¿Cuándo es
que un hombre se convierte en asesino: antes o después del acto?
Acabo de
escuchar un programa en Film&Arts sobre este problema, en este caso se
trata del Macbeth de Shakespeare.
En el comienzo de la obra, el personaje sólo se siente tentado a matar a su rey por las insinuaciones de las brujas, e inclusive debate consigo mismo y con Lady Macbeth sobre la idea de intentar el regicidio. Para Lady Macbeth la decisión es aparentemente más fácil. Por su lado Macbeth se espanta frente a su primera víctima muerta, y luego llega a alucinar con el retorno de otra víctima, su traicionado amigo, Banquo. Pero al avanzar en sus matanzas y su marcha hacia el poder absoluto, algo en él cambia: deja de sentir emociones, aunque sí, se reconozca como vilano, sin llamar “culpa” a esta auto- identificación. Lady Macbeth en cambio se enloquece y muere.
En el comienzo de la obra, el personaje sólo se siente tentado a matar a su rey por las insinuaciones de las brujas, e inclusive debate consigo mismo y con Lady Macbeth sobre la idea de intentar el regicidio. Para Lady Macbeth la decisión es aparentemente más fácil. Por su lado Macbeth se espanta frente a su primera víctima muerta, y luego llega a alucinar con el retorno de otra víctima, su traicionado amigo, Banquo. Pero al avanzar en sus matanzas y su marcha hacia el poder absoluto, algo en él cambia: deja de sentir emociones, aunque sí, se reconozca como vilano, sin llamar “culpa” a esta auto- identificación. Lady Macbeth en cambio se enloquece y muere.
Es un
personaje que nos fascina porque lo reconocemos en los matones de la calle, en
los generales que mandan sus soldados a morir y en ciertos personajes que vemos
en las grandes industrias y dirigiendo ciertos gobiernos.
Hace
años cuando hice mi tesis de maestría
con un cuestionario inventado basado en la idea del locus de control, es decir, la subjetividad de la atribución causal,
jugué un poco con la creación de racimos estadísticas (clusters) después de
haber terminado el análisis principal del trabajo. Digo “jugué” porque, con un
amigo iba alterando parámetros y componentes para ver qué podría pasar. Repito
estas “caveats” porque aunque lo que encontramos era sugerente, no puedo
considerarlo como hallazgo porque metodológicamente era demasiado débil.
Pasé el
cuestionario a jóvenes esperando sentencia y recluidos en el retén para
adolescentes ubicado en aquel entonces en la zona de “El Chorro” de Caracas. Había
clasificado los muchachos de múltiples maneras: edad, escolarización, tipo de
delito y así sucesivamente. Las categorías causales eran: a) causas personales,
internas al individuo como esfuerzo y habilidad, y b) causas externas como
suerte, la dificultad de la situación y la influencia de los demás.
Encontré en
aquel juego estadístico que entre los muchachos que habían asesinado alguien
había algo diferente, es decir una mezcla indiferente de referencias al otro y al
sí mismos; eran “planos” en sus atribuciones causales, y mi amigo dijo que
habíamos descubierto el “fenómeno Camus” (por la indiferencia del joven de la
novela El Extranjero que mata a otro
hombre sin razón y sin justificación).
Pero ahora
pienso que podría ser el entumecimiento emotivo que ocurre a algunos verdugos
después de obrar. Es un personaje que puede seguir manipulando, inclusive
seduciendo, pero dentro de él sólo queda el afán de mas dominación; se
convierte en una máquina de despotismo y sólo le conmueve la sumisión de los
demás.
Según esta manera de verlos, Macbeth y Lady Macbeth representarían los dos destinos del amo despiadado: o se perpetúa en la destrucción o se destruye a sí mismo.
Según esta manera de verlos, Macbeth y Lady Macbeth representarían los dos destinos del amo despiadado: o se perpetúa en la destrucción o se destruye a sí mismo.
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