Hoy, día de los comicios municipales en Venezuela, la gente alrededor mío está deprimida. Yo también lo estoy. Aquí quiero pensar sobre qué produce este malestar y después en qué podemos hacer al respecto.
Primero, sabemos que una combinación de abstención electoral y las maniobras inevitables del gobierno van a determinar los resultados de los eventos de hoy. Es decir, ya sabemos que no ganaremos nada en estas jornadas. Se trata de un espiral hacia abajo: mientras más desaliento haya, más abstención habrá. Mientras más abstención, menos posibilidades de ganar -aunque sea una sola alcaldía-.
Segundo, la depresión que sufre los demás nos contagia. Todo el mundo anda de mal humor, todos buscan pretextos para pelear, y se aíslan. Entonces nuestro propio desanimo aumenta, y nosotros nos portamos igual, ignorando los pequeños gestos que alegran la vida, como un “buenos días” por la mañana, y un “muchas gracias” después de una amabilidad del otro.
Tercero, la situación económica ya nos constriñe a punto de desesperación, y entrevemos penurias aún más grandes en el futuro próximo. El costo de un cartón de huevos supera la mayoría de las quincenas, y las pequeñas alegrías de antes, como salir con amigos a comer pasteles dulces y tomar un cafecito, ya nos están prohibidas. La inseguridad, que es motivo de angustia legítima, se magnifica en nuestras fantasías, y la inquietud se convierta en susto y zozobra.
¿Qué hacer? El deterioro en calidad de nuestras vidas inevitablemente irá aumentándose en los próximos meses, pero podemos batallar con la depresión. Sugiero aquí algunas estrategias para esto:
1. Ayudar a alguien más. La depresión implica estar encerrado dentro de los propios sentimientos negativos. Al mirar a la situación de otras personas, se rompe el cerco de la autocompasión.
2. Salir a caminar. La depresión conduce a la pasividad y la suspensión del impulso vital; en cambio el ejercicio promueve la vida y el movimiento. Al principio el cuerpo resiste moverse, pero con el tiempo comienza a sentir placer en la moción. Es la vieja contradicción entre Tánatos y Eros, y si le damos una oportunidad a Eros, él ganará.
3. Escuchar música. O mejor tocarla o cantar. Aún la música triste nos eleva el espíritu. Por esto la gente va a las presentaciones de la opera trágica porque ella convierta la infelicidad en belleza.
4. Mirar cosas bellas. Están por allí: los caraqueños tenemos el Ávila frente a nuestros ojos todos los días. Las ciudades tienen flores, en las noches el cielo tiene una luna deslumbrante.
5. Mantén un orden y una limpieza básica en la casa: No hay nada peor que la acumulación de platos y ropa sucios.
La depresión te va a decir: -“¡Qué fastidio caminar, o apreciar la hermosura de las cosas o lavar la vajilla, si la vida es un tedio!”- porque la neurosis siempre se proteja a sí misma. Es como un espectro maligno enrollado justo debajo del corazón: hay que desoírlo, desobedecerlo y desalojarlo.
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