El secularismo, o el gobierno laico, se caracteriza por algún grado de separación entre el Estado y los dictados de la religión.
Esto conlleva los ideales de tolerancia religiosa y la libertad de culto que son caros valores en la mayoría de las democracias. En Europa, Canadá, los Estados Unidos, la totalidad de América Latina y Australia se trata de sistemas seculares bien establecidos con algunos siglos de vigencia. También en una gran parte de África y en lugares como Japón los gobiernos laicos son la norma.
La China es la excepción por oposición: todas las expresiones religiosas allí son prohibidas o toleradas con gran escepticismo.
He hablado con varias personas que afirman que los musulmanes no han podido asumir esta exigencia de la modernidad y que para ellos se trata de un fracaso generalizado. Dicen que ellos deberían asumir colectivamente la responsabilidad por sus excesos teocéntricos que ahora amenazan el resto del mundo.
He pensado bastante sobre el tema, y creo que puedo refutar esta crítica.
En el primer lugar se puede apreciar que en la mayoría de los países que son fundamentalmente musulmanes hay sistemas laicos en pleno funcionamiento, aunque en algunos casos se trata de regímenes recientes. He encontrado las siguientes referencias que presento como listados por región:
1. África: Burkina Faso, Burkina Faso, Chad, Gambia, Guinea, Mali y Senegal.
2. Medio y Lejano Oriente: Bangladés, Indonesia, Kazajistán, Kirguistán, Kurdistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
3. Europa: Albania, Azerbaiyán, Bosnia y Herzegovina, Kosovo y Turquía.
En el Oriente prójimo la situación es más compleja. En países como in Egipto, Lebanon, Pakistán y Tunisia el secularismo existe legalmente aunque en formas distintas, pero hay fuertes influencias hacia alguna forma de teocracia. En cambio, Irán y Arabia Saudita son francamente teocéntricos, pero profesan formas tribales distintos de esta fe por medio de las cuales compiten por el poder en la región.
Los dos países restantes, Irak y Siria, que han tenido compromisos formales con el secularismo en el pasado, ahora son los escenarios de feroces batallas en que grupos como el Estado Islámico intentan imponer su propia visión de teocracia violenta e intolerante.
En África central en países como Mali, Ghana, Nigeria, El Congo, Sudán (Norte y Sur), Kenia y Somalia encontramos influencia musulmán; son por regla general repúblicas cuyas democracias están -en algunos casos- frágiles. En estos lugares grupos extremistas como Boka Harán retan la institucionalidad con demandas anti-seculares, pero ésta y otras bandas similares son legalmente proscritas y sus miembros son considerados criminales. En otras palabras, no representan los países donde operan.
Creo que podemos sacar una conclusión que nos puede ayudar a entender lo que ha sido una cierta mis-representación del mundo musulmán: por regla general se caracteriza por formas logradas de secularismo o que están en vías de instauración.
En cambio hay ciertas zonas del Oriente Prójimo y África donde grupos violentos pelean para dominar las regiones y lo hacen por medio de sus propias interpretaciones doctrinales. Dado que los Estados Unidos y algunos países europeos han participado militarmente en estas luchas, los grupos más radicales extienden sus agresiones y hostilidades hacia ellos.
En otras palabras, la falta del secularismo no es un problema del mundo musulmán; más bien s trata se trata ciertas regiones donde hay peligrosas alianzas tribales que confrontan a los gobiernos establecidos. Podemos concluir que la dificultad se halla menos la falta de secularismo que la hostilidad que proviene del tribalismo en pugna que desafía los gobiernos que detentan el poder o que son elegidos.
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