rimero quisiera hacer llegar mi sentido pésame a la familia de Hugo
Rafael Chávez Frías, a sus seguidores y a la nación entera por la pérdida de un
presidente.
He leído en el Internet muchos comentarios sobre su mandato
y pienso apropiado añadir algunas reflexiones mías al respecto.
Chávez no “sembró” el odio entre los venezolanos; decir esto
es no entender el odio: siempre ha habido desesperación y la falta de igualdad
social y económica, sólo que “antes” no se expresaba del modo que los políticos
hacen hoy en día. Creo que la violencia comenzó a arraigarse en el malestar en
dos momentos cardinales de la historia del país: primero durante los días del
Caracazo cuando miles de vecinos murieron y fueron “desaparecidos” por las
fuerzas de orden. Esto fue un choque enorme que nunca fue confrontado
adecuadamente.
Después del Caracazo, en un segundo momento histórico,
Chávez afectó el país de dos maneras que habría que distinguir: por un lado
articuló las necesidades de los marginados de la economía, y esto, creo, fue un
logro importante. En el futuro ningún líder va a poder ignorar a los habitantes
de los barrios y sus necesidades. Ya no sólo están allí, sino que reclamen
atención y respeto. Si el “socialismo” fue un gesto más que un producto real,
no por esto fue menos importante y simbólico para quienes sueñan con una vida
mejor.
Por otro lado Chávez empleaba y modelaba el idioma del resentimiento
para crear enemigos externos (los pitiyanqui, los escuálidos, los
imperialistas) con el propósito de crear un sentido de pertinencia entre sus
seguidores, es decir, implantó la división entre los buenos y los malos,
dejando en claro que él y sus copartidarios corresponden al primero grupo.
He oído gente decir: “Pero antes yo iba a los barrios sin
miedo, hoy en día no puedo ir allá.” Es cierto, yo también he dejado de subir
las escaleras de estas zonas de la ciudad, y por la misma razón. Hoy en día hay
niños de primaria armados que pelean fatídicamente entre sí, entre sus vecinos
y contra las presencias extrañas. Es el trágico resultado de haber armado a la
población, tolerado los delincuentes y legitimado la saña como un recurso expresivo
del malestar.
Tal vez lo que hizo Chávez era resaltar la combinación entre
el resentimiento con la violencia.
Una vez referí al libro El Reino de este mundo de Alejo
Carpentier en que habla de “la tarea” y de “la añoranza”: son vías para encarnar el
sueño de igualdad y hermandad en un mundo de esclavitud y explotación; los que
sentimos afligidos por el rumbo y las
acciones de la revolución en Venezuela casi hemos dejado de hablar de estas
condiciones de desigualdad como legítimos motivos políticos, pero ellas siguen
allí en el medio del dolor por la pérdida de un líder. Escucho el apesadumbrado
último adiós a Chavez en la televisión mientas escribo esto, y deseo hacerme solidaria con su pena, sin compartir su praxis política.
Ojala sepamos confrontar esto con amor y lograr mirarnos como semejantes.
Referencia:
Letra ornata: http://retrokat.com/medieval/leil.htm
La tarea y la añoranza (reflexiones sobre El Reino de este mundo): http://reflexiones4-karen.blogspot.com/2011/08/la-esclavitud-la-anoranza-y-tarea.html
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