Anoche terminé “A man in full” (Un hombre pleno) de Tom Wolfe.
Al principio se trata de una revisión en ficción de diferentes estilos de
masculinidad, y el novelista parece intentar contestar la pregunta: frente a los retos de la vida ¿qué hace un hombre pleno?
Sin embargo el libro me ha dejado traumatizada porque la
primera mitad es tan estupenda, y la segunda parte es tan decepcionante.
Sólo daré un ejemplo. Un personaje, el honroso, heroico y compasivo Conrad Hensley, es
víctima de todas las desgracias posibles. Aparte de de las miserias iniciales
que confronta, es injustamente encarcelado. En la penal, encuentra un libro
sobre los estoicos, y de repente -con fervor religioso- se hace adepto de esta
filosofía. Dice: “ellos harán lo que tienen que tienen que hacer y lo haré lo
que yo tengo que hacer”, es decir, apela a una ética superior frente a la
tiranía y la injusticia, y niega sacrificar su dignidad simplemente para salvar
su pellejo terrenal.
Hasta este punto la novela me tenía cautiva, pero a continuación
sus desventuras se conviertan en sátira: intentando socorrer a otro recluido, gana
la enemistad de un preso acosador y matón que amenaza con ultimarlo “mañana”. Parra salvarle a
Conrad el pobre autor no tuvo salida; tenía que apelar a un milagro, y –gracias
a Dios- aquella misma noche un terremoto destruye la prisión. El único preso que
logra escapar la destrucción es: ¡Conrad! y Wolfe continúa resolviendo la trama
con soluciones similares por el resto de la narración.
¿Por qué me molesta tanto? Primero porque al comienzo del
libro Wolfe describe a Atlanta en el Sur de los Estados Unidos, retratando
honestamente al racismo, a la violencia y a la complejidad esencial de la ciudad.
Segundo, yo como lectora iba invirtiendo afecto en la
novela, y me gustó la idea de una respuesta estoica frente al avasallamiento
social que Wolfe captó en el inicio.
Sobre todo ahora, en la época de Donald Trump, me parece
apto apelar al ejemplo de la responsabilidad fundamental de Epicteto, filósofo griego
y esclavo (luego liberado) en Roma. Los héroes aceptan los retos y caminan al destierro sin
bajar la cabeza. En cambio Conrad Hensley y los otros personajes de la novela de
Wolfe nos defrauden: podrían haberse arriesgado de verdad, y podrían haber hecho cargo de
sus vidas, pero se convirtieron en parodias.
Por esta razón tengo que escribir estos comentarios.
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