martes, 27 de enero de 2015

Respuesta al Sr. Samán


Quisiera comentar muy en serio la proposición del Sr. Eduardo Samán; dice que la solución al desabastecimiento en Venezuela es sacar los estudiantes al campo a sembrar hortalizas. Temo que el expresidente del extinto Indepabis se haya olvidado de la historia.

Hay antecedentes históricos para este tipo de colectivización: es algo similar a la idea de la cosecha “participativa” de caña en Cuba llamando “zafra” o “la gran zafra”, en que estudiantes, miembros del ejército y residentes de la ciudades fueron sacadas como “voluntarios”  al campo a recogerla  y así aumentar la producción nacional. La producción cubana nunca llegó a su meta de diez millones de toneladas de caña. 

También el Sr. Samán se olvida del gran fracaso de la colectivización de los campos en los primeros años de la Unión Soviética. 

No vamos a olvidar de las cooperativas agrícolas en Venezuela que iban a conducir al autoabastecimiento de comida en el país. 

Y finalmente recordamos a Pol Pot que fue líder del gobierno dictatorial de los Khmer Rouge en Cambodia de 1979 a 1997; impuso una forma de socialismo agraria en el país en que obligó a los residentes de la ciudad capital Phnom Penh a migrar al campo a trabajar en tareas agrícolas. El rígido control, malnutrición, la falta de cuidados médicos, las ejecuciones y el trabajo forzado contribuyeron a la muerte de aproximadamente 25 por ciento de la población de aquella nación.

En un sentido práctico la agricultura requiere dedicación: no basta sembrar algo e irse. Primero hay que preparar las semillas y ponerlas a brotar. Después de remover la tierra, abonarla y ubicar las matas en el suelo, hay que quitar constantemente las malas hierbas, proteger las matas de los insectos, irrigar y echar agua con cierta frecuencia y así sucesivamente. Ser agricultor es un trabajo de dedicación, esmero y conocimiento. ¿Quién hace esto? La respuesta es: quien tiene la posibilidad de vivir de estos esfuerzos, es decir, los dueños de la tierra. En esto no defiendo al latifundio; más bien apoyo a los mediano- productores que dedican su vida a sus siembras.

Finalmente quiero decir algo sobre una manera de pensar que se esconde en la ideología como si fuera realmente algo más que codicia. Me he considerado “socialista” toda mi vida adulta, pero en vez de  olas de destrucción y reparto masivo, apoyo una economía reglamentada de producción y reparto racional, no la piñata de los últimos años. Algunos piensan que salir de la pobreza es agarrar a los medios de producción como si fuera la gallinita de los huevos oro. Todos sabemos qué pasó cuando la señora de la casa perdió la paciencia de esperar a un huevito por día: decidió matar al animal para sacarlos todos de una vez y –claro- perdió todo. Al “colectivizar” los campos, y a la vez dejar de trabajar en ellos, hemos perdido la base de nuestra subsistencia.

Ahora los sin-memoria quieren movilizar masas, capitanear los trabajos forzados de los demás y dejarnos en aún más miseria improductiva.

La solución es devolver las tierras a sus dueños, darles los medios para que vuelvan a producir, hacer que los productos lleguen a los consumidores y permitir que los compradores tengan los recursos necesarios para adquirir los rendimientos de campos bien administrados. 


Referencia:
Noticias al Día (26/01/15). ¡Insólito! Eduardo Samán: hay que suspender las clases y sacar a los estudiantes a cultivar tierrasAccesible en la página Web: http://www.noticiasaldiayalahora.co/insolito-eduardo-saman-hay-que-suspender-las-clases-y-sacar-a-los-estudiantes-a-cultivar-tierras/

martes, 13 de enero de 2015

La religión y el poder



Tenemos que estar claros: las creencias no lastiman, el  poder, sí.

Desde el alto paleolítico se ha creado valores y lealtades para sobrevivir en colectividades. La seguridad del grupo requería absoluta identificación con la tribu y el acatamiento automático por parte de los miembros de las comunidades a las órdenes del jefe; los líderes no eran tontos y rápidamente aprendieron a manejar las emociones de sus seguidores para su propio beneficio.

El poder siempre ha anhelado que sus súbditos demuestren adherencia inquebrantable. Con el paso del tiempo la adhesión grupal incluyó al apego étnico, la lealtad al barón local, amor al rey y luego la disciplina partidaria. Para afianzar todo esto se ha manipulado las creencias de cada grupo sobre lo divino y se ha convertido la sumisión al soberano y a la patria en un deber moral, la cual ahora llamamos patriotismo.

