miércoles, 10 de septiembre de 2014

Una pelea muy en serio



El sábado Candil y Charlie pelearon de verdad a causa de un jugoso, maloliente y repulsivo hueso que Charlie encontró detrás de la casa.  

Charlie lo halló, y era tanta su emoción que vino a celebrarlo conmigo, y en este momento Candil se lo quitó. Charlie se lanzo sobre Candil a pesar de su menor tamaño; el alboroto era tan atronador que un vecino y su hija vinieron a ayudar: les echamos agua con la manguera e intentamos separarlos metiendo palos de escoba entre estos dos estúpidos. Candil intentó varias veces dejar el combate, pero cada vez Charlie se lanzaba de nuevo. Entre los vecinos y yo logramos encerrar a Candil en la cocina, pero los dos quedaron heridos, sucios y mojados.

Yo estaba furiosa con los dos pero especialmente a Charlie, y lo dejé afuera sin desayuno por un largo rato. Finalmente cuando abrí la puerta –dejando todavía cerrada a la reja para ver cómo se habían quedado los ánimos-, vi al pobre Charlie que entre una pata herida y una terrible angustia, casi no podía quedarse en pie. Gradualmente abrí la puerta y se tantearon un encuentro: Charlie temblaba de miedo mientras Candil se acercaba, pero Candil sólo se puso a lamerle las heridas, como un preocupado papá. Gradualmente Charle se calmaba.

Desde entonces son amigos –super corteses- como dos naciones después de una tregua.

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