Participé este lunes pasado en una extraordinaria reunión. En una clase del Doctorado en Psicología organizada por Cristina Otólora, tres personas, -Ángel Sanabria, Tomás Palacios y yo- hablamos sobre la conciencia. Ángel la considero desde el punto de vista del psicoanálisis, especialmente en lo referente al autismo; Tomás tomó el punto de vista de la sociología y yo la examiné según la filosofía que se origina en Hegel y que sigue en Schutz, Mead y Sartre entre otros. Todos terminamos coincidiendo en nuestras reflexiones sobre la responsabilidad personal, la influencia de lo social, el problema de la autonomía del individuo y la la importancia de la palabra como iniciador de la capacidad de contemplar al sí mismo, al otro y al mundo. Fue para mí una experiencia realmente grata. Ojala hubiera más reuniones de esta naturaleza. Este tipo de actividad representa la esencia de lo que es la academia en su mejor expresión. ¡Gracias, Cristina!
Uno de los aspectos que para mí fue de especial interés es ¿Qué es la validez de juicios como los de Nuremburg o de La Haya? ¿Hasta qué punto es el autor de atrocidades -como Ratko Mladic, por ejemplo- personalmente responsable de sus actos, o es una víctima desafortunada de una cultura de odio?
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