Estas lealtades implicaban también el rechazo a todo y todos que no se vinculaban al poder local. Los israelís del Viejo Testamento combatían y masacraban a los hititas; los romanos arrasaron a Cartago; Alejandro Magno y el Genghis Kahn anillaron a cualquier sugerencia de rebeldía en sus imperios; los shias han sufrido siglos de combate con sus vecinos los sunnis; en toda Europa medieval había persecuciones antisemíticas por parte de los cristianos (y en el Siglo XX el Fascismo quiso exterminar totalmente a los judíos).

Con esta desmedida introducción llego a mi punto central:  la religión, la ideología y la pertinencia étnica no son peligros: lo peligroso es su relación con el poder. Los mandatarios usan las creencias y las lealtades para consolidar su propio y personal dominio.  Así, debemos temer a los señores de la guerra más que a sus credos, y luego a los huestes de estos señores, que son ellos mismos hambrientos de mando, o simplemente tontos útiles que no encuentran donde más hallarse.

lunes, 12 de enero de 2015

Productos hechas en casa.



Hoy tengo un tema práctico: cómo hacer para evitar las mega-colas en los supermercados. Personalmente las evitaré con toda mi capacidad de ingeniar alternativas de los productos que se escasean. Hasta ahora no he tenido que sufrir aquellas líneas de gente belicosa y malhumorada.

Invito a otras sugerencias de parte de quienes puedan leer esto. 

Casi es una oportunidad en Venezuela para liberarnos en algo de algunos productos químicos y otras “comodidades” como pañales desechables. No es que sea bueno volver a la caverna, pero independizarse de algunos productos  -que al final también dañan al ambiente- nos hace bien.

1. Pañales: Vengo de una generación que usó pañales de tela para los bebés. Afuera del pañal se colocaba un “panty” de plástico para retener por un tiempo los flujos mayores de pipi. Después se limpiaba la tela usada en un chorro de agua (yo usaba de poceta: agarraba la tela por un lado y bajaba la palanquita de agua sobre la tela sucia. Así hacia la primera limpieza).  Después se iba acumulando los pañales usados en un recipiente con agua limpia (tal vez con un chorrito mínimo de cloro –si se encuentra*), y al final del día todos se lavaban juntos en la lavadora.

2. Jabón de tocador y para lavar ropa: hay muchas recetas en el Internet. No se preocupan se no encuentran lejía: se la puede hacer a partir de cenizas y agua.

3. Jabón para la vajilla: yo lo he sustituido por un producto que hago en casa: dejo las cáscaras de naranja en vinagre por 15 días; luego filtro bien el líquido; es muy bueno también para las superficies blancas de las mesas de la  cocina y la estufa. Elimina manchas de té y café y quita la grasa de las cacerolas.

4. Para las personas que tienen que tomar calcio: antiguamente se pelaba la membrana interior de los huevos; luego de acumular las cáscaras, se las pulverizan o se las muelan -ya limpias- y se le añade un poco de jugo de limón. Se guarda en la nevera y después de varios días se filtra bien el líquido; se toma una cucharadita por día.  Sabe mal pero peor es nada.

*Si no se encuentra cloro se puede usar un poquito de lejía hecha en casa. Ver el #2.

domingo, 11 de enero de 2015

El bello grito de "no" en Francia hoy


Me conmuevan profundamente el millón de franceses que defienden sus libertades.

Quiero ponerme al día con respecto a unos comentarios que hice sobre la política del CNNI y la BBC relacionada con su cobertura de las noticias, es decir su exclusiva concentración en los eventos de París por más de una semana, y especialmente la falta de cobertura de la masacre en Nigeria que ocurría al mismo tiempo, también por culpa de terroristas. En la misma entrega quejé de sus referencias constantes al “terrorismo musulmán”.

Ahora deseo expresar mi gran alegría con la respuesta que ha dado la diversa y múltiple población que habita la bella Francia. En la marcha de hoy están presentes todos los sectores, nacionalidades, religiones y demás grupos. Es un evento hermosísimo. Ya, por lo menos en Francia, no se puede acusar a una religión particular del terrorismo. Todos multifacéticamente se han reunido para decir “no”.

Al respecto reproduzco un poema de Oliverio Girondo intitulado “El puro no”.

