lunes, 29 de agosto de 2011
El hambre y la cultura
n realidad comemos según costumbres arcaicas. Hace milenios convenía consumir toda la grasa posible; era real la preocupación que tal vez mañana los cazadores de nuestra tribu no encontrarán qué atrapar, o en culturas agrícolas las cocechas o crías de animales no sobrivirirán sequías o inundaciones. Casi todas los carnívoros tendemos a hartarnos cuando capturamos una presa porque el futuro es inseguro.
En el mundo desarrollado estas condiciones han cambiando, y en vez de la lucha para conseguir calorías suficientes nos atiborramos de grasas, no sólo en McDonald’s sino también en nuestras casas.
La paradoja es que el hambre no ha sido eliminada siquiera entre los seres humanos. Etiopía y Somalia tienen las hambrunas más espantosas, pero la falta calórica existe en muchos lugares. Hace años estuve en una finca en Ecuador cuando mataron a un cerdo. Su preparación era tarea de todos y yo estuve entre los que separamos la piel de la grasa para lanzarla a una enorme paella que se calentaba sobre brazas de leña al costado de mi mesa. A mi lado estuvo el hijo de uno de los peones, el muchacho metía la mitad de la grasa cruda –todavía caliente del calor del animal- en su boca y sólo la otra mitad a la paella. Objeté: “¡No comes esto!! Hay parásitos allí que te pueden matar.” Pero en seguida pensé: era tal vez la única grasa animal que comería en el año. Su vida era muy diferente a las posibilidades de la clase media que puede comer una pizza llena de mozarela o un lomito asado cuando quisiera.
Para ponerme en condiciones para una cirugía ahora en septiembre he tenido que seguir una dieta rigorosamente sin grasa, sin picante y sin cosas sabrosas como sal, azúcar, frutas frescas, nueces, granos, tomate, queso, chocolate y alcohol. Después de la intervención puedo volver a saborearlas, pero me doy cuenta que me siento mejor sin ellas (excepto la fruta), especialmente sin los aceites y grasas. He tenido que “sofreír” vegetales en agua e inventar recetas que tienen especies aromáticas y distintas combinaciones de lo permitido para no comer siempre la misma sopa de legumbres, y esto me ha hecho más inventiva. Fuera de la cocina tengo sembrado ajo, y corto las hojas para ponerlas encima de lo que preparo, y en un plato germino frijoles chinos con el mismo propósito. A pesar de tener que pasar estas hojas por agua hirviendo, hasta encuentro gusto en lo que como ahora.
La reflexión de esta mañana tiene que ver con mi nueva relación con la comida. La semana pasada oí en el programa de Sanjay Gupta del CNN al Dr. Caldwell Esselstyn Jr., el director del programa de prevención cardiovascular de la Clínica de Cleveland (1). Él dijo que se puede prevenir, e inclusive definitivamente eliminar problemas cardiovasculares con la dieta adecuada.
He aprendido en estas semanas que la dieta y los antojos son, en gran parte, aprendidos. A pesar de las hambres ancestrales podemos acostumbrarnos a otras maneras de comer.
Referencia:
(1) Programa Sanjay Gupta: http://cnnpressroom.blogs.cnn.com/2011/08/02/%E2%80%98dr-sanjay-gupta-reports-the-last-heart-attack%E2%80%99-%E2%80%93-a-mission-possible/
Nota: el contacto con Blogger por medio de CANTV es muy difícil.
domingo, 21 de agosto de 2011
La ciencia y la música: dos estéticas paralelas
Fuente de la foto de Natalie Clein
Hay dos áreas estéticas notables por lo profundo y elaborado de la experiencia humana: la ciencia y la música. Me perdonarán si esta noche excedo un poco en la retórica.
Acabo de regalarme ambas en una sola noche. Primero escuché a Morgan Freeman en dos episodios de “Through the wormhole” en el Canal “Science and Discovery”, y después escuché “The Music Room” de Howard Goodall en el canal “Film and Arts” en el episodio siete donde entrevistó a la chelista Natalie Clein.
Ambas experiencias se juntaron en mí, especialmente cuando ella tocó partes del Suite nú 3 de Bach. En estas suites la emoción se eleva sobre el intelecto como un enorme cóndor que regresa a su nido arriba en las laderas de una montaña, y dentro de mí el cosmos y los electrones acelerados casi a la velocidad de la luz –que justo había visto una media hora antes- se combinaron en una sola vivencia de tiempo y espacio.
