La convivencia
no es sencilla. Personalmente y desde mi perspectiva, muchas veces hay un lado
en las confrontaciones políticas que tiende a actuar según los principios en que
creo, y me identifico por allí. Pero mi cabeza nunca ha sido un sello con tinta
ideológica.
Creo en ciertos
principios y ellos, sí, no los puedo negociar. Por ejemplo, en la política creo
en la transparencia del gobierno, en la democracia, en el respeto para el Otro,
en la inclusión, la negociación de diferencias y la búsqueda de evidencia veraz
–aunque intento mantener también una relativa tolerancia por la incertidumbre.
Para mi
consternación la primera de las creencias que mencioné, la transparencia, se ha
convertido en una maniobra de política internacional. En el medio hay un
hombre, Edward Snowden, quien –con gran valentía- reveló secretos de Estado de
los EE.UU. sobre actos ilegales de espionaje. Los EE.UU. lo quiere de regreso
para encarcelarlo de por vida –y cosas peores. Los países que se oponen a esta potencia
quieren hacer de él un simple obstáculo diplomático, porque en realidad no son
ejemplos de transparencia en sus propios gobiernos. Y otras naciones juegan sus
propias, y en general ingloriosos, papeles diplomáticos según el lado en que se
encuentran.
Creo que hay
que apoyar a Edward Snowden, sea quien fuera el agente que decide protegerlo, y
sean que sean sus razones para hacerlo.
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