Sólo en las últimas dos semanas:
a) los estadounidenses se mataron entre sí en tres estados distintos, y en cada incidente hubo un trasfondo de odios raciales,
b) los terroristas en Bagdad detonaron bombas que resultaron en muertos masivos entre los civiles,
c) cuatro hombres suicidas explotaron bombas en tres lugares distintos en Arabia Saudita, y en cada incidente hubo un trasfondo de odios tribales,
d) en Pu chong, Malasia, terroristas lanzaron una granada dentro de un restaurante llena de gente,
e) hubo tres bombas suicidas en el aeropuerto de Ataturk en Turquía,
f) hombres armados atacaron un restaurante en Dhaka, Bangladesh y
g) en Caracas en un sólo día, el viernes, 1ero de julio, hubo más de 20 muertos a causa de la delincuencia, que tiene que ver con la desintegración social y político de Venezuela.
Todos estos incidentes significaron la pérdida masiva de vidas, la destrucción de familias y mayor inseguridad, rabia y dolor. Todos serán futuros conductores de violencia, más inseguridad, más rabia y más dolor.
¿Qué tienen estos incidentes en común?
a) Todos se iniciaron en violencias previas debido a guerras, opresión o quiebras institucionales.
b) Todos tienen trasfondos de odio tribal, racial o ideológico.
c) Todos tienen alguna relación con la desigualdad educativa, social y económica.
d) Todos fueron perpetrados con instrumentos letales como bombas o armas de fuego.
Es sobre este último punto que quisiera comentar ahora: sólo en el 2015 las cardinales compañías que producen armas ganaron U.S. $ 62.523 millones por la venta de armas*. En la publicación de David Ruccio (abajo*) se puede encontrar una tabla donde los principales países productores estén ordenados por sus ganancias.
Sus mercancías son diversas: revólveres, rifles, armas automáticas, bombas, aviones, tanques, carros blindados, cohetes, satélites y todos los instrumentos que pueden propiciar la muerte.
Producir y vender armas es el negocio más lucrativo del mundo. Es el gran monstruo escondido en plena vista en toda la Tierra. Pocas personas hablan de él. Se beneficia mientras más nos odiemos y padece cuando haya tratados de paz. Después de cada suceso mortal, cuando la gente corra a comprar un arma para “defenderse”, la línea de dividendos en su contabilidad aumenta. Arma a los combatientes de todos los lados de todos los conflictos.
La industria trafica su mercancía en todos los escenarios: por ejemplo, han influido en el equipaje y preparación de cuerpos policiales en todos los países: las policías que aparecen en las calles de Caracas vestidos de “robocop” son el resultado de sus negociaciones turbias. Comercian tanto con los armas como con equipos de protecciones y sistemas de vigilancia.
La industria mantiene organizaciones, como la de los Estados Unidos, la Asociación Nacional de Rifles** (National Rifle Association), que genera publicidad, financia a los políticos y militares que los apoyan y crea infraestructuras para proteger el “derecho” a portar armas -inclusive armas de guerra-.
Si bien es cierto que antes de las armas de fuego la gente se mataba con piedras, mazos, sables y trampas, también hay que admitir que la tasa de mortandad se aumentó dramáticamente con la invención de los armas de fuego.
¿Será posible que la colectividad ponga este monstruo en una jaula, que lo vigila y que le impide seguir destruyéndonos?
Referencias:
*David Ruccio (1/1/16) World arms industry statistics by country. Accesible en la página: https://rwer.wordpress.com/2016/01/01/world-arms-industry-statistics-by-country-4-tables-and-charts/
**National Rifle Association Home Page. Accesible en la página : https://home.nra.org/
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