“EL NO
el no inóvulo
el no nonato
el noo
el no poslodocosmos de impuros ceros noes que noan noan noan
y noan
y plurimono noan al morbo amorfo noo
no démono
no deo
si son sin sexo ni órbita
el yerto inóseo noo en unisolo amódulo
sin poros ya sin nódulo
ni yo ni fosa ni hoyo
el marco no ni polvo
el no más nada todo
el puro no 
sin no”

sábado, 10 de enero de 2015

Los medios y el ataque en París


Más terrible que los ataques terroristas en París ha sido la cobertura que les han dado los canales de televisión;  el reportaje ha sido constante -sin un momento de desviación para cubrir otros temas-; lo peor es que han machacado sin alivio a la palabra “musulmán”. Este trato por parte de los medios ha sido un precioso regalo para la extrema derecha europea. Podemos esperar un enorme resurgir del Fascismo en los años que viene, en gran parte debido a dicha irresponsabilidad mediática.

Intento comprender la idea-fix de la BBC y el CNN: en términos de números no se explica. El asalto no fue exagerado. Fueron cuatro individuos involucrados (aunque la participación de la mujer todavía no esté clara). La población musulmana en Francia es 4.082.222*, es decir,  los terroristas constituyen aproximadamente el ,00000010% de esta población. Así que es falso que los musulmanes en general tuvieran algo que ver con aquella violencia.

 No es que quiero minimizar la calamidad; más bien deseo entender por qué los medios hayan dedicado una semana completa al incidente y que lo hayan atribuido a un grupo poblacional particular.

De verdad, no entiendo por qué los canales de televisión hacen esto.

Al mismo tiempo el grupo terrorista Boko Haram ha asesinado a 2000 personas en Nigeria***, pero jamás lo sabrías viendo la BBC y el CNN.  El número de terroristas en los países árabes y africanos no es ni conocido ni calculable: es una miseria terrible para muchos grupos, etnías y tribus en estos lugares. Y allí no es un problema de musulmanes contra alguien más, porque la mayoría pertenece a subgrupos de esta misma religión. ¿Es que 2000 muertos musulmanes no valen un reportaje?  Es más bien un problema de exclusión, violencia aprendida y fundamentalismos fanáticos.  

Por alguna razón inexplicable, sin embargo, los medios están convencidos de que la “guerra” está dirigida por una religión nefasta a un Occidente democrático y con valores en peligro.

La manera de confrontar este fenómeno no es que cada quien porte un arma cargado siempre, que los países y agrupaciones regionales declaren guerras y bombardeen; estos actos sólo aumentan el fenómeno. Es similar a la delincuencia común: nace de la misma sociedad que luego embate.

Mi recomendación: pare buscar remedios hay que examinar los métodos que usaron después del genocidio en Rwanda; han sido notablemente eficaces en sanar las heridas de aquel país.

Referencias

*Población y distribución [de la población musulmana según países]. Accesible en la página Web: http://roble.pntic.mec.es/jfeg0041/todo_reliduques/islam/pag%20islam/distribucion.htm

**Datos Macro.com (2015). Francia homicidios intencionales.  Accesible en la página Web: http://www.datosmacro.com/demografia/homicidios/francia

***ABC.es Internacional (10/01/15). Boko Haram mata a 2000 personas  en Nigeria en su atentado más letal. Accesible en la página Web: http://www.abc.es/internacional/20150110/abci-boko-haram-nigeria-201501101058.html


viernes, 9 de enero de 2015

Qué traerá el 2015 para Venezuela?, por Manuel Llorens



Este es un escrito de Manuel Llorens que salió hace algún tiempo. Vale la pena leerlo.



 “Estamos llegando al final del 1914. ¿Qué traerá el 1915? ¿Veremos la paz restaurada y estaremos juntos de nuevo en esta tierra? No lo podemos saber.”
Carta de un soldado francés

