viernes, 21 de marzo de 2025

La tiranía y sus opositores

 Karen Cronick

Este es un texto que acompañará a un video que va a divulgar la Revista LATAM en abril, 2025. En él reflexiono sobre las influencias que han nutrida mi artículo “Participation as an ideal and as a political reality” (Participación como un ideal y como una realidad política).

Agradezco la invitación de los organizadores a la 3ª edición del Encuentro de Divulgación Científica LATAM de este año. Publicar en la revista de LATAM ha sido una experiencia grata y enriquecedora para mí.

Creo cumplir con las metas de este evento haciendo un breve recorrido de ciertos aspectos de mis actividades académicas, para relacionarlas con los temas de mi artículo titulado “Participation as an ideal and as a political reality” (Participación como un ideal y como una realidad política) que saldrá en la próxima edición de LATAM.

En mi carrera académica en el Instituto de Psicología de la UCV he trabajado siempre en el área de la Psicología Social y Ambiental, especialmente en la Psicología Comunitaria. He participado en muchas colaboraciones entre la universidad y comunidades, cuyos temas han variado. Incluyen un proyecto de autoconstrucción de viviendas, el desarrollo de una cooperativa agrícola, el reciclaje en el aseo urbano, el contagio de leishmaniasis, el rescate de una calle urbana, el duelo, y otros temas.

Una preocupación en todos los casos era la necesidad de “potenciar” a los participantes, es decir, aumentar sus destrezas, problematizar sus condiciones de vida, aumentar su participación comunitaria y buscar soluciones a problemas prácticos. Me acuerdo, por ejemplo, de un proyecto de autoconstrucción en un barrio caraqueño. Participé junto con mis colegas Esther Wiesenfeld, Euclides Sánchez, Beatriz Rodríguez, entre otros. La meta principal era la construcción de viviendas para un grupo de personas que se había quedado sin hogar después de un deslizamiento de tierra. Mientras duraba el proyecto vivían en un alojamiento temporal muy precario. Este proyecto duró casi ocho años. Ocurrió algo que era frecuente en nuestras colaboraciones comunitarias: el problema principal era sólo el punto visible de un conjunto de necesidades comunitarias. Para lograr el éxito del objetivo principal tuvimos que trabajar con muchos otros temas, como la convivencia, técnicas para la participación en reuniones, el machismo, la crianza de los niños, y otras cosas. De hecho, los psicólogos no trabajábamos directamente con el entrenamiento en destrezas relacionadas con la obra, lo hacía un arquitecto, José Matamoros de la Escuela de arquitectura, y sus alumnos. Nosotros nos ocupábamos de los temas psicosociales y culturales que eran importantes, aunque secundarios, para alcanzar la meta principal. Sin ellos, el grupo no se podría haber cohesionado lo suficiente para poder formar grupos de trabajo, establecer horarios para sus labores o llegar a acuerdos sobre el diseño de los apartamentos. Al final lograron construir 23 módulos de vivienda de 4 niveles de altura cada uno, en un terreno problemático, y la comunidad sigue hoy en día con el nombre de “La Esperanza”.

En esta experiencia y otras aprendí el valor de la cultura en la convivencia. Comencé a leer fuentes muy variadas desde Aristóteles y Platón hasta los filósofos de la Ilustración. Es que quería entender cómo las comunidades pueden alcanzar suficiente concordia, comprensión mutua y la tolerancia para auto-gestionarse. Para esto, era importante entender que la participación incluye esquemas que permiten que todo el mundo tenga un papel en la toma de decisiones y en la realización de objetivos viables.

El debate abierto e inclusivo era la clave principal para lograr esto. No es que en las comunidades felices todos están de acuerdo sobre todo siempre. Más bien saben expresar y tolerar sus diferencias.

Después de jubilarme seguí leyendo sobre la historia de la democracia y las fuentes del pensamiento democrático. Estas lecturas han coincidido, desafortunadamente, con el crecimiento mundial de gobiernos autócratas.

En mi artículo que LATAM está publicando, reviso los recursos culturales que permiten que los grupos y los individuos cuestionen las estructuras de poder en las que viven. Reviso principalmente lo que dijo el sociólogo George Simmel al respecto. Este autor ha escrito una proposición sobre la subordinación política. En su libro Sociología, Simmel habla de la relación recíproca que existe en casos de dominación.

Por una parte, las personas dominadas no son enteramente víctimas del tirano. Dice que algunas participan activamente en su propia dominación, pero aun ellos conservan una esfera de libertad personal y espontaneidad. El individuo sometido a veces busca protección en una autoridad superior. Pero, por otro lado, la gente también resiste a este poder. Así, para Simmel, «la obediencia y la oposición constituyen dos aspectos de la misma conducta».