A continuación vinieron otros, una pieza de Piazzolla y luego la sonata para chelo solo de Kodály. Piazzolla me es bastante accesible. No me llevó al cosmos pero sí al interior de mi cuerpo y corazón. En cambio Kodály me quiso llevar donde no quise ir, no sé porque. Hasta la ternura en él es ancestral y desde una tradición aparentemente muy remota, tal vez porque para tocar la sonata hay que entonar el instrumento hacia abajo, una técnica llamada “scordatura”, que en este caso, consiste en cambiar dos cuerdas (la do se convierte en si y la sol se disminuye a fa aguda). Y sin embargo, a pesar de las distancias, me conmovió, me arrastró a pesar mío.
Total, un estupendo domingo en la noche.
jueves, 18 de agosto de 2011
Dos temas, dos tipos de orden público
La naturaleza y los espacios urbanos
Fuente de la foto: los apicultores en la Ciudad de Nueva York
Esta mañana escribí sobre algo preocupante, que es la capacidad para violencia que tienen las fuerzas de orden. Voy a incluirlo abajo. Pero desde entonces he reflexionado sobre otro tema que es mucho más esperanzador: la capacidad creador del ser humana para desarrollar tecnologías que pueden interactuar creativamente con la naturaleza, y que eventualmente pueden constituir un puente entre grupos que han sido marcados por la xenofobia y exclusión muta. La foto a la derecha demuestra una de ellas: la práctica de la apicultura en los techos de la ciudad de Nueva York.
En Venezuela no hemos podido entusiasmarnos todavía por estas aventuras. Seguimos construyendo edificios que requieren enormes gastos eléctricos para enfriarlos, y tenemos escasa conciencia de la necesidad de crear espacios públicos compartidos. Nuestras calles y carreteras son escenarios competitivos donde cada quien aprovecha cualquier espacio para avanzar en vez de colaborar para que todos podamos llegar cómodamente a nuestros destinos. Es difícil reciclar cualquier tipo de basura porque no hemos desarrollado la necesaria infraestructura para hacerlo. Y la idea de colaborar con la naturaleza no es un ideal para la mayoría de nosotros.
Tengo tiempo promoviendo soluciones ecológicas a nuestros problemas: es mi pequeño motivo para proselitismo. En mi propia casa, cuando hablo de construir una casa para murciélagos, tanto mi familia como mis amigos se espantan y hablan de las enfermedades que traerán. No piensan en las toneladas de insectos que consumen todos los años. Y cuando intento convertir la basura orgánica que sale de mi cocina en abono para las matas me hablan de como atraeré roedores y producirá malos olores.
En la Facultad de Agronomía de la UCV en Maracay saben construir “reactores” para convertir la basura orgánica en metano que luego puede usarse para producir electricidad o para quemar en la cocina. Es mi deseo aprender a hacerlos para mi casa. También podrían servir para lugares como comedores que producen mucho desecho orgánico.
Imagínese, estimado lector, que los techos de los edificios de Caracas tuviesen jardines o sembradíos de legumbres. Que hubiese colaboración entre los ciudadanos para hacer la ciudad menos caloroso y más agradable. Que se pudiera caminar por las aceras entre árboles y arbustos y que entre todos fuéramos a cuidar la vegetación. Y que hubiera orgullo colectivo de los espacios públicos.
La hermandad perdida para las fuerzas de orden
Fuente del dibujo, es el logo de Proyect Reach
¿Por qué la policía de todos los regímenes obedece las órdenes de quienes detenten el poder? ¿Qué les impide reconocer la humanidad de los demás miembros de su país? ¿Por qué los efectivos policiales no niegan cumplir estas órdenes? ¿Por qué el público no puede parar esto? En el lado izquierdo de este texto se puede ver el logo de Project Reach que simboliza justamente el control ciudadano sobre las fuerzas de orden.
Escribo esto porque al ver las espantosas noticias en CNN reflexiono (asombrada) que todos los protagonistas son seres humanos tal como como somos los lectores de este blog y yo. ¿Qué anda mal? Debe haber una forma crianza similar para la policía y los bandidos, algo que les vulnera en su capacidad para sentir empatía. El estilo de vida de éstos últimos fue descrito por Alejandro Moreno en su libro: “Y salimos a matar gente”, y a lo mejor muchos miembros de las fuerzas de orden tienen similares visiones de la vida.
