lunes, 6 de julio de 2009

Viaje a Guatemala 2



Esta es una continuación de mi diario guatemalteco.

29/6

Ceremonia maya


Hoy las presen-taciones del Congreso Inter-ameri-cano comen-zaron. El primer acto era una ceremonia maya donde tres mujeres sacerdotes crearon una fogata con muchas sustancias aromáticas distintas, unas puestas encima de otras.



Explicaban el significado de sus instru-mentos, flores, hierbas y demás objetos y describieron el sentido de los colores y olores: rosas rojas simbolizan la sangre, el pino es para purificar, se ponen las velas blancas por la pureza, el pelo de los ancianos y la luz. Incluían chocolate por la tierra, el romero por la vida y así sucesivamente. El negro significa la muerte, la noche, lo oscuro de la vida y la separación. El fuego es la energía.





La universidad




La Univer-sidad del Valle es privada y allí asiste una clase acomo-dada de estu-diantes. No conocí la de San Carlos que es la universidad del Estado. La de Del Valle es bonita, además emplean diseños arquitectónicos en los edificios que se basan en ideas antiguas que promuevan la circulación de la brisa y que no requieren aire acondicionado.




Algunas reflexiones profesionales

Por lo demás nos inscribimos en el congreso y asistimos a varias excelentes sesiones. Mencionaré sólo unas cuantas presentaciones.

La doctora Bader Sawaia no pudo venir, pero alguien leyó su ponencia. Pedí una copia que no me ha llegado por Internet todavía, pero habló, desde las posturas de la filosofía monista de Espinoza y la dialéctica de Marx sobre la estética y la felicidad como las únicas bases válidas para lograr cambios políticos productivos (desde abajo). Es necesario asignar a la alegría de vivir un papel importante en la creación de la libertad humana. Dice que la búsqueda de la felicidad es entonces un acto libertario, y la belleza existe como un antídoto a la sumisión. Propone que no se puede destruir al tirano sino a las relaciones que lo sustentan: por esto quienes lo apoyan canjean su felicidad por un falso sentido de seguridad: la alienación puede ser deseado, y esto es algo que hemos visto tantas veces en quienes siguen lealmente (ciegamente) a un líder.

Saqué estas reflexiones de mis notas que tomé rápidamente mientras hablaba la persona que representó a Bader.

He visto el poder de la estética en acción: el programa para las personas en situación de calle asociado con la Alcaldía de Chacao en Caracas inspira a quienes están en vías de recuperación en parte debido a la limpieza y lo agradable del mismo centro donde son recibidos para las etapas iniciales. Por otro lado y en contraste, el desorden que se encuentra a veces en "La Carpa", un centro de recepción para la misma población administrado por el gobierno central a veces les desalienta.

En el avión de regreso conocí a una profesora brasilera que habló del maravilloso efecto de un programa de bailet clásico sobre niñas desaventajadas en una favela donde ella trabaja. No hay nada más seductora ni formadora como participar en la creación de belleza.

Pero la convivencia estética tiene que ser íntima; las grandes obras impersonales no tienen el mismo efecto. De hecho la estética totalitaria es impermeable, distante, heroica y gris.

Es interesante como la vanguardia de la psicología regresa a sus raíces filosóficas. En las sesiones donde asistí, vi pocas tablas con análisis estadísticos en láminas PowerPoint; más bien encontré un deseo de repensar el tradicional énfasis individual de nuestra disciplina, una búsqueda para encontrar los límites de la responsabilidad profesional y un nuevo compromiso con maneras de introducir cambios sociales profundos.

Luego el Dr. Prilleltensky tomó una posición radicalmente opuesta: para que haya cambio social hay que cambiar primero las estructuras. Yo pensé que normalmente, y casi por definición, los agentes de cambio carecen de poder. Entonces no tienen la posibilidad de gestionar las innovaciones estructurales deseadas; antes, cuando había aquella fantasía que las dictaduras del proletariado iban a convertirse por obra de la necesidad histórica en sistemas abiertos de generosidad, amor, participación y bienestar, se podía pensar en el cambio de estructuras como el primer paso.

