martes, 30 de agosto de 2022

Dar cara a la historia

 

Karen Cronick

Estas reflexiones son motivadas por la necesidad de examinar nuestra capacidad para analizar y juzgar las tradiciones que nos vienen del pasado. Es difícil decir que la historia sea progresiva y que conduzca generalmente hacia un bien mayor, a pesar de lo que nos ha dicho Hegel (1807/1985) y algunos de los filósofos que él inspiró; hay poca evidencia de un proceso evolutivo de carácter dialéctico en la narración del pasado. Más bien podemos percibir en el pasado un vaivén de acontecimientos: revoluciones, despotismos, sistemas legales y políticos que ofrecen por un tiempo una cierta libertad para sus ciudadanos, conquistas sanguinarias, movimientos de liberación, mejoramientos económicos y científicos (como la imprenta, las vacunas y la computadora) y retrocesos tecnológicos (como la bomba atómica y las tecnologías que conducen al calentamiento global).

No aparece una línea de progreso hacia la justicia y el bienestar. Pero al mismo tiempo la historia nos enseña, y ella constituye un recurso que, en el mejor de los casos, nos puede advertir sobre peligros, o alentar al tomar decisiones en la actualidad. 

Por estas razones es importante explorar la marcha del cuestionamiento histórico. En estos párrafos exploraré, sobre todo con respecto a la esclavitud y la conquista militar, los siguientes temas: a) el pasado como legado, b) la legalidad de estas prácticas en la modernidad, c) la efectividad de prohibirlas, d) las actitudes y críticas del pasado respecto a ellas, e) nuestra capacidad de ubicarnos temporalmente para criticar y juzgar a nuestros orígenes y f) el retoque del pasado propio.  Finalizo con un pequeño resumen.

El pasado como legado: Hay tantos problemas que impiden analizar el pasado. La primera dificultad es que nuestras civilizaciones se germinan a partir de las semillas que la historia ha sembrado, pero no podemos identificarnos plenamente con las actitudes de nuestros predecesores. Cada nuevo árbol es diferente, aunque nazca de las nueces de la misma especie. Leemos sobre los eventos, las leyendas, los personajes y los documentos que otros nos han dejado, pero nuestras vidas han sido distintas, y hemos sido expuestos a ideas que nuestros antepasados no podrían siquiera imaginar. A pesar del desenvolvimiento del tiempo, sin embargo, nos cuesta muchas veces distanciarnos, juzgar, y aún condenar los sucesos adversos. 

La legalidad de estas prácticas en la modernidad: En estas consideraciones voy a considerar los fenómenos de la esclavitud y la conquista militar. Son considerados hoy en día por la mayoría de las instancias legales como crímenes. En el siglo XIX la esclavitud fue prohibida en la mayoría de los países europeos y americanos. Al nivel mundial en el artículo 4º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (aprobada en 1948) se afirma: “nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”. Igualmente, respecto a la usurpación de un país por otro, el preámbulo de los Estatutos de Roma (aprobado en 1998) refiere a la invasión y ocupación de una nación por otra así “…los Estados se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas”.

La efectividad de prohibirlas: Hay que reconocer que la ilegalidad no se ha acabado con estos crímenes. Millones de personas en el mundo actual están sometidas a variadas formas de esclavitud, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) porque no pueden escapar de las condiciones de explotación en que se encuentran. Al mismo tiempo, millones de niños están sujetos al trabajo infantil, e incontables mujeres están sometidas a la prostitución forzada. A pesar de su ilegalidad actual, la servidumbre involuntaria todavía ocurre. Igualmente, las invasiones territoriales continúan: mientras escribo estas palabras Rusia está invadiendo Ucrania, y si bien los europeos, los canadienses y los estadounidenses ayudan a este país perjudicado a defenderse, hay Estados que apoyan al agresor.

Las actitudes y críticas del pasado respecto a ellas: Antes del rechazo histórico en el siglo XIX de las usanzas de la invasión, la ocupación y la esclavitud, ellas eran frecuentes y aún aceptadas entre las potencias y reinos. Se ha empleado la esclavitud por casi toda la historia humana; en Mesopotamia, Egipto, India, China y Grecia lo que comenzó como costumbre fue legitimándose y reglamentándose.  Casi todos los imperios, reinados y países tenían esclavos, y algunos de los más admirados héroes históricos eran conquistadores que traían esclavos para el usufructo de los ciudadanos de sus propios imperios, como Alejandro Magno, Julio César y Gengis Kan. Napoleón Bonaparte era un conquistador un poco más complejo, ya que en el siglo XIX no era apropiado traer personas cautivas para la servidumbre involuntaria, pero él, sí, pretendía traer recursos y dominio a Francia.