Pero en las noticias actuales la policía no atrapa ladrones sino sus conciudadanos que manifiestan pacíficamente en las calles.
Libia y Siria son los ejemplos más horríficos de la actualidad, pero es algo que ocurre y siempre ha ocurrido por todas partes. Los disturbios en Londres fueron motivados s por un asesinato en la calle por parte de la policía, y luego se convirtieron en un motín. La reacción en India a las protestas de Anna Hazare es menos violenta pero igualmente represiva. Lo que hicieron los chinos a quienes protestaban en la plaza Tiananmen en 1989 no tiene nombre. Hace un poco más de un mes la policía retuvo los niños de mujeres damnificadas que manifestaban en Caracas, castigándolas donde más les podría lastimar. La bien conocida foto en la izquierda demuestra la brutalidad policial de Israel contra un padre palestino y su hijo, donde murió el niño y el padre fue severamente herido. La espeluznante secuencia está en está página, para quienes la quieren seguir, pero como recordarán, es sumamente brutal. Y todos son actos de algunos ciudadanos contra otros.
Es urgente comenzar a reconocer que algo no funciona. Los medios de comunicación son cómplices en un proceso que tiene que cambiar. Las escuelas necesitan incluir el respeto mutuo en el currículo . Y los de a pie tenemos que exigir de las fuerzas de orden consideración, mesura y tolerancia.
Referencias:
1. Alejandro Moreno. Y salimos a matar gente.
2. Foto de la apicultura en NYC: http://www.nycbeekeeping.com/photos/95525/?photoId=&photoAlbumId=95525
3. Foto de brutalidad policial en Palestina: http://www.eretzyisroel.org/~ginsburg/aldura
4. Logo de Project Reach: http://october22-ny.org/index2.html
Fuente de la foto: los apicultores en la Ciudad de Nueva York
Esta mañana escribí sobre algo preocupante, que es la capacidad para violencia que tienen las fuerzas de orden. Voy a incluirlo abajo. Pero desde entonces he reflexionado sobre otro tema que es mucho más esperanzador: la capacidad creador del ser humana para desarrollar tecnologías que pueden interactuar creativamente con la naturaleza, y que eventualmente pueden constituir un puente entre grupos que han sido marcados por la xenofobia y exclusión muta. La foto a la derecha demuestra una de ellas: la práctica de la apicultura en los techos de la ciudad de Nueva York.
En Venezuela no hemos podido entusiasmarnos todavía por estas aventuras. Seguimos construyendo edificios que requieren enormes gastos eléctricos para enfriarlos, y tenemos escasa conciencia de la necesidad de crear espacios públicos compartidos. Nuestras calles y carreteras son escenarios competitivos donde cada quien aprovecha cualquier espacio para avanzar en vez de colaborar para que todos podamos llegar cómodamente a nuestros destinos. Es difícil reciclar cualquier tipo de basura porque no hemos desarrollado la necesaria infraestructura para hacerlo. Y la idea de colaborar con la naturaleza no es un ideal para la mayoría de nosotros.
Tengo tiempo promoviendo soluciones ecológicas a nuestros problemas: es mi pequeño motivo para proselitismo. En mi propia casa, cuando hablo de construir una casa para murciélagos, tanto mi familia como mis amigos se espantan y hablan de las enfermedades que traerán. No piensan en las toneladas de insectos que consumen todos los años. Y cuando intento convertir la basura orgánica que sale de mi cocina en abono para las matas me hablan de como atraeré roedores y producirá malos olores.
En la Facultad de Agronomía de la UCV en Maracay saben construir “reactores” para convertir la basura orgánica en metano que luego puede usarse para producir electricidad o para quemar en la cocina. Es mi deseo aprender a hacerlos para mi casa. También podrían servir para lugares como comedores que producen mucho desecho orgánico.
Imagínese, estimado lector, que los techos de los edificios de Caracas tuviesen jardines o sembradíos de legumbres. Que hubiese colaboración entre los ciudadanos para hacer la ciudad menos caloroso y más agradable. Que se pudiera caminar por las aceras entre árboles y arbustos y que entre todos fuéramos a cuidar la vegetación. Y que hubiera orgullo colectivo de los espacios públicos.