Pero somos más sabios hoy en día. Luego de la ponencia del Dr. Prilleltensky, tuve también una reflexión asombrosa: esto de los cambios estructurales va a ocurrir inicialmente en el primer mundo; por medio de las elecciones en los Estados Unidos se pudo elegir a Barak Obama y ahora se habla del cuidado universal de la salud, la eliminación de las armas atómicas y la posibilidad de limar diferencias por medio de la negociación. (Claro, las guerras en Irak y Afganistán siguen tal cual….)

En América Latina, después del ascenso de líderes nuevos como ha ocurrido en Venezuela, uno pensaría que se podría lograr cambios estructurales, pero en la práctica es un simulacro de innovación. Hay poca coherencia interna en los programas para atender a los ciudadanos, y éstos no controlan el proceso. La política interviene en muchas ocasiones: los ministros y funcionarios se sustituyan varias veces al año y hay una burocracia sofocante. Las misiones se organizan, no como instituciones semi-autónomas, sino como organismos que dependen directamente de la discrecionalidad de la presidencia.

También escuché al Dr. Fernando González Rey que nunca decepciona.

El Dr. Juan Ignacio Aragonés describió como las personas no identifican con los problemas ambientales en sus contornos inmediatos, sino que tienden a repetir lo que escuchan en los medios masivos de comunicación. Por esto perciben una gran distancia entre su propio bienestar y la necesidad de participar en el cuidado de como consumen y producen.

Todas estas reflexiones pueden parecer obvias, pero son importantes para quienes hacemos intervenciones psicosociales. Los que promovemos participación comunitaria tenemos que pensar bien en cómo lograr esta meta: ¿hay que comenzar desde abajo o desde arriba? Me acuerdo de los trabajos de Juvenal Ravelo en Venezuela donde modificaciones estéticas al nivel ambiental eran primordiales para reducir la taza de crimen, maantener los muchachos en la escuela y en motivar los vecinos en el logro de otras reivindicaciones.

Una reflexión final sobre los temas discutidos en el Congreso: hubo una película dirigida por Marian Galton llamada “Terror”. En ella se relató el proceso por el cual la Asociación Americana de Psicología (APA) adoptó el año pasado un acuerdo ético que prohíbe a sus miembros participar en interrogaciones policiales o militares donde se emplea la tortura. Se incluye también una larga lista de métodos de interrogación que los psicólogos no pueden ni supervisar ni asesorar so pena de perder sus licencias profesionales. Creo que las asociaciones latinos deben adoptar limitaciones similares.

La violencia



Unos pensa-mientos finales sobre la Ciudad de Guatemala. Es un lugar encerrado y protegido de una violencia latente. Me dijeron que algunos alumnos llegan a la universidad con guardaespaldas. Se ven altos muros frente a las casas y edificios y encima de ellos han ubicado alambre cortante. Los muchachos que manejan motos fueron obligados a usar túnicas que lucen el número de placa de sus vehículos porque muchos de ellos eran sicarios. Estas fotos, tomadas desde un taxi en un día de lluvia demuestran estos uniformes de identificación.


Claro, en Caracas también se respira el miedo y la inseguridad urbana. Pero en Guatemala es necesario concluir que se trata, por lo menos en parte, de una herencia todavía activa de angustia y agresión que ha quedado de los años de violencia.

Traje libros que todavía no he leído sobre la impunidad de los militares y políticos que sigue vigente como una preocupación en el país. Un libro, una traducción de la primera versión en sueco de Pierre Frühling se llama “Violencia, corrupción judicial y democracias frágiles, Reflexiones sobre la situación actual en Centroamérica” (2008, F&G Ediciones): creo que la autenticidad de las preocupaciones reflejadas por este título es evidente después de los lamentables sucesos la semana pasada en Honduras.