Simmel habla de una especie de "doble personalidad" sociológica. Dice que las personas tienen múltiples lealtades, y nadie es sólo un ciudadano, ni sólo un miembro de una iglesia, ni de una unidad económica. Siempre hay aspectos del individuo que permanecen fuera de estas agrupaciones. Estas lealtades múltiples son complejas, y puede suceder que, dadas estas divisiones, las semillas para derrocar a los tiranos se encuentren a menudo en esta misma disparidad. Simmel enfatiza el poder de las raíces culturales para poder organizarse en grupos de base en comités, escuelas y vecindades.

Simmel refirió a una "estructura espiritual diferenciada". Esta estructura es importante para entender la contradicción entre sumisión y liberación, porque hay algunos elementos que son susceptibles a la dominación y otros que no lo son.

Simmel incluso se refirió al burócrata (o al empleado). Cuando el sujeto individual "desaparece" en una colectividad, puede haber abusos de poder, porque es difícil que la compasión y la bondad se manifiesten en situaciones de dominio.  Pero las personas también tienen principios o un sentido de responsabilidad.  E incluso, cuando se forman mayorías, puede haber "minorías activas".  Es decir, cuando las mayorías se forman mediante procesos de votación u otros mecanismos, las minorías pueden sobrevivir. Recordemos que Simmel escribía su libro un poco antes del éxito del movimiento fascista alemán.

Las personas también pueden estar subordinadas a un principio impersonal y objetivo. Esto nos recuerda el uso de la palabra "obediencia" por parte de Émile Durkheim (1999) o Eric Fromm (1959). Estos principios pueden surgir del diálogo interno de un individuo, y uno puede "obedecer" un principio o un precepto religioso. En la obra de Simmel, esto se refiere a principios como el estado de derecho. Puede referirse a una conciencia imperativa y moral, casi en el sentido desarrollado por Emmanuel Kant. Simmel dice que la lenta reelaboración de las normas sociales permite a las personas liberarse “de sus primitivos soportes sociológicos" (2016, p. 196). Las personas entonces comienzan a repensar sus necesidades y las maneras de satisfacerlas.  Estas nuevas necesidades pueden ser emancipatorias.

Además, cuando hablamos de cultura estamos incluyendo la idea del sentido común. La mayoría de las culturas tienen una base de conocimientos y valores que son generalmente aceptados por casi todos sus miembros. Se puede hablar de la validez de estas creencias. Por un lado, está la tradición cultural. La gente sabe lo que deben hacer y qué conductas son apropiadas para cada situación, es decir, conoce la diferencia entre una fiesta y un funeral, y forman parte de un sistema que asigna sentido social a las percepciones y las acciones. Puede juzgar su propia conducta y la de los demás.

Pero dentro del sentido común, las comunidades también participan en largos debates que van elaborando y cambiando estas creencias. A veces este proceso toma siglos. Es un proceso que se siente de manera viva en las Américas ahora. Los efectos de la Ilustración Europea que inventó la democracia moderna entran en conflicto con ciertas herencias como los residuos de las migraciones durante las colonizaciones europeas, y el empleo casi universal de la esclavitud de los africanos en el Nuevo Mundo hasta el Siglo XIX. Son influencias contradictorias que perduran y sus secuelas se sienten hasta hoy en día. Forman parte de nuestra cultura y siguen en nuestros debates sobre qué es el sentido común y cuáles son nuestros valores.

Obedecemos a los dictados de nuestra cultura, pero también los cuestionamos. Otro tema que comienza a aparecer en la cultura de Occidente es la importancia de la empatía. La empatía no es sólo una capacidad heredada genéticamente en la mayoría de los seres vivos. Es también un concepto que ha sido elaborado en sistemas éticos, los dogmas de muchas religiones en el mundo, y aun viene apareciendo en instituciones legales, desde el juzgado local hasta constituciones nacionales. Es la base de los objetivos de organizaciones internacionales -desde la Organización de las Naciones Unidas hasta muchas de las organizaciones no gubernamentales-.

Así, cuando comienzan a conjugarse los valores locales, las grandes tendencias culturales y las cartas fundacionales de los organismos multilaterales, se vuelve evidente que estamos presenciando enormes cambios culturales en el mundo. Está claro que estos cambios tienen sus oponentes, y a veces es justamente en esta oposición variada que encontraremos las maneras de enfrentar a los viejos traumas formativos de la humanidad.

De nuevo, agradezco a LATAM por la oportunidad de participar en este Encuentro.

Referencia

Simmel, George (1908 /2016, March 5) Sociología. Estudios sobre formas de socialización. (Sociology. (Studies on forms of  socialization).  Epublibre. Titivillus. https://dn720005.ca.archive.org/0/items/simmel-georg.-sociologia.-estudios-sobre-las-formas-de-socializacion-epl-fs-1908-2016/Simmel%2C%20Georg.%20-%20Sociolog%C3%ADa.%20Estudios%20sobre%20las%20formas%20de%20socializaci%C3%B3n%20%5BEPL-FS%5D%20%5B1908%5D%20%5B2016%5D.pdf


 
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