jueves, 4 de noviembre de 2010
PROGRAMA DE PROMOCIÓN DEL INVESTIGADOR en Venezuela
                                Fuente de la pintura de Galileo ante
                el Santo Oficio por Noseph-Nicolas Robert-Fleury.
Recibí hoy una comunicación por correo electrónico sobre el futuro del PPI que delineó los siguientes argumentos para ir eliminando esta iniciativa para la estimulación de la investigación científica y humanística en el país. Primero repito los párrafos más pertinentes y luego esbozaré unas respuestas:
1. A pesar de que la productividad científica ha aumentado, no se observa que el programa haya contribuido en forma significativa al incremento de la investigación articulada y en red, a nivel nacional. Así mismo, se desconoce la vinculación de esta investigación con el desarrollo tecnológico y de innovación del país.
2. El eje central del PPI está constituido en el investigador protagónico, por cuanto se estimula la productividad individual, sin fortalecer la investigación colectiva en las áreas prioritarias nacionales. La visión actual del programa sólo enfatiza la generación de conocimientos, sin implicaciones inmediatas en la solución de problemas concretos del país.
3. Es poco lo que se conoce sobre la pertinencia, el impacto y la aplicabilidad de los resultados a nivel nacional de los referidos proyectos de investigación.
Primero señalaré una contradicción en los párrafos señalados: en el numeral 1 dice el autor que “no se observa que el programa haya contribuido... al incremento de la investigación....” y luego en el numeral 2 afirma: [“el programa] se estimula la productividad individual”. Lo que quiere decir realmente es que el programa no estimula el tipo específico pero no especificado de investigación que las autoridades desean adelantar.
Segundo quisiera referirme a lo que considero una profunda ignorancia sobre lo que es la ciencia y la investigación humanística.
La ciencia no puede ser dogmática: es un proceso disciplinado de indagación que conduce donde la evidencia, los datos y (en el caso de mucha de la investigación psicosocial y antropológico) los resultados emergentes conducen al investigador. Esto ocurre según normas de auto-corrección y transparencia integral y sistémica. Allí no puede haber “secretos de Estado” porque todo se publica bajo la vigilancia estricta de colegas que critican los planteamientos y resultados y a veces rechazan trabajos por falta de rigurosidad.
Además no se puede restringir la ciencia a temas limitados porque no se puede decir de antemano qué va a ser importante.
Mencionaré algunos ejemplos evidentes: Si el problema es buscar nuevos catalizadores para la reformación del petróleo, no se puede prescindir de trabajos previos de los laboratorios que determinan las propiedades de nuevas sustancias químicas que pueden servir para esto. Si el problema es la búsqueda de nuevas combinaciones de moléculas que pueden combatir la malaria, tampoco se puede eliminar toda la investigación libre sobre los factores que inhiben o estimulan los más variadados procesos biológicos. Y si el problema es la reducción de la violencia, es necesario explorar los factores globales que tienen que ver con la convivencia, los derechos humanos, la educación y otros aspectos de la concordia humana.
Restringir la ciencia es, para usar una frase demasiado cruda, como escupir para arriba.
Hasta la Iglesia Católica ha tenido que reconocer la contra productividad de censurar la libre indagación y curiosidad, y tuvo que reconocer que Galileo tenía razón. Hasta en la antigua Unión Soviética se tuvo que abandonar en 1964 la restricciones sobre la investigación biológica impuestas por el favorito de Stalin, Trofim Denisovich Lysenko debido al fracaso de sus métodos para mejorar la agricultura rusa. Hasta en los Estados Unidos, el entonces presidente George W. Bush prohibió que las revistas científicas de su país publicasen artículos firmados por investigadores procedentes de Cuba, Irán, Libia y Sudán. (No sé si esta prohibición absurda sigue en pie.)
Fuente de la foto de G.W. Bush
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