Una traducción del inglés de “Guatemala: Del genocidio al feminicidio” de la autora Victoria Sanford (2008, F&G Editores) demuestra otra inquietud: en ella se afirma que existe una relación entre el aumento de cifras de asesinatos de mujeres y la experiencia del genocidio cometido en el país en la segunda mitad del siglo XX.

Para evitar estos desenlaces haría falta un programa masivo de reflexión y justicia legal, y no hay la voluntad política para hacer esto por ahora.

Otras imágenes de la ciudad:

Aquí hay unas esculturas entretenidas que se ven en plena calle y cuyo tamaño es dos veces lo de un torro verdadero.








Mañana hablaré del paseo a la ciudad de Antigua.

sábado, 4 de julio de 2009

Viaje a Guatemala





Este es la primera entrega de un relato de mi experiencia en el XXXII Congreso Interamericano de Psicología en Guatemala.

27/6

Dormí la noche en la casa de una amiga para poder salir en la madrugada de Caracas al aeropuerto. Luego de un vuelo sin novedades a Panamá, llegué a la Ciudad de Guatemala, y estudiantes de la Universidad del Valle nos saludaron y nos subieron a un autobús para llegar al hotel. Teníamos todavía tiempo antes del inicio de las actividades del Congreso.



La Ciudad de Guatemaña

En la tarde fui con tres amigas a la parte vieja de la ciudad; paseamos por la zona de la catedral y del mercado. La catedral tiene un ornato moderado, los santos y Cristos son oscuros y más bien severos. Vi una incuestionable pero discreta exposición de oro y riqueza, pero no tiene tanta profusión de ornamentación como hay, por ejemplo, en México.

La Catedral
























El Mercado


El contraste entre la ponderada insinuación de poder y propiedad de esta iglesia y la explosión de colorido en el mercado era impresionante, este segundo ambiente tenía un despliegue formidable y realmente voluptuoso de tonos y aromas; había sobre todo cosas para comer: plantas medicinales, carne y especias y frutas muchas de las cuales yo no conocía, pero también se veían hermosas telas y maderas talladas; era mi introducción a esta maravillosa cultura.

                                                                                         Detalle del mercado


Y también era mi entrada a la impre-sionante dicotomía cultural en aquel país entre la herencia española y el patrimonio indígena.
























Compré una “flor de cactus” para comer en el desayuno el día siguiente, una fruta de rojo vivo que resultó tener un sabor dulce, casi blando que contrastaba con su apariencia espectacular.






Chichicastenango

El día siguiente las cuatro amigas fuimos con un taxista a Chichicastenango, un pueblo que queda al norte de la Ciudad de Guatemala. Los encargados estaban reconstruyendo el camino entre las dos ciudades y el resultado fue una vía bastante accidentada, pero el paisaje era hermoso.

Pasamos a varios volcanes y logré fotografiar al Tolimán en la distancia, un cono desdibujado por la bruma de la mañana.




Al lado del camino se veían pulcros y muy bien atendidos cultivos de legumbres que crecían en la negra, y evidentemente fértil tierra volcánica. Los campos eran pequeños en el buen sentido ecológico. También por la carretera había mercados de legumbres y camiones llenándose para llevar estos productos a la Guatemala metropolitana.







En Chichi-caste-nango nuestra primera parada fue en el patio de un hotel con loros vistosos, pero desafortunadamente encadenados a sus perches.






El mercado


Encon-tramos un gigantazo mercado donde se vende todo lo que se puede imaginar; allí había frutas, vegetales, carne, herramientas, flores, cerámicas, máscaras y cajas de madera, joyas, condimentos, plantas medicinales, velas, ropa, zapatos y comida preparada para merendar en pequeños comedores. Entre los compradores vimos turistas, pero sobre todo los clientes son gente local de las diferentes etnías que todavía usa la ropa tradicional en su vida cotidiana. El lugar era tan grande que cada rato nos perdíamos.