Manuel Llorens / Prodavinci

Me encontré con este escrito a finales de este 2014. Se cumplen cien años de que este soldado apostado en una trinchera de la Primera Guerra Mundial enunciara en una carta a su novia, la pregunta que seguramente buena parte del mundo se estaba haciendo. El hallazgo fortuito me estremeció, dio palabras a mi sensación de estar cerrando un año especialmente difícil que nos acercó al borde del abismo y, en ocasiones, nos sumergió en él.
Me encontraba lejos de Venezuela, en Holanda, a causa de un evento científico al que fui invitado por el Instituto de la Haya por la Justicia Global. El evento trajo a investigadores de distintas disciplinas a discutir sobre grandes ciudades en los denominados “Estados Frágiles” y las nuevas versiones de violencia que se vienen observando y que, en todos los casos, parecen entretejer complicidades mixtas entre bandas criminales y el Estado.
Se discutieron los casos de Karachi, Paquistán; Lagos, Nigeria; Nairobi, Kenya; San Salvador, El Salvador y Caracas. En primera instancia, sorprende a los venezolanos encontrarnos en esta compañía, que en nuestra soberbia tan característica, como nos diagnosticó tan agudamente Briceño-Iragorry hace años, nos permite quejarnos por la gravedad de nuestra situación al mismo tiempo que continuamos despreciando todos aquellos rincones del mundo que nuestra simpleza asume de entrada que tienen que estar peor que nosotros.
Pero resulta que no es así. Los puntos en común son sorprendentes. El barrio tradicional de Karachi, la manera en que las bandas asociadas a fuerzas políticas han logrado controlar varios espacios de la ciudad, no es tan distinto a lo que venimos observando en Caracas. La cantidad de homicidios ocurridos en nuestra capital supera proporcionalmente a todos los demás ejemplos, salvo las capitales de los países centroamericanos. La gravedad de nuestras circunstancias son tales, que es Caracas la ciudad que alarma y comanda la atención de los extranjeros que estuvieron presente en el evento. ¿Cómo comprender que una nación petrolera, que además ha exhibido disminuciones en porcentajes de personas viviendo en pobreza, pueda simultáneamente tener niveles tan descomunales de violencia?
En una de las mañanas que tuve libre decidí visitar el Palacio de la Paz, un edificio monumental donado por el multimillonario filántropo Andrew Carnegie a la ciudad de la Haya para establecer la sede de lo que sería un primer ensayo de la Liga de las Naciones. Inaugurado en 1913 ha alojado el sueño incumplido de un mundo pacífico a través de la Corte Internacional de Arbitrio. Sirvió de alguna manera de ensayo anticipado para lo que muchos años después sería las Naciones Unidas. El museo que lo antecede exhibe los vaivenes de la guerra y la paz, el recuerdo nunca suficientemente calibrado de que Europa pasó de asesinarse entre vecinos a construirse como una comunidad política sinérgica en cuestión de unas pocas década.
Pero fue el árbol de la paz similar a los que había visto en fotos, lo que me estremeció. Es un árbol nada imponente, de ramas flacuchentas y desnudas por el otoño, que evoca cansancio y fragilidad. No podría ser de otra manera. Pero sobre sus ramas cuelga un centenar de hojas blancas colocadas por los visitantes al museo que paulatinamente han ido llenando el arbusto con pedazos de papel inscritos con anotaciones sobre la paz, esa invitada que nunca llega. Al acercarme la primera hoja de papel bond con que me topé leí “Paz para Venezuela”.
El evento, el museo, el árbol, su rama y el año que hemos atravesado me cayeron encima de pronto al mismo tiempo. Me tuve que sentar para intentar procesar el instante, la lluvia de emociones de estos meses que he acumulado y que solo ahora, a la distancia pude comenzar a integrar. Las horas que pasamos contabilizando los muertos diarios por las protestas; las olas de indignación ante la arbitrariedad y el cinismo que hemos tenido que tolerar; la preocupación por mis familiares, mis amigos, mis estudiantes; los intentos muchas veces fútiles por abrir espacios de encuentro entre venezolanos de distintas perspectivas políticas, invitando a convocar juntos el reclamo a conducir la contienda por vías democráticas; todo ese cansancio y esa zozobra aterrizó de nuevo en mi cuerpo y en mis pensamientos. ¿Cómo llegaron hasta aquí? Me preguntaron mis colegas investigadores con asombro la noche anterior.
Susan Sontag escribe que “designar el infierno, no es, por supuesto, decir nada de cómo debemos hacer para salir de él, o de cómo moderar sus llamas”[1]. La cita proviene de su ensayo “Sobre el Dolor de los Demás”, donde regresa al tema de la fotografía para preguntar si ésta cumple alguna función ética para denunciar la atrocidades de la guerra, y si cumple alguna función práctica al movilizar la acción para detenerla.
