(Español abajo)
Morgan Freeman, en
his usually wonderful program, ”The Greatest Mysteries of the Universe”, became
much too rationally disengaged in the last episode presented on Direct TV here
in Venezuela.
In a program dedicated to the brain’s analytic capacity and its possibilities for improvement in this respect, he showed how electrical stimulation can enhance pattern recognition abilities. The problem is that the patterns the scientists were working on had to do with electronic displays of the kind used by the military to choose which “insurgents” to “eliminate” during drone attacks.
In a program dedicated to the brain’s analytic capacity and its possibilities for improvement in this respect, he showed how electrical stimulation can enhance pattern recognition abilities. The problem is that the patterns the scientists were working on had to do with electronic displays of the kind used by the military to choose which “insurgents” to “eliminate” during drone attacks.
Mr. Freeman is
usually sensitive to human concerns like the dubiousness –if not the outright
immorality- of this kind of warfare. I believe, that if presented, this type of
research should be at least be questioned on his program.
In general this is
a big problem for science. Research, even purely technical examination, has three
moments of high subjectivity: a) when the investigative problem is chosen, b)
when the hypotheses are elaborated, and c) when the results are “discussed” at
the end of scientific papers. These are
the moments when Dr. Frankenstein (or Julius Robert Oppenheimer ) can introduce
themselves into rational inquiries. To be fair, it must be recognized that all
science has always been contaminated by war, from Arquimedes to Galileo, from Leonardo da Vinci to Issac Newton, and even to Albert Einstein. Indeed, the social sciences are not exempt from this: the ex- president of the American
Psychological Association Martin Seligman advised officials at Guantanamo
Bay prison on how to control the prisoners there using his findings on Learned
Helplessness.
The problem for
social communicators like Morgan Freeman is to breach scientific “neutrality”
and to at least comment on the problem when the research they cite has nasty connotations.
Español
Morgan Freeman, en su programa “Grandes Misterios del
Universo”, que por lo general es una maravilla, se descuidó en el último
episodio cuando presentó evidencia sobre la capacidad analítica del cerebro y
las posibilidades que ella tiene para mejorar; mostró
cómo la estimulación eléctrica puede aumentar la capacidad de reconocimiento de
patrones. El problema es que los patrones que el Sr. Freeman presentó incluyeron imágenes electrónicas del tipo utilizado
por los militares para elegir cuáles "insurgentes" van a ser "eliminados"
durante los ataques con aviones no tripulados, es decir los drones.
El Sr. Freeman suele ser sensible a las preocupaciones
humanas, pero en mi opinión en el caso que menciono, erró; se trata de indagaciones
dudosas, inclusive inmorales de investigación militar. Yo creo, que hace falta
cuestionar este tipo de información cuando se la presente en un programa de
esta clase.
En general, se trata de un gran problema para la
ciencia. La investigación, aun de la que es puramente técnica,
tiene tres momentos de gran subjetividad: a) cuando el problema de
investigación que se elija, b) cuando se elaboran las hipótesis y c) cuando los
resultados se "discuten" al final de los trabajos científicos.
Estos son los momentos en que el Dr. Frankenstein (o Julius Robert Oppenheimer) puede introducirse en lo que simula ser racional. Para ser justo, hay que reconocer que toda la ciencia siempre ha sido contaminada por la guerra: desde Arquímedes a Galileo, desde Leonardo da Vinci a Issac Newton e incluso a Albert Einstein. De hecho, las ciencias sociales no son inmunes a esta corrupción: el ex presidente de la Asociación Americana de Psicología, Martin Seligman aconsejó a los funcionarios de la prisión de Guantánamo para lograr controlar los prisioneros allí con respecto al uso de la indefensión aprendida.
Estos son los momentos en que el Dr. Frankenstein (o Julius Robert Oppenheimer) puede introducirse en lo que simula ser racional. Para ser justo, hay que reconocer que toda la ciencia siempre ha sido contaminada por la guerra: desde Arquímedes a Galileo, desde Leonardo da Vinci a Issac Newton e incluso a Albert Einstein. De hecho, las ciencias sociales no son inmunes a esta corrupción: el ex presidente de la Asociación Americana de Psicología, Martin Seligman aconsejó a los funcionarios de la prisión de Guantánamo para lograr controlar los prisioneros allí con respecto al uso de la indefensión aprendida.
El problema para los comunicadores sociales, como
Morgan Freeman es la necesidad de romper con la "neutralidad" científica, y
por lo menos comentar cuando la investigación se citan tiene connotaciones
desagradables.
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