sábado, 11 de febrero de 2012

La violencia, el cambio social y la democracia

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Chris Hedges (6 de febrero, 2012) recién habló de un grupo, el “Black Bloc” (sin referencias raciales) que promueve violencia en y alrededor de las instalaciones de “Ocupar Wall Street” (OWS). Como se aprecia del título, Hedges lo apeló un “cáncer”.

Un terrorista puede sufrir de algún tipo de enfermedad mental. También quienes promueven la violencia pueden provenir de la izquierda* (ETA, Carlos el Chacal –o Ilich Ramírez Sánchez), o la derecha* (Anders Behring Breivik -el noruego, Timothy McVeigh -Ciudad de Oklahoma- y los terroristas islámicos). En este sentido el terror es verdaderamente ecuménico.  Uno de los elementos que conduce a la brutalidad política es la impaciencia que tienen algunos participantes con la lentitud del proceso de la influencia ciudadana, es decir, de trabajar por medio de huelgas, acción legal y conciencia política en las elecciones.

Otra fuente, tal vez la más influente, es el odio: personajes como Timothy McVeigh a menudo tienen una larga historia de acumular armas, fantasear con su uso y rechazar no sólo la autoridad sino ciertos grupos particulares. Los llamados “crímenes de odio” refieren a violencia dirigida a un miembro de un grupo identificable y diferente al del victimario por razones raciales o religiosas. Muchos casos de terrorismo encierran este componente.

Los movimientos de cambio que aspiran ser no violentos tienen que atacar este problema pronto y de fondo. Suponiendo que en el caso particular de OWS, el Black Bloc no se trata de “agents Provocateurs”, hay que investigar sus motivos. Dice Hedges que: …”confunden actos de vandalismo pequeños y cinismo repelente con la revolución.” Evidentemente se refiere a más que confusión; Hedges continua: para grupos como el Black Bloc: “la solidaridad se transforma en el rapto o la destrucción de los movimientos  que compiten con ellos.”

En este caso estamos en la presencia de maniobras de poder en que el ganador lleva todo el premio, es decir, juegos suma cero, y esto es la antítesis del proceso democrático. Preguntamos: ¿qué será la resolución de esta drama tesis – antítesis? Por definición un proceso de auto-determinación no debe suprimir la violencia con más violencia, más bien tiene que neutralizarla y desasociarse de ella. A largo plazo OWS tiene que confrontar esta competencia desleal y anular las posibilidades de intimidación.  Y además tiene que reconocer las ocasiones cuando movimientos anti-democráticos se disfrazan de los democráticos;  dijo Bernard Lewis** que hay que temer la pauta: “un hombre, un voto, una sólo vez.”

Hedges al final de su artículo habla de la relación entre OWS y la intimidación policial (que es otra forma de violencia):

“[Nuestra] lucha es para ganar, tanto los corazones y mentes de un público más ancho, como los de aquellos dentro de la estructura del poder (incluyendo la policía) que tienen algún grado de conciencia. No es una guerra. Los movimientos no-violentos, en algún nivel, abrazan la brutalidad policial. El intento continuado del Estado [es] aplastar a los que protestan pacíficamente [es decir, las personas] que piden actos simples de justicia [porque como Estado considera el ellas] deslegitimizan los élites del poder. [Dichos movimientos]  promueven respuestas entre una población pasiva; atraen a algunos dentro de las estructuras de poder y crean divisiones internas que conducirán al parálisis del las redes de autoridad.”

OWS es casi un laboratorio en pequeño para lo que ocurre a nivel mundial en todas partes y todos los continentes; claro, aquí en Venezuela interesa particularmente nuestro propio proceso de exclusión e intolerancia. Escribiré sobre esto en otro momento.



Rererencias

Chris Hedges (6/2/12). The Cancer in Occupy. Publicado originalmente por  Truthdig.com y republicado por Commondreams: http://www.commondreams.org/view/2012/02/06-3

Fuente de la foto: http://www.alternet.org/newsandviews/article/737516/photo%3A_ows_slips_note_to_obama_after_jobs_speech/

* Reconozco, al escribir esto, que las definiciones de los lados de la política  izquierda y derecha se han desdibujado en las últimas décadas, pero por razones de economía de redacción no los cuestiona en este espacio.

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