La historia del mundo está repleta de ejemplos de lo que ahora consideramos lesa humanidad. Aun los atenienses, los inventores de la democracia constitucional y representativa, tenían esclavos, y sus ejércitos conquistaban territorios en Anatolia y otros lugares. Aristóteles defendía estas prácticas. Él las aceptó como algo natural, y en su libro “Política” el tema tiene un subtítulo completo dedicado a la defensa de esta costumbre.

En la época medieval algunas personas abogaban por la erradicación de la esclavitud, pero simpatía para una emancipación general sólo encontró su plena expresión con la Ilustración europea. El vasallaje obligado era una práctica generalmente aceptada, pero gradualmente generaba incomodidad ética en ciertos ambientes eclesiásticos:

“…de forma oficial e inequívoca la Iglesia se pronunció, a través de Gregorio XVI, en contra de la esclavitud de los negros. Habían pasado tres siglos, durante los cuales distintos papas se habían referido a la esclavitud, insistiendo en la denuncia de la esclavización de los indios e incidiendo de forma progresiva en los abusos que se cometían con los esclavos africanos. Incluso con pronunciamientos que se podían interpretar como contrarios a la esclavización de los negros, …con Pablo III se había manifestado en contra de la esclavitud de los indios en 1537, pero no fue hasta 1839 la suficiente claridad; como lo demuestra el hecho que las mismas órdenes religiosas presentes en las colonias en muchas ocasiones también tenían esclavos” (Amnistía Internacional, s/f. párrafo 20).

En España la tradición de la esclavitud tardó mucho en desaparecer totalmente, y en Al-Ándalus era una práctica usual. Con el comienzo del colonialismo europeo en América y África, la servidumbre obligada se convirtió, no sólo en un negocio lucrativo, sino en un sistema económico indispensable para la agricultura, sobre todo en las Américas. La conquista y la esclavitud formaban partes de un mismo fenómeno. Uno de los motivos para la conquista fue justamente la posibilidad de obtener riquezas y esclavos.

Durante la Ilustración en el siglo XVIII en Francia apareció en la publicación de la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert, numerosas condenaciones a la práctica de la esclavitud. En particular Rousseau declaró: “Si la guerra no da al vencedor ningún derecho de masacrar a los pueblos vencidos, este derecho que no posee no puede ser el fundamento del derecho de esclavizarlos" (Amnistía Internacional, párrafo 26). Entre los intelectuales europeos y algunos grupos abolicionistas en Inglaterra y los Estados Unidos se comenzaron a confluir cuestionamientos sobre el derecho que podrían tener algunas personas de poseer y usar a otras. Desde este punto histórico es posible hablar de una condena ética cuya influencia llegara finalmente al gran público. Para este entonces el abolicionismo se había convertido en un tema de debate. Si algunas personas se negaban a oírlo, ya no se debía a que vivían en tiempos cuyas prácticas culturales eran innegables e incontrovertibles. No fue sino en los siglos XIX y XX que estas prácticas fueron rechazadas legalmente a nivel internacional.

Nuestra capacidad de ubicarnos temporalmente para criticar y juzgar a nuestros orígenes: Por milenios estas usanzas eran normales, y aún hoy en día cuestionarlas produce respuestas variadas. Es más, es frecuente encontrar personas que excusan o justifican la dominación histórica en sus formas de conquista y esclavitud porque en aquellos tiempos eran habituales.  En cierto grado ellas tienen razón. No es posible juzgar una sociedad por prácticas que históricamente sus integrantes no han podido cuestionar. Hans-Georg Gadamer (1993) diría que quien interpreta un fenómeno histórico tiene que hacerlo como un ser en dos tiempos, el suyo propio y el de su objeto de interpretación. Dice que somos seres de sentido "arrojados" a un mundo particular. Esto es una condición de la existencia humana.  El problema de la interpretación es la necesidad de indagar sobre conciencias que nos son ajenas. ¿Cómo asumir la conciencia del otro sin intentar formar parte del circuito histórico al que éste pertenece?

El cuestionamiento ético requiere esto. Para la transformación histórica es necesario alejarse de prácticas intolerables del pasado, pero al mismo tiempo reconocer las condiciones existenciales de las personas que participaban en ellas. Hay que distinguir entre, a) la aceptabilidad –o no- de estas prácticas en sí, y la posibilidad de seguir empleándolas en la actualidad y b) las responsabilidades históricas y éticas de las personas del pasado que las realizaban. Es decir, podemos entender a Aristóteles y su mundo, sin hacernos cómplices. Al mismo tiempo, hay atrocidades tan grandes que tenemos que condenar no sólo a ellas sino también a sus autores.

