Ayer un alacrán picó a un vecino que me estaba ayudando con mis matas. El había separado unos ladrillos que retienen la tierra y el animal estaba en el lado interno. Le picó a pesar de los guantes que usaba.
Pero el cuento verdadero comienza con lo que pasó después. Fuimos para un chequeo -por si acaso- a los bomberos de San Antonio de los Altos y llevamos el bicho en un envase plástico para helados. El vecino, Jorge, entró primero mientras y yo estacionaba el carro. Al llegar yo al consultorio que maneja los bomberos, el encargado, un gandulón con una actitud de "no me pisarán" había destapado el envase y había liberado al alacrán. Lo hizo a pesar de tener la pequeña sala de espera llena de gente, y con gran alarde de super-macho dejaba al animalucho correr por su brazo, riéndose del malestar de los demás. En esto el escorpión saltó y se cayó al piso corriendo a esconderse debajo de un mueble.
Además del “show”, dicho fanfarrón me dijo que no pudieron atender allí a Jorge. Me dijo que yo tenía que llevarlo urgentemente para una prueba de sangre, pero que además dijo que todos los laboratorios estaban cerrados. Mas risas y ¡qué buenos chistes!
Finalmente le llevé al servicio médico de los cubanos en el edificio Los Helechos donde le dieron una inyección anti-alérgica. San Antonio está huérfana de ayuda médica de emergencia los fines de semana.
Este mensaje es para el alcalde Olvidio Los Salias.