stamos en medio de fenómenos globales y sociales que escasamente entendemos. Sentimos gran malestar debido a los síntomas de anomía, desesperanza, angustia y lo que una amiga llama nuestra rampante afánisis, o la falta de voluntad personal.
El desazón es real. Aunque tal vez el término afánisis sea un tanto fuerte para describir lo que sentimos, sin embargo he hablado con psiquiátras y psicólogos que dicen que la situación socio-política de Venezuela en los momentos actuales es motivo de consulta.
Las causas de nuestro desasosiego sentido pueden encontrarse en el agudización de las grandes trasformaciones de los últimos tres siglos como el crecimiento desbordado de la población humana, la insuficiencia de recursos para alimentar y acobijar por igual a todos nosotros y al mismo tiempo la concentración más grande de riqueza en pocas manos que el mundo haya conocido jamás.
Pero entonces y de manera paradojica, las soluciones que se asoman no son sino desesperadas.
Hegel(1) en el “Amo y el Esclavo” (La Fenomenología del Espíritu, 1807/1987) habla de lo que interpreto como las etapas psicosociales de la liberación. En la etapa del escepticismo Hegel (p. 124) habla de un tiempo de pura negatividad, de la rebelión, la revolución y la violencia. Dice que se trata del momento en que el Esclavo se da cuenta que produce, él mismo, las condiciones de su propia vida. Pero es una libertad muy inmadura que todavía no construye nada nuevo. Cuando los rebeldes destruyen la obra del amo -que es, a fin de cuentas, producto de su propio trabajo-, allanan el camino que conduce del servidumbre a la libertad que queda por construir, pero lo hacen como adolescentes obtusos e ineptos. El problema con el escepticismo es que se trata de "el vértigo de un desorden" (Hegel, p. 126)
La destrucción puede ser tanto que llega a ser casi irreversible y el proceso de recuperación puede durar decenas de años, aun siglos como ha ocurrido en Africa y ciertos lugares de América Latina. El odio reemplaza el afán de liberación, y aparecen las figuras como Pot Pol (Cambodia), Mugabe (Zimbabue), Ahmadinejad (Irán), Hitler (Alemania) y Mussolini (Italia) -quien dijo una vez que "La función del ciudadano y el soldado son inseparables".
Experimentos en la transformación verdadera
Fuente de la foto de
Patrice Lumumba
Lo curioso es que estas figuras nefastas terminan siendo más aceptables para el poder tradicional que los hombres que realmente encarnan transformación como Martin Luther King, Malcolm X, Gandhi, Nelson Mandela o Patrice Lumumba. De hecho de los cinco nombres que acabo de mencionar, sólo uno no fue asesinado por el poder reinante, y él que sobrevivió fue encarcelado por la mayor parte de su vida adulta.
La liberación no puede quedarse en la etapa de destrucción y manifestaciones de odio porque corre el peligro de transformarse en el fascismo o formas represivas del capitalismo del Estado.
Nota:
1. Quisiera dejar en claro que uso la alegoría de Hegel como un recurso para mis propias reflexiones, y no asumo sus ideas sobre la inevitabilidad histórica.
Recurso:
Letra ornata: http://retrokat.com/medieval/leil.htm
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