¿Por qué yo no
tenía más remedio que desdeñar a Tony Blair?
Por Desmond
Tutu,
Guardian del
Reino Unido
03 de septiembre
12
No podía
sentarme [a conversar] con alguien que justificó la invasión de Irak con una
mentira.
La inmoralidad
de la decisión de los Estados Unidos y Gran Bretaña de invadir Irak en 2003,
basada en la mentira de que Irak tuviera armas de destrucción masiva, ha
desestabilizado y polarizado al mundo en mayor medida que cualquier otro
conflicto en la historia.
En lugar de
reconocer que el mundo en que vivíamos, que poseía sistemas de
comunicación, transporte y armamento
cada vez más sofisticados, necesitaba de un liderazgo que unificara a la
familia global, los líderes de este entonces de los EE.UU. y del Reino Unido
fabricaron motivos para comportarse como peleones en el patio de
recreo, y separarnos aún más. Ellos nos han llevado al borde de un precipicio,
donde estamos ahora - con el fantasma de Siria e Irán ante nosotros.
Si los líderes
pueden mentir, entonces, ¿quién debe decir la verdad? Días antes de que George
W. Bush y Tony Blair ordenaron la invasión de Irak, llamé a la Casa Blanca y
hablé con Condoleezza Rice, quien era entonces consejera de seguridad nacional,
para pedirle que diera más tiempo los inspectores de armamento de las Naciones
Unidas para confirmar o negar la existencia de las armas de destrucción masiva
en Irak. Argumenté que si podrían encontrar tal armamento, el desmantelamiento
de la amenaza contaría con el apoyo de prácticamente todo el mundo. Rice
objetó, diciendo que había demasiado riesgo y el presidente no podía posponer
[la invasión de Irak] por más tiempo.
¿Sobre qué bases
podemos decidir que Robert Mugabe debe ir a la Corte Penal Internacional, que
Tony Blair debe unirse circuito de los oradores internacionales, que Bin Laden
debe ser asesinado, pero que sea necesario invadir Irak -no porque posera armas
de destrucción masiva, sino con el fin de deshacerse de Saddam Hussein- como
confesó Tony Blair la semana pasada,
quien en este entonces era el apoyo principal el señor Bush?
El costo de la
decisión de librar a Irak de su verdaderamente despótico y sanguinario líder ha
sido asombroso, comenzando en el propio Iraq. El año pasado, un promedio de 6,5
personas murieron allí cada día en ataques suicidas y coches bomba, de acuerdo
con el proyecto Body Count iraquí. Más de 110.000 iraquíes han muerto en el
conflicto desde 2003 y millones de personas han sido desplazadas. A finales del
año pasado, cerca de 4.500 soldados estadounidenses han muerto, y han quedado
heridos a más de 32.000.
Por este único
motivo, en un mundo coherente, los responsables de este sufrimiento y la
pérdida de la vida deben estar pisando el mismo camino que caminaron algunos de
sus pares africanos y asiáticos que se han tenido que responder por sus
acciones en la Haya.
Pero incluso más
allá de los costos de los campos de matanza, hay costos mayores para los
endurecidos corazones y mentes de los miembros de la familia humana en todo el
mundo.
¿Ha disminuido
posibilidad de ataques terroristas? ¿En qué medida hemos logrado acercar los
llamados mundos musulmanes y judío-cristiana, y sembrar la semilla de la
comprensión y la esperanza?
El liderazgo y
la moralidad son indivisibles. Los buenos líderes son los custodios de la
moral. La pregunta no es si Saddam Hussein era bueno o malo o cuántos masacró
en su pueblo. El punto es que el Sr. Bush y el Sr. Blair no deberían haberse
permitido a rebajarse a su nivel de inmoralidad.
Si es aceptable
para los líderes a tomar medidas drásticas sobre la base de una mentira, sin
siquiera reconocerla o disculparse cuando se descubrió su falsedad, ¿qué
debemos enseñar a nuestros hijos?
Mí llamado al
señor Blair no es reunirnos para hablar de liderazgo, pero que la demuestre.
Usted es un miembro de nuestra familia, la familia de Dios. Se te creó para la
bondad, la honestidad, la moralidad, el amor, y del mismo modo fueron creados
nuestros hermanos y hermanas en Irak, en los EE.UU., en Siria, en Israel e
Irán.
Yo no lo estimé
oportuno para tener esta discusión en el Discovery Invest Leadership Summit en
Johannesburgo la semana pasada. A medida que la fecha se acercaba, me sentía acada vez más un profundo malestar sobre mi asistencia a una cumbre sobre
"liderazgo" con el Sr. Blair. Extiendo mis más humildes y sinceras disculpas a Discovery, a los organizadores de la cumbre, a los oradores y
a los delegados por la tardanza de mi decisión de no asistir.
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