La pobreza de muchas de las personas que identifican con las tradiciones mayas es algo que rompe el corazón: hay los niños-vendedores que lloran, y madres con sus dentaduras incompletas y caras rayadas por una vida demasiado dura que cargan sus infantes y suplican que el turista les compre algo. Hay categorías de vendedores y vendedoras: quienes tienen puestos de venta establecidos tienen claramente un nivel de vida superior, pero las mujeres que deambulan con su mercancía abultada sobre la cabeza o la espalda delatan su frágil bienestar.

Vi lo mismo en Chiapas, y repito la misma pregunta: ¿qué les impide a dejar de competir de manera tan evidentemente improductiva y desgarradora y organizar negocios compartidos?

Sin embargo, detrás de la lucha para conseguir clientes, intuí que en el interior de la comunidad estas personas han podido desarrollar una sociedad de confianza mutua. En varias oportunidades vi que vendedoras dejaban sus puestos sin vigilancia. Si hay robos, creo que no ocurren a menudo entre los miembros.







De nuevo las frutas y legumbres eran frecuentemente nuevas para mí, como las grandes vainas verdes de la foto.






La Iglesia

Primera vista de la iglesia


En el centro, diría yo “epicentro” del mercado visitamos una pequeña iglesia construido en un estilo español modificado. Tiene 400 años y su nombre en español es Santo Tomás, pero está construido sobre una plataforma maya. Las escaleras pertenecen al templo original y sacerdotes mayas todavía dirigen rituales allí. Cada una de las 18 escaleras simboliza un mes en el calendario maya.


























                                                                  El fuego ritual en la escalinata


Parte del rito ocurre sobre estos peldaños: se vende y ofrece diferentes tipos de flores e incienso, y pudimos ver en el centro de la escalinata un fuego que evidentemente tiene cualidades sagradas. La gente le saca carboncillos para sus cencerros y los mece en la entrada de la edificación. La escalinata es tan importante -o más importante- que la iglesia en sí.

Detalle del fuego





















No se podía tomar fotos del interior de la iglesia. Adentro, el techo de madera es plano, sin arco y sin pintura; tiene nichos tradicionales por los lados de las paredes con santos católicos, y por lo menos un Cristo y una Virgen. Pero por la nave central hay un filo de unos cinco altares cuadrados hechos de cemento de aproximadamente 20 centímetros de altura y medio metro por cada lado. Vimos que por encima de éstos los fieles habían esparcido flores e incienso y habían puesto velas aromáticas y los perfumes eran embriagadores.

Todas las cuatro amigas que vistamos el lugar nos conmovimos con la palpable espiritualidad del lugar y una por una todas terminamos ubicando ofrendas de velas y flores. Yo buscaba un lugar que podría tener un significado personal para mí en aquel ambiente tan lejos de mis propias tradiciones, y lo encontré en el altarcito más próximo al retablo principal donde una pareja de ancianos rezaban con especial intensidad acostados en el piso. La fragancia de los pétalos de flores subía con el calor de las velas, y mientras yo derramaba suficiente cera para fijar mi vela les escuché repetir muchas veces la palabra “Chac”. En mi visita anterior al sur de México había aprendido que ella refiere a la diosa de la lluvia y me sentí complacida ofrecer algo a aquella deidad. Sólo después me di cuenta que en Guatemala el término encarna lo oscuro, la noche y la muerte; no obstante todavía juzgué que mi ofrenda era apropiada: en aquel ambiente de tanto fervor, pero también de tanta pobreza, me sentí conforme con ofrendar algo al lado oscuro de la vida.







viernes, 19 de junio de 2009

Violencia como una conducta aprendida



ace años escribí un estudio sobre la adicción al alcohol en que encontré que una gran parte de la identidad del “borrachito de costumbre” consiste en la identificación con patrones de conductas que existen en forma pre-elaborada en el “mundo de vida” (o cultura, o imaginario social). Uso esto para entrar en el tema de la violencia.

