e nuevo he
visto y oido una obra clásica, esta vez la opera Macbeth
de Verdi, donde la música es impresionante pero donde la puesta en escena me ha inquietado.
La vi, como siempre en Film&Arts. Permítanme una
reflexión sobre lo que pasa.
Como todos
saben, el guión sigue muy de cerca el de Shakespeare y, como el original,
explora el afán enfermizo del poder. Es más, escarba profundamente en el alma
para exhibir sin disimulos al tenebroso deseo de dominar a los demás. Lo hace
en tres sentidos: El primero es el deseo mismo de dominio como está evidenciado
en el protagonista y su esposa y lo que están dispuestos a hacer para
lograrlo. El segundo es el efecto que los crímenes de esta pareja tienen sobre
sus conciudadanos: en este caso, asco y rebelión. El tercero, y tal vez el más interesante es la corrupción
de alma que sufren los protagonistas. La música de Verdi es exquisita en su expresión de esta podredura, especialmente la escena de locura de Lady Macbeth que repite las palabras de Shakespeare:
¿… nunca estarán limpias estas manos?… Aquí está el
olor de la sangre todavía: todos los perfumes de Arabia no endulzarán esta
pequeña mano. Oh, oh, oh!
Otro momento
terrible ocurre al final cuando Macbeth reflexiona sobre la gran y monstruosa
nada que ha construido:
- Estoy
enfermo de corazón…mi forma de vida ya se cayó al fiador, la hoja amarilla; Y
eso que debe acompañar a la vejez, Como el honor, el amor, la obediencia, las
tropas de amigos, No debo esperar tener…
Están doblegados
por el peso de sus crímenes: por lo menos debemos reconocerles su
capacidad para sentir culpa. Algunos esperpentos no la sienten, sólo se aislan -muda y ciegamente- de estas cosas que Macbeth reconoce que jamás tendrá.
Ahora pregunto: ¿por
qué los directores y productores han trivializado con trajes y escenarios
ridículos esta desnudez del espíritu humano? No es la primera vez que veo esto
y he escrito antes en este blog (ver referencias 1 y 2) sobre mi disgusto con este tipo de vulgarización.
El arte a veces
recoge cambios culturales antes de que nosotros nos demos cuenta. ¿No será que
de repente tenemos miedo a emociones profundas y necesitamos simplificar y suavizarlas? ¿No será
que estamos acostumbrados a juegos de video donde -para entretenernos- matamos
a simulacros bastante creíbles de seres humanos, y al ver las emociones reales
y humanas tenemos que virar la mirada, sobrecogidos de mortificación? ¿No será
que tenemos ya callosidades en nuestra capacidad de empatía?
Referencias
1.
http://reflexiones4-karen.blogspot.com/2012/06/la-opera-orlando-de-handel.html
2.
http://reflexiones4-karen.blogspot.com/2012/04/el-mesias-en-film-and-arts.html
3. Fuente de la letra ornata: http://retrokat.com/medieval/leil.htm