Para mí la clave está en el título y en las primeras líneas. Sontag comienza citando a Virginia Woolf y su respuesta escrita entre 1936 y 1938 al abogado antibelicista que le pregunta ¿cómo hemos de evitar la guerra?. Antes de contestar Woolf se detiene a preguntarse si realmente es posible una conversación entre ellos sobre el tema. ¿Será que ambos se escandalizan con los horrores cometidos de la misma manera?
Por supuesto, que la respuesta que los venezolanos conocemos bien es que no. Si bien seguramente la gran mayoría estamos muy preocupados por el rumbo que venimos atravesando y estoy convencido que la gran mayoría, independientemente de su posición política se conduele por los asesinatos, golpizas, crueldades que hemos tenido que registrar; no es menos cierto que todavía hay mucho cálculo político en las posiciones. He escuchado demasiados argumentos que intentan atenuar el horror del abuso cuando éste no fortalece mi posición política. Hemos escuchado al gobierno negar, minimizar, justificar y entrar en enredadísimas argumentaciones para mitigar la responsabilidad de los hechos. Maduro habla de guerra con una levedad digna de Kundera. Debemos meditar sobre las implicaciones, por ejemplo, de que la Comisión de la Verdad que tanto el gobierno como la oposición concordaron en establecer luego de las Mesas de Negociaciones del año 2002, nunca se concretó; que la petición de la Comisión Internacional de Derechos Humanos a visitar al país para hacerse de una versión más certera de los hechos, ha sido continuamente negada. Vale la pena observar el interrogatorio de la Comisión Antitortura de la CIDH realizada entre el 6 y 7 de noviembre y la multitud de preguntas que quedaron sin contestar. Me parece que ocurre como en la canción de Bob Dylan que afirma que “no se cuentan los muertos cuando Dios está de tu lado”.
“La violencia es promovida cuando cultivamos un sentido de inevitabilidad de una supuesta identidad única – a menudo beligerante – que supuestamente poseemos y que hace nos hace demandas (con que a veces ni siquiera estamos completamente de acuerdo). La imposición de una supuesta identidad única a menudo es el componente crucial de las ‘artes marciales’ de fomentar confrontaciones sectarias”, escribe Amartya Sen[2], cuya inquietud surge de sus recuerdos de infancia cuando la independencia de la India condujo a enfrentamientos violentos entre las identidades religiosas que, según su recuerdo, convirtió a vecinos y amigos de pronto en enemigos ancestrales.
He escuchado con horror la ligereza como la palabra muerte es evocada en discursos de demasiados venezolanos. Hace ya varios años fui invitado, junto a muchos otros académicos, investigadores a unas jornadas promovidas por el Ministerio de Interior y Justicia previo a la conformación de la Comisión Presidencia para el Desarme. El foro tuvo la bondad de contar con pensadores de todo el espectro de la diatriba política para el momento. Cada quien expuso sus posiciones y hallazgos. Pero me inquietaba cada vez que alguna de las presentaciones de afectos al oficialismo terminaba recitando “Patria, socialismo o muerte, venceremos”. En la sesión de preguntas levanté mi mano para preguntar si no les parecía contradictorio estar promoviendo una iniciativa que buscaba atender las cifras crecientes de inseguridad utilizando una frase de cierre que llamaba a la muerte como destino heroico. Mi pregunta se topó con un silencio incómodo. Nadie me dijo nada de manera frontal, pero no fui invitado a otra reunión. La lealtad a una causa abstracta y sus consignas épicas pudo más que la atención a las necesidades concretas. Opino que allí está sembrada una de las razones por las cuales el gobierno no ha podido resolver el problema de la seguridad.
Me espantó el rescate de las banderas de Guerra a Muerte como símbolo durante las protestas que se iniciaron en febrero con las manifestaciones estudiantiles. El llamado a la manifestación no-violenta se confundió con todo tipo de iconografía y acciones que, desde mi punto de vista, no hicieron sino restarle fuerza y poder a la indignación legítima de los estudiantes y sus llamados a protestar. Afirmar esto en el país opositor es la mayoría de las veces ser catalogado de ingenuo o come-flor ¿cómo pretendes que se pueda enfrentar un gobierno autoritario y dispuesto a atropellar los derechos ciudadanos entonces? Lamentablemente los que así opinan, lo hacen de nuevo desde una ligereza del que ha consumido demasiadas películas de guerra y se ha dedicado poco a pensar en las implicaciones de sus acciones. Vale la pena destacar que los datos a favor de la efectividad de las campañas no-violentas es apabullante. Basta con recordar que los movimientos de resistencia han sido, a partir del año 1900 mucho más efectivos cuando han sido no-violentos. Pero no solo eso, sino que el 6% de los movimientos violentos que resultaron exitosos lograron una transición hacia la democracia luego de cinco años de finalizado el conflicto, en comparación con 82% de los movimientos no-violentos.