La hermandad perdida para las fuerzas de orden
Fuente del dibujo, es el logo de Proyect Reach
¿Por qué la policía de todos los regímenes obedece las órdenes de quienes detenten el poder? ¿Qué les impide reconocer la humanidad de los demás miembros de su país? ¿Por qué los efectivos policiales no niegan cumplir estas órdenes? ¿Por qué el público no puede parar esto? En el lado izquierdo de este texto se puede ver el logo de Project Reach que simboliza justamente el control ciudadano sobre las fuerzas de orden.
Escribo esto porque al ver las espantosas noticias en CNN reflexiono (asombrada) que todos los protagonistas son seres humanos tal como como somos los lectores de este blog y yo. ¿Qué anda mal? Debe haber una forma crianza similar para la policía y los bandidos, algo que les vulnera en su capacidad para sentir empatía. El estilo de vida de éstos últimos fue descrito por Alejandro Moreno en su libro: “Y salimos a matar gente”, y a lo mejor muchos miembros de las fuerzas de orden tienen similares visiones de la vida.
Pero en las noticias actuales la policía no atrapa ladrones sino sus conciudadanos que manifiestan pacíficamente en las calles.
Libia y Siria son los ejemplos más horríficos de la actualidad, pero es algo que ocurre y siempre ha ocurrido por todas partes. Los disturbios en Londres fueron motivados s por un asesinato en la calle por parte de la policía, y luego se convirtieron en un motín. La reacción en India a las protestas de Anna Hazare es menos violenta pero igualmente represiva. Lo que hicieron los chinos a quienes protestaban en la plaza Tiananmen en 1989 no tiene nombre. Hace un poco más de un mes la policía retuvo los niños de mujeres damnificadas que manifestaban en Caracas, castigándolas donde más les podría lastimar. La bien conocida foto en la izquierda demuestra la brutalidad policial de Israel contra un padre palestino y su hijo, donde murió el niño y el padre fue severamente herido. La espeluznante secuencia está en está página, para quienes la quieren seguir, pero como recordarán, es sumamente brutal. Y todos son actos de algunos ciudadanos contra otros.
Es urgente comenzar a reconocer que algo no funciona. Los medios de comunicación son cómplices en un proceso que tiene que cambiar. Las escuelas necesitan incluir el respeto mutuo en el currículo . Y los de a pie tenemos que exigir de las fuerzas de orden consideración, mesura y tolerancia.
Referencias:
1. Alejandro Moreno. Y salimos a matar gente.
2. Foto de la apicultura en NYC: http://www.nycbeekeeping.com/photos/95525/?photoId=&photoAlbumId=95525
3. Foto de brutalidad policial en Palestina: http://www.eretzyisroel.org/~ginsburg/aldura
4. Logo de Project Reach: http://october22-ny.org/index2.html
martes, 16 de agosto de 2011
Stop watching, start living / Deja de verla y comience a vivir
Fuente del dibujo
Ahora que estoy en una especie de recuperación física de una dolencia sin importancia, pero que me obliga a mantener una dieta sólo apetecible para los párvulos, veo más televisión. Direct TV me ofrece cientos de canales, pero la elección real se limita a unos cinco o seis: la BBC, CNI, Film and Arts, Discovery, Vale TV y a veces algún otro por si acaso. Definitivamente Film and Arts es mi refugio.
A veces veo algún episodio de CNI donde todo es predecible y los trabajos del laboratorio policial siempre consiguen esclarecer la verdad. Pero anoche comencé a ver una película policial en un canal fuera de mi zona de seguridad, y tuve que cambiarlo en medio de la presentación porque el grado de violencia malintencionada y perversa me asqueó. Estas tramas no pueden ocurrir en la vida real, pero parece que los productores sólo pueden aliviar la malignidad de sus imaginaciones retorcidas cuando dirigen aquel chorro de pócimas tóxicas hacia nosotros. Hay mucha gente que regularmente ve estas cosas, y siento que se trata de un experimento social para determinar en fin qué grado de envilecimiento toleraremos.
Un escape es el Internet, pero CANTV es tan lenta que puedo levantarme a preparar una manzanilla mientras espere que entre la página en pantalla.
Me escapo a la pila de libros sin leer sobre la mesa de mi estudio y esto es siempre un placer.
sábado, 13 de agosto de 2011
La esclavitud, la añoranza y Tarea
Fuente del dibujo
En la penúltima página de El Reino de este mundo (Alejo Carpentier), el personaje principal Ti Noel reflexiona:
“Ti Noel… comprendía, ahora que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. Es imponerse Tarea…. Por ello, agobiado en penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida, en el Reino de este Mundo“ (p. 21).
