s la primera novela de esta autora. La encontré en el pasillo de ingeniería de la UCV, y una
vez que comencé a leerlo no podía dejarlo; dejé todo que no era totalmente urgente.
El libro me intentó engañar y tuvo
éxito en esto. Pensé que se trataba de algo así como “Crimen y Castigo” similar
a los experimentos de Raskólnikov con la superioridad nietzscheana; el
protagonista de “El Benefactor”, Hippolyte, no es un pobre estudiante como el personaje de Dostoievski; abandona la necesidad de actuar y
producir y ya que recibe una buena mensualidad de su padre puede dedicarse enteramente
a una especie de auto-búsqueda por medio de sus sueños. Después de un período en que los analiza –casi como haría Freud sin la teoría del psicoanálisis, decide fusionar
su vida “real” con la onírica, en una exploración a la vez apasionada, fría y sin
escrúpulos. Dice:
“La metáfora tradicional para la
investigación espiritual es la del viaje. De esta imagen debo desprenderme. No
me considero a mí mismo un viajero, he preferido permanecer quieto. Me
describiría a mí mismo como un bloque de mármol, aceptable aunque toscamente
labrado en su exterior, en cuyo interior alberga no obstante una hermosa
estatua. Cuando se labra el mármol, la estatua liberada puede ser muy pequeña…”
(p.27).
Enamora a una mujer mayor, Frau
Anders, que es casada y adinerada; progresivamente y en obediencia a sus
sueños, la va destruyendo, incluso e improbablemente la vende a un mercader
árabe como esclava, y lo hace “para su bien” como parte de su “educación
amorosa”. A final ella regresa a Hippolyte quien queda preso de la culpa porque, debida a una serie de malaventuras, la mujer ha terminado deforme,
manipulativa y dependiente en la generosidad del mismo Hippolyte. De nuevo
recordé a Raskólnikov que termina confesando su crimen y pagando su castigo.
No voy a repasar los encuentros de Hippolyte con
amigos y otras amantes, ni la secuencia de los sueños que relata en
gran detalle. Basta decir que en las últimas páginas los personajes soñados
regresan con un sentido totalmente distinto.
Para decir la verdad me gustó a Hippolyte
más como Raskólnikov que como El Hombre Lobo*.
Referencias:
*Título de una reflexión
psicoanalítico de Freud: Historia de la neurosis infantil (Caso del hombre de
los lobos)
Letra ornata: Accesible en la página web: http://retrokat.com/medieval/leil.htm
Letra ornata: Accesible en la página web: http://retrokat.com/medieval/leil.htm
Leí “El Benefactor” en papel pero se
lo pueden encontrar en esta dirección electrónica: http://inabima.gob.do/descargas/bibliotecaFAIL/Autores%20Extranjeros/S/Sontag,%20Susan%20(1933-2004)/Sontag,%20Susan%20-%20El%20benefactor.pdf