Todo el mundo sabe como etiquetar las diferentes formas de ebriedad que ven entre quienes andan intoxicados por las calles. Reconocemos inmediatamente el vagabundo adicto, el alegre borrachín, el habitué de la bodega de la esquina, la persona que ha “pasado de tragos” en una fiesta y las demás categorías de la cotidianidad. Y lo podemos hacer porque son maneras establecidas para relacionarse con las bebidas alcohólicas: yo decía que son “opciones” existenciales que las personas pueden asumir para manejar sus angustias y relacionarse con los demás. Por esta misma razón, cuando el bebedor decide dejar de intoxicarse, lo puede hacer asumiendo otro modelo, como por ejemplo, “alcohólico en recuperación” como está definido por Alcohólicos Anónimos.

Esto ha sido una introducción para hablar de la violencia social.

Podemos comenzar con la policía porque se trata de un empleo estereotipado e institucionalizado de la fuerza.

Es notable como el patrón de represión policial sigue idéntico a pesar de los cambios de regimenes políticos. En otro blog publiqué fotos de una manifestación reciente a favor del presupuesto de la Universidad Central de Venezuela. Por todo el camino el helicóptero y los efectivos de la policía quedaron como una presencia y una evocación de su capacidad de reprimir nuestra marcha. He participado en eventos similares de vez en cuando por décadas, sobre todo con relación a protestas universitarias, y lo que más llama la atención es aquella presencia, siempre evidente, de amenaza potencial. He aspirado gases lacrimógenos bajo una sucesión de gobiernos con diferentes posturas ideológicos: la reacción policial es invariablemente igual en todos los países, en todos los tiempos.

Es igual en la calle, hay ciertas categorías de ciudadanos que suscitan reacciones violentas por parte de las fuerzas de orden: en Venezuela –y muchos otros lugares- estos blancos estereotipados tienden a ser hombres negros y jóvenes de menores ingresos; es peor si ya tienen cicatrices en la cara.

Esta violencia es casi ritual. Obedece a una manera de ser entre ciertos miembros de los cuerpos uniformados.

Entre los demás también hay reglas y expectativas con respecto al uso de la agresión. Hay palabras para señalar estas conductas: venganza, defensa propia, machismo, la ira entre chóferes (road-rage en inglés), la acción colectiva de turbas, el merodear de bandas de delincuentes y así sucesivamente. Podemos reconocer y tipificar estas maneras de “ser violento”. Y quienes participan en dichas actuaciones saben exactamente como desempeñar sus roles: se trata de una mise en scène, una obra en donde los actores conocen su papeles.

Inclusive, hay expectativas que las personas tienen que cumplir cuando se encuentran en ciertas situaciones, de acuerdo con las opciones que hayan elegido en el mundo de vida. Por ejemplo, no vengar una afronta puede ser considerado un acto de cobardía en ciertos círculos, como también puede pasar si un muchacho niega participar en un asesinato planificado por miembros de su banda juvenil; tal negación podría incurrir un severo castigo.

En una excelente tesis de maestría defendida recientemente en la Universidad Central de Venezuela por Alex González Osuna (ver referencia abajo) el autor identificó códigos casi formales de conducta entre presos en una cárcel venezolana. Los reclusos tienen expectativas detalladas sobre el empleo de la violencia de acuerdo a la categoría de los individuos. Describe, por ejemplo, la actuación de los “pranes”:

Son los que fungen como caciques que llevan el manejo de todos los elementos que las autoridades consideran como ilícitos, y establecen el control y administración de todos los recursos materiales que sirven para dominar a los demás, así como para garantizar el cumplimiento de las normas aceptadas para la convivencia en los sitios donde se despliega la violencia. De la misma forma son como una variedad de tribunal que juzga quién realizó actos proscritos para excluirlo del grupo y establecer la sanción correspondiente, la cual va desde “echarlos” (casi siempre heridos de bala o por arma blanca), hasta causarles la muerte (en ocasiones por desmembramiento, o literalmente “picados”), dependiendo de la falta que comentan en el interior del grupo violento. Entre estos existe una diferencia en función del poder de decidir o acceder a determinada información, como por ejemplo al sitio donde se guardan las armas y otros recursos ilegales. Estos rangos son: “pran primero” o “primer pran” y “segundos pranes”; “luz alta” “luz baja”, remiten a la misma forma de estratificación en las líneas de mando y decisiones (p. 94).