Estos números nos condenan. Condenan al chavismo y evidencian que sus llamados contradictorios a hacer una revolución “pacífica pero armada” está en el seno de su fracaso, que han importado a la violencia como estrategia, y ahora su propio proceso interno está enredado en ella. Condenan también a las expresiones de resistencia tipo María Conchita Alonso que agitan verborreas exaltadas que dejan en ridículo y desestiman el duro trabajo político que muchos están haciendo a pulso día a día.
El país entero ha justificado durante demasiado tiempo el horror, o ha estado dispuesto a voltear para otro lado. El estado de nuestro sistema carcelario es el ejemplo más claro de nuestro error. Acosados por una delincuencia creciente, la mayor parte del país chilla indignada cada vez que se describen las cárceles como inhumanas, argumentando que los presos no merecen ser considerados a causa de su desconsideración. “Ojo por ojo, si ellos ejercieron violencia, que ahora se calen el horror de las cárceles”, es una opinión bastante extendida. Pero el tiempo ha ido demostrando que tratar a los presos como animales no ha domesticado la crueldad, sino que la ha potenciado. En el año 2009 en toda Venezuela había alrededor de 30 mil presos. Para el año 2012 ese número subió a más de 53 mil. Ese aumento súbito, además de la cadena de catástrofes humanitarias en forma de matanzas que han ocurrido en las cárceles en los últimos años no ha hecho nada por disminuir los niveles de criminalidad. Todo lo contrario.
Y ahora, otros sectores que han sido arrestados por participar en protestas están teniendo que enfrentarse con los infiernos que nosotros mismos construimos o dejamos que se fueran construyendo. La venganza y la desidia no han ayudado a pacificar al país, sino a profundizar el horror. Regreso al libro de Sontag y su título, hemos sido terriblemente incapaces de acercarnos a tratar de comprender o si quiera ver el dolor de los demás.¿Cómo podemos imaginar que alimentar el horror nos puede ayudar a salir de él?
Vaclav Havel, quien padeció en carne propia la cárcel y la persecución de los fanatismos comunistas, escribió con lucidez: “Siento antipatía hacia todas las formas de violencia ejecutadas en nombre de un futuro mejor, y una creencia profunda que un futuro asegurado por vía de la violencia puede resultar peor que lo que existe ahora; dicho con otras palabras el futuro se arruinará si utilizamos violencia para asegurarlo.”[3]
Esto es parte del hueco en que estamos metidos como país. La convocatoria a participar golpeando con un puño la mano vacía no es una invitación a construir un país mejor, es un gesto que incita a pelear. Hay demasiados actores cuya propuesta de país no es sino una escaramuza callejera. Pero hay otros, que son mayoría, que han callado por lealtad.
La violencia va generando un clima de miedo y desamparo que va reduciendo los espacios para pensar de manera amplia y flexible. La investigadora guatemalteca, Tani Adams, hablando desde la experiencia clínica con sus compatriotas que han enfrentado años de violencia política sostenida concluye: “Cuando las personas viven bajo miedo e incertidumbre constante, los impulsos a sobrevivir tienden a prevalecer más que la acción reflexiva. El ‘silencio social’ condiciona como las personas se relacionan entre sí – tienden a confiar menos y aislarse más, buscando seguridad detrás de las paredes, barreras, rejas de seguridad y guardias. Mientras más crece la desconfianza, las personas buscan protección en grupos homogéneos cada vez más pequeños, como su congregación religiosa o su pandilla, o a través de la intensificación de las identidades religiosas o étnicas.”[4]
La violencia, lo sabemos de sobra, tiende a convertirse en círculo vicioso. Como un animal arrinconado va dejando fuera la posibilidad de negociar salidas, que es en última instancia, más tarde o más temprano, lo que tendremos que hacer. Y solo negociando de una manera que todos los intereses sean representados, tendremos la oportunidad de abrir espacios para seguir avanzando.
¿Qué nos deparará el 2015? Sabemos que ni el deseo del soldado francés, como las iniciativas diplomáticas que construyeron el Palacio de la Paz bastaron para evitar los horrores de la Primera Guerra Mundial; las palabras preocupadas de intelectuales como Woolf no impidieron ni la Guerra Civil Española ni el ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.
No bastan los deseos de la mayoría de los venezolanos que queremos evitar repetir el horror que estuvo tan presente este año. Dediquemos por lo menos un instante a pensar en el dolor de los otros, de aquellos recluidos injustamente, de aquellos encarcelados en condiciones inhumanas, de aquellos enfermos que empeoran por falta de medicinas, de aquellos cuyos sueldos no les alcanza, de aquellos que no piensan igual, pero que sufren también. Requerirá del esfuerzo de muchos para organizarnos a condenar la locura belicista, resistir el militarismo que nos imponen y luchar con la valentía que requiere la no-violencia (que los violentos no pueden ver) para develar los que intentan encubrir el horror con frases hechas.