¿Cuál es la responsabilidad ética del ser humano? Podemos lamentar las tragedias, como cuando Eurípides lamentó el destino de las mujeres troyanas después de la caída de Troya. Y podemos llorar la destrucción de Cartago al final de la tercera guerra púnica (149-146 A.C). Podemos preguntar: ¿Los ejércitos de Gengis Kan eran asesinos genocidas? ¿Merecen nuestro oprobio? Igualmente: ¿las prácticas de la Inquisición que duraron desde el siglo XII hasta el siglo XIX en las Américas eran actos de lesa humanidad? Tal vez sea importante no sólo distanciarnos de estos acontecimientos, sino también impugnar a sus perpetradores. Es más, desde el Juicio de Núremberg, quizás sea posible condenarlos. 

La abolición de la esclavitud nació del oprobio. Para los británicos, en el siglo XVII la expansión del lucrativo trato de esclavos en el imperio motivó algunas expresiones de rechazo. En el siglo XVIII se iniciaron algunos movimientos abolicionistas importantes. En el siglo XIX se logró la emancipación legal de todos los esclavos en el mundo británico. Esto coincidió con el crecimiento del liberalismo político y la Ilustración en toda Europa. Es un movimiento histórico que tiene sus raíces en los actos de negación individual, cuando las personas se oponen a una perturbadora tradición, y finalmente esta negación se vuelve casi universal.

El retoque del pasado propio: Hace unos días leí la introducción del libro "The future of the Soviet past" (Adler y Weiss-Wendt, 2021). De la introducción de Adler y Weiss-Wendt, repito una cita de Alec Luhn:  "Cuando hablen de los tiempos de Stalin, imaginen la funda para el revólver guindando del hombro, pero no el cañón de la pistola en la nuca".  Los vaqueros estadounidenses tienen similares reacciones con respecto al sometimiento y matanza de los indo-americanos.

Es cierto que los rusos maquillan su pasado, y muchos países hacen lo mismo, por ejemplo, en las Américas todavía se evitan criticar la destrucción de las poblaciones indígenas y la esclavitud de los afro-descendientes. La estrategia es decir: Ok, bien, pero todo el mundo lo ha hecho. Cuestionar la tradición propia no es fácil. Hay una sola excepción en que un país ha reconocido y aceptado su pasado oscuro: los alemanes, desde la derrota del Fascismo en 1945, han mantenido una continuada campaña para objetar y condenar a los campos de exterminio y las invasiones del Tercer Reich a Europa y Rusia. Ellos han aceptado el Tercer Reich como una parte tenebrosa y lamentable de su pasado, y sobre la base de esta aceptación buscan rescatar el presente con estrategias humanistas de convivencia y comprensión.

Resumen final

Al final queda claro que el problema es complejo, pero la tarea es importante. Las críticas que hacemos del pasado constituyen parte de la elaboración del futuro, y se incorporan en nuestro patrimonio cultural el cual va alimentando el porvenir. Las personas van a criticar la historia a partir de su postura en la actualidad, al mismo tiempo que tienen que estar conscientes de los mecanismos que podrían haber influido a quienes “se han equivocado” antes.  Las opiniones y actitudes actuales se basarán necesariamente en la ubicación social de los participantes, su temporalidad, y su situación geográfica, generacional y educativa. De todo esto se generan debates, conversaciones y publicaciones.

Lo que no podemos hacer es aceptar las prácticas de pasado simplemente porque son tradiciones, antecedes heroicos o heredad ancestral.

 

Referencias

Adler, Nanci y Anton Weiss-Wendt (2021). En Wendt, Anton y Adler, Nanci (Eds), The future of the soviet past. Bloomington, Indiana: Indiana University Press.

Amnistía Internacional (s/f). La trata atlántica y la abolición de la esclavitud. Documentos. Historia de los Derechos Humanos. Disponible en: https://www.amnistiacatalunya.org/edu/es/historia/inf-esclavitud3.html

Aristóteles (2017). Política. Ed: Edu Robsy. Islas Baleares: Maison Carrée.

Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (s/f). Declaración universal de los derechos humanos (1948). Disponible en: https://www.ohchr.org/sites/default/files/UDHR/Documents/UDHR_Translations/spn.pdf

Gadamer, Hans-Georg (1993). Verdad y método. Salamanca: Ediciones Sígeme

Euripides (s/f) Las Troyanas. Disponible en: https://historicodigital.com/download/Euripides%20-%20Las%20Troyanas.pdf

Hegel, G.W. (1807/1985). Fenomenología del Espíritu. Traductor: Wenceslao Roces. México. Fondo de Cultura Económica

Organización Internacional de Trabajo (OIT) (2017). Trabajo forzoso, formas modernas de esclavitud y  trata de seres humanos. Disponible en: https://www.ilo.org/global/topics/forced-labour/lang-- es/index.htm#:~:text=Se%20estima%20que%20en%20cualquier,moderna%20por%20cada%201.000%20personas. es/index.htm#:~:text=Se%20estima%20que%20en%20cualquier,moderna%20por%20cada%201.000%20personas.