Y luego otra categoría, la de los “pastores” quienes, a pesar de haber vivido como delincuentes en el pasado, se han acogido a las creencias de las iglesias evangelistas del protestantismo, y por esta razón gozan de cierta autoridad y privilegio frente a los demás reclusos y las autoridades penitenciarias:

Los “pastores” y sus “diáconos” colocan la creencia en un “ser supremo” por encima de todo. Son los que reciben a los internos que ingresan detenidos directamente de la calle por un cuerpo policial, así como a los que vienen de traslado de otros establecimientos. Ya una vez establecido en la “iglesia” [recinto físico en la cárcel] el recién llegado elige su destino dentro del establecimiento; así bien puede decidir si se incorpora al grupo de creyentes y se “sujeta” a las normas que regulan la convivencia en la “iglesia”, o si desea abandonar la misma, entrar en “el mundo” y se acoge a las reglas de “la rutina” [es decir, las normas que regulan la violencia]….. (p. 126).

Si las formas de violencia son papeles que existen dentro del teatro del mundo de vida, su elección sólo es parcialmente libre. Es decir, hay muchas fuerzas que nos influyen cuando los escogimos, y si no fuera así, no sería tan típico “ser” un preso o un policía.

Hay fuertes determinantes socio-ambientales y creo que los psicólogos sociales, los antropólogos y los sociólogos deberíamos estar estudiando como funcionan. Es urgente hacerlo.


Referencias

Alex González Osuna (2009). Códigos y modos de relación en la prisión venezolana: Caso “Yare II” tesis de Magíster Scientiarum en Psicología Social, defendida en el Postgrado de la Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela.

Letras ornatas: http://retrokat.com/medieval/leil.htm

lunes, 8 de junio de 2009

Tuberculosis: El retorno del reprimido



                                                               Fuente del retrato de Rumsfeld



El "retorno de lo reprimido" es un término freudiano, pero me parece muy apropiado para describir como nuestra falta de compasión y sensibilidad vuelve a manifestarse frente a nuestras miradas convertida en un fantasma nefasto.

En esta entrega mencionaré dos lugares lejanos como un ejemplo de esto: las cárceles siniestras de la Rusia y los barrios pobres (faveles) de Perú.

Tanto en las cárceles de la Rusia como en los lugares pobres de Perú existen condiciones de hacinamiento, pobre alimentación y pésimas condiciones sanitarias: esto no es una sorpresa para ningún lector porque lo sabemos y casi lo aceptamos como algo que ocurre. Como dijo Donald Rumsfeld con su inefable sensibilidad y elocuencia: “shit happens” (la mierda sucede). Uso su retrato para ilustrar en esta entrega un modelo de despreocupación olímpica con el Otro.

Por casualidad en estos dos extremos de la Tierra han surgido formas incurables y altamente contagiosas de la tuberculosis. Además de la tragedia de la enfermedad y muerte de los individuos involucrados, estos lugares constituyen, en nuestro mundo globalizado, incubadoras planetarias para la transmisión de la infección a todos y todas los demás. Los presos eventualmente salen a la calle, traspasen su mal a algunos de sus familiares, amigos y conocidos quienes a su vez lo pasan en forma geométrica a otros. Algunos en esta cadena de difusión suben a aviones y viajen, con las consecuencias que todos sabemos. Lo mismo pasa con los habitantes de las zonas pobres de Perú.

No vamos a imaginar que sólo Rusia y Perú transmiten lo reprimido: las cárceles y los barrios venezolanos también son criaderos, tanto de infecciones como de expresiones siempre más exageradas de crimen y otras formas de violencia social.