¿Cómo hacer una psicología pro-paz?


Los psicólogos no hemos sido eficaces en el desarrollo de mecanismos sociales que conducen a la paz, la solidaridad y el entendimiento entre las personas. Al escuchar las noticias (incesantes) de la BBC y el CNN sobre el ataque sobre Charlie Hebdo y los demás del editorial francés, oigo que una mezquita en el norte de Francia ha sido pintada con mensajes de odio en la noche. Los reportajes de las mencionadas emisoras están cargados con informaciones teñidas de peligro, amenaza y xenofobia contra una imaginada la amenaza musulmana, con algunas excepciones notables pero infrecuentes, escondidas en discusiones tipo panel.

¿Qué tenemos los psicólogos para ayudar a pacificar estos crecientes odios? Invito a mis amigos a ayudarme a completar la lista que desarrollo a continuación:

1. Dinámicas de grupo en el sentido de Kurt Lewin cuando trabajaba con el entendimiento entre grupos de diferentes orígenes raciales.
2. La desideologización y el realismo crítico de Martín Baró (ver de la Corte, 2000).
3. La Psicología de la Paz (Ardilla, 2001)
4. Intervenciones (como Investigación-Acción-Participativa –IAP) específicas en pro de la paz.
5. Estudios sobre la ecología humana desde la psicología social
6. Estudios sobre el impacto de mensajes de la prensa y su difusión
7. Estudios hermenéuticos sobre la retórica de los discursos políticos
8. Realización y difusión de estudios sobre el prejuicio (Montes, 2008)
9. Realización y difusión de estudios sobre opinión, actitud y Representaciones Sociales, Construcciones Sociales con relación al prejuicio, exclusión social, migraciones, refugiados políticos etc.

También pregunto: ¿qué podemos hacer, específicamente desde nuestra ubicación en Venezuela? Digo, no sólo en relación a conflictos como él de ISIS y grupos así, sino relacionados con nuestro propio entorno beligerante.  

Alunas Referencias:

Luis de la Corte Ibañez (2000). La Psicología de Ignacio Martín Baró como psicología social crítica. Una presentación de su obra. Revista de Psicología General y Aplicada. 53 (3) 437-450. Accesible en la página Web: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-LaPsicologiaDeIgnacioMartinBaroComoPsicologiaSocia-2357055.pdf

Ruben Ardilla(2001). ¿Qué es la psicología de la paz? Revista Latinoamericana de Psicología. 33 (1) 39-43. Accesible en la página Web: http://www.redalyc.org/pdf/805/80533104.pdf

Beatriz Montes Berges (2008). Discriminación, prejuicio, estereotipos: conceptos fundamentales, historia de su estudio y el sexismo como nueva forma de prejuicio. Iniciación a la Investigación. Revista Electrónica, Jaén. Accesible en la página Web: http://revistaselectronicas.ujaen.es/index.php/ininv/article/viewFile/202/183

martes, 6 de enero de 2015

Sugerencias para reducir la violencia


Veo el en Internet tantas denuncias sobre la violencia en Venezuela, especialmente en Caracas, pero hay pocas consideraciones sobre remedios. Creo que no se puede tratar el problema sin un compromiso muy fuerte con un modelo humanitario y civilizatorio que abarque toda la sociedad, y en relación específica a los delitos y la violencia, esta obligación se vuelva más urgente y más obligante. 


1. Consideraciones legales

      a. Penalizar la corrupción entre magistrados, abogados, funcionarios y otros miembros del sistema legal
     b. Concentrar a atención legal/policial en delitos mayores. Despenalizar infracciones menores y tratarlos fuera del sistema criminalística. Legalizar la marihuana, especialmente la de uso medicinal.
      c. Requerir rapidez en el proceso legal de penalización de delitos. Asegurar que las penas se relacionen con los delitos cometidos; eliminar el trato preferencial para personas con influencia y medios económicos. 
     d. Asegurar que todo acusado tenga ayuda letrada competente.

2. La policía

      a. Declarar intolerable los delitos de parte de las fuerzas de orden y depurar los cuerpos policiales de quienes quebrantan estos límites.
     b. Declarar intolerable la “eliminación” física de sospechosos por parte de la policía; no hay pena de muerte legal en Venezuela.
      c. Entrenar la policía para prevenir el delito.
     d. Pagar un sueldo aceptable a los miembros de la policía.