Corte Penal Internacional (1998), Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Disponible en: https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf          

martes, 16 de agosto de 2022

El Drama Estadounidense

 

 

Karen Cronick

Los Estados Unidos siempre ha sido un país dividido; por un lado estaban los grandes estadistas como George Washington, Thomas Jefferson, James Madison, Benjamín Franklin, John Adams y Alexander Hamilton. Ellos elaboraron una Constitución y el concepto de democracia inclusiva, en los cuales las leyes serían elaboradas por el conjunto de los ciudadanos por medio de sus representantes legales. En la Declaración de Independencia declama: "Todos los hombres fueron creados iguales".

La Constitución no niega el derecho a la nacionalidad a ningún ser humano nacido dentro de sus fronteras, ni siquiera a los esclavos. Fueron leyes posteriores por medio de los cuales se desarrollaron los mecanismos de exclusión, sobre todo en los estados que reconocían la legalidad de la esclavitud. En cambio, en los estados de Maine, Massachusetts, New Hampshire, Rhode Island, y Vermont los afroamericanos siempre podían votar sin restricciones.

Sin embargo, desde los inicios de la República, y de hecho, hubo exclusión para muchas personas, sobre todo los afroamericanos y los amerindios. En 1868 finalmente fue adoptado el decimocuarto enmiendo a la Constitución que reconoció que todos los hombres que habían nacido (o naturalizado) en el país eran ciudadanos, incluso los afroamericanos. Pero curiosamente la declaración plena de la ciudadanía para los amerindios no ocurrió sino en 1924 cuando el Presidente Calvin Coolidge firmó el Acto de Ciudadanía India. La razón de esta demora no era declaradamente racial: como las personas indígenas habían sido asignadas a “reservaciones” en que podían (supuestamente) dictar sus propias leyes,  estas tierras tenían la implicación de ser zonas no-nacionales.

Por otro lado, en la “frontera”, es decir la vasta y cambiante región al oeste de los trece primeros estados que componían la “Unión”, se vivía una legalidad descuidada y laxa.  La ocupación de los territorios de Luisiana, Nebraska, Texas, Nuevo México, California y Oregón fue una historia disputada y de conquista armada. Conjuntamente con la violencia se iba desarrollando una cultura de sobrevivencia. La aceptación de una noción de ley fue posterior, y el principio que una familia pudiese “poseer” una parcela de tierra como algo propio fue primero el resultado de una lucha violenta. Estas parcelas eran los frutos de una pelea armada contra los amerindios y luego contra las bandas de forajidos que recorrían estos parajes libres de control. Posteriormente los habitantes comenzaban a construir pueblos, marcar senderos, y desarrollar pequeñas industrias como la minería, y para defenderlos, nombraban representantes del orden como los "sheriffs". Todo fue una expresión de lo que se llegó a llamar el Destino Manifiesto (“Manifest destiny”). El individualismo y autosuficiencia eran valorados más que la idea del acato a las leyes, y los “derechos” se defendían a punto de revolver.

Esta herencia sigue como una ideología de la resistencia por parte del individuo frente a la colectividad. Viene acompañada de un racismo ostensible y palpable que nunca terminó, el cual se basa en el temor de la población privilegiada de perder sus ventajas.

Hablando de sus manifestaciones actuales, dicen Rather y Kirchner (11/8/22):

“...surge una imagen clara y escalofriante. Grandes sectores del Partido Republicano no creen que la ley deba aplicarse a sus líderes. Y no creen que pueda haber una elección justa en la que pierda su candidato. Esto es, en esencia, un repudio del ideal de Estados Unidos como una república democrática regida por la ley. Todos debemos tener cuidado aquí. Esto no se aplica a todos los representantes electos republicanos y ciertamente no a todos los votantes republicanos….. este socavamiento de la confianza en nuestras instituciones está mucho más extendido y es mucho más profundo de lo que podríamos haber temido al principio.”[1]        

Referencia

Rather, Dan y Kirchner, Elliot (11/8-22). An Attack on the rule of law. Rallying around Trump. Steady. párraflo 12. Accesible en la página web: https://steady.substack.com/p/an-attack-on-the-rule-of-law



[1] “...a clear and chilling picture emerges. Large swaths of the Republican Party do not believe the law should apply to its leaders. And they do not believe that there can be a fair election in which their candidate loses. This is, at its very essence, a repudiation of the ideal of America as a democratic republic ruled by law. We all should be careful here. This does not apply to all Republican elected representatives and certainly not to all Republican voters. Nor does it apply to any and everyone who questions the FBI’s actions. But as we are seeing with the overall general reaction to the FBI’s search, this undermining of confidence in our institutions is far more widespread and far deeper than we might have first feared” (Rather y Kirchner, 11/8/22).

 
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