Mientras preparaba mi desayuno
dominguero y él de mis perros, vi un programa en CNNE, que aunque no puedo
decir que vi completo ni con gran atención, ha dejado preguntas y algunas
respuestas resonando en el cerebro.
Se trataba del ateísmo. En general en lo que pude ver, el reportaje lo presentó como un movimiento casi
subversivo donde inclusive, un entrevistado no-creyente se escondió su cara e
hizo que la reportera camuflara su voz por miedo a ser descubierto. El lugar no
era Siria o Bangladesh, sino el "Bible Belt" en los Estados Unidos,
es decir el sur del medio-oeste del país donde el fundamentalismo es rampante.
El ateísmo de los entrevistados era
un problema existencial de abrumadora angustia. O lo proclamaban como una causa
social/política con pancartas, panfletos y reuniones entre sus co-no-creyentes,
o lo escondían con vergüenza y susto.
Además la reportera proclamó que el humanismo,
el agnosticismo y el pensamiento
científico eran eufemismos para el ateísmo; esto era un error que pudiera haber
corregido con un simple diccionario de bolsillo.
No sé si más me molestó la
perspectiva del reportaje, o la evidente patología social de la fe (o no-fe, que
también es una especie de fe) entre los participantes.
Quiero terminar con una reflexión
final: todos nos sostenemos con algún andamiaje de creencias enlazadas que
hemos aprendido o adoptado para navegar la vida. El caso del “Bible Belt” es de
extrema y arcaica morbosidad; el tribalismo de los dogmas es cotidiano, es algo que
tenemos que enfrentar como algo malsano en todas nuestras culturas humanas.
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