Si el autolavado fue un chapoteo de colores, la Panamericana fue una mojadera de angustias. Aquí hay tres fotos. Había que ir con gran lentitud, y pude aguantar la cámara tomando fotos sin mirar siquiera los encuadres. Sólo hacía click, click, click, click.
martes, 5 de noviembre de 2013
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