3. Las armas en las calles: declarar ilegal el porte de armas y castigar severamente a quienes los tienen.

4. La reducción del crimen en la calle

      a. Identificar los lugares donde ocurren mas delitos y patrullarlos con mayor esmero (lugares calientes, como hacen en el municipio Sucre). Iluminar estos espacios. 
      b. Ofrecer números telefónicos que el público puede usar para denunciar delitos; garantizar la pronta presencia policial después de una denuncia.
      c. Entrenar grupos de vecinos a patrullar sus vecindarios sin que se conviertan en vigilantes vengativos.

 5. El trato con las pandillas de delincuentes  
  
     a.        Desarrollar un fuerte compromiso con la prevención del delito sobre todo en zonas donde los jóvenes tienden a unirse en bandas. Intentar reducir el delincuente como un modelo deseable para los adolescentes. Desarrollar el deporte y actividades para estos jóvenes. Invitar la participación de grupos como la Fundación Venezolana Simón Bolívar (“El Sistema” de Antonio Abreu).
     b.       Desarrollar talleres en las escuelas primarias y en los liceos sobre el manejo de la violencia interpersonal. Identificar los jóvenes con mayor tendencia a la violencia y ofrecerles asesoramiento psicológico a nivel personal.
     c . Recluir a quienes han cometido delitos, pero en condiciones humanitarias (ver renglón de “cárceles).

6. Las cárceles

     a.     Eliminar las características de la encarcelación que conducen a mayor violencia.
     b.     Recobrar el control interno de las cárceles por parte del sistema carcelario.
     c.     Asegurar que los detenidos sin juicio reciban asesoría legal y juicios oportunos. No permitir que el derecho a juicio sea objeto de corrupción.
     d.     Entrenar a quienes vigilan los presos en trato humano para con los presos.
     e.     Liberar a los presos condenados por tenencia y consumo de drogas. Con la población así reducida, mejorar las instalaciones; las celdas deben tener una máxima de dos presos cada una.
    f.      Acondicionar las instalaciones sanitarias y proveer camas con colchones y cobijas. Eliminar la corrupción que exige pagos para estos beneficios.
     g.     Ofrecer comida aceptable, atención médica, tratamiento psicológico, asesoría legal competente y la posibilidad de educación formal. Abrir talleres para el aprendizaje de destrezas en oficios que pueden ejercer fuera de la cárcel.
     h.     Eliminar el tráfico de armas en las cárceles. Dificultar que los presos dirigen actividades delictivas desde los establecimientos carcelarios. 

sábado, 3 de enero de 2015

La gente de la hierba: el video



Cuando era una niña tenía extensos lapsos de tiempo para adormitarme entre las largas hierbas donde habitan las abejas, las hormigas y los caracoles; sentía quietud y la suspensión del tiempo en aquellos intervalos. El video cuya dirección electrónica aparece abajo me ha suscitado una memoria sensorial de aquella época de mi vida. ¿Los muchachos de hoy tendrán estas experiencias, o están presos de sus celulares?

En este documental no hay una sucesión relacionada de eventos que podríamos llamar guión, sólo dramones incidentales y secuenciales en la vida de los insectos; únicamente experimentamos un tipo de continuo acontecer. Da una sensación de meditación, y es como presenciar el Pastoral de Beethoven pero con los ojos; hay también estupendos momentos de acompañamiento musical.

La fotografía es asombrosa. ¿Cómo lograron perseguir a una libélula en vuelo? ¿Cómo captaron a multitudes de insectos que patinan sobre el agua y casi simultáneamente mostrar qué pasa debajo de la superficie, como una araña que construye una burbuja de aire sobre una hoja sumergida?

Vemos lo que significa una gota de lluvia si no mides más que dos centímetros y el engaño que hace una orquídea a una abeja amorosa que piensa que se acerca a una reina de su especie. Hay un hermoso momento de amor entre dos caracoles y una pelea entre admirables escarabajos que parecen dinosauros.

Podemos apreciar el inmenso trabajo de los insectos, por ejemplo un escarabajo de estiércol que, como Sísifo, arrastra un tremendo peso arriba por una colina, sólo para caer luego, y tener que volver desde el comienzo su lucha existencial.

Hay un tren de cientos ciempiés que se movilizan por campo abierto, y hormigas que beben agua en un charco mínimo, pero en esta escala parecen leones en el Serengueti. Al final, ya caída la noche una típula paludosa sale de su crisálida a la luz de la luna; parece la emergencia de la dama del agua con sus velos diáfanos.

Referencia

Jacques Perrin (1996). Microcosmos. La gente de la hierba. Accesible en la página web: http://ecocosas.com/documentales/microcosmos-la-gente-de-la-hierba-documental/
 
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