Podríamos haber evitado todo esto si las condiciones en que viven estas personas fueron más saludables.

Es importante darnos cuenta que casi todo lo que pasa con los demás tarde o temprano nos afectará, y si esto que les ocurre es bueno, entonces nuestras propias existencias también serán mejores.

martes, 2 de junio de 2009

El agua y el colectivo



Fuente de imagen de terrazas incas
para la agricultura

Bueno, ya me calmé un poco con respecto a los corcho-caminos, lo que no quiere decir que los perdono. Seguiré publicando fotos a veces cuando pueda captarlos en pleno ejercicio de lo antisocial, pero quiero cambiar de tema.

Actualmente, en este momento crítico entre las dos estaciones seca y lluviosa, tuve una fantasía: imaginé que se habían construido muchos tanques recolectores de lluvia de poco tamaño por todas las montañas que circundan Caracas. Había gente que los alquilaban en el comienzo de la sequía y que los empleaban con diferentes tipos de piscicultura, ganándose así un ingreso económico adicional; en mi ensueño, al volverse secos los bosques y a punto de conflagración, esta misma gente recibía un pequeño reconocimiento monetario para soltar poco a poco el agua de dichos tanques para mantener la tierra húmeda. Crecían más árboles y otras matas, e inclusive, en las zonas sin bosques, había terrazas (como tenían los inca en el Perú precolonial) para agricultura.

¿Cómo puede ser que los incas eran más avanzados en la tecnología del mantenimiento del Planeta que nosotros?

Vivo en una zona de montaña. En mi pequeño jardín recolecto las aguas grises de la lavadora de una vecina por la gravedad de la inclinación entre las dos casas, y las empleo en las matas que no son de comer o no son condimentos. Ellas prosperan con los residuos de fosfato y la tierra funciona como un filtro para que el agua, cuando llegue finalmente por vía subterránea a la quebrada, esté limpia.

Este tema trata un poco el mismo hilo de conciencia de “nosotros”, el colectivo que se protege mutuamente, que quiere a su ambiente y al prójimo.

Después de saber del trabajo del pintor Juvenal Ravelo me ha quedado claro que cuando la gente cuida los espacios públicos, sus propias vidas se mejoran: aunque parezca increíble, al cuidar el ambiente, la taza de criminalidad baja, las personas cuidan su salud y exigen de las autoridades los mecanismos que propician el bienestar común.

lunes, 25 de mayo de 2009

Chóferes abusadores en vivo



Voy a seguir añadiendo nuevo material en esta misma entrega por varios días; quiero publicar fotos y videos de personas y carros que abusan de los demás en el tráfico. A lo mejor, querido lector, Ud. mismo saldrá retratado por mi camara...

¡Ya van seis casos de egoístas con ruedas, "corcho-caminos" y demás alimañas del camino, la mayoría está plenamente identificada!





1. Esta foto fue tomada en un cruce en San Antonio de los Altos. La única calle del pueblo es un círculo con entradas y salidas, similar al dibujo abajo. En momentos de mayor afluencia de autos éstos avancen muy lentamente, pero los locales generalmente hemos dejado paso para quienes quieren cruzar dicho círculo para llegar a las vías de comunicación hacia fuera de la aldea. En los últimos años este vecindario tradicional ha ido cambiando con nueva gente que se ha mudado de Caracas y que trae con ella los hábitos mezquinos de allí. El señor, cuya cara sale borrosa en la foto, no avanzó para que yo pudiera pasar a pesar de contar con un espacio adecuado frente a su vehículo -y del hecho que no iba a perder tiempo con el gesto mínimo de cortesía.




