la
obra, lo hacía un arquitecto, José Matamoros de la Escuela de arquitectura, y
sus alumnos. Nosotros nos ocupábamos de los temas psicosociales y culturales
que eran importantes, aunque secundarios, para alcanzar la meta principal. Sin
ellos, el grupo no se podría haber cohesionado lo suficiente para poder formar
grupos de trabajo, establecer horarios para sus labores o llegar a acuerdos
sobre el diseño de los apartamentos. Al final lograron construir 23 módulos de
vivienda de 4 niveles de altura cada uno, en un terreno problemático, y la
comunidad sigue hoy en día con el nombre de “La Esperanza”.
En esta experiencia y otras aprendí el valor de la cultura
en la convivencia. Comencé a leer fuentes muy variadas desde Aristóteles y
Platón hasta los filósofos de la Ilustración. Es que quería entender cómo las comunidades
pueden alcanzar suficiente concordia, comprensión mutua y la tolerancia para auto-gestionarse.
Para esto, era importante entender que la participación incluye esquemas que
permiten que todo el mundo tenga un papel en la toma de decisiones y en la
realización de objetivos viables.
El debate abierto e inclusivo era la clave principal para
lograr esto. No es que en las comunidades felices todos están de acuerdo sobre
todo siempre. Más bien saben expresar y tolerar sus diferencias.
Después de jubilarme seguí leyendo sobre la historia de la
democracia y las fuentes del pensamiento democrático. Estas lecturas han
coincidido, desafortunadamente, con el crecimiento mundial de gobiernos
autócratas.
En mi artículo que LATAM está publicando, reviso los
recursos culturales que permiten que los grupos y los individuos cuestionen las
estructuras de poder en las que viven. Reviso principalmente lo que dijo el
sociólogo George Simmel al respecto. Este autor ha escrito una proposición sobre
la subordinación política. En su libro Sociología, Simmel habla de la relación
recíproca que existe en casos de dominación.
Por una parte, las personas dominadas no son enteramente
víctimas del tirano. Dice que algunas participan activamente en su propia
dominación, pero aun ellos conservan una esfera de libertad personal y
espontaneidad. El individuo sometido a veces busca protección en una autoridad
superior. Pero, por otro lado, la gente también resiste a este poder. Así, para
Simmel, «la obediencia y la oposición constituyen dos aspectos de la misma
conducta».
Simmel habla de una especie de "doble
personalidad" sociológica. Dice que las personas tienen múltiples lealtades, y
nadie es sólo un ciudadano, ni sólo un miembro de una iglesia, ni de una
unidad económica. Siempre hay aspectos del individuo que permanecen fuera de
estas agrupaciones. Estas lealtades múltiples son complejas, y puede suceder
que, dadas estas divisiones, las semillas para derrocar a los tiranos se
encuentren a menudo en esta misma disparidad. Simmel enfatiza el poder de las
raíces culturales para poder organizarse en grupos de base en comités, escuelas
y vecindades.
Simmel refirió a una "estructura espiritual
diferenciada". Esta estructura es importante para entender la
contradicción entre sumisión y liberación, porque hay algunos elementos que son
susceptibles a la dominación y otros que no lo son.
Simmel incluso se refirió al burócrata (o al empleado).
Cuando el sujeto individual "desaparece" en una colectividad, puede
haber abusos de poder, porque es difícil que la compasión y la bondad se
manifiesten en situaciones de dominio.
Pero las personas también tienen principios o un sentido de
responsabilidad. E incluso, cuando se
forman mayorías, puede haber "minorías activas". Es decir, cuando las mayorías se forman
mediante procesos de votación u otros mecanismos, las minorías pueden
sobrevivir. Recordemos que Simmel escribía su libro un poco antes del éxito del movimiento
fascista alemán.
Las personas también pueden estar subordinadas a un
principio impersonal y objetivo. Esto nos recuerda el uso de la palabra
"obediencia" por parte de Émile Durkheim (1999) o Eric Fromm (1959).
Estos principios pueden surgir del diálogo interno de un individuo, y uno puede
"obedecer" un principio o un precepto religioso. En la obra de Simmel,
esto se refiere a principios como el estado de derecho. Puede referirse a una
conciencia imperativa y moral, casi en el sentido desarrollado por Emmanuel
Kant. Simmel dice que la lenta reelaboración de las normas sociales permite a
las personas liberarse “de sus primitivos soportes sociológicos" (2016, p. 196).
Las personas entonces comienzan a repensar sus necesidades y las maneras de
satisfacerlas. Estas nuevas necesidades
pueden ser emancipatorias.
Además, cuando hablamos de cultura estamos incluyendo la idea
del sentido común. La mayoría de las culturas tienen una base de conocimientos
y valores que son generalmente aceptados por casi todos sus miembros. Se puede
hablar de la validez de estas creencias. Por un lado, está la tradición
cultural. La gente sabe lo que deben hacer y qué conductas son apropiadas para
cada situación, es decir, conoce la diferencia entre una fiesta y un funeral, y
forman parte de un sistema que asigna sentido social a las percepciones y las
acciones. Puede juzgar su propia conducta y la de los demás.
Pero dentro del sentido común, las comunidades también participan
en largos debates que van elaborando y cambiando estas creencias. A veces este
proceso toma siglos. Es un proceso que se siente de manera viva en las Américas
ahora. Los efectos de la Ilustración Europea que inventó la democracia moderna
entran en conflicto con ciertas herencias como los residuos de las migraciones
durante las colonizaciones europeas, y el empleo casi universal de la
esclavitud de los africanos en el Nuevo Mundo hasta el Siglo XIX. Son
influencias contradictorias que perduran y sus secuelas se sienten hasta hoy en
día. Forman parte de nuestra cultura y siguen en nuestros debates sobre qué es
el sentido común y cuáles son nuestros valores.
Obedecemos a los dictados de nuestra cultura, pero también
los cuestionamos. Otro tema que comienza a aparecer en la cultura de Occidente
es la importancia de la empatía. La empatía no es sólo una capacidad heredada
genéticamente en la mayoría de los seres vivos. Es también un concepto que ha
sido elaborado en sistemas éticos, los dogmas de muchas religiones en el mundo,
y aun viene apareciendo en instituciones legales, desde el juzgado local hasta
constituciones nacionales. Es la base de los objetivos de organizaciones
internacionales -desde la Organización de las Naciones Unidas hasta muchas de
las organizaciones no gubernamentales-.
Así, cuando comienzan a conjugarse los valores locales, las
grandes tendencias culturales y las cartas fundacionales de los organismos
multilaterales, se vuelve evidente que estamos presenciando enormes cambios
culturales en el mundo. Está claro que estos cambios tienen sus oponentes, y a veces es justamente en esta oposición variada que encontraremos las maneras de enfrentar a los viejos
traumas formativos de la humanidad.
De nuevo, agradezco a LATAM por la oportunidad de participar
en este Encuentro.
Referencia
Simmel,
George (1908 /2016, March 5) Sociología. Estudios sobre formas de
socialización. (Sociology. (Studies on forms of socialization). Epublibre. Titivillus. https://dn720005.ca.archive.org/0/items/simmel-georg.-sociologia.-estudios-sobre-las-formas-de-socializacion-epl-fs-1908-2016/Simmel%2C%20Georg.%20-%20Sociolog%C3%ADa.%20Estudios%20sobre%20las%20formas%20de%20socializaci%C3%B3n%20%5BEPL-FS%5D%20%5B1908%5D%20%5B2016%5D.pdf