jueves, 22 de enero de 2009
Gerard Depardieu and / y Román Polansky
English
I just saw, for the first time and on the “Film and Arts” channel, the movie “A pure formality” with Gérard Depardieu and Roman Polansky. I turned on the TV just a little after the beginning, but from the first instant I was trapped by it.
Its quality may come from the script, but the acting is really something special. Water drips existentially from the leaky roof of a run-down police station while a detective (Polansky) and a famous author (Depardieu) -that suffers of all the crises his profession has to offer- are caught up in a murder interrogation. The problems of truth and the lies, psychosis, memory, creativity and guilt are all dealt with. The end is as ambiguous as the rest of the film, but does not really matter: already we have been pulled through all feasible emotions. And the main vehicle has been an almost- dialogue between these two skillful interpreters.
When the police “cage” takes the author, Onoff, to an undefined destiny, we don't know if everything has been a dead man's dream, or if the prisoner is going off to jail, or if the police are just giving him a ride back home. We don't care. We have seen two insurmountable actors interchange complex feelings for almost an hour and a half.
Español
Acabo de ver, por la primera vez y por medio del canal”Film and Arts”, a la película Una simple formalidad“ con Gerard Depardieu y Román Polansky como actores. Llegué un poquito tarde al programa, pero desde los primeros instantes no pude cambiar el canal: fue algo que atrapó mi atención desde la primera sílaba. No sé si su calidad se encuentra en el guión o la actuación, pero sospecho que fue el último aspecto.
Mientras goteaba agua del techo de una comisaría en las últimas etapas de la penuria, el comisario (Polansky) y un autor (Depardieu) -que sufre de todas las crisis posibles para dicha profesión- se confrontan sobre la resolución de un asesinato. Entran los problemas de la verdad y la mentira, la psicosis, la memoria, la creatividad y la culpa. El final es tan ambiguo que el resto de la película, pero no nos importa: ya nos han pasado por todas las emociones posibles, y por medio de lo que es casi un diálogo entre estos dos intérpretes magistrales.
Cuando la “jaula” de la policía lleva al autor, Onoff, a un destino no definido, no sabemos si todo sea el sueño de un muerto, si el preso va para la cárcel o si simplemente la policía le va a dar un aventón de regreso a su casa. No importa. Hemos visto a dos actores insuperables intercambiar sentimientos complejos por una hora y media.
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