2. Esta segunda foto fue tomada en Los Chagua-ramos, Caracas. Es una calle con mucho tráfico y los carros estacionados en la vía siempre trastornan el paso de quienes se movilizan por estas vías, inclusive en la mayoría de las aceras de estas calles, estacionar en la calle es ilegal. Pero hay conductores que llevan su abuso más allá: dejan sus autos al lado de uno que ya se ha parqueado al lado de la vía. No sé qué pasa por la mente de estos chóferes, pero creo que es similar a lo que ocurre con la gente que arroja basura en las calles: mi carro (papelito, bolsa plástica) no cuenta, es invisible, no hace daño. Pero sí lo hace.




3. Hoy hubo una fuerte cola en el Autopista del Valle para entrar a Caracas desde el Sur. La causa original fue la alta confluencia de autos, pero, como siempre, algunos chóferes (entre idiotas y egoístas) trataron de aprovechar de la situación. Hubo varias ocasiones en que esto ocurrió, pero donde saqué mejores fotos fue en la entrada a dicho autopista desde la puerta principal de la Fuerte Tiuna.

Hay dos rampas para entrar y salir de la vía principal, y quienes quieren sacar provecho las emplean para adelantar una tranca lenta de vehículos. El problema es que para volver a entrar hay que trancar aún más los canales que ya se mueven con lentitud. Tanto la foto como el video muestran como intentan volver desde las rampas al canal derecho de la carretera. En el video se puede apreciar el punto en que estos corchos-caminos obstruyen su propio paso. Es el momento en que la pirámide deja de beneficiar a los tramposos y cominza a obstaculizar a los incautos.






4. Otro carro mal esta-cionado en Los Chagua-ramos: probable-mente la señora acaba de comprar algo de un vendedor de la acera. Un problema principal aquí es que estos vendedores se ubican al lado de la calle y sus clientes tienen que arrimar sus vehículos de cualquier manera. Otro es, de nuevo, el fenómeno de: "Es sólo un momentico, mi carro no estorba, estoy apurada, no les cuesta a los demás aguantar esta pequeña falta de ciudadanía..."



5. En la Carretera Panamericana frente a la rampa de retorno al nivel del Centro Comercial "La Casona":






Siempre se forma una larga cola en el canal derecho para tener acceso al puente de retorno y llegar al Centro Comercial desde el lado sur de la vía; quienes siguen en la dirección de Los Teques pueden avanzar por los dos canales adyacentes sin tanta demora. Pero los "corcho-caminos" (CC) de siempre evitan el retraso empleando el canal lindante para adelantar a quienes esperan su turno con paciencia. En las fotos se ve un clásico CC, primero cuando se para al lado de la fila para negociar su entrada y segundo cuando logra amedrentar a un chofer para que le de paso. La tercera foto es un acercamiento al número de su placa oficial.



7. En el Autopista del Valle:

Resalté un poco el oficial con Adobe FotoShop para que se viera mejor.



Un policía de tránsito al lado de un cono de advertencia: Recién se ha comenzado a cerrar acceso al canal de la extrema derecha de la ruta por la vía norte después de la gasolinera del ejército, lo que significa un alivio porque limita las maniobras de los corcho caminos (CC) por esta zona. Más al sur no emplean esta táctica de control todavía y la diferencia es notable entre las dos partes de la carretera. En la foto se ve un CC cuyo avance está impedido por el oficial.

viernes, 22 de mayo de 2009

Video de un carro-corcho en la vida real

Aquí hay un video que tomé en condiciones difíciles hoy, y al final la cámara dejó de apuntar al objetivo porque tuve que comenzar a manejar mi propio vehículo. Además se escucha una voz que dice "Muy bien". Pero lo reproduzco aquí porque demuestra lo que hemos ido describiendo: un automóvil "corcho" que bloqueó un canal de tráfico y casi ha tapado a otro. Ha demorado el avance de ocho autos en su terca apropiación de un espacio de uso común. Al final otro impaciente señor hace lo mismo.

El chofer viró en una esquina cuando el semáforo indicó que podía, pero como no había espacio suficiente en el nuevo canal, se convirtió en un obstinado tapón para impedir el movimiento de los demás que venían por el canal contrario.


 
Locations of visitors to this page