Pasé una tarde muy agradable sobre una silla plástica en el
jardín leyendo “De que vuelan, vuelan” de Michaelle Ascencio.
Las horas que pasé con el libro eran placenteras, pero el
tema que cito de él es perturbante. Ella habla del “Corte Malandra de María Lionza”
que funge de algo así como una instancia purificadora, o de la ablución de la
memoria colectiva para las personas relegadas hacia el mundo del delito; es un recurso para quienes han escogido, o
que se han visto propulsados por las circunstancias (Anakë) a la violencia. Se
trata de una especie de redención después de la muerte para algunos muchachos
violentos, o tal vez una gracia tanto para re-significar un triste estilo de
vida como un recurso para evadir las consecuencias emocionales por los crímenes
que han cometido. Es otra cara tragica de la violencia donde quienes leemos y luego escribimos sobre ella quedamos como parte de un coro griego del teatro antiguo.
Voy a repetir aquí un par de párrafos tomadas de las páginas 82-83. Michaelle Ascencio dice:
“Para Clarac, que ha estudiado este culto en la región
andina, el carácter antisocial de estos muertos milagrosos es notorio. Los
‘muertos milagrosos’ son, ahora y dentro de la religión de María Lionza, individuos
que tuvieron una vida licenciosa…. y terminaron en una muerte violenta causada,
la mayoría de las veces, por enfrentamientos con la policía. La cualidad que
los devotos subrayan en estos muertos es la de ser ‘humanitarios’ (‘era un
hombre muy bueno, muy humanitario, en contra de la desigualdad social, ayudaba
a los pobres…’; ‘era un hombre muy valiente, respetuoso de los demás, siempre
quiso a su mamá…’) Iguales características tienen los integrantes de la Corte
Malandra. Clarac interpreta esta inclusión de espíritus de ‘muertos’ como una
respuesta a la violencia y al miedo que caracterizan a la sociedad actual: los
personajes violentos y muertos por la violencia tendrían ahora, por el halo que
la muerte concede, el poder de ahuyentar la violencia y el miedo, el poder de
proteger a los vivos contra ambas, y el poder de luchar contra la angustia que
genera una sociedad percibida como poco humanitaria. …. Surge entonces una
interpretación distinta de la marginalidad y del comportamiento antisocial en
la medida en que favorecerían la comunicación con los espíritus y la
incorporación al panteón de las deidades, como si se tratara de una
compensación, en el mundo imaginario, de las miserias del mundo real…. Cerramos
este punto con una oración que adquirimos recientemente en una perfumería en el
centro de Caracas, en la que aparece un joven vestido con corbata, lentes
oscuros y boina, en actitud retadora. En el reverso de la estampa se lee: ‘El
Ratón Controversial malandro al que se le atribuyen poderes mágicos, inclusive
hasta hacerse invisible. De gran calor humano y espíritu de colaboración sin
límites. Protege a aquellos que le rezan.’ Sin comentarios de nuestra parte.”
Referencias.
1. Michaelle Ascencio (2012) De que vuelan, vuelan. Caracas:
Editorial Alfa.
2. Imagen de los Santos Malandros:
http://www.google.co.ve/imgres?imgurl=http://2.bp.blogspot.com/-OIgwTiMeZ74/TVVygCQvD2I/AAAAAAAAADI/X4lCrKZzncY/s1600/1990%2Bcorte%2BMalandra.0.jpg&imgrefurl=http://espirtismovzla.blogspot.com/p/corte-cale-malandra.html&h=709&w=709&sz=73&tbnid=CzZpAq6MAi7PlM:&tbnh=90&tbnw=90&zoom=1&usg=__IbgRgowx6l3p9E0jbhIS7XDFL9U=&docid=aTGaJ-VP_-PouM&hl=es&sa=X&ei=9EJWUa3qA4aO8wSs7oGQDA&ved=0CDQQ9QEwAg&dur=76