martes, 21 de marzo de 2017

El rabipelao y los recolectores de basura




Todavía estoy enojada: en unas cuantas ocasiones en mi vida me ha pasado que la rabia me descontrola, y hoy fue una de ellas. Escribir es uno de mis mecanismos de recuperación anímica, y por esta razón voy a contar lo que pasó y analizarlo.

Estaba en mi carro, y muy alerta porque había vuelto a recalentar –sólo quería llegar a casa mientras podía-. Estaba en una calle medio rural, y al lado de la vía estaba estacionado un camión de basura. Vi a dos jóvenes recolectores jugando, se reían mientras con sus gruesas botas pateaban algo, y pensé primero que jugaban futbol con una bolsa de desperdicios. Al pasar el camión vi que el “objeto” era un pequeño y muy asustado rabipelao que intentaba escaparse. 

Frené el carro en seco y salté al pavimento, estaba fuera de mí con una repentina rabia descontrolada. Les grité, les llamé por cada insulto que podía recordar en el momento: “¡Degenerados! ¡Depravados!  ¡Este animal no les ha hecho nada – son  unos desgraciados y menos humanos que él!” –y cosas así. Se quedaron mirándome con sonrisitas amables, seguro pensando que yo era una loca del camino.

Vi al marsupial cruzar la calle corriendo hacia la parte trasera del camión. Seguí evaluando a la falta humanidad de los jóvenes en tonos subidos, y uno de ellos fue alejando lentamente en la misma dirección donde se había ido el rabipelao. Tengo que decir que algo en mí no me dejó procesar que probablemente  lo seguía para terminar de matarlo, y menos mal, porque si lo hubiera pensado, hubiera ido tras él. 

Estos son los hechos. Ahora ¿por qué estos jóvenes encontraban placer en maltratar un animalito? Sé que ahora ocurren cosas peores en Venezuela, que el placer de matar no se limita a los animales. Pero ver la alegría de los muchachos mientras lo hacían fue -y todavía es- doloroso para mí. Después los volví a ver en la misma calle cuando había dejado mi carro en el taller de un mecánico amigo y seguía a pie a mi casa. Al verme desde el camión volvieron mostrar grandes sonrisas. Creo que fui parte de la diversión. 

La psicóloga en mí quiere preguntarles sobre qué sentían. Quisiera suscitar alguna duda en ellos, pero su mundo y el mío son demasiado distantes. Prefiero el mío, pero hay que considerar que tal vez ellos se sientan bien en el suyo. ¿Hay posibilidades de entendimiento?


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