Ti Noel ha sido testigo de esclavitudes de todo tipo: de los negros bajo el látigo de sus amos blancos, de los Negros bajo el azote de un emperador negro y finalmente, de los desposeídos frente a una incipiente noción de propiedad privada y dictadura. A través de todo, no pierde sus conocimientos sobre los poderes de los espíritus africanos y su intuición sobre una añorada, escurridiza y a fin de cuentas, inalcanzable justicia mundana.
Estas palabras me conmovieron a pesar de su mezcla tan extraña de pesimismo y optimismo. Tengo una edad que me permite recordar el paso de varias tiranías, intentos democráticos y vueltos a la tiranía. Veo esta oscilación hoy en día en todas partes: los Estados Unidos, la antigua antorcha de derechos y ley que se convierta en una sociedad cerrada y militarizada, los árabes que pelean para lograr una dorada y resbaladiza libertad y, en América Latina, nuestros tambaleantes esfuerzos para conseguir equilibrio ente la justicia social y la opresión. Veo como los Amos del Valle no son nada en comparación de los Amos Globales y junto a ellos nuestra inercia para movilizarnos para controlarlos.
Pero como dice Carpentier: queremos ser mejores de lo que somos y podemos amar en el medio de todo aquello. De allí y al a vez, nuestra desgracia y nuestra posibilidad.
miércoles, 10 de agosto de 2011
La caridad y las instituciones médicas
Fuente del dibujo
La semana pasada estuve brevemente hospitalizada en una institución privada, pero lo digo sólo como un trasfondo para algo notable y esperanzador que vi en la sala de emergencia mientras esperaba mi cuarto.
En este lapso llegaron dos pacientes a mi cubículo con diferentes dolencias de gravedad; las dos mujeres carecían de suficiente cobertura en sus seguros médicos para cubrir los gastos de las intervenciones quirúrgicas que había que practicarles con gran apremio. Mi mismo médico también les trató a ellas, y al darse cuenta de la situación de ambas, las operó sin cobrar por sus servicios. Una de ellas me visitó el día siguiente en mi cuarto, y la vi recuperada de su cirugía, capaz de caminar y charlar conmigo.
No voy a repetir los nombres, ni de la clínica ni del médico, para no aumentar el número de pacientes que acuden allí sin cobertura, pero quiero reconocer aquel gesto tan humano. No tengo dudas que este médico se ha visto en situaciones similares en el pasado y ha actuado de igual modo.
Detrás del gesto sensible del médico hay otras consideraciones: ¿por qué estas mujeres no podían haber ido -en primera instancia- a un hospital público con sus dolencias? ¿Por qué no podrían esperar un trato expedito, higiénico, experto y gratis en uno de ellos?
Una cosa es cierta: cuando alguien que disfrute del poder tiene que recibir tratamiento médico, no va jamás, jamás a un hospital público. Habría que preguntarles ¿por qué?
La semana pasada estuve brevemente hospitalizada en una institución privada, pero lo digo sólo como un trasfondo para algo notable y esperanzador que vi en la sala de emergencia mientras esperaba mi cuarto.
En este lapso llegaron dos pacientes a mi cubículo con diferentes dolencias de gravedad; las dos mujeres carecían de suficiente cobertura en sus seguros médicos para cubrir los gastos de las intervenciones quirúrgicas que había que practicarles con gran apremio. Mi mismo médico también les trató a ellas, y al darse cuenta de la situación de ambas, las operó sin cobrar por sus servicios. Una de ellas me visitó el día siguiente en mi cuarto, y la vi recuperada de su cirugía, capaz de caminar y charlar conmigo.
No voy a repetir los nombres, ni de la clínica ni del médico, para no aumentar el número de pacientes que acuden allí sin cobertura, pero quiero reconocer aquel gesto tan humano. No tengo dudas que este médico se ha visto en situaciones similares en el pasado y ha actuado de igual modo.
Detrás del gesto sensible del médico hay otras consideraciones: ¿por qué estas mujeres no podían haber ido -en primera instancia- a un hospital público con sus dolencias? ¿Por qué no podrían esperar un trato expedito, higiénico, experto y gratis en uno de ellos?
Una cosa es cierta: cuando alguien que disfrute del poder tiene que recibir tratamiento médico, no va jamás, jamás a un hospital público. Habría que preguntarles ¿por qué?
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