En
estos tiempos donde, parece, en mucho del mundo se intenta decidir los asuntos públicos
en la calle y no por medio de sus representantes legales elegidos para
discutirlos, es necesario reflejar sobre qué significa esto. El fenómeno no es
nada nuevo, desde tiempos romanos –como quedará manifiesto más abajo en estas
reflexiones- se han debatido importantes asuntos políticos en la calle.
Es
necesario distinguir primero “calle” de la “arena” pública. El primero es un
lugar cualquier donde puede reunirse una acumulación variada y no
representativa de personas que intentan imponer por la fuerza una opinión o una
acción política. “Arena” en cambio, es un término usado por los griegos para
referir a una plaza donde se reúnen todos los ciudadanos con derecho a voto
para debatir la agenda pública.
El
problema es que ya no quepamos todos en una “arena” o plaza pública. Nuestras
poblaciones se miden en cifras de millones y por esto necesitamos mecanismos
especiales tanto para elegir quiénes nos representarán como regir cómo será su
debate. Necesitamos poderes distintos que se dividen según las necesidades de
gobierno, es decir, instancias de administración, legislación y jurisdicción. Necesitamos
leyes en que podemos confiar que pre-datan cada elección y cada discusión oficial,
y agentes que las observarán de manera también confiables. Esto se llama democracia.
Otro
problema es que cuando los procesos democráticos se quiebran, recurrimos a la
calle. Es un lugar donde las decisiones se toman por la fuerza: la muchedumbre
más grande y fornida gana. Y por esta razón quienes protestamos en “la calle”
necesitamos tener bien en claro sus peligros, que no son sólo de violencia
callejera, sino también de la manipulación del pensamiento de los
participantes.
Quisiera
reflejar brevemente a la democracia de a pie, de la calle, por medio de la obra
de “Julio Cesar” de Shakespeare.
Antes
de analizar este tema, es necesario aludir muy brevemente a los motivos de los
actores principales en la obra shakesperiana: en el comienzo de la obra, la
ciudad de Roma espera la llegada de su héroe, Julio Cesar; dicen algunos
obreros que andan por las calles:
“…Esperamos celebrar un día de fiesta,
A ver a Cesar y aclamar su victoria”.
Pero un
grupo pequeño de romanos se preocupan porque perciben en Cesar un dictador
potencial: ven en él el fin de la República; Bruto, por ejemplo dice:
…Tengo miedo que la gente
Escogerá a Cesar para ser su rey.”
Casius,
amigo de Bruto también se preocupa la pérdida de autoridad de los antiguos
aristócratas debido a la creciente popularidad de Cesar:
“Mira, ¡hombre! 'De un trance él cruza el
estrecho mundo
Como un coloso, y nosotros, los hombres
menores Caminamos bajo sus enormes piernas y asomamos por allí a ver
Sólo para encontrar tumbas deshonrosas.”
Así
está la puesta la escena. Los conspiradores matan a Cesar en el tercer acto; luego
hay otros personajes que quieren emplear la muerte de Cesar para su propio
provecho: quieren convertirlo en mártir para luego quedar ellos con el poder. Mientras tanto los asesinos intentan
justificar su actuación frente a un pueblo enojado.
Bruto,
quien acaba de asesinar a Cesar, asciende una escalera frente al capitolio y,
con el cuerpo ensangrentado de Cesar yaciendo en las gradas, habla con el
tropel de con-ciudadanos que lo consideran culpable de un crimen terrible; dice
Bruto:
“Que tengan paciencia hasta el final.
¡Romanos, paisanos y afectuosos! ÓiganmePor mi causa y quédense en silencio para poder escuchar:
Créanme por mi honor, y tengan respeto por mi honor,
En que creen: censúrenme en su sabiduría.
Despierten sus sentidos para juzgarme mejor.
Si hay quien en esta asamblea, cualquier querido amigo
De Cesar, digo que el amor de Bruto para Cesar
No fue menor que el suyo. Si entonces aquel amigo exige
Por qué Bruto sublevó contra Cesar, ésta es mi respuesta:
-No que amé menos a Cesar, pero que amé
Mas a Roma….
¿Quién hay aquí tan ruin que no ama a su país?
Entonces: ¡que hable!
Porque es a él quien he ofendido
Espero para oírles….”
Bruto
califica de ambicioso a Cesar, explica que era una amenaza a la República y que aunque amaba al hombre, amaba más a Roma. Entonces invita al pueblo a hablar, a que los que no quieren a su patria, que se identifiquen; pero la masa que le escucha se ha convencido por las palabras que acaben de escuchar:
“¡No, Bruto, ninguno!”
