viernes, 23 de mayo de 2025

How I want to say goodbye (poem)

(K. Cronick)

I want to go there quietly

no devices on my bed.

At my final sundown

I want to be here 

cheerfully, 

under my eiderdown.

Thusly,

I want to say goodbye.


We don’t need to cry,

we will meet there, 

at the old stone beacon

near the northern harbor

when we, all of us, are

like the morning, evening stars,

spirits that never again 

will weaken,

bright beings 

made of light.  

jueves, 22 de mayo de 2025

Nuestra vulnerabilidad frente a la desinformación

 

K. Cronick

Escribo este pequeño comentario debido a la diversidad de opiniones que voy encontrando en las redes sociales sobre lo que es real y confiable.

Hay gente que piensa que la Tierra es redonda, que las vacunas previenen enfermedades, que el universo comenzó con un big bong cósmico hace unos 13.797 millones de años y que se puede acercar al extranjero sin miedo. Pero estas posiciones están cada vez más cuestionadas.

Las ideas sobre la realidad se fundamentan en recursos informáticos muy variados. Casi siempre basamos nuestras ideas en los reportes de testigos y autoridades. Ellos suelen ser alguien que vio a un acontecimiento, o que leyó sobre este acontecimiento, o que oyó un reporte en la televisión o un chisme al respecto. Estas personas pueden ser gente cercana a uno, o “autoridades” como funcionarios, líderes religiosos y aun personajes científicos.

Hay dos maneras que tenemos para recibir la información que nos dan: a) dudarla e investigar sobre su veracidad, o b) aceptarla. Nuestra aceptación va a depender de nuestra confianza en la fuente y nuestras ideas previas al respecto, incluyendo nuestras adhesiones ideológicas, lealtades religiosas o conocimientos previos. Estas tres condiciones son interdependientes y se influyen mutuamente.

La ciencia, y ciertos métodos en la filosofía tienen por propósito aumentar la probabilidad de que la información sea verídica. No hay un juez, o una autoridad política o un sacerdote iluminado en la ciencia. No hay libros sagrados ni tradiciones irrefutables.

La vulnerabilidad a la desinformación está cada vez más notable. Hay mucha   gente que no tiene la oportunidad de saber qué es el método científico para entender al mundo. Hablo en singular, de un método básico, porque, aunque existan muchos enfoques, cada uno con sus procedimientos particulares, hay algo que todos tienen en común: se arrancan de una suposición sobre la realdad y luego emplean una serie de procesos abiertos y públicos para ponerla en duda, es decir, refutarla. La única árbitro en la ciencia es la evidencia, o pasos lógicos y matemáticos para someter la suposición inicial a la prueba.

Por esta razón la manera ideal para juzgar un hallazgo científico es revisar el informe del reporte especialista que lo anuncia. No basta declarar: “Los científicos dicen….” Estos reportes académicos aparecen publicados en revistas que tienen árbitros, es decir, personas que conocen bien el campo de estudio, y que revisan los resultados de cada informe antes de aprobarlo para publicación. Además, hay fuentes confiables que se encargan de la divulgación en general de los resultados [1].

Escribo esto porque leer las noticias hoy en día requiere el uso de un muy grueso filtro de dudas. En algunos casos las mentiras son obvias, y sus motivaciones saltan a la vista. Pero otras requieren esfuerzo para identificarlas. Y, además, aun las mentiras más obvias tienen sus creyentes. Por ejemplo, El presidente estadounidense actual propone la existencia de una genocida contra los blancos en África del Sur.  Dicen algunas personas que el cambio climático no existe. En países totalitarios niegan los problemas de los derechos humanos. Y todas estas mentiras (obvias) tienen quienes los admiten.

En gran parte la vulnerabilidad a las mentiras proviene del aislamiento que sufran muchas personas de una institución académica de calidad. Los niños de primaria son capaces de aprender lo básico sobre cómo discriminar la falsedad de la verdad. Entre la pobreza de nuestras aulas actuales y la influencia caótica de las redes electrónicas, tenemos un problema cultural de grandes proporciones.



[1] Varias de estas fuentes son: ScienceDirect, Elsevier (Medicina y salud), Pubmed, Ingenta, Scopus, Académico, Science Direct, Dialnet, Redalyc, (Base bibliográfica:  ChatGPT, s/f. Sidebar, 17 fuentes para la información científica https://papelesdeinteligencia.com/17-fuentes-de-informacion-cientifica/. Además, hay revistas de difusión popular como Scientific American

sábado, 10 de mayo de 2025

Ay, ay, ay, Delilah

 


K. Cronick

Hace algunos meses vi un video de un gran grupo de personas en un concierto en un espacio abierto. Su edad promedio probablemente era unos 50-60 años. El cantante comenzó a cantar la canción “Ay, ay, ay, Delilah”, cuya letra es trágica; se trata de un hombre que mata a su amante después de darse cuenta que ella está siendo infiel, y luego, lamenta tanto la traición de ella, como la pérdida de su amor.  Se trata de una música conocida, popular en los años 60 del siglo pasado.

