El populismo surge en momentos históricos predecibles, pero sobre todo cuando sectores vulnerables de la población de un país sufren una desmejora económica o de status. Entonces aparecen los populistas que se consideran voceros del “cambio”. Con sus bocas llenas de lemas como: -“somos víctimas del imperialismo”, -“los (judíos, musulmanes, inmigrantes, refugiados, personas de color, los opositores…) nos amenazan y hay que eliminarlos”, -“hay que recuperar las glorias de nuestro pasado” o -“nosotros primero”, crean las condiciones para permanecer en el poder. Entre sus seguidores la exclusión, la xenofobia y el racismo llegan a superar sus motivos económicos iniciales. Actualmente se oye este discurso en Turquía, Polonia, Hungría, Italia, España, Venezuela, Nicaragua, Bolívia y sectores importantes de la política de Francia, Alemania y Colombia entre otros.
Estos regímenes tienen también recursos de exclusión económica. Ofrecen dádivas a sus seguidores y empobrecen sistemáticamente a sus opositores. En Venezuela actualmente amplios sectores de la población sufren de desnutrición e insuficiencia calórica. No hay ni medicinas ni servicios de hospitalización. Opositores importantes, o quienes protestan en las calles son asesinados, o son encarcelados en lugares donde reciben un trato que viola cualquier respeto a los derechos humanos.
El regreso a una democracia liberal es difícil. Algunos pocos opositores apoyan el uso de los escasos recursos democráticos que todavía existen. Otros creen en la resistencia armada –frente a fuerzas mucho más poderosas y pertrechadas-. Otros esperan pasivamente alguna liberación desde fuera del país. Dice Sharp (2002/2011, p. 17): “Muchas personas que actualmente están padeciendo bajo una dictadura… [p]onen su confianza en las fuerzas extranjeras. Creen que sólo una ayuda internacional puede ser lo bastante fuerte como para derribar a los dictadores.” Otros esperan la llegada de un héroe.
El año pasado en Venezuela un piloto llamado Oscar Pérez confrontó al régimen de modo teatral y aparatoso, y fue asesinado por su atrevimiento. Desde los medios electrónicos la gente exclamaba su apoyo. Pero Pérez era un soldado liberador sin un plan de cambio. No había elaborado ningún programa para la recuperación legal, estructural, económica o penal del país, o no lo había hecho público. Su lenguaje era igualmente indeterminado: quería libertad y justicia, dos sustantivos notoriamente vacíos de cualquier contenido preciso.
¿Cuáles son las vías viables de recuperación para un país como Venezuela?
Es evidente que una gran parte de la fuerza de recuperación tiene que venir del extranjero porque la represión no permite acción directa. Este tipo de intervención no sería militar; más bien se trataría de una extensión de los medios diplomáticos, las sanciones sobre las fortunas privadas de los mandatarios y la promesa de juicios internacionales por la violación de los derechos del hombre.
Al mismo tiempo hay que reunir grupos comunitarios, ONGs, partidos políticos y personajes de las universidades para ir preguntando cómo parar la inflación, y cómo devolver las fuerzas de orden a sus cuarteles y bajo el mando civil. También hay que considerar cómo recuperar las inversiones en el sector privado, y cómo reconstruir la educación en todos sus niveles. Los sistemas de salud tienen reconstruirse desde sus bases. Otras preguntas son: ¿Qué vamos a hacer con la basura que producen nuestras ciudades? ¿Qué sistema de transporte necesitamos? ¿Cómo vamos a neutralizar y luego reformar a las bandas de delincuentes?
Referencia
Gene Sharp, (2002/2011). De la Dictadura a la Democracia Un Sistema Conceptual para la Liberación. Boston, Massachusetts: The Albert Einstein Ins
No hay comentarios:
Publicar un comentario