“Todos:
¡Que viva, Bruto! ¡Que viva, que viva!
Segundo ciudadano:
Dale una estatua junta las de sus ancestros.
Tercer ciudadano:
¡Qué Bruto sea Cesar!
Cuarto ciudadano:
Lo mejor de CesarQuedará investido en Bruto.
Pero
entonces llega el segundo orador, Marco Antonio. Se da cuenta que la opinión
pública está en su contra y empieza con cautela ensalzando a Bruto, luego
comienza a insertar dudas y termina condenando a los asesinos de Cesar. Es una
alocución que se ha quedado en la historia de la literatura por su retórica inigualable,
lamentablemente por falta de espacio sólo la presento de manera abreviada:
“Amigos, romanos, paisanos, préstame tu
atención;
Vengo a enterrar a Cesar, no alabarlo.La maldad que hacen los hombres les sobrevive;
Lo bueno a menudo se entierra con sus huesos;
Que sea así con Cesar. El noble Bruto
Les ha dicho que Cesar era ambicioso:
Si fuera así, fue una falta lamentable,
Y lamentablemente por esto Cesar ha pagado.
Aquí, con el permiso de Bruto y los demás—
Porque Bruto es un hombre honorable;
Y así son todos, todos hombres honorables—
Vengo a hablar en el funeral de Cesar.
Cesar fue mi amigo, fiel y justo conmigo:
Pero Bruto dice que era ambicioso;
Y Bruto es un hombre honorable….
Cuando los pobres han lamentado, Cesar ha llorado:
La ambición debe haberse construido de materiales más fuertes:
Sin embargo Bruto dice que era ambicioso;
Y Bruto es un hombre honorable…
Hablo no para desmentir lo que dijo Bruto,
Pero estoy aquí para hablar de lo que sé.
Ustedes todos una vez lo amaban a Cesar, no sin causa:
¿Por qué entonces no lo están afligidos ahora?
¡O juicio! Usted se ha huido hacia bestias brutas,
Y los hombres han perdido su razón. ¡Quédense a oírme!
Mi corazón está en el féretro con Cesar,
Y debo hacer una pausa hasta que me regrese.”
Y
Marco Antonio en este momento se pone a llorar la muerte de Cesar frente al
público que minutos antes consideraba héroe a Bruto. ¿Cómo reaccionan los
ciudadanos en la plaza que escuchan a este nuevo orador? Antes para ellos,
Bruto, el asesino de Cesar, era un triunfador que había liberado la nación, y
ahora contestan así:
Primer ciudadano:
Creo que haya mucha razón en lo que dice.
Segundo ciudadano:
Si lo piensas bien.Cesar ha recibido mucho mal…
Cuarto ciudadano:
…Es cierto que no era ambicioso….
Tercer ciudadano
No hay hombre más noble en Roma que
Antonio.
El
pueblo se deja llevar por el mejor o el último orador.
¿Cómo hacer para que
tanto el mensajero como el oyente sepan usar su racionalidad antes de sus
emociones? Pensaré
en estos problemas en otro momento.
Referencia: foto de los disturbios en Egipto: http://www.google.co.ve/imgres?imgurl=http://static.guim.co.uk/sys-images/Guardian/Pix/pictures/2011/1/27/1296162390533/Egypt-protests-007.jpg&imgrefurl=http://www.guardian.co.uk/world/2011/jan/27/egypt-protests-biggest-day-yet&h=276&w=460&sz=37&tbnid=LbPcS8hfFisujM:&tbnh=74&tbnw=124&zoom=1&usg=__1SmskHL4QAL-0IOsRTAr3KLPTOg=&docid=NqlV3mreRoxOJM&sa=X&ei=PdnQUdmyBozV0gH0wYG4Dg&ved=0CFoQ9QEwDw&dur=328
Referencia: foto de los disturbios en Egipto: http://www.google.co.ve/imgres?imgurl=http://static.guim.co.uk/sys-images/Guardian/Pix/pictures/2011/1/27/1296162390533/Egypt-protests-007.jpg&imgrefurl=http://www.guardian.co.uk/world/2011/jan/27/egypt-protests-biggest-day-yet&h=276&w=460&sz=37&tbnid=LbPcS8hfFisujM:&tbnh=74&tbnw=124&zoom=1&usg=__1SmskHL4QAL-0IOsRTAr3KLPTOg=&docid=NqlV3mreRoxOJM&sa=X&ei=PdnQUdmyBozV0gH0wYG4Dg&ved=0CFoQ9QEwDw&dur=328
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