Lo interesante de esta historia es que el público comenzó a cantar junto con el cantante, pero no como participantes en una leyenda musical trágica, sino como algo lírico y alegre, moviéndose con el ritmo suave y sonriendo juntos con este momento de comunicación cultural. Era un acto de unión patrimonial, y acopamiento alegre.

Realmente me asombró ver como estas personas participaran en la melodía y el suave ritmo, olvidándose del drama amargo que la canción recordaba. Es un fenómeno colectivo que se ve con frecuencia, cuando las personas “escogen” las partes de la realidad compartida que van a celebrar, descartando sus aspectos incómodos.

Esto pasa también en la música culta.

En un artículo sobre la empatía escribí esto:

“A veces ocurre una extraña mezcla de significación compleja y música donde la experiencia empática casi nos engaña. En el acto final de “Turandot” de Giacomo Puccini,   la aria Nessun dorma (Que nadie duerma) es una pieza para la voz tenor. Pareciera una canción de amor, y hablando por mí, la oigo así. Pero es cantada por el personaje de un aventurero príncipe (Calàf) que ha perdido su reino, y anda por toda la China como un amargo mendigo de realeza. Entra en el reino de Pekín, y ve a la princesa Turandot que está en la edad para casarse. Quien se casa con ella se quedará con el reino y evidentemente ella tiene pretendientes. Pero ella les pone pruebas y amenaza a todos con matarlos. El príncipe Calàf “se enamora” de ella perdidamente sólo con verla un instante. El espectador podría sospechar que lo que realmente le atrae a Calàf es la posibilidad de apoderarse del reino si llegase a casarse con ella. Ella quiere matarlo a él también, pero Calàf le reta: si ella puede averiguar su nombre antes del amanecer, él se someterá mansamente a su condena funesta. El problema es que nadie conoce su nombre, excepto su padre Timur y una fiel sirvienta de éste, Liù. Y cuando Turandot se da cuenta que Liù lo sabe, le tortura hasta la muerte para que lo revele. Liú, a pesar de todo, no lo confiesa, y Calàf presencia esta barbaridad sin hacer nada para salvarle a Liù. Realmente Calàf y Turandot son creados el uno para el otro: son iguales en sus salvajismos.” [1] Sin embargo, la aria es conocida en todo el mundo por su belleza casi amorosa.

Nota final: La letra: de “Ay, ay, ay, Delilah” en español e inglés. (https://youtu.be/MIIU9xkGAMs)

Vi la luz en la noche cuando pasé por su ventana

I saw the light on the night that I passed by her window

 

Vi las sombras titilantes del amor en su persiana

I saw the flickering shadows of love on her blind

 

Ella era mi mujer

She was my woman

 

Mientras me engañaba, observaba y perdía la razón

As she deceived me I watched and went out of my mind

 

Ay, ay, ay, Delilah

My, my, my, Delilah

 

Por qué, por qué, por qué, Delilah

Why, why, why, Delilah

 

Podía ver que esa chica no era buena para mí

I could see, that girl was no good for me

 

Pero estaba perdido como un esclavo que ningún hombre podía liberar

But I was lost like a slave that no man could free

 

Al amanecer, cuando ese hombre se fue, yo estaba esperando

At break of day when that man drove away, I was waiting

 

Crucé la calle hacia su casa y ella abrió la puerta

I crossed the street to her house and she opened the door

 

Ella estaba allí riendo

She stood there laughing

 

Sentí el cuchillo en mi mano y ella no rió más

I felt the knife in my hand and she laughed no more

 

Ay, ay, ay, Delilah

My, my, my, Delilah

 

Por qué, por qué, por qué, Delilah

Why, why, why, Delilah

 

Así que antes de que vengan a derribar la puerta

So before they come to break down the door

 

Perdóname Delilah, simplemente no pude soportarlo más

Forgive me Delilah, I just couldn't take anymore

 

Ella estaba allí riendo

She stood there laughing

 

Sentí el cuchillo en mi mano y ella no rió más

I felt the knife in my hand and she laughed no more

 

 

Ay, ay, ay, Delilah

My, my, my, Delilah

 

Por qué, por qué, por qué, Delilah

Why, why, why, Delilah

 

Así que antes de que vengan a derribar la puerta

So before they come to break down the door

 

Perdóname Delilah, simplemente no pude soportarlo más

Forgive me Delilah I just couldn't take anymore

 

Perdóname Delilah, simplemente no pude soportarlo más

Forgive me Delilah I just couldn't take anymore

Delilah



[1] Cita tomado de: Cronick, K. (2024), La empatía: una capacidad en los seres vivos. En L. Mora-Salas (Coord.). Testimonios psicosociales. Cuaderno de Investigación N° 1 - Área Psicología Social. Doctorado en Psicología. CDCH/UCV (En evaluación).

 
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